De todas las ideologías contemporáneas que denigran la condición humana (nazismo, apartheid, doctrina de Monroe, etc.), aquella que ha, por el momento, suscitado mas indulgencia es el sionismo. Como consecuencia de razones muy precisas. El sionismo, a diferencia de otras teorías, avanza disimulado utilizando un lenguaje supuestamente defensor de la dignidad humana.
El sionismo, ideología condenada en numerosas oportunidades por la asamblea general de las Naciones Unidas en tanto que racista, se encuentra a la base de la creación del Estado de Israel el cual durante toda su historia no ha, desgraciadamente, mas que confirmado su fundamento racista.
Prácticamente todas los ideólogos sionistas se apoyan sobre la pureza de sangre del ‘pueblo elegido’. Sera muy largo citar todos los intelectuales que amparan sus teorías en el darwinismo y el eugenismo de raza y concluyen, como por ejemplo Arthur Ruppin, que “en el plano intelectual, los judíos casi no pueden ser superados por ninguna otra [raza]”.
Estas elaboraciones teóricas no hacen mas que subrayar el triunfo póstumo de Hitler sobre la religión judía. En efecto, los ideólogos sionistas utilizan las mismas herramientas intelectuales para desacreditar los ‘goys’ y posicionarse en detentores de una pureza racial superior con el argumento suplementario, del que careció y tanta falta le hizo a la ideología nazi, de ser el pueblo elegido de Dios.
La utilización inteligente y astuta de la historia de persecuciones sufridas por los judíos en el curso de la historia les ha permitido situarse como víctimas, actitud que caracteriza las políticas del Estado de Israel (y de sus defensores). La shoa vino a fortalecer la argumentación sionista de persecución secular del “pueblo judío”. El interés fundamental de los sionistas es de crear una amalgama entre pueblo y religión (ver Sholomo Sand). Por otra parte, las investigaciones genéticas para probar por medio del ADN la diferencia entre los judíos y los ‘goys’ están aun de actualidad en las universidades israelitas (ver K. Skorecki, Raphaël Falk, John M. Efron, entre otros).
El antisemitismo ha facilitado a los sionistas argumentos esenciales (resulta interesante constatar las relaciones entre A. Ruppin y el teórico de razas nazi Hans Günther) para desacreditar toda posición disidente et toda crítica hacia la política del Estado israelita. Los dirigentes de ese país están convencidos que la existencia de la shoa los autoriza a actuar fuera de las normas de respeto internacionales.
Una bella ilustración de esta tentativa lo constituye el artículo titulado ‘Noa, mejor en Auschwitz‘ (1), aparecido en el diario electrónico ‘El Clarin’ de Chile el 1° de junio de 2013, firmado por Julio Béjar, quien al mismo tiempo de denunciar la actitud de la extrema derecha europea, intenta disculpar los actos del régimen israelita. El autor que se indigna de las declaraciones y de los actos de los extremistas de derecha pero no parece inquietarse lo más mínimo -al contrario-, de la ignominiosa suerte y de la situación infrahumana que el gobierno israelita reserva al pueblo palestino (discriminaciones, desprecio y humillación), ni de los crímenes cotidianos cometidos por su ejército.
Desde su creación, el Estado sionista no ha tan solo practicado la ocupación de la Palestina y el genocidio de su pueblo. No ha trepidado tampoco en agredir absolutamente todos los países vecinos limítrofes y otros más allá de sus fronteras (Irán, Sudán, Tunisia, etc.).
Si hay un factor de guerra y de desestabilización del mundo, o al menos regional, este es Israel. País que actúa exactamente como lo hiciera el régimen de Sud-Africa en la época del apartheid cuando (con la benevolencia de las potencias occidentales, exactamente como hoy en día Israel), invadió Namibia, Angola, Mozambique, etc. Aquellos que trabajan por la paz en el mundo tiene mucha razón de luchar contra el régimen de Tel-Aviv como ayer lo hicieron -incluso con las armas-, contra el apartheid.
El estado sionista, como antaño el sud-africano y hitleriano, no se conforman jamás al derecho internacional. Así el régimen de Tel-Aviv no ha JAMAS respetado una sola resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ni de la asamblea general de la ONU, por ejemplo en lo concerniente a la construcción de la bomba atómica, despreciando el acuerdo de no proliferación nuclear.
Es entonces grotesco y -sin la tragedia del pueblo palestino, divertido-, pretender, como lo hace J. Béjar, que las respuestas del Estado israelita hacia los palestinos sean “tímidas”.
En tanto que latino-americano no puedo dejar pasar la oportunidad de denunciar el apoyo permanente a todos los regímenes genocidas pro-norte americanos que han ensangrentado todo el sub continente en los años 70 y 80 con el acuerdo y el apoyo activo y entusiasta de todos los gobiernos del Estado de Israel.
Yo sé que, como de costumbre, los sionistas se desvelarán por descalificar este artículo de antisemitismo primario. Tal como el almirante Merino de la Junta militar chilena nos trató de “humanoides” para masacrarnos sin remordimientos, el señor J. Béjar pretende ocultar el genocidio palestino hablando de una “ficticia entidad palestina”. Por otra parte, si de ficción se trata, me permito recomendar de manera vehemente la lectura del libro “Como el pueblo judío fue inventado” de Shlomo Sand.
Tal como lo ha afirmado un dirigente del Medio Oriente, solo la desaparición de todas las ideologías que denigran la dignidad humana, incluso el sionismo, permitirá el advenimiento de un mundo de paz. Y para ello cuenta con todas las personas de buena voluntad.
J.C. Cartagena.
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Para referirme al «pueblo elegido», voy a dejar aparcada la religión, para explicar más o menos «científicamente», el posible origen de este Pueblo.
Podría ser que la «super-inteligencia» de esta etnia, se deba a que son descendientes desconocidos de la, hace unos 40.000 años desaparecida especie humana de los Neandertales, que como se ha descubierto, tenían un cerebro más grande que el de los humanos de hoy.
Para saber si esta teoría es cierta o no, sería interesante comparar el ADN del «pueblo elegido», con el de los fósiles encontrados de los Neandertales.
Pido disculpas por el cinismo empleado en este comentario, que por lo demás, no es superior al cinismo de la religión hebrea.