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Entrevista a Juan Antonio “chicoria” Sánchez, músico y compositor integrante del grupo Entrama

Entrevista a Juan Antonio “chicoria” Sánchez, músico y compositor integrante del grupo Entrama
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Pintura de Jorge Araldi

Alex Ibarra: Supongo que el apodo es algo más íntimo, pero lo usaré, ya que varios de las músicas y músicos que he entrevistado te han referido por él, así que “Chicoria” comienzo agradeciéndote la entrevista. Hablaremos más de Entrama que de ti personalmente, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de destacar algo en lo que tú mismo has puesto énfasis en algunas entrevistas que están disponible en la web. Es curioso que en un grupo como éste y entre distintas músicas/os de alta formación aparezca un reconocimiento total a tu calidad musical a pesar de ser un declarado autodidacta. ¿Nos puedes contar por qué no terminaste tus estudios formales de música? ¿Razones creativas (la formalización a veces homogeniza), económicas (la educación como un producto de mercado) o de otro tipo?

Juan Antonio: Gracias a ti Alex por este espacio y esta conversación. En realidad la condición de “autodidacta” no es exacta del todo, puesto que estudié una Licenciatura en Música en la Universidad de Chile, realicé estudios particulares de guitarra con Oscar Ohlsen y de flauta traversa con Alberto Harms (sin llegar a completar, eso sí, lo que correspondería al programa de los estudios formales de interpretación) y también he tomado cursos esporádicos de composición con Leo Maslíah y Egberto Gismonti. Sin embargo, soy compositor, guitarrista y multi instrumentista en el ámbito de la raíz folclórica latinoamericana y la fusión, y eso, en rigor, no es exclusivamente producto de mis estudios formales. No estudié eso. Es más: aunque en la Licenciatura estudié algunas de las materias fundamentales de la composición musical (análisis, armonía, contrapunto), no estudié la carrera de composición, y en ese sentido me he ido formando a mí mismo. Y ha sido la práctica como guitarrista, creador y acompañante del canto latinoamericano, la que me ha entregado las herramientas para transformarme en quien soy. Es así como en mi formación “real” ha sido esencial el encuentro y trabajo con músicos como Francesca Ancarola, Antonio Restucci, Fernando Carrasco, el Trío Terra Nova y , por supuesto, el grupo Entrama.

Ahora bien, y yendo a tu pregunta específica: ¿por qué no lo hice, por qué no estudié composición? Por dos razones: una motivacional e “ideológica”: no me sentí identificado con la estética que proponía la composición de la música “contemporánea”; y otra circunstancial y dramática: terminando la Licenciatura murió mi madre y decidí concentrarme en apoyar a mi hermano, 10 años menor, y en empezar a trabajar con lo que ya sabía hasta ese momento. Pero, estoy totalmente de acuerdo con lo que planteas como posibles razones para no estudiar formalmente: la formalización homogeniza, y por lo tanto, puede coartar, achatar, es mediocre, no se educa para la creatividad; y lo estratosférico de los precios de la educación en Chile es algo que me parece irreal, perverso.

A.I: Eres, a pesar de la ausencia por algunos años, uno de los integrantes históricos de Entrama. Grupo que aparece en una escena musical que realza la textualidad poética en canciones con contenido político, sin embargo ustedes realizan una escena distinta, sin abandonar el lenguaje poético, llegan a composiciones fundamentalmente instrumentales. ¿Cómo llegan a este concepto, diría, musicalmente propio?

J.A: Lo fundamental es que nos gusta la música instrumental; vibramos y gozamos con ese universo, abstracto, no relacionable con lo textual, literario, sino con lenguajes como las matemáticas o la arquitectura. Es lo que ocurre con la mayor parte de la música clásica y el jazz, con gran parte del flamenco, con la música de la India, etc. No es que no nos interese la poesía, las letras, el universo de las canciones (todo lo contrario: de hecho muchos de los integrantes de Entrama hacemos y hemos estado relacionados desde niños con la canción); pero esa magia del sonido en sí mismo nos maravilla, y es lo que nos une. El asombro y la emoción que pueden producir la armonía, la forma, la polifonía, en ritmos y géneros del folclor de estas tierras (o de distintas músicas del mundo) es un juego que nos ha motivado y alimentado durante todos estos años. Y posee una riqueza que no parece agotarse.

