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Manifiesto por una Asamblea Constituyente (Parte I)

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PRÓLOGO DE UN RESULTADO ELECTORAL PREDECIBLE
La abstención electoral no es tema nuevo en Chile. Casi en todas las elecciones anteriores, la abstención ha sido la quinta rueda del carro y siempre han quedado en la indiferente invisibilidad. Sin embargo, las recientes elecciones generales realizadas el 17 de noviembre, sin duda serán catalogadas entre las cifras records de la controversia “democracia vs. voto voluntario” con un 50% más 1 de abstención. Porcentaje que no considera los votos nulos y blancos contabilizados por el Servel, por tanto, estaríamos ante una de las derrotas más contundentes en la historia contemporánea para el sistema de partidos políticos tradicionales. Algunos no han querido asumir ni profundizar el tema, ya que no hay muchos argumentos a favor para justificar tan gran decepción con sabor a amargo.
La única respuesta por los más preocupados, ha sido que es necesario volver a reponer el voto obligatorio, como si aquello resolvería -de noche a la mañana- la  manifiesta y contundente abstención. Un silencio preocupante reina en la antesala de la próxima 2da. vuelta. Un dato fantástico, pero innegable: si la mentada abstención se considerara como otro actor social legítimo, estaríamos hablando de que en Chile existe simbólicamente un “presidente/a proscrito/a  invisible”.
¿Quiénes son los directos responsables para que la ciudadanía deje de participar activamente en los asuntos públicos que interesan al país?… ¿qué tipo de democracia se ha estado desarrollando en estos últimos 40 años para desencantar a la mayoría de la población?…¿o es que la política siempre ha operado así y recién hoy la gente está despertando de este largo sueño de manipulaciones ideológicas de la clase política aristocrática y burguesa del país?…¿o es que las ideologías y los partidos políticos tradicionales, réplicas de modelos occidentales eurocentristas ya pasaron de moda ante un mundo que cambia vertiginosamente?…¿o es que el concepto de poder de ayer y la razón de hoy ya no tienen coherencia ni siquiera para coexistir juntos?…¿En definitiva, qué tipo de paradigma filosófico-ideológico subyace en la forma de hacer política en el Chile actual?
BREVE ANALISIS COYUNTURAL DE LA POLÍTICA CHILENA
Seguramente, estudiosos y analistas en estos temas sociopolíticos abordarán desde distintos puntos de vistas este fenómeno de la abstención, ahora con preocupación, atención y más cuidado que antes. Se trata de un gran conglomerado ciudadano potencialmente atrayente. Pero algo está pasando en Chile, algo está sucediendo con ese 50% más 1 de población electoral invisible. Algunas conclusiones preliminares sobre la situación social, política y económica de estas últimas elecciones:
Las dos grandes coaliciones (Alianza y Nueva Mayoría) son las que actualmente ostentan el poder económico y político del país. Eso nadie lo discute, todos lo sabemos. Ha sido así por mucho tiempo y lo será por un par de años más, seguramente, hasta que una nueva generación de gente joven venga a dignificar la verdadera forma de hacer política en este país. Si bien, hoy en el parlamento hay gente joven (C. Vallejos, G. Boric, G. Jackson, K. Cariola), lo cual ya es un gran aporte al recambio generacional, pero esto –por ahora- no asegura y no garantiza los profundos cambios que el pueblo de Chile necesita. Creo personalmente que serán un gran aporte –como lo han demostrado en las calles cuando eran estudiantes- pero otra cosa es inmiscuirse en la estructura del Estado, donde casi todo está regulado y donde todavía las coaliciones políticas proteccionistas del capitalismo neoliberal tienen mayoría parlamentaria, gracias a su sistema binominal que le sigue otorgando beneficiosas cuotas y alternancias dinásticas en el poder.
Esperamos de estos jóvenes no sean absorbidos por el monstruo burocrático y burgués del Estado de Chile. Sin embargo, las estadísticas empíricas sugieren que cada vez que alguien se inmiscuye con el Estado, la mayoría termina por invisibilizarse y acomodarse definitivamente al status quo vigente. Son pocos los que sobreviven ante la ignominia del poder del dinero y del poder político de conveniencia. Esperemos ver resultados distintos, ya que para conducir los destinos del país se precisan hombres y mujeres de una gran calidad ideológica y ética, virtud social que se degeneró desde hace un buen tiempo.
