Política: el que pone la plata pone la música
por Matías Silva Alliende (Chile)
10 años atrás 6 min lectura
27 de febrero de 2015
La cumbre Dávalos-Luksic nos lleva a analizar un tema que es obvio. Muchos saben que el poder político, por lo general, actúa condicionado por el poder real, es decir, por el poder económico. Pero, con demasiada frecuencia, a un determinado sector social, que se autoubica en la izquierda, se le olvida, o recordándolo, prefiere el silencio. A pesar de todo, señalan, como principio dogmático, que en nuestro país es preferible avanzar hacia posiciones de igualdad y progreso con gobiernos como los de la Concertación, hoy Nueva Mayoría, por lo que estos últimos representan frente a la Alianza. Puede ser, pero los últimos casos han demostrado lo cierto de esta gran línea de Santos Discépolo: “… Vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados…”.
Marx, a mediados del siglo XIX, decía que “los gobiernos en el sistema capitalista son el gabinete de gestión de la clase dominante”. Lo que pasa es que no existe documentación que desarrolle el vínculo, ni las razones del sometimiento de los gobernantes al capital. Tal vez Marx lo contemplaba, pero si se rastrea su obra no se va a encontrar la respuesta. Podemos decir que es fácil reconocer a quienes ostentan el poder político en esto que conocemos como “democracias representativas”. Es menos conocido quiénes son, y cómo actúan, los que hacen de puente entre el poder económico y el político, pero sí podemos enumerar algunos: Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), OCDE. Y en el vértice de la pirámide permanecen ocultos los que están detrás de todo esto, es decir, los poseedores de grandes fortunas, los dueños de bancos, fondos de inversión, dueños de multinacionales y medios de comunicación (Luksic entre otros).
Sin duda que las bases de esta situación se ampliaron en la fase de hegemonía del modelo neoliberal. El poder político quedó relegado a un Estado subsidiario, es decir, a un Estado que hace lo que puede cuando lo deja el mercado y el poder económico. Esto continuó durante la fase de democratización. No es casual que la balanza se inclinara en dirección de una mayor colusión del poder económico y político. El destino final de esta dinámica es el Gobierno de unos pocos ricos, y no la democracia para las mayorías.
Los organismos citados, FMI, BM, OCDE, entre otros, están plagados de burócratas bien alimentados que gozan de elevadas retribuciones, autos oficiales, oficinas de lujo, información privilegiada, etc. Los cargos más altos son nombrados, con mayor o menor opacidad, por los que ostentan el poder económico, y los organigramas se construyen por cooptación. Esta dependencia convierte a toda esta burocracia en “la voz de su amo”.
¿Qué pasa con nuestros gobiernos? Los gobiernos como el nuestro actúan al dictado de lo que dicen FMI, BM, OCDE. El espacio de autonomía que les queda se limita a elaborar cuatro leyes, que “cocinadas” terminan llenas de aspectos insustanciales. Los recortes, los ajustes y el resto de medidas económicas son dictadas desde los organismos citados que, a su vez, son manejados por los grandes magnates del dinero. A través de esta escala es cómo funcionan sociedades como la nuestra, excluyendo cualquier participación del pueblo. Esta forma de funcionamiento ha engullido por completo el contenido político de las denominadas democracias occidentales, que mantienen únicamente la formalidad para engañar y contener, aún más si cabe, a una sociedad dormida e inerme.
Son conocidos los proverbios populares que incorporan en el sentido común el poder ejercido por la riqueza. “El que pone la plata pone la música”. También es conocida su incidencia sobre el poder político, aunque sólo constituye una contradicción problemática en las sociedades que disponen de un régimen político democrático.
La razón es estructural. La base de una economía cuya lógica es incrementar ganancias y apropiárselas individualmente, genera desigualdades y sobre ella se levantan posiciones de poder que utilizan recursos legales para mantenerlas o incrementarlas. La democracia es un conjunto de normas e instituciones basadas en derechos y procedimientos, que organizan el acceso a la decisión política sobre el principio de la igualdad de derechos, el pluralismo y la constitución de mayorías políticas. El sistema político instaura una soberanía constituyente del poder basada en derechos colectivos, mientras que el sistema económico genera un poder propio basado en coaliciones minoritarias, basta ver la distribución del ingreso en nuestro país.