A esto también contribuye el hecho de que la paleta instrumental es muy amplia: guitarras y cordófonos latinoamericanos (charango, ronrroco y tiple), cello, acordeón, flauta y flautín y vientos andinos (quena, quenacho y zampoñas), bajo, batería y percusiones del mundo (cajón, udú, talking drum, chafchas, etc). Somos 8 integrantes y varios somos multi instrumentistas, lo cual multiplica las posibilidades orquestales, entonces la variedad de los colores timbrísticos refuerza nuestra sonoridad “Entrámica”.

A.I: Entrama es un grupo que cumple 20 años en la escena musical chilena, con distintas conformaciones, pero sin pausas. No son un grupo que llegue a un público masivo, pero que logra un reconocimiento por sus pares músicos ligados al movimiento de la Nueva Canción Chilena. ¿Cómo explicas ese consenso en el reconocimiento incuestionable que poseen como grupo?

J.A.: Nuestro vínculo con la Nueva Canción Chilena es innegable, tanto por parte de la instrumentación que mencioné antes (tiple + charango + quena = Inti Illimani, + cello = Cantata Santa María de Iquique…) como por la afinidad de varios de nosotros con mucha de la música de Violeta Parra, Horacio Salinas, Víctor Jara, Luis Advis y Sergio Ortega; pero si bien en Entrama son reconocibles los instrumentos y los ritmos que caracterizaron a la Nueva Canción Chilena, no hemos compuesto nada “en estilo”. El énfasis siempre ha estado en lo experimental. Además del folclor están otros mundos, está en parte el jazz, incluso algo del rock. Y estas mezclas se han producido en un trabajo colectivo, de laboratorio, y participativo. En Entrama siempre fuimos muchos compositores, y si bien en algunos casos cada uno llegaba con todas las partituras escritas, en otros sólo había una propuesta general, y terminábamos dándole forma al tema entre todos. En Entrama nunca ha habido un director en el sentido tradicional, que defina y “corte el queque” e imponga su idea a los demás. Siempre fue más entretenido jugar entre todos, y todas las voces fueron escuchadas, como si de un gran oído colectivo se tratase. Cada uno aporta su mundo, y a todos nos enriquece ese aporte. Jugar a Entrama nos alegra, nos hace disfrutar, gozamos como cabros chicos. Creo que eso se percibe en el escenario, en cada concierto. Por otra parte, hay en Entrama un dominio instrumental bastante alto y la nuestra no es una música muy sencilla, ni en la composición ni en la ejecución; requiere mucho estudio y ensayo. Entonces, considerando todos estos factores, es lógico que sean los músicos, nuestros propios pares, quienes más valoren esto.

A.I: Desde la historiografía musical Entrama reconoce muchas influencias debido a las distintas concepciones de los integrantes del grupo, sin embargo del largo listado de influencias algunas deben haber sido más familiares entre ustedes. ¿Podrías identificar algunas influencias que resultaban más familiares entre los integrantes del grupo? ¿Te parece que logran instalar algunas influencias no reconocidas por otros grupos de la escena local chilena?

J.A: Pienso que la música de todo compositor es, de algún modo, la suma de todas las músicas que lo han alimentado desde su infancia. En mi caso, por ejemplo, y como un sustrato sonoro, resuenan los discos que escuchaban mis padres: Los Beatles, Violeta Parra, la Nueva Trova Cubana, Bach, Armando Manzanero, Bob Marley, Cat Stevens, Vivaldi, Gardel, Chico Buarque… no puedo escuchar estas músicas (y tantas otras) sin emocionarme; esas voces, esas armonías, esos ritmos, son como de la familia. Esto para comenzar a responder a tu pregunta. Después uno crece y conoce otras músicas y va definiendo su propio gusto, su “personalidad musical”. En el caso de Entrama las músicas que cada uno ha aportado al “crisol Entrámico”, por así llamarlo, son muchas y muy variadas; aquí van algunas: Gismonti, Hermeto Pascoal, Piazzolla, Flairk, Inti-Illimani, Ralph Towner, Oregon, Latinomúsica Viva, La Hebra, Huara, Pat Metheny, Antonio Restucci, Illapu, Paco de Lucía, Ensamble Gurrufío, Trio Editus, Carlos Aguirre, Raphael Rabello, Leo Brouwer… aunque algunas incluyen canciones, la gran mayoría son instrumentales, y son, ya en sí mismas, mezclas, fusiones. Somos mezclas de mezclas. “Música del mundo”… no puedo dejar de nombrar, también, a distintos folclores de Latinoamérica, África, Asia, Medio oriente, Europa central… al jazz manouche… a Ravel, Shostakovich, Satie, Gershwin, Stravinsky…

Volviendo a tu pregunta es cierto que hay algunas influencias más presentes en varios de nosotros, pero quiero poner el énfasis en la variedad y en la actitud de conocer e incorporar lo que el otro aporta, como un enriquecimiento tanto al grupo como al propio camino. Después de Entrama ninguno de nosotros ha vuelto a ser el mismo.

