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Declaración del Consejo científico de ATTAC Alemania en torno a la guerra de Siria

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Traducido por  Javier Fernández Retenaga

Varios profesores del Consejo científico de attac Alemania reclaman un debate público sobre la evolución real del conflicto en Siria. A tal fin recuerdan algunos hechos y llegan a unas conclusiones fuera de toda duda que contradicen la imagen que actualmente difunden los medios. Hacen un llamamiento a todos los colectivos sociales para que dejen de mirar hacia otro lado y junto al movimiento pacifista se impliquen en la discusión política en favor de vías que conduzcan al fin del conflicto.

Berlin, 8-10-2016
Para comenzar, queremos señalar: Primero, no se nos oculta que Rusia e Irán, que se han involucrado en la guerra de parte del régimen de Assad, persiguen sus propios intereses y objetivos estratégicos. Segundo, desde el principio hemos considerado un error y hemos criticado el uso de la violencia y la pronta injerencia de países extranjeros en el conflicto interno sirio: el empleo de Assad de la violencia contra las personas que se manifestaban pacíficamente en las calles contra la dictadura, así como contra el suministro de armas de Occidente a los supuestos rebeldes moderados y todas las posteriores acciones bélicas.

Frente a la opinión difundida por los medios occidentales dominantes, queremos señalar lo siguiente:

Rusia e Irán agotaron al comienzo todas las vías posibles para una resolución diplomática y pacífica del conflicto; solo cuando estos intentos se mostraron inútiles intervinieron militarmente y, por lo pronto, pusieron fin a la guerra en Alepo. Condenar a Rusia por ello, tal como hacen casi unánimemente los medios occidentales dominantes, nos parece absurdo, al igual que la unilateral atribución de culpas de aquel grupo de personas destacadas del mundo de la cultura y la política que el 7 de diciembre de 2016 se manifestaron ante la embajada rusa en Berlín, bajo el lema: “Alepo, la infamia de Putin”. Emplazamos a los promotores y firmantes del correspondiente manifiesto a un debate público en torno a la verdadera evolución de los acontecimientos en Siria. A tal fin, queremos recordar algunos hechos:

– Según declaraciones del ex Comandante Supremo de la OTAN, el general Wesley Clark, inmediatamente después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 el Gobierno estadounidense comenzó a planear el cambio de régimen en siete países considerados enemigos, entre ellos, Afganistán, Irak, Libia y también Siria. Para conseguir ese objetivo, desde 2005 EE.UU ha estado creando las condiciones para ello. Entre ellas, además de las innumerables acciones propagandísticas contra el régimen de Assad, la financiación y adiestramiento –junto con Arabia Saudí, Qatar e Israel– de un ejército de yihadistas que en adelante los medios occidentales etiquetarían como “oposición moderada”. La fuerzas militares más poderosas con diferencia de esta oposición las constituían la red Al Qaeda y el islamista radical Frente Al Nusra, que antes los propios EE.UU. habían clasificado como “organizaciones terroristas”. Estas tropas debían encargarse del derrocamiento de los Gobiernos de Damasco y Teherán, como ya en 2007 descubrió el prestigioso periodista, galardonado con el premio Pulitzer, Seymour Hersh.

– Tras el estallido del conflicto en Siria, al principio, mientras se trató de un conflicto puramente interno, Rusia no intervino. Solo cuando el Estado Islámico, cuyo origen se remonta al derrocamiento de Sadam Husein y la destrucción de Bagdad por EE.UU., consiguió mediante el terror y el apoyo militar y logístico de los servicios secretos estadounidenses, saudíes y turcos controlar amplias zonas del norte de Irak, incluida la ciudad de Mosul, fue cuando Rusia intervino activamente en apoyo del Gobierno sirio. Rusia temía, con razón, que lo que se pretendía en Siria era un cambio de régimen y la consiguiente pérdida de las instalaciones militares que Rusia poseía en el Mediterráneo.