La preocupación en torno a la relación entre la política y el dinero ha tenido hasta ahora una aproximación clásica respecto al papel de la corrupción. La tesis de la preocupación de estos esfuerzos es que la corrupción lastra el desarrollo y las instituciones.
La colusión entre la política y el dinero tiene una doble dimensión. Por un lado, constata el fenómeno clásico de influencia del dinero sobre las elecciones, el soborno, las políticas públicas; por otro, sostiene que –y esto es lo nuevo– la influencia del dinero fragiliza a la democracia misma porque la deslegitima y profundiza el desbalance de poder. Este fenómeno crea nuevos espacios de conexión e influencia entre el dinero y la política. A las fuentes tradicionales de influencia como la corrupción, se agrega una creciente colusión entre intereses económicos y políticos, en los que los primeros sostienen o incrementan la influencia del poder político, sin que esto represente necesariamente una voluntad ciudadana o un reforzamiento de la calidad de la democracia versus la discrecionalidad, la impunidad y la falta de transparencia.
Sorprende que cuando se reclama la hora de la igualdad, el problema no se ha modificado. Pese a que se han generado políticas sociales más amplias, la colusión no solo continúa sino que se profundiza. El problema es antiguo, real y tiene graves consecuencias. Pero esta colusión se imaginó tradicionalmente como originada en los negocios, la influencia externa norteamericana y la derecha política. Era la triangulación clásica. Pero los tiempos cambian y las relaciones también. La influencia se ha diversificado por la multiplicación de las fuentes y nuevos procesos de cooptación de la política por el dinero, sin excepción de color político. Como dice otro proverbio, el poder produce dinero y el dinero produce poder.
Sin duda que las bases de esta situación se ampliaron en la fase de hegemonía del modelo neoliberal. El poder político quedó relegado a un Estado subsidiario, es decir, a un Estado que hace lo que puede cuando lo deja el mercado y el poder económico. Esto continuó durante la fase de democratización. No es casual que la balanza se inclinara en dirección de una mayor colusión del poder económico y político. El destino final de esta dinámica es el Gobierno de unos pocos ricos, y no la democracia para las mayorías.
Sólo puede haber contratendencias reales si hay fuerzas sociales y políticas interesadas en promover la democracia, regular efectivamente el mercado, sustrayendo incluso bienes y servicios públicos a su mercantilización privada.
Hay contratendencias en marcha y reacciones, como la creciente denuncia de colusión de intereses de políticos y empresarios –Penta y Nueragate– así como también la oposición de movimientos sociales a la colusión de intereses para imponerse en la explotación indiscriminada de minas y materias primas. Hacen falta nuevas ideas y propuestas sobre estos temas, pero se ha comenzado a andar. Lo que sí es claro es que no puede haber control sobre la colusión del poder económico y político si no hay más democracia y se incluye en el debate al modelo económico.
– El autor, Matías Silva Alliende, es Abogado y Profesor Derecho Constitucional
*Fuente: El Mostrador
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Esa es la famosa Ley de Al Capone: Al Capone la plata…..
Interesante.
Todos sabemos identificar al que pone la plata.
La pregunta que falta hacer es: ¿de donde diablos la saca?
Tengo la comezón de pensar que nos es más fácil hacerse la primera y comentarla ampliamente, que hacerse la segunda.
Porque sale de mi bolsillo -o cartera o bolsón.
En esto hay casi igualdad de género.
Y la segunda pregunta, for men and women: ¿qué música preferimos?
“los gobiernos en el sistema capitalista son el gabinete de gestión de la clase dominante”.
¿Como conseguiremos unos gobernantes que estén libres de entrar este circuito vicioso?
Creo que eso sería realmente, una Revolución auténtica.
Me temo que sin un individuo humano diferente, el que pone la música nunca será «el pueblo», el proletariado. Porque en él se encuentran esos individuos, como «mayoría votante».