A.I: Repasando la discografía del grupo, que cuenta ya con varios discos. ¿Puedes resumir cómo se fueron realizando, esas anécdotas para decidir a cuáles darles más rigurosidad musical o permitirse más espacio para la creatividad? ¿Cuál crees que es el trabajo que los dejó más satisfechos o al que le tengan más cariño?

J.A: Bueno, primero yo no contrapondría la rigurosidad musical a la creatividad. Pienso que la creatividad es, de todas maneras, lo más importante; la creatividad entendida como la imaginación, la libertad, la capacidad de jugar con la belleza y la sorpresa. En ese sentido la creatividad no es algo para lo cual uno pueda o deba permitirse espacio: la creatividad tiene que estar siempre, en todo. Distinto es hablar de improvisación; y en la música de Entrama no suele haber espacios de improvisación musical. Es la excepción. Está casi todo fijado, “compuesto”. Entrama ha sido un taller de composición más que de improvisación. Durante el proceso de búsqueda, sí, por supuesto; la improvisación es fundamental en el “juego” de crear música (play music, jouer de la musique, spielen musik, igrat musiku…); pero llega un momento en que definimos todos los elementos, y entonces somos efectivamente muy rigurosos.

Los 4 discos que hemos grabado hasta la fecha son especiales y en cada uno está nuestra alma. El primero, “Entrama” (1998) tiene la frescura del impulso inicial, y tal vez una cierta ingenuidad; la mayoría de los temas fueron adaptaciones de composiciones anteriores de cada uno, con la excepción de 5 piezas compuestas especialmente: “juego”, “Tangos de Hielo”, “Otoñal”, “Nilo sueñes” y “Surtren”. En ellas se resume nuestro sonido inicial. Participaron músicos invitados como Antonio Restucci, Claudio “Pájaro” Araya, Joe Vasconcelos y Horacio Durán. Lo grabó Gerardo López en el estudio de “Tilo” González, y teníamos plena conciencia de estar haciendo algo diferente, nuevo. A fin de ese año la SCD nos premió a Manuel Meriño como mejor instrumentista y a mí como mejor compositor de fusión. El segundo, “Centro” (2001), muestra un sonido definido, consolidado, las piezas que lo conforman fueron tocadas durante casi tres años, y estaba tan seguro que fue grabado en 3 o 4 días, por Alfonso Pérez. Temas como “5 pasos”, “Joropo”, “Escrito en papel verde”, “2 lunas”, “Klerdoyet” y “Nemayogok” dan cuenta tanto de la rigurosidad musical como de la creatividad… En los otros discos yo no participé. “Simbólico” (2005) contiene un solo tema nuevo, “Travesía”, y versiones y arreglos para Entrama + orquesta de temas de los otros dos discos anteriores, a raíz de un proyecto realizado junto al director Víctor Hugo Toro y la Orquesta Sinfónica de Concepción. Y “Año luz” (2012), además de temas que continúan desarrollando el sonido instrumental Entrámico, contiene dos canciones, el huayno “Amor no correspondido” y la cumbia “La vida nos dirá cuándo”, abriendo de ese modo una puerta a la letra y el canto.

A.I: Entiendo que varios de estos trabajos fue posible dado que pudieron postular a algunos fondos concursables propios de la institucionalidad cultural existente en Chile. ¿Nos puedes dar alguna opinión en torno a la función del Estado en el apoyo, no sólo a la difusión, sino que también a la creación artística?

