La mayor crisis del reinado de Mohamed VI acerca a España y Marruecos
por Ignacio Cembrero (España)
8 años atrás 11 min lectura
Decenas de miles de manifestantes exigen en Rabat la libertad de los «presos políticos» del Rif. Los servicios secretos españoles ayudan a Marruecos a evaluar los apoyos que recaban en España
La crisis marroquí alcanzó, el domingo 11, un nuevo cénit cuando se desarrolló en Rabat una manifestación multitudinaria, sin precedentes desde que en 2011 estalló la llamada ‘primavera árabe’, en solidaridad con las reivindicaciones del Rif. La convocaron el gran movimiento islamista ilegal Justicia y Espiritualidad (JyE) junto con algunos pequeños partidos izquierdistas y asociaciones juveniles.
Al cortejo de protesta se sumaron, desoyendo las consignas de sus direcciones, militantes de las juventudes del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD, islamista moderado) e incluso del socialista. Ambas formaciones participan en la coalición que respalda al Gobierno de Rabat.
Las familias de los detenidos en el Rif en las dos últimas semanas ocupaban un lugar privilegiado en el cortejo en el que los islamistas de JyE —separados entre hombres y mujeres— eran los más numerosos y también los más disciplinados. Su orden cuasi militar contrastaba con el alboroto de los jóvenes izquierdistas, que agitaban las banderas negras del 20-F (20 de febrero), el símbolo de la ‘primavera árabe’ en versión marroquí que fracasó hace seis años. Numerosos manifestantes enarbolaban también la bandera bereber.
En otros tiempos, las turbulencias por las que pasaba Marruecos y el Sáhara Occidental que administra repercutían negativamente sobre la relación con España, a la que, de una forma o de otra, se le reprochaba desde Rabat atizar el fuego. Se respondía a las supuestas ‘provocaciones’ del vecino españolcon, por ejemplo,manifestaciones masivas contra el Partido Popular, como la organizada en Casablanca en noviembre de 2010.
Esta vez, la revuelta del cercano Rif —apenas 169 kilómetros separan Alhucemas de Málaga— no ha suscitado crítica alguna hacia España y sus autoridades. Cuando la prensa afín al ‘majzén’ (centros de poder) e incluso algunos responsables marroquíes sostienen, sin aportar pruebas, quelas protestas rifeñas están financiadas desde el extranjero, señalan a Argelia, al Frente Polisario y a algunas asociaciones de inmigrantes en los Países Bajos. En las redes sociales, supuestos patriotas marroquíes acusaron incluso a un periodista español afincado en Tetuán de ser el enlace entre los servicios secretos argelinos y los rebeldes rifeños.
Tanta cautela por parte de Rabat se explica porque el Gobierno de España ha tenido, desde su punto vista, una actitud “intachable”. Necesita además su ayuda porque gran parte de los apoyos que reciben los “alborotadores” rifeños se generan o transitan por España. La prioridad de los colaboradores de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED, servicio secreto exterior) y de la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST, policía) desplegados en España no son ya, desde hace un mes, los islamistas radicales ni los independentistas saharauis, sino los rifeños nacionalistas, según indican fuentes conocedoras de su trabajo.
El islam político se echa a la calle en Marruecos para apoyar la rebelión del Rif
Cuando la rebelión rifeña languidecía, el Gobierno español siguió dando muestras de su espíritu conciliador con Marruecos. Contestó, por ejemplo, en abril a una pregunta del senador Jon Iñarritu, de Bildu, sobre la expulsión de hecho, un año antes, del padre Esteban, de la ciudad rifeña de Nador, que “correspondería a la Santa Sede, si lo considera oportuno, pedir explicaciones a las autoridades marroquíes”. Este jesuita solo posee la nacionalidad española y no la del Vaticano.
Cuando la revuelta volvió a cobrar fuerza, a partir del 18 de mayo, el Gobierno español guardó silencio hasta que el 1 de junio el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Ildefonso Castro, compareció en la correspondiente comisión del Congreso. Instó a las partes al diálogo, pero sostuvo que Rabat “está intentando poner los medios para solucionar” las reivindicaciones. Marruecos, recalcó, es un “modelo de estabilidad de la zona”.
El Gobierno español continuó dando muestras de su espíritu conciliador con Marruecos cuando la rebelión en el Rif ya languidecía
Al día siguiente de su intervención, Amnistía Internacional publicó un comunicado, en línea con el de otras organizaciones de defensa de los derechos humanos, cuyo título era: ‘Los manifestantes del Rif, castigados con una oleada de detenciones en masa’. Las detenciones superan el centenar, pero hasta el momento hay solo 86 imputados. La mayoría están en prisión preventiva.
“La respuesta cada vez más agresiva del Gobierno [de Marruecos] y el consiguiente aumento de las tensiones ilustran el elevado riesgo que la situación tiene para uno de los pocos países estables que quedan en la región”, advertía Sarah Feuer, en un análisis consagrado al Rif publicado por el Washington Institute for Near East Policy, un prestigioso ‘think-tank’ conservador británico.
Bajo cuerda, los diplomáticos españoles que conocen la zona expresan su preocupación. Ellos y sus colegas de otros países del sur de Europa con sensibilidad hacia Marruecos formulan el deseo de que, para rebajar la tensión, al concluir a finales de junio el mes de ayuno del Ramadán, con motivo de la fiesta del Aid el Fitr, el rey conceda su gracia a todos los reclusos rifeños, aunque la mayoría no habrán sido aún juzgados. El monarca solo suele, sin embargo, perdonar a condenados y no a los que están en prisión preventiva.
