El camino es más y más movilización social
por Dr. Enrique Villanueva M. (Chile)
11 años atrás 8 min lectura
Después de veinte años de promesas y mas promesas es natural que estemos desconfiados, que algunos políticos simplemente no sean creíbles y que a otros se les de el beneficio de la duda. Me refiero al punto de vista de quienes durante años lealmente confiaron en la alegría prometida y a quienes, por decisión propia, por errores cometidos o porque les excluyeron, quedaron fuera de la política activa, desilusionados o refugiados en sus propios sueños
Para ese numero importante de chilenos y chilenas, que son parte de la izquierda de este país, los discursos conservadores, tanto de los fácticos de la concertación como de la derecha, simplemente no son creíbles. Tampoco son atendibles los llamados encendidos que alientan a la gente a “la lucha final”, relativizando las dificultades de la disputa política, subiéndose al chorro de las expectativas y aspiraciones justas de la mayoría de los chilenos.
Hoy mas que ayer es necesario alejarse de los demagogos conservadores, asi como también de las redes de los aventureros incendiarios. La diferencia entre un discurso creíble y otro demagogo no esta en la música, sino en su contenido, en sus ideas y su visión de futuro.
En la práctica se asemejan, hablan pero no se comprometen mas allá de hacer mas de lo mismo, al menos hasta ahora por ejemplo, ninguno tiene una postura derechamente contraria al sistema económico neoliberal. Hablan de las imperfecciones del mismo pero no de cambiarlo, proponen soluciones dentro de la misma lógica neoliberal como si no hubiera alguna otra alternativa.
La globalización entraña beneficios y costos, cuya relación depende del nivel de autonomía de cada país y desarrollo, para lo cual el estado nacional juega un papel determinante a favor de cada país. Pero en la realidad actual con estados casi inexistentes, reducidos al mínimo, cualquier gobierno es mediatizado por decisiones que les vienen impuestas desde este poder financiero internacional, induciéndoles a decisiones que apuntan a fortalecer ese poder mundial, por sobre las prioridades nacionales.
Desde 1973 nos impusieron el cuento de que el estado chileno debe ser débil, mientras mas debilucho mas eficiente, porque de otra manera entorpece el desarrollo de las fuerzas del mercado. Sin embargo la realidad en el mundo es distinta, todas las economías desarrolladas tienen un Estado potente, organizado, con capacidad de decisión y acción, y, además, con mayor equidad que cualquiera de nuestros países latinoamericanos.
Entonces es evidente la necesidad de conformar un nuevo Estado que responda a las necesidades de inclusión social e igualdad que se están planteando en los distintos programas de gobierno. Pero una opción de estado derechamente vinculada a un proyecto de país, alejado de la visión neoliberal, es decir, un Estado que sea competente con capacidad de contener la voracidad de las poderosas minorías financieras que gestionan la globalización a su antojo, que no están ligadas a ningún país concreto sino a sus propios intereses.
Este es además el punto de partida para fortalecer la administración pública, mejorar la cohesión social, contribuyendo a la creación de instituciones públicas y estructuras estatales sostenibles que garanticen la gobernabilidad democrática. Para orientar politicas publicas no para fortalecer el mercado sino que para apoyar la organización de la sociedad civil y la participación ciudadana. Para apoyar la institucionalidad democrática territorial, una descentralización económica y administrativa efectiva y el fortalecimiento de los entes locales.
Son tres, al menos los mas importantes, los pilares de un cambio real en Chile, una nueva Constitución, crear un nuevo Estado y la Nacionalización de nuestras riquezas naturales. Desde nuestro punto de vista el no incluir la perspectiva de la nacionalización de cobre y de nuestras riquezas naturales implica una visón sesgada del país y su futuro, independientemente de los plazos y las formas en que este desafío se proponga.
Para nosotros que vemos la realidad desde la izquierda que interpreta el sentir del chileno y la chilena que trabaja, esta es una reivindicación determinante y que marca la diferencia, es mas, es la base de la recuperación de nuestra dignidad. Entendiendo que lo inteligente es descubrir el paso inicial para llegar a esa meta, lo que pasa por hacer que los que hoy se llevan nuestras riquezas empiecen por pagar los impuestos que deben pagar, asi de simple, ya con esa sola medida tendremos los recursos para financiar e iniciar reformas seguras y con sentido de largo plazo.