La plata la saca de donde la sacaba Al Capone, de no pagar impuestos,de la información privilegiada, de la compra de funcionarios venales (y banales) que hacen préstamos en bancos estatales para comprarse bancos privados y con esas modestas utilidades que dan los bancos, manejar la institucionalidad del país a través de la constitución y de las leyes. Y de esa forma tener acceso preferencial a los recursos naturales del país y a su extracción pagando solo un pequeño impuesto. Y eso repetido por varias generaciones dentro de una familia conocedora del mecanismo, con el mismo objetivo, con ambición y habilidad, produce multimillonarios.
Quizás la plata no salió directamente de mi bolsillo, pero está claro que lo que creíamos que eran bienes comunes, algo perteneciente a la comunidad y de cuyos beneficios podríamos disfrutar todos, benefició solamente a unos pocos que estaban en la conspiración.
Y los gobernantes son políticos elegidos que quieren participar en la conspiración y en sus beneficios ya que una forma de ascenso social en Chile y en todo el mundo, ha sido el entrar en política.
Y a los que no participamos en política y no somos parte de una familia con objetivos claros jamás nadie nos va a preguntar que música queremos, ya que los sistemas de elecciones traen las opciones de quien tocará la música, hechas. Y si la orquesta es mala porque los ejecutantes son malos como en nuestro caso, desafinarán y tocarán cualquier cosa.
¿Como es posible que alguien todavia se pregunte de dónde sacan la plata los capitalistas ?
De nosotros, por supuesto. De los bajos precios que pagan a los productores reales (nosotros:agricultores, criadores, artesanos, pequeños mecánicos,.. ), de los bajos salarios que pagan a los trabajadores (nosotros: manuales, técnicos, intermedios, intelectuales), de los bajos impuestos que pagan al Estado y de los altos precios que cobran a los consumidores de bienes y servicios (nosotros : todos). De la utilización del dinero público (el que pagamos todos) para obtener utilidades, intereses y dividendos y otras astucias legales.
Sin contar las maniobras ilegales con la correspondiente distribución a todos los implicados.
Repetidas estas prácticas por generaciones llegan a reunir sumas importantes que ganan más y más intereses y dividendos y que permiten la diversificación y la potenciación de las finanzas (importancia y costos cada vez mayores de bancos y sociedades de crédito).
Los capitalistas se entienden bien entre ellos porque todos tienen uno y el mismo objetivo : ganar más y más dinero sin que puedan explicar por qué quieren seguir ganando dinero cuando son hiper-ricos. Se trata de una necesidad psicopatológica de asegurarse a sí mismos y a los otros que ellos son más inteligentes y poderosos que los demás. Envían a sus hijos a colegios pensados por capitalistas y la continuación intergeneracional está asegurada. Solo se hacen zancadillas cuando más de uno tuvo la misma idea para ganar más y más dinero. En esos casos son capaces de todo.
¿Por qué pueden hacer esto incluso en una democracia?
Principalmente porque para satisfacer nuestras necesidades fundamentales: comer, vestirnos, habitar, desplazarnos, educarnos, prevenir las enfermedades, recuperar la salud, comunicar, trabajar, ser considerados, pertenecer a un grupo, aportar al grupo, etc. hemos sido domesticados, con gran apoyo ela publicidad, por la sociedad capitalista para comprar bienes y servicios y haciéndolo entregamos la vida que hemos ocupado en ganar el dinero que los capitalistas nos exigen para obtener los bienes y/o servicios que necesitamos o deseamos.
Hacia dondequiera que nos dirijamos para satisfacer nuestras necesidades nos encontramos con un intermediario que no ha producido nada y que se limita a agregar al costo del bien un suculento margen para él más un pequeño porcentaje para el que produjo el bien o el servicio.
Es posible que ante el precio verdaderamente exhorbitante de un objeto tengamos una duda pero el deseo de tenerlo o de ofrecerlo a alguien a quien queremos manifestar así lo importante que ella o él son para nosotros, nos hace ceder, pagamos el precio y partimos contentos y el capitalista guarda sonriendo nuestro dinero.
Inmediatamente después se dedica a atender a otro cliente para verderle otros bienes o servicio y así todo el dia y todos dias.
