“dicen que la patria es , un fusil y una bandera, mi patria son mis hermanos cuando escriben y pelean”
(aforismo implicado y republicano)
Jueves, 10 de Mayo de 2012
“Sin lucha social, no hay política, y sin política, no hay lucha social Vos fijate que todo, todo lo que el Movimiento hace, lo hace a partir de la lucha. Todo lo que conseguimos: mercaderías, planes, recursos, todo fue y será a través la lucha social y política. Somos un actor político en crecimiento. Siempre hay obstáculos que se interponen en la política y si miramos un poquito nuestro sistema democrático, vamos a encontrar muchas limitaciones. Nuestra constitución dice que el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes. Nosotros pensamos que el pueblo tiene que ser su propio representante. Entonces, ahí tenemos uno de los principales obstáculos. Después aparecen dificultades propias de la construcción del Movimiento, en el territorio, en el barrio. Pero nosotros tratamos de seguir para adelante, con una sola línea política. (Testimonio de Carmen en “¿Por qué no van a trabajar” pag. 37. Compilación de Isaac Yuyo Rudnik y Daniel Menendez. Ediciones ISEPCi)
(APe).- El lunes 7 de mayo participé de un panel que presentó en la Feria del Libro el último libro del Movimiento Barrios de Pie: “¿Por qué no van a trabajar?” El título, como explico en mi unipersonal, es como la leche condensada. Se lo pone a calentar y sale el trabajo, que viene a ser el dulce de leche. En este caso, doblemente dulce porque las compañeras y los compañeros escriben sobre sus experiencias, sus luchas, sus dolores, sus temores. Pero también sobre sus alegrías y esperanzas. El libro anterior “La cabeza piensa donde los pies caminan”, que fue presentando entre otros espacios en mi cátedra de Dinámica de Grupos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, analiza con precisión la construcción de la subjetividad militante. El libro que presentamos en la Feria con la coordinación de Silvia y la participación de Daniel Menendez y Pablo Micheli, es la memoria histórica de una lucha contra la barbarie capitalista que empezó hace diez años. El Frente contra la Pobreza, las marchas de desocupados, los piquetes que no cortaban sino que abrían transitos inéditos, están reflejados en este texto necesario. Deseo que todo este capital cultural de resistencia a la cultura represora se canalice en la Constituyente Social, entre otras modalidades del combate permanente. Como homenaje a estos luchadores, que han aprendido a pelear con la pluma, con la maza y la palabra, comparto el prólogo que escribí para el libro, y de esta manera agradecer el honor que me brindaron los compañeros al pedírmelo.
Prólogo:
¡¡VAYANSE A ESCRIBIR!!
“no tengo la certeza de una tierra prometida, pero si la convicción de una lucha compartida”
(aforismo implicado)
Este Prólogo intentará estar de pie, para poder decir algo sobre este texto, al que podría denominar como “un evangelio según los barrios”. Evangelio es la buena nueva. Y luego de tantas “malas viejas” (noticias, políticas, decisiones, elecciones, etc) me emociona volver a resonar con las notas del pensamiento crítico. Porque pensar no es un mecanismo de la mente, sino que pensar es un mecanismo de un cuerpo. Pero no de cualquier cuerpo. Sino de aquel que se pone y se deja en la lucha contra el cuerpo social represor. “Solo saben los que luchan”, escribí hace años. Y de eso se trata: de un saber que aunque a veces parezca no sabido, está profundamente cultivado en los pies y cosechado en la cabeza. Porque la cultura represora se ha especializado durante décadas en dejar a los pobres “de a pie”. En la soledad, en la injusticia, en la degradación. No hay forma de escapar a ese designio represor, sino es en colectivos de resistencia. Pero de resistencia al represor y nunca de resistencia al deseo. Lo que el Barrio sostiene es el placer de poder satisfacer necesidades desde el propio trabajo, porque ahora no estamos “de a pie” sino “de pie”. Erguidos, con una mirada que cada vez abarca mas y que también aprieta mas. No es lo mismo pedir, que exigir. “Del Estado no hay que esperar nada, al Estado hay que pedirle todo”. Este texto actúa como un remedio contra la amnesia, incluso de lo que yo mismo he escrito. Los testimonios se constituyen en un profundo análisis de la implicación, tanto individual como colectiva. Y cada testimonio desmenuza primero, y pulveriza después, los baluartes represores de la cultura. El salario, el patriarcado, la sumisión, la resignación, la pasividad, el conformismo, la victimización de la víctima. Sin pausa, pero con prisa, el movimiento barrial arrasa con la alucinación y el delirio de la democracia representativa. Con sabiduría señalan que lo político y lo social tienen que potenciarse, y que el intento de separarlos es otra estrategia del represor. Organizaciones que no busquen poder, y Poder que sea ajeno a todas las organizaciones. Esa lógica binaria queda expuesta y subvertida en el pasaje de lo social a lo político que vuelve a lo social…que vuelve a lo político. Un círculo virtuoso, imposible de observar en las formas de la representación burguesa. Como siempre, la necesidad insatisfecha, que la cultura represora designa con la frialdad cínica de NBI, es el punto de partida. Si la necesidad es básica, siempre tiene que estar satisfecha. No hay derrame que valga. Y al Estado no se le pide, se le exige. Y no solo con palabras, quizá ni siquiera con palabras, ya que el Estado tiene siglos de sordera, y sabemos que cuando no se quiere oir, la sordera es incurable. Lo único que entiende, o al menos teme, es al derrame de cuerpos colectivos que son y que están. Por eso asesinaron a Darío, a Maxi, a Teresa, a tantas y tantos. No sirven ni para manejar trenes, solo sirven para estafar y robar. Y asesinar. Lo único que hacen fácil es gatillar. Pero la necesidad satisfecha en forma autogestionaria, tiene su propio excedente. Su propio plusvalor. La dignidad se pone de pie. Porque el hambre mata, pero la autoestima destrozada mata también. El corazón tiene razones que la razón no entiende, y un infarto es también la señal de tantas luchas que a veces, el cuerpo ya no aguanta. Colectivos barriales de pie. Porque de pie se marcha, de pie se lucha, de pie se combate. Dije alguna vez que había mucha queja, poca protesta y no había combate. Como tantas veces, me equivoqué. Este texto trae la historia de combates cotidianos, batallas sostenidas con las herramientas mas simples. Un patio, una zanahoria rebelde, un petitorio. Por eso el movimiento sigue y sigue. Porque tiene lo que llamo el trípode de la implicación: coherencia, consistencia y credibilidad. Coherencia que es la ausencia de contradicciones entre lo que se dice, se hace y se siente. Consistencia que es la coherencia sostenida en el tiempo. Y eso genera credibilidad. Imprescindible para perforar el escepticismo y la desconfianza crónica. Pero además, las compañeras y compañeros fueron a escribir. Confiesan que han vivido, y que han vivido luchando. Y que es dignidad recuperada nos permite mirarnos en algunos espejos, darnos cuenta que la imagen que nos devuelve no nos conforma, y buscar la forma de poder también ponernos de pie. (Alfredo Grande. Mayo de 2012)
*Fuente: Agencia Pelota de Trapo
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