Intelectuales mercenarios: el caso de Roberto Ampuero y su Diálogo de Conversos
por Gonzalo García (Chile)
7 años atrás 8 min lectura
El miércoles 6 de septiembre asistí con mi amigo Darwin al lanzamiento del libro Diálogo de Conversos 2. En el evento, la Fundación para el Progreso agradecía la ocasión para celebrar un lustro de existencia y con su Director Ejecutivo tomando la palabra recordé la primera vez que leí una tesis de Axel Kaiser: “el problema de Chile es la envidia”. Creo que con ese aporte a la opinión pública inauguraba su connotada intervención en “la lucha por las ideas”. Y no es que quiera traerlo en la forma de una cita antojadiza o de una frase fuera de contexto; mi sensación es que me encontraba por primera vez participando de una convocatoria donde esas ideas nacen y son vividas con la convicción de la fe.
Esta vez el enclave era en el Golf, corazón de Sanhattan, espacio privilegiado para constatar la vocación pretensiosa y arribista de la cultura chilena –y “un lugar más céntrico”, como nos comentó más tarde uno de los organizadores del evento. A minutos de comenzar la jornada aparecen los autores del libro, acompañados de un individuo de baja estatura, cuyos permanentes tics no dejaron de llamarme la atención. Se trataba del individuo que ya se sabe el próximo presidente de Chile.
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En una columna del Diario El País Vargas Llosa daba el mérito al Diálogo de Conversos: “un jaque mate a las utopías estatistas y colectivistas”. Tal como dice uno de los paladines ideológicos que ha cosechado la derecha latinoamericana después de la derrota de los proyectos históricos de la izquierda. No sólo para declarar la caducidad de utopías derrotadas a sangre y fuego, sino también para alimentar la caricatura imaginaria de que la vía chilena al socialismo consolidaba una segunda Cuba en la región.
Quien ha sabido arrimarse a este carro de la victoria es Roberto Ampuero. Una vez, joven comunista, hoy, ya de adulto, autoreconocido liberal (a la chilena). Renovación que está certificada en su experiencia biográfica y que Vargas Llosa no vacila en aderezar como el resultado de un “realismo de cosa vivida”. El clásico del “yo sé, porque estuve ahí” que usan los abuelos para convencernos de ciertas verdades y del cual Ampuero se sirve cada vez que puede para testificar la preeminencia de su posición de converso. Un recurso que le permite al Senior Fellow de la FPP instalarse en el epicentro de una escena intelectual de baja densidad; aprovechándose, además, de la crítica a los socialismos reales para reafirmar la vigencia de la versión infantil del liberalismo –mejor conocida como neoliberalismo.
Es cierto que con el tiempo las palabras acarrean modificaciones y transformaciones propias de los cambios lingüísticos. Es cierto, además, que estos cambios exigen de vez en cuando un esfuerzo por restituir los significados para, al menos, cuidarnos de las desmedidas exageraciones. Esto es lo que la idea de converso exige, sobre todo porque se refiere al compromiso histórico y a la dignidad del sufrimiento humano en contextos de represión total.
Pongamos a modo relampagueante el caso ejemplar de Alejandro Solyenitzin.
Símbolo de la disidencia y Nobel de Literatura en 1970, cuya obra testimonia sin anestesia la barbarie del comunismo soviético. Realidad que no conoció y denunció a partir de la comodidad exilio, o a simples escuchas con terceros, sino a partir de la propia vivencia a la que estuvo condenado por casi una década en el Gulag. Solyenitzin había combatido contra la invasión nazi de la URRSS, uniéndose al Ejército Rojo como capitán de artillería. Desde el frente de batalla le comentó de manera epistolar a un amigo sus críticas contra Stalin. Por ello, fue acusado en 1945 de agitación antisoviética, siendo sentenciado a los campos de concentración de trabajos forzados.
“Me detuvieron –dijo años después- por culpa de mi ingenuidad. Yo sabía que en las cartas del frente se prohibía hablar de los secretos militares, pero creía que estaba permitido pensar”.
Retengamos la sola imagen de lo que significa componer una obra con la amenaza de la KGB encima. Archipiélago Gulag –libro que después le costó cárcel y destierro perpetuo a Solyenitzin- fue escrito en medio de la obligada itinerancia de la clandestinidad, bajo la única garantía de la lealtad del silencio absoluto de quienes hicieron posible su publicación. Eso valía la literatura para el escritor ruso; una literatura que no se pierde ni un instante en lo que le da vida: el deber de transmitir el sufrimiento y las miserias de los más débiles.
A partir de casos como éste la crítica a los socialismos reales merece calibrar su peso histórico. La conversión del marxismo-leninismo de Solyenitzin nació en circunstancias que a cualquiera de nosotros, simples mortales, nos serían imposibles de salvar; todo en cuanto dicen del contacto directo con el aparato represivo del régimen autoritario. De ahí que la dignidad del sufrimiento humano tenga un significado de trascendencia para el auténtico intelectual converso: la capacidad de enfrentarse a la magnitud de los totalitarismos pese a la infinita desventaja y de poder sostener en ello un mandato interno que se resiste a domesticar la propia inteligencia al servicio del poder.
