En El Mercurio: La columna Peña contra Guillier
por Miguel Vicuña Navarro (Chile)
9 años atrás 4 min lectura
Publicado el 21 Septiembre 2016

Por medio de su voz u opinión autorizada –el columnista y rector de la UDP Carlos Peña– este domingo, en pleno “Dieciocho”, se ha alzado el inefable diario El Mercurio de Chile en contra de la candidatura presidencial del senador Alejandro Guillier. ¿Acción prematura, tal vez, habida cuenta de que el conocido senador y periodista todavía no inicia siquiera su precandidatura? ¿O bien oportuna maniobra, quizás, ya que Guillier podría disputar con alguna peligrosa verosimilitud las opciones presidenciales que El Mercurio discretamente promueve y prohija?
En una breve incursión con sonsonete pseudo-hermenéutico en torno al “significado de Guillier”, el rector Peña denuncia la cercanía del senador con el Partido Radical y evoca la conexión histórica de éste con aquellas “capas medias” que en el Chile del siglo XX dieron sustento al llamado “Estado de compromiso” (1932-1970). Pero advierte que las nuevas capas medias de hoy ya no son las de entonces: que en ellas nada queda de “la nostalgia que los sobrevivientes de la vieja clase media sienten por el Estado y la antigua educación pública”. En una rápida lección de sociología silvestre el columnista Peña nos recuerda que estos “nuevos grupos medios” sólo tienden al “consumo conspicuo” (o sea, el que “confiere estatus”) y carecen de toda conciencia de clase o de pertenencia, ya que tan sólo tienden, con creciente intensidad, a la “individuación”.
El Partido Radical, por consiguiente, ha quedado desposeído hoy por hoy del sustento histórico que le proporcionaban otrora unas clases medias ahora inexistentes, sustituidas en la actualidad por aquellos “nuevos grupos medios” “surgidos al abrigo de la modernización capitalista”. Su “languideciente” estado político actual pareciera proceder de esta situación, unida a su improbable capacidad de “acompasarse” al neocapitalismo imperante.
¿Y el senador Guillier y su precandidatura? Tras el preámbulo histórico-sociológico referido, complemento retórico que anticipa la operación subsecuente, viene esta misma: una andanada de disparos al cuerpo de la víctima, todos lanzados desde la cómoda tribuna inexpugnable de El Mercurio. Alejandro Guillier, su persona y su personalidad, “hasta ahora no destaca por sus ideas, sino por la rigurosa precaución de no expresar ninguna”; su “evaluación y conocimiento público” no procede de su “desempeño o reflexión política”, sino que es tan sólo “el resultado fortuito de los medios”, puro efecto de “la habilidad para emitir frases generales”; en suma, trátase únicamente de “una personalidad atractiva por lo inocua”.
En este punto hace su entrada con discreta elegancia la cuestión hermenéutica: con ella arma Peña su tóxica saeta certeramente dirigida al corazón de su objeto. La candidatura de Guillier no tendría significado político alguno, a lo sumo tan sólo un significado social: la desvalorización del “liderazgo”, la importancia de la “visibilidad de los medios”.
Para nada pretendo en estas líneas salir en defensa del senador Guillier ni de su precandidatura. Desde luego, ni siquiera les hace falta semejante lance. Pero debo observar que el tóxico disparo de Peña se parte en dos y en el aire antes de siquiera acercarse a su meta. El columnista Peña, en efecto, no puede impedirse y refrenarse de exhibir y denunciar el innegable significado político de la candidatura del senador Guillier: ésta no sólo expresaría la “delicuescencia” [Nota 1 de la Red. de piensaChile] del radicalismo chileno (entiendo la expresión en el sentido de “decadencia” y disolución”, no tanto en el de “licuefacción”, como la que podría achacarse al Partido Radical en su súbita inclinación en favor de Guillier); igualmente revelaría “la levedad que ha adquirido la política”, no menos que “la desorientación de la centroizquierda”. Son las palabras del propio columnista, nótese.
¿Qué podría significar todo esto? ¿Se revelan nexos inconscientes entre la contradicción del columnista y la persistencia de la figura de su adversario político?