– Como es sabido, el presidente Obama señaló el uso de armas químicas como “línea roja” de EE.UU. para su intervención en la guerra contra Assad. Cuando el 21 de agosto de 2013 cientos de personas murieron cruelmente en el suburbio de Guta, al sur de Damasco, víctimas de un ataque con gas venenoso, el casus belli parecía estar servido. Obama anunció que respondería al uso de armas químicas por parte del régimen de Assad con “un ataque militar selectivo”.

Entretanto, el 8 de diciembre de 2013, en un extenso artículo publicado en la London Review of Books, Seymour Hersh demostró que el ataque con armas químicas de Guta no podía atribuirse al régimen de Assad, como aún se sigue haciendo. Según manifestó el ex agente de la CIA Ray Mc Govern, uno de los analistas de alto rango de la CIA, los cohetes provistos de sarín, supuestamente lanzados desde una zona controlada por el Gobierno de Assad, no podían proceder de allí, puesto que los cohetes de Assad no tenían suficiente alcance. Tampoco se trataba del tipo de sarín del que disponía el ejército sirio, tal como mostraron las pruebas de laboratorio realizadas posteriormente por el M16, los servicios secretos británicos. ¿Y sería además Assad tan estúpido y osado como para, a la vista de todos, servir en bandeja a EE.UU la razón para entrar en la guerra y firmar así su propia sentencia de muerte?

El 23 de octubre de 2013, el diario turco “Todays Zaman” informó de la rueda de prensa de dos diputados del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Eren Erdem y Ali Seker, en la que presentaron documentos y grabaciones de audio en las que se describían los pormenores de la producción de sarín en Turquía y de su suministro al terrorista Frente Al Nusra. Un exoficial de los servicios de inteligencia de EE.UU. explicó a Hersch: “Ahora sabemos que el ataque químico del 21 de agosto fue una acción encubierta de gente de Erdogan para empujar a Obama hacia la ‘línea roja’”. (Recordemos la mentirosa propaganda acerca de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein que en su momento sirvieron de excusa al Gobierno de Bush para la invasión de Irak.)

El 31 de agosto, Obama anunció por sorpresa en el jardín de la Casa Blanca que se aplazaba el ataque a Siria y que antes quería obtener el apoyo del Congreso. Entretanto se analizaron las muestras químicas recogidas en Guta y fueron reenviadas por los servicios secretos británicos al general Martin Dempsey, en Port Down, EE.UU. Basándose en este informe, el general estadounidense transmitió a la Casa Blanca que un ataque a Siria sería un acto de agresión injustificado, pues el sarín de Guta no procedía de los arsenales del ejército sirio. Obama se decantó después por el plan B: no habría bombardeo si Assad accedía a destruir todas sus armas químicas bajo la supervisión de la ONU. No obstante, la Casa Blanca no quiso admitir su error. Aun después de todo esto, había que seguir haciendo al régimen de Assad responsable del uso de armas químicas.

– No fue finalmente sino Rusia quien utilizó sus habilidades diplomáticas para que se destruyeran todas las armas químicas sirias con la colaboración de EE.UU. y bajo el control de la ONU. Los esfuerzos de Rusia para el desarme de Siria de su arsenal de armas de destrucción masiva fue una contribución a la política de paz por la que los gobiernos y medios occidentales no han mostrado el menor reconocimiento.

– El general del ejército alemán y expresidente del Comité militar de la OTAN, Harald Kujat, ha señalado a menudo, y con razón, que la Conferencia de paz sobre Siria de Ginebra solo ha sido posible por la entrada de Rusia en la guerra. Rusia e Irán han hecho además grandes esfuerzos para poner fin a la guerra por la vía de la diplomacia y la negociación. Han aceptado reiteradas veces propuestas de tregua de varios días en Alepo, mientras que los rebeldes aprovechaban el alto el fuego para rearmarse. Pero los aliados occidentales, Arabia Saudí, los países árabes del Golfo, Israel y sobre todo los rebeldes armados han rechazado cualquier negociación con Assad, y han hecho de su derrocamiento la condición previa para las negociaciones. Occidente y EE.UU. no han tenido la menor voluntad de forzar a negociar con Assad a esos aliados suyos que siembran la discordia y la guerra. Para cualquier político con inteligencia y amplitud de miras debería estar meridianamente claro que Assad no puede dimitir, ni aunque quisiera. En Occidente nunca se ha entendido o no se ha querido entender que Assad representa a todos los grupos religiosos y minorías sirias, en particular, alevitas, cristianos, yazidíes y otros, que apoyan a su régimen por su manifiesto laicismo y que esperan de él que no se retire y deje vía libre al Estado Islámico, con la segura perspectiva de una masacre de las minorías religiosas y de los alevitas.

