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Venezuela: ¿Un Cid Campeador ronda en el mundo?

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Cuentan las historias que Rodrigo Díaz de Vivar, extraordinario combatiente español y llamado el Cid Campeador, siempre sometido a condiciones difíciles y en ese momento rodeado por los moros en Valencia en julio de 1099, se aprestaba a una nueva batalla cuando fue herido mortalmente. Consciente de su estado ordenó que lo vistieran y ciñeran sus armas de tal modo que pudiese estar sobre su caballo, erguido como un valiente guerrero para apoyar a su ejército. Conociendo que había muerto sus enemigos se preparaban para una victoria final, sin embargo, al abrirse las puerta de la ciudad sitiada apareció allí  “vivo”, presto a la lucha, generando pánico a sus adversarios, luchando valerosamente sus soldados y venciéndolos.
Esta leyenda sirve en determinada medida para interpretar lo que ha ocurrido en Venezuela, ya que entre 1998 y 2013 se han efectuado 19 contiendas electorales tales como presidenciales, Constituyente, referendo aprobatorio constitucional, ratificación de poderes, elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales, de las cuales estando vivo Hugo Chávez ganó 16 y, sin su presencia física, dos recientes, lo que constituye un hito mundial pese a las abruptas características planteadas para este proceso.
Ante las elecciones municipales realizadas el domingo 8 de diciembre, la prensa internacional neoliberal se ha conjugado para desinformar. ‘La Tercera’ de Chile, por ejemplo, periódico vinculado al golpe de estado efectuado por Augusto Pinochet en septiembre de 1973, ha manifestado en su titular del día siguiente: «Maduro logra una estrecha victoria de votos en las elecciones municipales de Venezuela», con el fin de dibujar un panorama adverso en forma de guerra públicamente reservada de modo comunicacional, con quejas de silencio informativo pese a poseer un porcentaje inmenso del espectro. Pese a sus recursos limitados, un equipo organizado de venezolanos en este país ha desmitificado estos planteamientos manifestando que la realidad es clara: existieron dos visiones enfrentadas en los medios y en la práctica, y una de ellas se consolidó con una diferencia de 853.594 votos, aunque el proceso de contradicciones continúa.
A partir de dicha óptica, después de 18 elecciones perdidas, ésta nuevamente es considerada una victoria por la oposición pues los números ya no hablan por sí mismos sino los discursos. Las cifras son precisas: según los cómputos finales dados el viernes 13 de diciembre por la vicepresidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano, Sandra Oblitas, hubo un 58,92 de participación en las elecciones municipales del pasado 8 de diciembre, lo que otorga al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados 242 alcaldías de las 335 que hay en el país, lo que equivale al 72,24 por ciento, con 5.277.491 votos.
El sector opositor al Gobierno, Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y sus alianzas, tuvo 75 alcaldías, que equivale al 22,32% con 4.423.897 votos. Precisó que hubo solo 4 mesas con voto manual de las 39.427.
El resto de las alcaldías (18) fueron logradas por otros partidos políticos como Juan Bimba, que obtuvo 3, Partido Comunista de Venezuela (PCV), que también logró 3 o Vanguardia Bolivariana Republicana con 2, entre otros, trece de las cuales fueron ganadas por partidos que apoyan al proceso bolivariano. Sandra Oblitas manifestó: «Esta auditoría, al igual que todas las auditorías previas al proceso electoral, resultó absolutamente satisfactoria y certificada por los técnicos de las organizaciones políticas que participaron en el proceso (electoral)», destacando la rapidez y eficacia con la que el CNE cumplió con la totalización de los 2.792 cargos a elegir.
Como se sabe, la orden dada por las agencias financieras internacionales fue invertir toda la disponibilidad económico-política en debilitar el proceso venezolano por las implicaciones que tiene para el orbe, ya que se erige en un símbolo de la autodeterminación latinoamericanista y de solidaridad mundial.