Estos intermediarios tienen frecuentemente empleados/as pagados/as con salarios inferiores à lo que se necesita para vivir y tener una calidad de vida satisfactoria. Los grandes supermercados tienen cientos de empleados y recogen cientos de miles de pesos cada dia y tienen hasta una red neumática para enviar los billetes a las cajas de fondo y camiones blindados con guardias para llevarlos a los bancos y luego se transformarán en dividendos para los accionistas que serán más ricos cada vez.
¿Quien puede cambiar todo esto y parar la máquina productora de desigualdad entre unos pocos ultra-ricos y millones de clase media, de pobres y de muy pobres ?
¿Los captalistas ? Por supuesto que no. Ellos lo único que quieren es profundizar, perenizar el sistema y aumentar su margen de utilidades.
¿Los productores solos ?
No pueden, necesitar vender sus productos para vivir ellos y sus familias.
¿Los empleados solos ? No pueden, necesitan sus empleos y sus salarios mínimos para comer y dar de comer a los suyos. Los cesantes están dispuestos a trabajar por lo que sea.
¿Los consumidores solos ? Necesitan satisfacer sus necesidades fundamentales. Están enseñados a hacerlo aceptando los precios fijaddos por los capitalistas.
¿Los políticos, los gobernantes ? El sistema reposa sobre las empresas capitalistas que ellos NO dirigen. La clásica diferencia entre las grandes promesas de campaña y las pequeñas realizaciones de los gobiernos lo prueban. Si aumentan los impuestos, los capitales partirán hacia donde sean más rentables. Y si insisten, ahí estan las fuerzas armadas protectoras del orden capitalista. No todos pero una mayoría más que suficiente. Pedirán ayuda a las potencias capitalistas. Usarán los medios de comunicación, que muy frecuentemente controlan, para desprestigiar al gobierno. Los chilenos, como muchos otros pueblos, hemos conocido esto.
¿Qué hacer?
La palabra clave es Co-operar. Los verdaderos ,productores deben vender los bienes y servicios directamente a los consumidores. Productores y consumidores deben organizarse en cooperativas que pueden hacer, sin fines de lucro, TODO lo que hacen las empresas capitalistas, sin que un solo peso sea retirado para enriquecer a nadie.
Un Reglamento aprobado por la Asamblea General indica el rol y las responsabilidades de cada cual. Todo adherente a la Cooperativa debe firmar su adhesion al Reglamento.
Las cooperativas son dirigidas por un Consejo de Administracion, elegido por los cooperados. Los Empleados y los Consumidores tienen sus representantes en el Consejo.
Una Comision de Supervigilancia, igualmente elegida por los cooperados, observa en permanencia lo que el Consejo de Administración hace. El Consejo debe dar cuenta anualmente de su gestión a la Asamblea General la cual puede mantenerlo o cambiarlo.
Los productores ganarán más y tendrán una vida mas satisfactoria, los consumidores pagarán menos y tendran igualmente una vida más satisfactoria. Los sueldos y los precios serán fijados por el Consejo de Administración. Los márgenes agregados a los precios de costo serán los
indispensables para el funcionamiento, la reinversión, el crecimiento, la diversificación, la investigación y la formación. Las Cooperativas llenarán plenamente su rol social.
Por supuesto, debemos estar preparados para el ataque más frontal y violento de los capitalistas.
Ciertos Bancos no acordarán ningún préstamo a las cooperativas. Pero las Cooperativas de Ahorro y Prestamo pueden jugar perfectamente el rol de los Bancos a precios muy inferiores.
Las Cooperativas de Consumo harán todo lo que hacen los supermercados sin que nadie se enriquezca con nuestras necesidades o deseos.
Las Cooperativas de Producción producirán los bienes y servicios que necesita la población.
Toda Cooperativa puede adherir a la Confederación Mundial de Cooperativas y obtener su apoyo. El conjunto de las Cooperativas controla actualmente 20% de las operaciones economicas mundiales y es el único sector que no reduce su personal.
Serán necesarias leyes para estimular la formación de Cooperativas, protegerlas y asegurarlas.
Se necesirará mas de una generación para que las Cooperativas alcancen su máximo desarrollo. Pero los bajos precios y los mejores sueldos asegurarán el rol social que la empresa capitalista, salvo contadas iniciativas individuales, no conoce.