De ello, se constata una certeza: el sistema representativo desde hace rato se corrompió y se deslegitimó ante la ciudadanía, ante el pueblo de Chile precario y trabajador. Esto tampoco es novedad y su crisis se profundiza cada vez a medida que transcurre el tiempo. Por ahora, se pretende emendar con recambios alternativos, pero que tampoco cambia en nada el panorama desolador de la política chilena. Pues la esencia y la estructura de desigualdad y la injusticia social continua vigente en la estructura del Estado. Las reformas ya no sirven. Los recambios tampoco. Lo que necesita el pueblo de Chile es una auténtica transformación  teórica y estructural desde todo punto de vista: económico, político, social y cultural. Una forma es a través del actual Congreso de la República, pero la historia, los años y la experiencia nos ha enseñado que quienes juraron representarnos, al final se dedicaron a proteger los grandes intereses económicos empresariales locales y transnacionales. Mientras, el pueblo pobre y trabajador en la insoportable e indigna degradación social.
Por eso, sólo una genuina ASAMBLEA CONSTITUYENTE al más alto nivel de participación social representará –en igualdad de condiciones- nuestros intereses económicos reales y nuestras básicas necesidades biopsicosociales, esta vez, incluyendo a las verdaderas grandes mayoría de Chile: estudiantes secundarios y universitarios, profesores y profesoras, sindicatos de trabajadores de tierra, mar y aire, colegios de técnicos y profesionales, juntas vecinales o comunales; naciones indígenas, agrupaciones culturales, ambientales y ecológicas, organizaciones sociales y populares, entre otras tantas más que dan vida, sustento y resistencia diaria al modelo capitalista neoliberal actual. El verdadero poder constituyente debe volver a sus orígenes y es el desafío para los años siguientes. El pueblo de Chile desde hace rato perdió la capacidad de decidir y ahora es la oportunidad de restituirlo.
Los reaccionarios y temerosos a perder el poder dicen que este proceso de “Asamblea Constituyente” tiene color a marxismo, tiene a olor a proceso boliviano, ecuatoriano o venezolano; otros dicen que puede transformarse en anarquía; otros que puede demorar mucho tiempo y que Chile no debe estancarse. Yo les respondo: es mejor demorarnos un par de años trabajando en este proceso  que pasar nuestras vidas en un estado de permanente desigualdad y tensión social, que al final, los únicos perjudicados y explotados son los más pobres y la gente trabajadora de este país. Chile podrá jactarse de poseer un crecimiento económico estable –bajo el prisma del capitalismo- pero a la vez, es el país más desigual e injusto de la región, ¿esto nos llena de orgullo?.
Por tanto, estancamiento no es la definición, ni  el tiempo debe ser la justificación, ni el miedo -infundido maliciosamente- debe inmovilizarnos, ni tampoco deben compararnos con otros países hermanos. La versión oficial y publicitaria pretende “satanizar” el proceso constituyente de cualquier forma. Más bien, la Asamblea Constituyente se nos presenta como una gran oportunidad de brindarnos la única y real posibilidad de transformar este modelo de desarrollo social, político y económico que nos presiona y agobia cada día, cada mes, cada año. Quien no sienta esto, quien no crea esto, definitivamente está al otro lado de la vereda y le respetamos su derecho a estarlo. Pero dejen a la mayoría, ejercer su derecho de construir otro destino posible. Tal como un grupo de estudiantes señalaba en una toma: “los cambios no se hacen en la Moneda, sino en las grandes Alamedas”.
Finalmente, Chile tiene la madurez y paciencia suficiente para emprender un proceso de organización general –aunque dure un par de años- para que en definitiva nos devuelvan la dignidad, la igualdad, la justicia social, el desarrollo sostenible con un rostro más humano, social, territorial y ecológico. Hemos salidos victoriosos cívica y pacíficamente de otras situaciones más complejas, tal fue el plebiscito del SI y del NO cuando nos enfrentamos a un dictador: el pueblo sufrió, pero participó y ganó. ¿Por qué ahora no?. El tema legal en cuestión –excusas de abogados constitucionalistas conservadores- no debe ser un obstáculo, al contrario la ilegalidad estaría de parte de ellos si no escucharan las necesidades y el clamor legítimo que poco a poco se va manifestando.
La Asamblea Constituyente debe ser el mecanismo por excelencia y la CONSTITUCIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y PLURICULTURAL debe ser su producto final. Nueva Constitución que sea inclusiva, horizontal y actualizada bajo el paradigma de todos los derechos humanos fundamentales, proclamados desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948 en adelante. En definitiva, Chile necesita un nuevo paradigma, una nueva arquitectura filosófica, ética e ideológica.
Continuará…
 – El autor de este Artículo, Leonel Reyes Fernández, es Lic. En Ciencias Religiosas, Diplomado en Derechos del Niño y Políticas Sociales. Es Técnico en Prevención y realiza labores de desarrollo social y comunitario en Iquique. 

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