La oposición planteó tres escenarios: uno, la preparación a la crisis a través de un sabotaje económico, eléctrico y social, que lograra estimular el rechazo al Gobierno propiciando un voto de castigo; dos, interpretar las elecciones municipales como plebiscito de tal forma que de perderlo Nicolás Maduro (el presidente), toda la guerra mediática para su destitución se hiciera eco internacional propiciando mayor conflicto y obligándolo a abandonar el cargo so pena de un enfrentamiento de magnitud o una intervención estadounidense para recuperar la democracia supuestamente perdida; tercero, y es lo que no se ha mencionado habitualmente, que en caso de no resultar los proyectos desestabilizadores sería fundamental una reunión inmediata para planificar la continuación de la defensa neoliberal y la profundización del ataque al modelo bolivariano. Ahora está vigente el tercer punto junto con el primero ya que el intermedio ha sido difícil sostenerlo pese a la desinformación en el orbe. Según esta corriente, las razones del triunfo no concluyente del gobierno son la alta abstención opositora, la coacción y el miedo imperante, el uso de los medios oficiales de comunicación, las dádivas a los electores, etc., factores que influyeron en no alcanzar la meta.
Desde la oficialidad se ha manifestado que el gobierno afrontó con éxito varios escenarios críticos a los que dio respuesta precisa: mantención de los programas sociales siendo considerado un país sin analfabetismo según Unesco, con educación gratuita extensiva a los más altos niveles, sistema de salud destacado por las agencias internacionales acreditadas, inversión sostenida en vivienda, política de control a la especulación en el ámbito cambiario y de productos de primera necesidad. Se ha hecho énfasis en la organización de los sectores sociales para un evento eleccionario de alta significación y concientización del riesgo de pérdida del modelo seguido, cuyas reformas positivas fueron registradas en un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), emitido a comienzos de diciembre 2013, certificándolo como el país más exitoso en la reducción de la pobreza en Américalatina. Igualmente hubo un reconocimiento oficial al Estado venezolano por haber sido el país que más avanzó en el combate al hambre según la FAO (Food and Agriculture Organization), en agosto de este año.
Desde lo político electoral, Venezuela es un país ejemplar ante el mundo, pues posee un sistema automatizado que permite una selección sin poder de interferencia extraño, lo que da transparencia superior a los procesos actualmente vigentes, a lo que se añade una auditoría mínima del 45% de los votos. En la actual elección municipal se obtuvo el récord de participación, elecciones en calma y alegría con voto voluntario, un Consejo Nacional Electoral reconocido internacionalmente por su solidez técnica y sistema automatizado, indiscutiblemente superior al utilizado por Estados Unidos donde suceden hechos tan fraudulentos como el caso de la elección del presidente George Bush, donde su hermano, como Gobernador, definió en su momento la votación del país.
Análisis del proceso
Internarse en el tema conduce a conclusiones que van más allá de lo planteado en términos generales por los actores, para visualizar qué ocurrirá a partir de este momento.
Actualmente la oposición juega a tres opciones estructuradas férreamente: incentivar su unidad invirtiendo altos capitales con el fin de preparar equipos de partido fuertemente conscientes del papel que pueden jugar como desestabilizadores y de impacto en la información, acercamiento a las clases populares dado el respaldo de sectores medios que consideran que no han sido tomados en cuenta por el Mandatario, evaluar la estrategia seguida durante décadas por estos sectores modernizando el discurso y adaptando sus tácticas.
