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Conozco de muy cerca al Pueblo de Caimanes

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Conozco de muy cerca al Pueblo de Caimanes… llegué un día, hace ya mucho tiempo, buscando un rincón de paz donde sanar una herida del alma,  invitada por Mariíta Soto, amiga que conocía de otras circunstancias.  Recuerdo el sol quemante, mi espalda agobiada por el peso de una mochila más grande que yo… la larga caminata desde el camino principal hacia el interior, un par de kilómetros hacia el pueblo.  Por fin llego… recorro sus calles aún con reminiscencias campesinas… algunas de tierra, otras con  un cemento trizado, que parecía hervir con el sol implacable.   Llegué al fin frente a la casa de la Mariíta, que queda en la calle principal del pequeño poblado.   Salió a recibirme contenta, y me hizo pasar, hablando sin parar, alegre, bromeando un poco por mi mochila, que luego ayudó a quitar de mi espalda mojada.   El interior de su sencilla vivienda estaba muy ordenado, y fresco a pesar del calor, y era de dos ambientes, uno la cocina-comedor, donde entramos. Vió mi cara húmeda de traspirar y se acercó a una mesita arrimada a una de las paredes, al parecer buscando vasos, pero yo desesperada por la sed me acerqué al lavaplatos y  sacando un jarro metálico que colgaba de un gancho, abrí la llave  y empecé a llenarlo… de repente sentí casi un tirón en la mano y el jarro cayó al lavaplatos mientras la Mariíta casi me gritaba _ ¡ no tome de esa agua, mija…-  No entendí y la miré algo asustada… ella entonces cogió una tetera vieja que estaba bajo el mueble, le sacó la tapa y me hizo mirar su interior. No entendiendo nada aún y algo nerviosa hice lo que me decía : el interior de la vieja tetera estaba lleno de sarro de un extraño color verdoso… -varias de sus ollas – me contó luego- empezaron a ponerse igual y las botó.  Pero no pensó que algo malo pasara hasta que de a poco entre conversas con las vecinas supo de extraños dolores  de estómago y otras reacciones.   -Y allí empezó la revelación-me explicó- de que algo muy malo pasaba con el agua que estaban bebiendo.
-Nunca saque agua de las llaves de mi casa, ni de ninguna casa de acá, Julita…!- casi me rogó la Mariíta.- Lo que pasa es que un caballero que vino después a vernos, hizo exámenes de toda el agua que estamos tomando y se la llevó pa’unos laboratorios… llegó mucho tiempo después y  nos reunimos  en la Sede que ‘tenimos’… allí nos dijo que el agua nuestra estaba contaminá’…-
Luego me llevó al rinconcito donde había ido a buscar algo al entrar a la casa : – tome hija,-me dice- aquí tiene agüita sana y fresquita-   Y me pasa un gran vaso lleno de agua que tragué casi sin respirar , pero aún impactada con el pequeño incidente  y su reacción.
Levantó luego el mantel que cubría la mesa y asombrada ví una 40 botellas de distintos tamaños, algunas sin abrir, de agua mineral desgasificada.  -Esa es la agua que usamos pues-, me comenta…-hasta pa’cocinar y lavarnos…-
Más tarde, luego de conversar largamente, sorbiendo un mate sabroso que ella me ofreció-bromeando de que le había echado «aguita de la llave»- le pregunté si la demás gente del pueblo también usaba ese tipo de agua embotellada… me respondió que casi la mayoría, pero que  no siempre se podía comprar para la semana.  A veces ella convidaba de la suya, por los niños.  Luego se levantó, fue hacia una especie de cómoda y sacó varios papeles de un cajón volviendo a sentarse, pasándome uno de ellos. -Mire- me dijo- lea abajito.
Era una boleta de compra de Agua Mineral, y su valor total era casi $12.000.   La miré incrédula y ella, ante mi expresión me comenta : -Y esa es la compra para una semana : al mes yo gasto como $40.000.  Y luego me muestra otro papel : -mire…esa es mi pensión-      No me atrevía a coger el papel pero Mariíta insistió :- ya, véalo no mas, con confianza…-   y con una opresión en mi garganta leo al final de sus haberes a cobrar : $ 84.000.
Luego de charlar por largas horas, muy tarde ya, me acosté en la cálida y abrigadora cama que me había armado Mariíta cerca de la de ella…escuché sus oraciones en voz alta, sentí su acomodarse y sus suspiros… me deseó las buenas noches, y también me dijo qué feliz estaba con mi visita.
Me costó mucho quedarme dormida.  Unas lágrimas porfiadas querían escaparse de mis ojos soñolientos:  esa noche me comprometí con Caimanes, con su Pueblo, con su Historia, la de hoy, la de ANTES… la que porfiadamente buscan, buscamos recuperar desde cuando eran tan verdes sus Valles, tan puras sus Aguas, tan tranquilas sus Vidas.

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