J.A: Personalmente he sido muy beneficiado por los fondos concursables del estado. 4 de mis 5 discos solistas, un libro didáctico de armonía en guitarra, libros con mis partituras, creación de música de cámara, son producto de la obtención de varios proyectos Fondart. También he sido beneficiado no como responsable, pero sí directamente: participación en festivales, guitarristas me han encargado creaciones, alumnos lo han ganado para estudiar conmigo… sería realmente desubicado e injusto no estar agradecido; pero sí tengo una mirada crítica. Hay algo que no está bien en postular cada año tratando de convencer a una comisión, como si se tratara de una PSU, de que el trabajo de uno vale la pena, como dice Francesca Ancarola en una entrevista que le hicieras por acá. Primero hay un problema con la inmediatez y la imposibilidad de proyectar en el tiempo un trabajo a largo plazo con estos financiamientos (salvo que se trate de proyectos de excelencia). Son como goteras, y con ellas se produce un espejismo: tengo financiamiento para algunos meses, pero tampoco alcanza a ser un sueldo digno. El tiempo que dura el proyecto me concentro y descuido lo que hacía antes, y una vez que lo termino, quedo en el aire… pero con un disco, o un libro, o habiendo hecho una gira. Por otra parte, lo que realmente garantiza la práctica de postular, es que uno se especializa precisamente en eso: en aprender a postular. Saber qué y cómo decirlo, que no falte la triple copia del carnet ni la carta de compromiso del chofer… es raro. Tecnicismos y burocracia como filtro. Es secundario si un proyecto es realmente un aporte, o esencial para completar un trabajo que quedó a medio camino. Lo del jurado también es un tema: son los mismos pares quienes analizan y juzgan si nuestros proyectos son buenos y si merecen el apoyo… con la probable e inevitable tentación del amiguismo o el enemiguismo, propio de un pueblo chico como el nuestro…

Pero bueno, nos hemos acostumbrado a esta lotería, y parece ser que este sistema de concursos corto–plazistas se acomoda a nuestra sociedad consumista que valora lo desechable, porque permite e incentiva que uno “siga participando”…

A.I: Un poco más arriba señalaba que no son un grupo que llegue a la gran audiencia, a pesar de que las posibilidades sonoras que ustedes realizan son bastante variadas. Supongo que esto tiene que ver con la escasa difusión radial que hay de la música chilena. ¿Tienes algún juicio en torno a esta deuda de las radiodifusoras chilenas?

J.A: Sí, la “gran audiencia”, ese es un tema importante. Y la programación de las radios chilenas, ese es otro tema fundamental, que incide en lo anterior. Pero, no es lo único. Tampoco hay productores que quieran apostar por esta “otra” música, que no es la del éxito comercial seguro, probado, evidente; y que tiene más que ver con el crecimiento espiritual que con el rubro de la entretención. Allí veo unas ausencias grave, porque los productores son los responsables de producir el contacto directo entre los artistas y su pueblo; y por lo tanto de lograr que se produzca el conocimiento, la formación, la educación. El concierto en vivo es movilizador, transformador; la magia está ocurriendo y las vibraciones tocan las fibras de la emoción. En ese vacío noto una pobreza cultural. Lo de las radios, sí, siempre ha sido preocupante. El rating. La competencia. Vender. Asegurarse. Me parece bien lo del 20 % de música chilena, pero eso tampoco asegura que la música que se programe sea la “otra” música, y no la de los de siempre. Es cierto que cuando hay canto es más posible ampliar la audiencia; pero Piazzolla o Paco de Lucía tampoco tocaban para 2 o 3 personas, precisamente…

Programadores de radio, productores, periodistas, organizadores de festivales: juéguensela!!

A.I: Hace pocos días te escuchábamos en una sesión del Ciclo de Conciertos 2017 en la Universidad Católica Silva Henríquez que se vienen realizando gratuitamente y que están abiertos a la comunidad en general. Ahí nos recordaban que celebraran con doble concierto este cumpleaños número veinte, que por lo demás tienen un valor bastante accesible al público. ¿Nos puedes contar que presentarán en el concierto y los detalles de promoción de éste?

J.A: Por supuesto. Haremos 2 conciertos el sábado 25 de noviembre, en la sala SCD Egaña, a las 19 y 21 horas, con un valor de 5.000 pesos la pre venta y 7.000 pesos el día del concierto. Entradas a través de dticket.cl. Tendremos algunos invitados sorpresa y una buena puesta en escena, que incluirá un video especial. Revisitaremos parte de nuestra discografía, e incluso tocaremos algunos temas nuevos, que conformarán un próximo disco. Antes estaremos en Concepción, y después iremos a Valparaíso y La Serena (en los primeros meses del próximo año).

Hay Entrama para rato.

-El autor, Alex Ibarra Peña, es miembro del Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada.

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1 Comentario

  1. carlos silva

    un gran aplauso a mùsicos como j.a. sànchez y todos los otros nombrados en esta entrevista, soy asiduo a sus conciertos y he comprobado la calidad de sus mùsicas, es una pena que no tengan la difusiòn que se merecen.

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