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Michelle Bachelet cerró la puerta a la Asamblea Constituyente.

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El día 28 de octubre fue la fecha elegida por la ex presidenta para dejar las ambigüedades y definitivamente descartar la Asamblea Constituyente como proceso de redacción de una nueva Constitución que reemplace la hoy vigente impuesta en 1980.
Durante ocho meses creó y mantuvo un aire de expectativa entre sus simpatizantes de que ella sería quien abriría el camino a un verdadero proceso constituyente democrático, como se ha venido desarrollando en los países latinoamericanos y del resto del mundo en las últimas décadas en donde son los pueblos quienes definen el modo de organizarse y garantizar sus derechos y no las élites partidocráticas de siempre.
En el documento oficial denominado “Programa de Gobierno” se cometen infinidad de errores y aberraciones del tamaño de las concurridas por la Junta Militar durante la dictadura. En la primera edición de la Constitución Política de 1980 se podía leer en el preámbulo algo entendible para un gobierno golpista y autocrático: “La Junta Militar asumiendo su POTESTAD CONSTITUYENTE decreta…” Resumiendo en una frase que Pinochet, Merino, Mathei y Mendoza se autoarrogaban el Poder Constituyente, cuyo único depositario original es el pueblo. La “Nueva Mayoría” ahora nos dice en su programa que solo reconocerán la “La POTESTAD Constituyente derivada que reside en el Congreso Nacional” (pag. 35) auto arrogándose el congreso un poder que no posee ni le corresponde, como poder constituido y no constituyente. El Poder Constituyente ES el pueblo con todos sus ciudadanos, naciones y culturas, el Congreso es solo un poder constituido, una institución que puede ser cambiada por el poder constituyente originario. Decir que la nueva constitución solo puede hacerse mediante una vía institucional es un burdo eufemismo que ni vale la pena discutir, pues todas las constituciones que se han hecho en Chile y prácticamente en toda Latinoamérica se han hecho sin ceñirse a los mecanismos restringidos que establecían las Cartas Magnas antecesoras, puesto que el poder constituyente está por sobre la Constitución.
Michelle Bachelet ha informado al país con esto que realizará el mismo trabajo que hizo la Dictadura en conjunto con la Concertación en el plebiscito constitucional del 30 de julio de 1989, al asegurar que la nueva Constitución emane de la negociación entre Alianza y Concertación, en un nuevo “acuerdo nacional”. El 30 de julio, en palabras confesas de Sergio Díez, ex presidente del senado y asesor de Pinochet, significó “impedir que el pueblo convocara a una Asamblea Constituyente”, imposibilitando así que decidiéramos democráticamente nuestro destino. El período 2014-2017 podría significar lo mismo si no hacemos nada.
Una Asamblea Constituyente no puede ser impedida por los poderes constituidos (legislativo, judicial, ejecutivo) ni fácticos (FF.AA, grupos económicos y otros), puesto que es la Soberanía Popular, con la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, el poder supremo de toda nación. Soberanía que determina la continuidad o reforma de cualquier institucionalidad. Y esto no es exclusivo de grandes crisis ni catástrofes económicas, no es el salvavidas de los países descarriados que se ahogan en la violencia incontrolable. No. La Asamblea Constituyente es UN DERECHO UNIVERSAL inherente de todos los pueblos del mundo por su sola calidad de pueblos soberanos.
Hoy Bachelet se disfraza de progresista y por debajo instala arenas movedizas que, sin que nos demos cuenta, terminarán enterrándonos 20 años más en un modelo renovadamente igual que el anterior, con superficiales arreglos, pero sin modificar la estructura económica de subordinación al poder económico mundial. Poder económico que gobernó durante los 20 años de concertación y que seguirá gobernando en el congreso, utilizando a NUESTRO ESTADO como “su guardián del tesoro”, para seguir llevándose a manos llenas nuestras riquezas a través de: la minería, la pesca, la agricultura, el agua, las AFPs, las ISAPRES y toda fuente de lucro desmedido que se les ocurra.
Así mismo intentó hacerlo Estados Unidos hace 15 años en un país hermano, cuando veían imposible frenar la demanda social por una Asamblea Constituyente. A través de un centenar de asesores del Banco Mundial se preocuparon de vigilar la creación de la nueva Constitución Política del Ecuador en 1998, para que, aunque se incluyeran ciertos derechos ciudadanos antes olvidados, se consolidara el modelo económico neoliberal. ¿Y qué pasó después con Ecuador?, pues vinieron ocho años de explosión social, destitución de presidentes y represión brutal con centenares de civiles muertos. ¿Por qué ocurrió esto? Porque forzaron el mantenimiento intacto de los problemas institucionales de fondo engañando a la ciudadanía ya consciente de lo que necesitaba.
Esto mismo harán en nuestro país y lo harán sin asco. A menos que como ciudadanos lo impidamos organizándonos para avanzar en un verdadero proceso constituyente, sin la partidocracia duopólica, sin el intervencionismo de los poderes económicos nacionales ni internacionales que ya tomaron su decisión en los días pasados: “nos preocupa eso de la Asamblea Constituyente” y “vamos a rayar la Cancha” (Pdte. SOFOFA, octubre 2013).
Y es que esto no es nuevo y obedece a la lógica de funcionamiento de las cúpulas de la concertación que mantienen un verdadero PACTO SECRETO con los poderes fácticos de nuestro país y mundiales haciéndoles favores y recibiendo premios por su condescendencia con ellos. Empresas monopólicas nacionales e internacionales que financian sus campañas políticas y les aseguran también un buen futuro laboral para cuando se retiren del “servicio público”. Si esto no es corrupción ¿entonces qué es? Cuando los rayados de cancha a la candidata presidencial los hacen en reuniones secretas, a puertas cerradas con estos grupos económicos. Cuando al término de su labor los Ministros y parlamentarios obedientes son traspasados directamente a ejercer cargos importantes en las grandes empresas y hasta a formar parte –junto a amigos de UDI y RN- de los directorios de grandes poderosos como: Banmédica, El Mercurio, Paz Ciudadana, Hidroaysén, grandes mineras o pesqueras, AFPs, etc, etc. En definitiva cuando se portan bien reciben su recompensa de parte de Luksic, Angelini, Matte, Paulmann, Said, ENDESA, CityBank, Barrick. El mejor ejemplo ocurre en septiembre de 2009 en Nueva York, en una cena presidida por el magnate mundial David Rockefeller en el Council of the Américas, patrocinada por Chevrón y Barrick Gold, donde el organismo condecoró con la Insignia de Oro a la aun presidenta Michelle Bachelet por “su labor” (el próximo premio sería el cargo de Presidenta de ONU mujer).
Finalmente nos cabe adornar esta reflexión con una pregunta obvia ¿por qué tanto miedo al proceso constituyente con amplia participación ciudadana? ¿Por qué olvidaron este compromiso unánime que hasta el partido de Bachelet y el mismo Frei Montalva asumió en los años 80`, al igual que la totalidad de las agrupaciones que lucharon contra la Dictadura? Pues porque no pueden hacerlo de otra manera, una vez dentro de la mafia es muy difícil salir sin manchas ni heridas.
Hoy el llamado es el mismo de hace 30 años y se renueva con más fuerza debido a la indignación acumulada ¡Asamblea Constituyente ahora y que el pueblo decida!
El autor, Matías Sagredo Z., es Coordinador Red de Estudiantes de Chile por la Asamblea Constituyente 2006-2012
*Fuente: Radio de la U de Chile

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