Creo poder concordar tal vez en algún punto con el rector-columnista en el respecto que nos ocupa, pero merced quizás a ciertas modificaciones en los giros y palabras usados en relación al tema. Juzgo razonable considerar que la candidatura de Guillier configura un síntoma político en Chile: no sólo indicativo de una cierta “delicuescencia” que pudiese afectar a partidos como el radical y otros, a coaliciones políticas como la de gobierno y la de oposición, sino revelador de la “gasificación” del conjunto de la casta política chilensis tras el proceso de más de cuatro décadas de su sumisión, sujeción y humillación al cohecho y predominio del poder neocapitalista triunfante. La propia columna de Carlos Peña que comentamos sea parte, tal vez, del síntoma que se despliega de modo irradiante y viral a partir de la precandidatura presidencial de Guillier.
-El autor, Miguel Vicuña Navarro, es Profesor y escritor
*Fuente: El Clarin
Notas:
Según diccionario de la RAE
1. delicuescencia
De delicuescente.
delicuescente
Del lat. deliquescens, -entis, part. act. de deliquescĕre ‘liquidarse’
f. Cualidad de delicuescente. adj. cult. Evanescente, sin vigor, decadente. Un
estilo delicuescente.
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» Pero advierte que las nuevas capas medias de hoy ya no son las de entonces: que en ellas nada queda de “la nostalgia que los sobrevivientes de la vieja clase media sienten por el Estado y la antigua educación pública”. En una rápida lección de sociología silvestre el columnista Peña nos recuerda que estos “nuevos grupos medios” sólo tienden al “consumo conspicuo” (o sea, el que “confiere estatus”) y carecen de toda conciencia de clase o de pertenencia, ya que tan sólo tienden, con creciente intensidad, a la “individuación”.»
Me parece que Peña está hablando de su estereotipo personal de la «clase media alta».
Mi observación personal, tan válida como la de Peña, de la clase media baja emergente,esos que hasta hace poco eran pobres es diferente.
Observo entre ellos, evidentemente, el deseo de vivir mejor. Y en ese vivir mejor lo único exagerado, es la adquisición del 4×4, que no corresponde a su nivel de ingresos ni a su nivel de gastos. Pero el resto es perfectamente atinado, pasa por una buena educación, el logro de un grado universitario para los hijos, ante lo cual son capaces de hacer enormes sacrificios, una casa en un barrio tranquilo con un patio y un parrón para el asado, soñar con una casita de madera en la costa, soñar con una buena atención médica y una movilización digna en la que puedan sentarse y no se les vaya 1/3 del sueldo. Además como van a tener que cuidar a sus viejos, aspiran a mejores jubilaciones, para poder hacerlo sin que se les vaya la vida en ello.
Ellos no anhelan tener jets privados ni meterse con la clase alta, la cual para ellos es algo lejano con la cual no tienen mayor trato.
Todo lo que aspiran, pasa por un Estado proactivo en el bienestar público. La aspiración del chileno medio desde 1920 hasta 1973, excepto el 4×4, que cuando les comience a fallar o no haya repuestos, se van a curar de esta ilusión.
Así es la cosa.
La clase media alta el en realidad Internacional.
En Chile «opera a la chilena».
Pero podría estar muy bien en Estocolmo, en Boston o en Singapur.
Lo que yo veo es un ataque frontal a una campaña que aún no comienza. Tampoco soy admiradora de Guillier como presidencial,pero si me dieran a elegir entre Piñera,Lagos y Guillier me inclinaría (potencial ) por Guillier. Que no tiene sustancia, que es medio light,que no tiene carrera política, que es novato, se les olvidó poner , no roba aún, no se si será apto para el robo o para la colusión de negociados, nada se sabe todavía. Nunca ha estado en puestos altos de esta magnitud, no se sabe si pondrá a toda su familia en la Moneda,pero aún con todo esto, con otras palabras como las que usa el señor Peña, no estoy de acuerdo con su lapidaria descripción de una persona que aún no postula a nada. ¿ acaso es esto, una muerte anunciada?Es la sociedad la que ha hecho posible llegar a este estado de cosas, una sociedad tan deprimente como la nuestra en términos políticos, debemos afrontar lo que sucede.Les cuento, hace un día atrás,estaban muchos señores de la N. Mayoría , escenario público al cual también llegó Guiller,la gente se desbordó aplaudiendo a este señor y se notó en el ambiente, un aplauso muy largo en desmedro de unos débiles aplausos a los señores que habían llegado primero. Algo hay en el ambiente tan caduco, inservible, que la gente se lanza a cualquier candor con más olor a primavera más fragante.