Y, ¿qué hay de Ampuero? El transcurso de casi una década entre la RDA y Cuba. Periodo que el escritor chileno juzga como su “desencanto de los regímenes comunistas”. Sin embargo, él no salió en calidad de exiliado de Chile, sino como joven comunista becado. En los años siguientes podemos hablar de la realización de un escritor, estudiante universitario, periodista y traductor. Así, pues, su recorrido por el comunismo… y de paso una afirmación decisiva en primera persona: “¡esto no lo quiero para mi país!” –dijo el escritor chileno recién llegado a la Isla en 1974.
Lo que no podemos decir del caso Ampuero es que se las haya tenido que ver como joven militante en algún frente de combate o que haya sido perseguido por algún aparato de inteligencia. Podemos afirmar, en ese sentido, que está a años luz de las vejaciones que vivió Solyenitzin. Además, no podemos decir que tuvo un rol protagónico en la recuperación de la democracia que probablemente volverá a poner a su ex jefe, Sebastián Piñera, en el sillón presidencial de Chile. Más bien, se le carga un pasado falaz de militancia blandengue1 e incluso de ser un agente infiltrado2. La huella de un escritor que ha evolucionado hacia la ventajosa toma de posición en una batalla (por las ideas) que está ganada de antemano. La siempre favorable entrada en empatía con el botín de los vencedores –diría Walter Benjamin-, la cual no puede evitar cargar consigo un cortejo triunfal que avanza por encima de la sangre derramada.
No estamos condenando el hecho de que una persona pueda “convertirse”, cambiar de principios, renovarse, aunque ello responda a los amos de turno. La lista de intelectuales mercenarios en el contexto de la democracia chilena merece varios tomos para asumir la soberbia de un ejercicio semejante aquí3. Lo que nos interesa es poner en su lugar ese “realismo de cosa vivida” que frente a un Solyenitzin no deja de presentarse como una verdadera caricatura sólo imaginable a través de la pura exaltación verbal.
Las preguntas al personaje Ampuero llegan solas a esta altura: ¿Por qué habiendo tenido una experiencia totalmente secundaria en los procesos históricos insiste en aparecer como converso? ¿Desde qué lugar o experiencia de vida concreta llega a esa conclusión? ¿Qué le hace (y que nos hace) suponer que conoce realmente la barbarie de los regímenes comunistas cuyos proyectos e ideas declara como caducos? En definitiva, ¿qué es lo que te hace aparecer como “converso” Roberto?
Con todo, hay que concederle un mérito a la enseñanza de Ampuero: el cómo rendirse en espíritu a la facticidad de lo real y hacer de ello una importante carrera literaria y política de ministro de la derecha. Esa es la destreza del mercenario cuya función como intelectual consiste en la pura naturalización simbólica de un statu quo acorde a los intereses conquistados por los grupos de poder4. No importa que dicha función la cumpla colgándose de la obra de autores que realmente sufrieron al interior de los regímenes comunistas –y podríamos mencionar otros notables como Leszek Kolakowski o Czeslaw Milosz-, o que sus argumentos suenen a un viejo estribillo que no es otra cosa sino un elemental parafraseo de las ideas de Karl Popper o Jean–François Revel. El problema es que es toda esta operación le permite a Ampuero un atajo gratuito y muy poco decoroso: arrimarse al carro para denostar a quienes se jugaron la vida por la utopía de una sociedad más justa e igualitaria.
Vale una última pregunta entonces: ¿Qué tienes Roberto para decir sobre tanta gente generosa y solidaria que te tocó conocer en tu vuelta por los socialismos reales y que hasta el día de hoy mantiene un compromiso político de izquierda?
-El autor, Gonzalo García, es Antropólogo del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEL/UNSAM).
Notas:
- Sobre la blanda militancia de Ampuero véase la trayectoria que recorre Ismael Llona (2014), “Roberto Ampuero, más mentiras”, en Cooperativa.cl, Opinión Política, versión digital en: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/politica/20141111102918/roberto-ampuero-mas-mentiras/ Véase también la columna del mismo autor, titulada el “Último round y final con Ampuero”, publicada en el mismo medio el año 2014, versión digital en: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/politica/20141122093622/ultimo-round-y-final-con-ampuero/
- Véase la acusación de su ex suegro, el sr. Flórez Ibarra: «Ampuero es un agente yanqui”: http://www.emol.com/noticias/magazine/2001/05/09/54403/florez-ibarra-ampuero-es-un-agente-yanqui.html
- Baste la mención a Eugenio Tironi, José Joaquín Brunner, Enrique Correa y Max Marambio, entre otros. Véase para esto el libro de Mónica Echeverría (2016), ¡Háganme Callar!, Santiago de Chile: Ceibo Editores.
- Para hacerse una idea sólo véase la sección “Vida Social” (A 10) que el diario El Mercurio, en su edición impresa, dedicó al evento de presentación del libro en cuestión: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2017-09-12&dtB=12-09-2017%200:00:00&PaginaId=10&bodyid=1
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