El liderazgo de Henrique Capriles, por ahora, no está en cuestión pues se considera que ha sido un aglutinador pese a las cuatro consecutivas derrotas, aunque su organización partidista, Primero Justicia, obtuvo una representación mínima. En lo político, no hay que olvidar que la alimentación es una necesidad fundamental y a ella apostarán sus fuerzas, más aún basados en que las diferencias no son tan amplias como para establecer una fortaleza inexpugnable por parte del oficialismo. Su interpretación de las cifras los conduce a afirmar que estas elecciones fueron un éxito pues aumentan alcaldías y se sostiene en capitales fundamentales. Según la prensa opositora, el mapa político de Venezuela, rojo casi totalmente en 2008, tuvo cambios significativos con Nicolás Maduro, especialmente al quitarle la capital del estado natal de Hugo Chávez, Barinas, también Valencia y Barquisimeto, que estaban en poder del oficialismo pasando a manos de algunos de los más reconocidos adversarios del presidente, es decir, ganó las alcaldías de las cinco ciudades más pobladas del país. En las municipales de 2008, la oposición obtuvo 54 alcaldías  y en éstas existiría un avance significativo al ganar 75, entre las que se encuentran la alcaldía metropolitana de Caracas y Maracaibo, segunda ciudad del país. Cabe mencionar que en varias de las alcaldías ganadas, los partidos que apoyan abiertamente al Gobierno participaron con candidatos separados, como suele ocurrir en las elecciones municipales en la búsqueda de medir fuerzas, que fue el caso de Maturín, capital del Estado Monagas.
Actualmente, el gobierno del presidente Nicolás Maduro, además de continuar el proceso bolivariano tendrá que centrarse en nodos básicos para el afianzamiento, prevención y visión de futuro del socialismo democrático del siglo XXI. Uno de ellos es profundizar la concientización del pueblo tanto en el significado del modelo, los límites y los principios que demanda, entre ellos, la eficiencia y la transparencia. Otro deberá apelar a la unidad inquiebrantable de las Fuerzas Armadas con un espíritu de cuerpo que supere los intentos de infiltrarla. Es prioritario iniciar la nueva etapa de análisis social con estrategias completas que ya se perfilan para dar fortaleza al proceso y metodológicamente con más autocrítica proactiva (posibilidades objetivas). Desde el consumo, superar la lógica de la ansiedad y proveer lo fundamental desde las bases productivas.
Tres puntos son importantes de apreciar
Uno, la idea de vincular elección municipal con plebiscito por parte de la oposición y la prensa internacional para remover al presidente legítimo, al no tener el efecto deseado, ha sido ‘olvidado’ y no fue aceptado posteriormente por el candidato opositor, quien decidió continuar como líder. La contradicción entre una oposición que desconfía pero vota a la vez, y que acepta los resultados cuando gana aunque desconoce si pierde, es una actitud infantil que no ha sido explicitada, menos aún cuestionada por los Medios occidentales.
Dos, se desmemoriza la historia de fraudes antes de la primera elección de Chávez en 1998, no sólo en Venezuela sino en gran parte de América Latina, lo que permitió saquear el Continente y masacrar a los pueblos heroicos que se opusieron a esta barbarie hasta el día de hoy. Cabe hacer notar que existe un Referendo revocatorio del presidente, lo que es un alto avance democrático incorporado a la Constitución Venezolana en 1999. El país está dividido políticamente, aunque ahora de modo mucho más proporcional, pues antes era un 5% con todas las garantías y el resto empobrecido, reprimido e invisibilizado, mientras que ahora Venezuela cuenta con la distribución del ingreso más equitativa del todo el continente.
Tres, queda al Polo Patriótico insuflar de democracia real a un proyecto liberador, emancipador y descolonizador. La democracia no anula el conflicto, lo comprende y resuelve sin conformarse con lo obtenido o declarándose triunfador, haciendo del autoritarismo, suntuarismo y facilismo una tríada que desgasta cualquier intento de cambio. Menos maquinaria y más base consciente, orientados por un liderazgo presidencial que no humille al contrario con un lenguaje atomizador que descalifica sino con sólidas palabras basadas en el éxito del proyecto bolivariano, se convierte en propósito solemne.