Esa es la manera además, de empezar a derribar mitos que durante años nos han metido en la cabeza como reales, en cuanto a que si tocamos alguna parte del sistema económico, eso significaría el caos y el hambre para Chile. Argumentos que no tienen base científica alguna, todo lo contrario, lo que se ha demostrado es que en estos casi 40 años de neoliberalismo en Chile y bajo su hegemonía, nuestra calidad de vida y nuestros derechos se han deteriorado cada día mas y mas.
Sin embargo los facticos de la Concertación y de la derecha ( término acuñado acertadamente por el Senador Lagos Weber) y los voceros del monopolio mediático, continúan vendiendo la historia que para crecer necesitamos mas mercado, mas competencia y menos regulaciones por parte del Estado. Cuando en realidad es esta visión y la aplicación de políticas neoliberales las que nos han sumido en la desigualdad y en la precariedad.
Por eso nuestro mensaje es que los chilenos ya no queremos mas demagogia ni manipulaciones, queremos alternativas y no mas alternancias inútiles en el poder. No queremos más partido – empresa, que con el cuento del bien común terminan alentando el clientelismo antesala de la corrupción.
Chile ya no quiere mas de esto, menos en estos momentos en que tenemos certeza que el poder político controlado por el binominal, no abrirá las puertas a los cambios que el país necesita. Una situación que nos lleva a concluir que el único camino para avanzar hoy, es no abandonar la calle, mas allá del gobierno que llegue a la Moneda, para terminar con la visión de gobernabilidad restringida que han estado construyendo todos estos años.
De hecho no habrá cambio de la Constitución si no se presiona o apoya a un gobierno desde abajo, porque ya no es un secreto, que el establishment político que aprisiona la democracia le pondrá candados a esta sentida necesidad popular. Los fácticos de derecha como los de la Concertación moribunda se niegan a entender que Chile cambió, intentando aceleradamente de neutralizar la idea de una Asamblea Constituyente como solución a la crisis del sistema político chileno.
Un argumento pusilánime que desconoce, vulgarmente, la importancia de una Constitución legitimada por los ciudadanos, para la consolidación de una nación y su democracia. En su lugar mantienen la obstinación de mantener la Constitución tal como está o remendada, transformándola en un fin del sistema y no como debiera ser, un instrumento jurídico que garantice a todas las personas la condición de ciudadanos libres e iguales.
La derecha Pinochetista, liderada ahora por la candidata Mathei, diseñó la Constitución de 1980 como un ajuste de cuentas con el pasado, con el fin en ese entonces, de cerrarle el paso a nuevas experiencias socialistas y marxistas. Jaime Guzmán y los demás artífices de este diseño diabólico, tomaron como base la guerra sucia que en esos años Pinochet nos declaro a la gran mayoría de los chilenos.
Con esta visión retrograda e interesada, vigente hasta el día de hoy, lo que pretenden es una gobernabilidad controlando la participación ciudadana, que al final y al cabo es el principal eslabón de la democracia. La escencia de la Constitución de 1980 es represiva, separa artificialmente lo político de lo social y criminaliza al movimiento social.
Por ello el cambio de la Constitución es la puerta al cambio, para lograr la inclusión social y un país mas justo e igualitario, para construir un proyecto de nación propio y un sistema económico alejado de la visión neoliberal. Un objetivo factible que apoyaremos desde un movimiento social fuerte, que oriente al gobierno o le exija buscar nuevas y mejores formas de inclusión social.
Apoyaremos el tránsito hacia una nueva fase de organización social y económica, en la que no sea el Estado neoliberal el que gestione la salida de la conflictividad existente entre la clase trabajadora y la clase empresarial.
En las próximas elecciones presidenciales la burguesía internacional se las esta jugando a fondo, mas aun considerando la crisis que con su sistema especulador armaron en Europa, estos necesitan de la ayuda de un futuro gobierno que se mantenga en el esquema neoliberal, para profundizar las medidas institucionales que den continuidad del sistema. Para la derecha y los facticos concertacionistas, el desafío hoy es consolidar el terreno legislativo e institucional para que el capital se mueva a sus anchas y la economía especuladora y de mercado sea irreversible.
Nuestra aspiración legítima, de la mayoría de los chilenos y chilenas sigue siendo la misma de hace veinte años atrás, un régimen plenamente democrático en lo político y en lo social. El que no se conseguirá sin realizar, junto con una nueva Constitución y las transformaciones al sistema político, cambios sustantivos al sistema económico, terminando con la grosera concentración del poder en unas pocas manos, que es la razon del subdesarrollo y desigualdad en la que vivimos.
-El autor, Dr. Enrique Villanueva M., es ex Dirigente Rodriguista
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