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Que no nos sorprenda…

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«La Historia es Nuestra y la construyen los pueblos»
Salvador Allende

El último discurso de la derecha pinochetista que hoy nos gobierna, parecía estar fundamentada en cifras y datos producto de resultados, que al parecer del Presidente Piñera y sus asesores, daban cuenta de avances en casi todos los ámbitos sociales y educativos de nuestro país. Sin embargo y como es de costumbre, el discurso responde a la visión de un Estado garante cada vez menos subsidiario y de Políticas Públicas residuales y focalizadas, con una lógica mercadocentrica, en que se ha desplazado el rol del Estado de bienestar.

El sistema Neoliberal, asentado en Chile desde la dictadura militar, junto con la fuerte restricción de las libertades , generaron una nueva dinámica en cuanto a las relaciones económicas, sociales y políticas, entre la ciudadanía y el Estado. Relaciones que desde la década de los ochenta comenzaron a incorporar a otros actores en esta relación: a los agentes económicos privados y sus interacciones en el mercado. Estos últimos  se involucran en espacios históricamente protagonizados por la acción del Estado. Los gobiernos de la concertación, continuaron con el modelo de políticas iniciadas en la dictadura militar, sumando también, mecanismos de tercerización para la satisfacción de las necesidades básicas. Agentes privados, como organizaciones no gubernamentales o empresas privadas, asumieron un rol protagónico, respondiendo a las demandas de la población. El mercado y sus interacciones se posicionaron al centro, dejando atrás al Estado y asumiendo un rol de conexión directa con la población.

Por tanto ¿Por qué sorprende que el Presidente Piñera en su cuenta anual no hable de educación gratuita, de un cambio en el sistema de AFP, o de mejorar las condiciones de la población, más vulnerable?. En la lógica Neoliberal no corresponde, el rol del Estado queda al margen, las  interacciones del mercado suponen la entrega de servicios residuales. Así es que quienes  suscriban a tal modelo no buscarán mejoras de la población, ni tampoco que el Estado a través de sus instituciones y Políticas Públicas, garanticen derechos fundamentales.

Entonces, ¿Por qué nos asombra y nos escandalizamos ante los discursos de los gobernantes?

Mientras el modelo económico e ideológico no cambie, mientras conservemos una constitución que no promueva y establezca un marco jurídico que busque el bienestar de la ciudadanía, no deberías seguir sorprendiéndonos. Al contraría deberíamos apelar por un cambio, una transformación, ¡POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN!

– La autora, Pilar Correa, es ciudadana de Valparaíso

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1 Comentario

  1. Celeste María Aguilar Sosa

    Pilar, viví dos años en Chile y en comparación con mi país (Honduras), percibí que allá los partidos políticos cuentan con ideologías más atenuadas. Pero lo que me sorprende (decepciona) es que en América Latina tenemos expectativas equivocadas de los mandatarios, como lo decís vos, y seguimos eligiendo mal mal. Te referís a que demandamos y esperamos algo que los gobernantes desde que eran candidatos no ofrecieron; unos quieren más Estado o otros menos, el punto es saber cuando conviene y cuando no.

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