La cara menos halagüeña de esta moneda es que algunos de los liberadospodrían pedir asilo político en España, colocando a sus autoridades en una situación embarazosa de cara a Marruecos. En Madrid se teme además que lagran dedicación al Rif de las fuerzas de seguridad marroquíes les haga distraerse del terrorismo, una materia en la que España necesita como el comer su cooperación.
El respaldo español a Rabat no se limita a las buenas palabras. El Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el servicio secreto español hegemónico, atendió a finales de mayo una petición de sus homólogos marroquíes de la DGED para que le ayudasen a establecer un mapa y evaluar los apoyos que la revuelta recaba en España, tanto por parte de rifeños como de instituciones, partidos políticos y asociaciones españolas.
En Madrid se teme además que la gran dedicación al Rif de las fuerzas de seguridad marroquíes les haga distraerse del terrorismo
El CNI negó reiteradamente, a través de su gabinete de comunicación, haberse dedicado a esta tarea, pero fuentes conocedoras de su labor en varios lugares de España —las principales comunidades rifeñas están afincadas en Barcelona, Madrid, Baleares y Melilla— aseguran que recopiló esta información, que en gran medida es abierta, porque circula por las webs de asociaciones y las redes sociales.
En Europa hay unos dos millones de inmigrantes de origen rifeño, según el historiador francés Pierre Vermeeren —representan casi la mitad de la población del Rif marroquí— y residen mayoritariamente en los Países Bajos, pero España es el lugar elegido para buena parte de sus actividades de apoyo a sus “hermanos en lucha”, como describen a Nasser Zefzafi, el líder detrás de los barrotes, y a todos los que le secundan.
Lo es por su cercanía geográfica y porque varios partidos e instituciones les han brindado su respaldo, empezando por el Ayuntamiento de Barcelona, cuyo pleno aprobó, el 26 de mayo, una declaración denunciando “el proceso de militarización del Rif” que no votaron el PP ni Ciudadanos, pero sí el Partit Demòcrata Europeu Català. Cuando se llamaba Convergència, era sin parangón la formación más promarroquí.
Tres días después, el consistorio de Mataró hizo otro tanto, y ahora se están gestando iniciativas similares en Badalona, Terrassa y Villafranca del Penedés. Curiosamente, en Melilla, una ciudad española cuya población es mayoritariamente rifeña, nadie ha planteado seguir el ejemplo de Barcelona, ni siquiera Coalición por Melilla, el principal partido de oposición, cuyo líder, Mustafa Aberchán, y sus militantes son originarios del Rif. “Lo haremos en breve”, contestó Aberchán desde Ammán, donde se encuentra de viaje.
Fue la independentista Candidatura d’Unitat Popular (CUP) la que introdujo en mayo esa moción en el Ayuntamiento de Barcelona y ahora trata de hacer otro tanto en el Parlament catalán. Respalda a la Comissió Catalana de Suport al Moviment Popular del Rif, y sus militantes acuden a muchas de sus manifestaciones desde que, a finales de octubre, se rebeló Alhucemas tras la muerte de un vendedor ambulante de pescado, Mohcine Fikri, triturado por un camión de la basura en el que fue vertida la mercancía que se le incautó. Las banderas esteladas catalanas se entremezclan entonces en Barcelona con las bereberes y con las de la efímera República del Rif (1921-1926) que se fabrican en los Países Bajos.
En Madrid fue la Confederación Nacional del Trabajo, el antiguo sindicato anarquista, el que acogió en su céntrica sede, el 20 y 21 de mayo, la reunión de las veintitantas coordinadoras que en diversos lugares de Europa secundan la revuelta rifeña. Allí se decidió dar un impulso a la consigna de retirada de fondos, ampliamente difundida a través de las redes sociales, de un banco marroquí (Banque Populaire) en cuya sede de Alhucemas murieron quemados en 2011 cinco jóvenes manifestantes rifeños. Las circunstancias de su muerte no han sido aún del todo aclaradas.
Al grito de “Nasser, hermano, no te olvidamos”, “Todos somos Zefzafi” o “Viva el Rif”, grupos de rifeños se han concentrado varias veces en la Puerta del Solo, el 2 de junio, ante la sede histórica del Ministerio de Asuntos Exteriores. La próxima cita consistirá en una marcha, el sábado 17, por el centro de Madrid,en donde horas después desfilarán otros marroquíes convocados anónimamente desde hace días, a través de las redes, bajo el lema: “Unidad nacional. No a los alborotadores. No a los antipatriotas. No a los separatistas. No a las intromisiones externas”.
Los aprietos en los que el Rif pone a Rabat le han hecho además desistir de cualquier coqueteo con los independentistas catalanes como el que propició, en 2012 y 2013, cuando Noureddine Ziani, presidente de la Unió de Centres Culturals Islàmics de Catalunya, se incorporó a la fundación Nous Catalans. Ese es el instrumento con el que Convergència intentaba atraer a los inmigrantes al llamado ‘procés’. El director del CNI, el general Félix Sanz Roldán, describió entonces a Ziani como el agente de una potencia extranjera, a la que no nombró, e instó a su expulsión de España.
En esos tiempos, Latifa el Hassani, una marroquí que se encargaba de la comunicación en Nous Catalans, reconocía en un libro que las nulas consecuencias del auge del independentismo en Escocia y Cataluña sobre el conflicto del Sáhara Occidental habían incitado a las autoridades marroquíes a tener “otra perspectiva”. La secesión de Cataluña, señaló, “supondría un debilitamiento de su vecino del norte”. “Rabat tendría entonces más posibilidades de que sus reivindicaciones prosperen” ante España, concluyó. La revuelta del Rif ha hecho cambiar de parecer a los que ostentan el poder en Marruecos.
IGNACIO CEMBRERO
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*Fuente: El Confidencial
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