Una conclusión de principio
Tal vez la historia de los Cid Campeador de América y el mundo se engrosará con el Che Guevara, Martin Luther King, Yasser Arafat, Allende, Mandela, y tantos otros héroes conocidos o desconocidos que ofrendaron su esfuerzo, compromiso y vida para demostrar que sólo la bondad justa deja presente en la historia el nombre de una figura excelsa. Seguramente, Hugo Chávez Frías está feliz y de nuevo exigente con revisar, rectificar y reimpulsar. También habrá quienes serán recordados en la historiografía como símbolos de una maldad manifiesta y en la cual Hitler junto a sus aliados modernos tendrán que responder por el presente de sus países, familias y ciudadanos. No sin razón, el triunfo de Michelle Bachelet (62,16%) sobre la candidata de Pinochet, Evelyn Matthei (37,73%), posibilita mirar más hacia la real integración latinoamericana. Lo anterior contrasta con la felicitación dada este viernes por Washington al Congreso de México (a través de la secretaria de Estado adjunta de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson), por la aprobación de la reforma energética promovida por el presidente Enrique Peña Nieto planteando abrir el sector energético a la inversión privada nacional y extranjera en ese país entregando un ‘botín’ nacional superior a tres billones de dólares y excluyendo al organismo representativo del sector laboral de la estatal mexicana, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), del Consejo de Administración de Pemex.
David Urra confirma en un excelente artículo la hipótesis sobre la continuación del proceso desestabilizador en América Latina, el cual nunca ha sido ‘olvidado’. Por el contrario, se apela con mayor insistencia a la academia utilizando la antropología y psicología social para analizar las culturas y emplearlas en los medios como información ideológica. La última insistencia en legalizar los conceptos sobre escaso desarrollo del pueblo ante la grandeza del intelecto del Norte (excluyendo México por supuesto), han llevado a afirmar que Venezuela quiere derrocar al régimen estadounidense (¡¡¡).
Preocupante, por decir lo menos, es nuevamente la filtración de documentos que hacen referencia a discusiones secretas en círculos empresariales-militares respecto a la necesidad de las guerras como mantención del negocio. Por una parte, negada de manera directa la posibilidad de intervenir en Siria (aunque sin dejarla de lado), viendo oportunidades en los diálogos de guerra con Irán y los conflictos agravados en el ‘Oeste Asiático’, existe todavía un alto poder en el ‘patio trasero’ donde sería importante agudizar los conflictos internos o fronterizos como un mecanismo para incentivar la carrera armamentística e iniciar alguna conflagración que involucre a la región. Afortunadamente, en Venezuela les ha sido imposible aún pese a la injerencia constante de Estados Unidos y, esta vez, por medio de su Secretario de Estado, Jhon Kerry, quien se refirió nuevamente en términos desobligantes hacia el gobierno legal.
Lo acertado tendrá que ser continuar con la construcción sólida de un imaginario bolivariano que profundice las conquistas en salud, educación y seguridad alimentaria, adopte todas las medidas tendentes a resolver decisivamente los problemas definidos por la comunidad como urgentes y referidos a la inseguridad, el acaparamiento y la corrupción, concentrándose en ampliar la eficiencia en la gestión del talento humano estatal. El canciller de Venezuela, Elías Jaua, ha ratificado: «A nadie le queda duda en el mundo que en Venezuela hay plena estabilidad política, que hay una democracia vigorosa y que el proyecto bolivariano que dejó en marcha el comandante Hugo Chávez sigue siendo un proyecto viable y necesario para Venezuela».
Finalmente, parece ser que la pregunta a la que apostó Estados Unidos y la oposición venezolana fue equivocada pues su forma de observar el mundo es conceptualmente errónea: ¿sobrevivirá el país a la época post Chavista? Todo el accionar ya realizado y que continúa en marcha, se orienta en esa dirección. Sin embargo, la respuesta gubernamental fue diferente al centrar los procesos en la justicia social, aplicando la frase que el líder dijo antes de su transición: «Ya Chávez no soy yo. Chávez es un pueblo». Eso puede explicar una parte sustantiva de lo ocurrido y la síntesis de que Venezuela es un pueblo maduro, consciente de lo que ha ganado y de lo que resta por hacer para dar mayor solidez al socialismo bolivariano del siglo veintiuno.
El autor, Carlos Santa María, es analista internacional

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