– El Prof. Günter Meyer, director durante muchos años del Centro para el Estudio del Mundo Árabe de la Universidad Johannes-Gutenberg, de Maguncia, el 15 de enero de 2017 declaró en una entrevista de la redacción de “Heute”: “Sin la intervención militar de Rusia en septiembre de 2015, los yihadistas habrían no solo conquistado ya por completo Alepo. También el régimen de Assad habría caído hace tiempo. De ese modo, los adversarios de Assad bajo la dirección de EE.UU. habrían ciertamente logrado su objetivo de cambiar el régimen. Pero quienes se habrían hecho con el poder serían las fuerzas militares más poderosas; es decir, los islamistas radicales, como el Frente Al Nusra, perteneciente a la red de Al Qaeda, y el Estado Islámico, al que combate una alianza internacional liderada por EE.UU. Si, como declaran políticos israelíes, tal imperio del terror es preferible al régimen de Assad, entonces bien puede reprochársele a Putin que lo haya impedido”.

– Por supuesto, es deplorable que en esa intervención se hayan destruido hospitales y otros edificios civiles, y que desde septiembre de 2015 hasta diez mil civiles sirios hayan muerto bajo las bombas rusas en el este de Alepo y en Idlib. Ciertamente nos repugna hacer recuento y comparar la cifra de muertos de uno y otro lado. Sin embargo, habida cuenta de la propaganda y la cobertura unilateral antirrusa de los medios occidentales, hay que recordar que, desde agosto de 2014, 40.000 civiles iraquíes –al menos cuatro veces los de Alepo– han muerto bajo las bombas de la coalición liderada por EE.UU. Quince mil de ellos solo en la región de Mosul. Desde 1980, EE.UU. ha atacado, ocupado o bombardeado catorce países musulmanes. Ni una sola vez en los dos últimos siglos un país musulmán ha atacado a Occidente.

“El Gobierno alemán” –dice Jürgen Todenhöfer–, al igual que todos los medios dominantes occidentales, se sitúa en la ‘grada de los hinchas’ de EE.UU. y practica una política hooligan: así, las bombas estadounidenses son bombas buenas, las bombas rusas bombas malas. De los hinchas no se puede esperar objetividad moral… Con sus ataques terroristas, en los últimos veinte años Al Qaeda y el ISIS han asesinado en Occidente a alrededor de cinco mil personas, incluidos los ataques de septiembre de 2011. Con razón nos han horrorizado estos ataques… Pero según la organización “Médicos contra la Guerra Nuclear”, desde 2011, Occidente tiene sobre su conciencia la muerte de un millón trescientas mil personas solo en Irak, Afganistán y Paquistán. Pero ‘solo’ eran iraquíes, afganos, paquistaníes” (Freitag, 5 de enero de 2017).

También al referirse a la evacuación de los rebeldes por tropas sirias, iraníes y rusas, nuestros medios solo han identificado un bando culpable: Rusia e Irán. Cuando los rebeldes sirios prendieron fuego a ocho autobuses sirios desplazados para la evacuación de los rebeldes y sus familias, esos mismos medios permanecieron en silencio, apenas hubo información acerca de por qué los rebeldes cometieron esa acción.

