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Nabuco Délano y sus intentos de soborno a Mateo De Toro y Zambrano

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La rumorología estaba muy expandida.,,,,
En las ramadas alegres del barrio de La Chimba, a las que se llegaba cruzando el Puente Cal y Canto, era de público conocimiento que se comentara por lo bajo que Nabuco Délano había intentado aportar recursos a Mateo de Toro y Zambrano, para impedir la reunión de la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810.
Nabuco Délano, así le llamaban sus cercanos. Con su prestigiado círculo de señores con humitas gustaban de pasear por la Alameda de Las Delicias, mirando de reojo los culos de las cuarentonas que a pasos lentos caminaban con sus vestidos traídos de Europa. Gustaba por las tardes compartir algunas copas de vino dulce en una casa de buena tertulia en la calle de Las Agustinas. Sus negocios tenían dos contabilidades, aquella con empresarios andaluces y la otra, producto del contrabando con Inglaterra. Era una persona con la que muchos querían estar junto con él. Practicaba el monocultivo, estaba hablando siempre de negocios.
Los tiempos en aquellos años no eran fáciles para la incipiente patria. Fernando VII en cana y el hermano de Napoleón tomando en Madrid los mejores mostos que nacen en la Ribera del Duero. Las mejores fiestas de esos años dorados. Todo esto sucedía algunos meses antes de nuestro famoso 18 de septiembre en esos tiempos lejanos.
Nabuco era hombre de misa y sacristía. Dios había alineado los astros para defender a la monarquía, finalmente la sacristía siempre ha estado instalada del lado del poder y más cerca del perfume del dinero. Caballero bien compuesto, camisa con bordados, pantalón bien cortado y zapatos de tacón, cuero legítimo y hecho a mano…..digamos producto nacional.
Nabuco Delano por aquellos días algo tensos, despertó una mañana muy intrigado. Comentó en sus tertulias habituales en el local de la viuda de Montiel, que había soñado un tiempo difuso, enormes construcciones de altos espejos y de ruidos que nunca había sentido. Que mirar al cielo era encontrarse con bandadas de pelicanos que dejaban caer pescados de olor extraño. Contó que vio en aquel sueño a una persona extremadamente parecida a él, que tenía un diente quebrado que repartía chocolates y pan de huevo a todos los que tocaban a su puerta. Llegaban en la mañana a su casa en la calle de La Merced, eran hombres y mujeres andrajosos que de tarde en tarde solían predicar la palabra en alguna esquina de la plaza de armas. Digamos que no eran escuchados, sus palabras y discursos eran extremadamente confusos, posiblemente se tratara por no haber logrado llegar a la escuela. No había educación pública y gratuita.
Cuando Nabuco contó aquel sueño la mesa tenía bastantes copas vacías, así que por lo tanto debemos suponer que aquella historia se perdió en el murmullo que nacía desde las mesas cercanas.
Délano odiaba todo lo que estaba cerca de independencia o autodeterminación. De manera regular recordaba cuando el rey de España le dijo al oído que Dios lo tenía anotado en su libreta de apuntes, y que tenía un asiento numerado a su diestra.. Aquella noticia provocó en el tatarabuelo del “choclo” una locura, entraba y salía de las iglesias a cualquier hora. Comenzó a frecuentar a curas extremadamente parecidos a Karadima, y llegó a extremos tales que los viernes pasada medianoche……se apretaba los dedos en la puerta de la cocina..
En la calle los dados estaban lanzados. Los asuntos eran como se redactaría el acta de aquella famosa reunión del 18 de septiembre……Délano en contra.
En realidad no solamente Don Mateo estaba complicado, había otros involucrados que caminaban muy rápido por la Alameda de las Delicias, evitando ser entrevistados por los diferentes medios de comunicación que los seguían a todos lados…..hasta los de la farándula colonial.
En esos meses antes del 18 de septiembre si bien se debe dejar constancia que no hubieron marchas ni encapuchados, en la esquina de la casa de la Posada de Corregidor era el lugar donde los corruptos juntaban los doblones para intentar intervenir ante lo que se sabía era inevitable.
Y que hacer si Fernando VII estaba en la cana….
Nabuco Délano repartía doblones a diestra y siniestra. Tenía el marcado interés que se hablara de cambios sin cambiar nada. Su preocupación fundamental era de cómo hacer mejor uso del contrabando que por esos tiempos era el pan de cada día, él se dedicaba a la exportación de velas a California.
Nabucodonosor Délano al parecer podría ser el tatarabuelo de un conocido empresario que por estos días mira la calle con las cortinas cerradas.
Confieso que estos asuntos están en la Biblioteca Nacional: Crónicas de aquellos tiempos. Capitulo cuatro. Pag 68 -74. Esta información fue complementada de viejas cartas escritas por el fraile franciscano Rudecindo Orellana.

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1 Comentario

  1. David Valencia

    ¡¡¡¡ Ah !!!! la historia se sigue repitiendo.

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