Francia: La matanza de Charlie Hebdo. La “civilización occidental” y la pesada herencia del colonialismo
por Pierre Beaudet (EUROPE-SOLIDAIRE.org)
11 años atrás 4 min lectura
Traducción: Faustino Eguberri (VIENTO SUR)
La matanza del 7 de enero en París quedará en la memoria como un acto criminal contra la libertad de expresión. Charb, Cabu y los demás animadores de Charlie-Hebdo nos habían hecho reflexionar durante muchos años con su humor corrosivo. Hoy, cuando la derecha y la extrema derecha les santifican como víctimas de los enemigos de la “civilización”, deben estar contemplando con una sonrisa forzada cómo, habiendo denunciado el colonialismo, resultan estar tan defendidos por los nostálgicos del colonialismo.
Esas mismas víctimas se revolverían también en su tumba leyendo a Christian Rioux (Le Devoir, 9 de enero) que lanza un llamamiento, en nombre de Moliere, en defensa de la “civilización” francesa, por no decir “occidental”, amenazada en su opinión por el islam radical. La Francia “moderna” es la hija de varios centenares de años de depredación colonial, que comenzaron con el “triángulo de la muerte” impuesto a África y a las Américas a partir del siglo XVII. Los regímenes franceses, incluyendo los que aparecieron después de la revolución de 1789 esclavizaron a millones de africanos. Perpetraron genocidios olvidados en las Américas. El capitalismo “moderno” tomó forma en aquellas horribles plantaciones que hicieron la fortuna de los mercaderes franceses. Luego, en el siglo XIX, Francia se lanzó a otras espantosas aventuras coloniales, en África del Norte y en Vietnam en particular, en las que centenares de miles de personas fueron muertas, despojadas, transformadas en semiesclavas. En esos países, se recuerda aún al ejército francés que tomaba como rehenes a las poblaciones en las zonas llamadas rebeldes para asfixiarlas con humo hasta la muerte. Recordemos también que el estado francés practicaba estas depredaciones en nombre de la “civilización” y del “progreso”, para salvar a los colonizados de la “barbarie”. Hasta en los años 1960, la Francia colonial hizo y deshizo a su antojo, a pesar de la oposición en la propia Francia, por parte de resistentes uno de cuyos herederos es Charli-Hebdo.
Hay que decir finalmente que las prácticas coloniales se han reproducido en la propia Francia. Los habitantes de las colonias hambrientas y desposeídas han afluido a Francia para ocupar los empleos con bajos salarios y condiciones miserables. Han contribuido con el sudor de su frente a esta Francia “moderna” y capitalista, sufriendo la represión cotidiana e incluso las matanzas, como el asesinato por la policía de decenas de manifestantes pacíficos en la calle para reclamar la independencia de Argelia, el 17 de octubre de 1961. Aún hoy, la discriminación es sistémica en esta Francia “civilizada”. El establecimiento de perfiles raciales contra los jóvenes de ascendencia árabe o africana está bien documentado, aunque no guste a algunos contadores de historias, lo que no quiere decir que de los 4-6 millones de inmigrantes en Francia todos conozcan malos tratos. Pero, plantearos la pregunta: ¿quién vive en las viviendas protegidas de los alrededores de París, Marsella y de los grandes centros urbanos? Id a ver. En muchas ocasiones, movimientos populares franceses, no solo los de la inmigración, han pedido cambios radicales, más allá de las bellas promesas.
Desde hace algún tiempo, Francia, desde Sarkozy a Hollande, ha decidido alinearse totalmente con la guerra sin fin orquestada por los Estados Unidos en nombre de la lucha contra el “terrorismo”. La Francia “civilizada” parece preferir defender “sus” inversiones en su coto cerrado postcolonial, particularmente en África, a la vez que participa en el apoyo de las dictaduras de Irak, Afganistán o Arabia Saudita. Para los “socialistas” franceses, se añade que todo esto se hace una vez más en nombre de la “civilización”, para “salvar a los indígenas”. En realidad, las exacciones del Estado Islámico o de Al Qaeda son aún “pálidas” si se comparan a lo que hacen los aviones americanos y sus ayudantes locales sobre el terreno, matando, violando y torturando a miles de iraquíes, de sirios, de palestinos, yemenitas o afganos…
¿Excusa esto a los partidarios del Estado Islámico? Ciertamente no. Además de violar los derechos con prácticas sectarias y criminales, estos movimientos, a fin de cuentas, hacen el juego a las potencias, puesto que les permiten pretender actuar para “salvar a los afganos”, por retomar un ejemplo bien conocido. Ahora bien, organizaciones populares en esa región del mundo luchan y resisten. Luchan en condiciones de una increíble adversidad a la vez contra regímenes podridos apoyados por los Estados Unidos y sus aliados-subalternos como Francia y Canadá, y contra organizaciones terroristas que se reclaman del islam político. No se las oye, no se las apoya. ¿Por qué?
*Fuente: Argenpress
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La civilización europea es hija de la ideología del pillaje. Fue fundada por los pueblos indoeuropeos que perfeccionaron el arte de la guerra y del robo por varios miles de años mientras vagaban entre Alemania y el Centro de Asia, y que incluso inventaron este paradigma religioso en el que estamos metidos. y que se amolda camaleónicamente con cualquier sistema de pillaje creado por la cultura, para co optarlo y camuflarlo de «justa heroica» o «guerra santa».
La historia ha demostrado que el paradigma de la desigualdad y el saqueo no sirven, porque siempre hay que pagar la cuenta. La memoria de los pueblos es larga y sombría y se cobra.
Los europeos que han saqueado todo lo que les ha dado la gana, han recibido como sirvientes a los hijos de aquellos que despojaron creyendo que estos iban a aceptar alegremente su destino histórico de convertirse en siervos de la gleba según los valores europeos. Y se equivocaron totalmente, ya que los hijos y nietos de os despojados, no solo mantuvieron su religión sino que amasaron la venganza y los tienen metidos en sus propios países y resultaron muy buenos alumnos.
Toda la multicolor gente del mundo es lindísima.
Todas las lenguas, todas las culturas.
Pero la nota de altísimo riesgo la ponen aquellos pueblos donde se forman élites que se consideran depositarias del secreto para que la especie humana tenga futuro.
Los salvadores de la humanidad, al precio que sea.
Probablemente, para ellas, las multitudes sean sólo carne de cañón.
Hacen girar la rueda demoledora del consumismo cíclico.
Van a la guerra, limpian las calles y las oficinas, vivien y trabajan en ciudades de nórdicos países, en viviendas ahora dignas, y todavía resultan fieles devotos de sus religiones…cosa que la élite considera un verdadero consuelo para ellas.
¿A qué élites me refiero? Porque encontrar un enemigo único, simplificaría todo.
Sospecho que es global, bien repartida, que maneja el oro del mundo.
Pero cada persona, hombre o mujer, la lleva en sí misma en potecia y es su labor identificarla.
Salvar al mundo es mucha pretensión….
Pero nos queda a nuestra medida ir salvando el mundo cotidiano donde nos movemos cada día, usando lo mejor que tenemos.