– Pocos días después de que se diera por finalizada la evacuación de Alepo, en su reunión en Ankara, Rusia, Turquía e Irán ofrecieron garantías de que a partir de ese momento se pusiera fin al conflicto sirio por la vía de la diplomacia y la negociación. Pero también en este caso hubimos de constatar con amargura que ni un solo político occidental hizo el esfuerzo de tomar la palabra a Vladimir Putin, Hasán Rouhani y Recep Tayyip Erdogan y destacar su oferta de garantías como una iniciativa importante y constructiva. Los políticos occidentales no parecen estar en condiciones de reaccionar ante tales importantes señales hacia una política de paz.

Nos sorprende sobremanera que los medios occidentales, así como los firmantes del manifiesto antirruso, no digan una sola palabra acerca de la funesta política estadounidense del cambio de régimen en Oriente Próximo, no digamos la critiquen. Sin embargo, la consecuencia evidente de esta política son los “failed states”, los llamados Estados fallidos, que son el caldo de cultivo para la extensión del terrorismo y la causa principal de los continuos flujos de refugiados. ¿No hay que estar muy ciego para pasar por alto una realidad tan innegable? A juicio del experto en Siria Prof. Günter Meyer, así como de Michael Lüders, los mayores expertos en Oriente Próximo de Alemania, el Gobierno estadounidense y George W. Bush son también los mayores responsables de la guerra de Siria, pues con la invasión de Irak crearon las condiciones para el surgimiento del ISIS.

Desde 2010, EE.UU. y Alemania han suministrado masivamente a Arabia Saudí, el principal proveedor de armas del ISIS y otros grupos terroristas que intervienen en la guerra de Siria, armamento por valor de más de 130 mil millones de dólares, impulsando así una peligrosa carrera armamentística en Oriente Próximo.

En una reciente entrevista, el teólogo católico Eugen Drewermann ha resumido en pocas palabras esta política: “Ya en 1991, Paul Wolfowitz, asesor de varios presidentes estadounidenses y con posterioridad presidente del Banco Mundial, persona corrupta en extremo, expuso la agenda que ahora se está llevando a cabo: la manera de destruir Irak y Siria, la manera de desestabilizar Líbano, Hizbolá, atacar Libia y entre medio tomar Irán. Por suerte se puede decir que al final de su mandato Obama ahuyentó este fantasma, aunque los israelíes habían amenazado día sí día no con hacer frente con un gran ataque al supuesto peligro atómico de Irán” (www.jungewelt.de/2016/12.14/069.php).

Habida cuenta de todos estos hechos y de la nueva guerra fría entre Occidente y Rusia, que parece ir a más, nos preocupa enormemente la unilateral toma de partido prooccidental y antirrusa, que va contra toda razón.

Exhortamos por tanto a todos los colectivos sociales a que, junto al movimiento pacifista, se impliquen en el debate político en favor de vías orientadas a la evitación de la guerra y el conflicto, tal como por ejemplo ha habido y sigue habiendo con respecto a Oriente Medio. Nos referimos a una Iniciativa internacional para la Cooperación y Seguridad común en el conjunto de Oriente Próximo y Medio, que hubiera evitado que esa zona se convirtiera, como era previsible, en un polvorín geopolítico. También hoy habría que situarse en esa perspectiva antes del comienzo de cualquier conferencia sobre Siria en Ginebra.

Firma:

Prof. Dr. Elmar Altvater, Prof. Dr. Rudolph Bauer, Prof. Dr. Armin Bernhard, Dr. Axel Bust Bartels, Prof. Dr. Ulrich Duchrow, Prof. Dr. Frigga Haug, Prof. Dr. Wolfgang F. Haug,Prof. Dr. Birgit Mahnkopf, Prof. Dr. Mohssen Massarrat,. Prof. Dr. John P. Neelsen, Prof. Dr. Norman Paech, Prof. Dr. Michael Schneider, Dr. Fritz Storim, Prof. Dr. Frieder Otto Wolf

Berlin, 25 de enero de 2017

Gracias a: Tlaxcala
Fuente: http://www.nachdenkseiten.de/upload/pdf/170126-erklaerung-wiss-Beirat-zu-syrien-3Fassung.pdf
Fecha de publicación del artículo original: 27/01/2017
URL de esta página en Tlaxcala: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=20001

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