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Reforma laboral, teología y contabilidad

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25-Marzo-2012
Publicamos este largo texto tal como lo envió su autor, nuestro querido metalúrgico jubilado, exdirigente nacional de JOC, sin poner presas de subtítulos al discurrir de su pensamiento ni mojones en su discurso. Pero al lector que se atreva a leerlo con calma le aseguramos que encontrará referencias de actualidad como éstas:

  • El siglo XXI se desliza trágicamente hacia la bipolaridad enfrentada entre ricos y pobres, y la Unión Europea se ha dejado arrastrar por esa pendiente
  • El mercado planea y revolotea alrededor del planeta buscando la presa propicia sobre la que cebarse.

La reforma laboral establecida por el Real Decreto Ley 3/2012, creía que nos devolvía al siglo XIX, al estado en que la burguesía liberal había reducido a los trabajadores y que condujo a las revoluciones de 1848 y a la larga y penosa lucha de la clase obrera por su supervivencia y dignidad, hasta que leí en “piensaChile.com” un artículo enviado desde España informando que según este Decreto había que retrasar los relojes hasta la mañana del 15 de mayo de 1525, en que la rebelión campesina encabezada por Thomas Müntzer fue derrotada, muriendo 6.000 campesinos, pero, al retroceder la mirada, me salió al encuentro Espartaco, y la insurrección que encabezó el año 73 antes de Cristo, y Luis Vitale me informó de que la primera revuelta conocida de campesinos explotados, data de 1.750 a.C. y que la primera revolución triunfante de esclavos en la historia universal es la de Haití.

No estamos, pues, ante un problema coyuntural, ante una necesidad de trabajar más porque hay que levantar la ciudad destruida, ni ante una exigencia de austeridad porque las cosechas se han perdido. La solución a la actual crisis no está en ahorrarnos los 10.000 millones de euros que cuesta el Concordato, ni los 100 que se van con el Senado y los coches oficiales, aunque sean ahorros necesarios. Estamos ante una crisis profunda de civilización que arranca con el fracaso de los sacerdotes sumerios de administrar el grano obtenido y los trabajos a realizar, de forma satisfactoria para todos. La abundancia ensancha la comunidad y hace más difícil la justicia distributiva y ante las desavenencias acaba imponiéndose la ley del más fuerte. La sustitución de la contabilidad por la esclavitud rompió la armonía de las primeras comunidades humanas en las que la división del trabajo se orientaba a que cada uno diera según su capacidad y obtuviera según su necesidad. La palabra perdió su función integradora y fue, y sigue siendo, utilizada para justificar la opresión. La escritura superó los límites espacio-temporales del habla, por lo que se constituye en depósito de información y medio fundamental para la comunicación en comunidades cada vez más amplias, pero al precisar de iniciación específica y de recursos externos, queda expuesta a quedar bajo el control de una minoría que la utiliza en provecho propio y es objeto de manipulación y tergiversación, incluso en aquellos casos en que al proceder de reconocidos sabios y profetas es calificada de sagrada. Los esclavos encontraron que las guerras podían ser un camino de liberación si podían subirse al carro de los vencedores y esclavizar a otros, con el resultado de una sociedad psicópata y neurótica, profundamente escindida en oprimidos y opresores. Por eso Alejandro, a quien Séneca calificó de irascible, cruel y borracho, fue seguido por todos los griegos y sigue produciendo admiración aunque el resultado de su aventura fue que Grecia quedó bajo el dominio de Roma. Junto a Alejandro podría citarse a Napoleón, Hitler, Stalin y una larga lista de tiranos que tienen su razón de ser en la degradación humana implícita en la esclavitud.

La abolición de la esclavitud por Inglaterra en 1807 no obedeció a razones humanistas, sino para poder escoger quien resultaba más rentable a su industria. El paro, y la miseria que conlleva, es el mejor antídoto contra la reivindicación sindical. El Real Decreto Ley 3/2012 no hubiera sido posible con pleno empleo, y los cinco millones de parados no lo hubieran sido, si la población empleada española no hubiera pasado de 15 millones al inicio del año 2000, a 20,5 al final del 2007, un incremento sustentado en la inmigración y que no cuenta a los sin papeles, ni a los que murieron al hundirse sus pateras. Vinieron porque en España podían ganar en un mes, mucho más de lo que ganaban en su país en un año. España podía pagar eso, porque se produjo una gran corriente de dinero. Sólo la deuda externa de títulos privados paso, en miles de millones de euros, de 18 en 1999 a 637 en 2007, sin contar la gran cantidad de dinero negro que se blanqueó en la burbuja inmobiliaria. ¿Por qué vino tanto dinero y se invirtió en sectores auxiliares en lugar de hacerlo donde más se necesitaba? Actualmente está plenamente admitido que la economía financiera está extorsionando la economía real, (aquella que trata de los bienes y servicios que, para satisfacer sus necesidades y deseos, intercambian los humanos como consecuencia de la división del trabajo) envenenando el planeta y cosificando al ser humano, en una dinámica sin salida.

El problema es de una gravedad extrema tanto por sus consecuencias que alcanzan el ámbito de la criminalidad, como por su esencia pues afecta plenamente al sentido de la existencia en general y de la humana en particular. Es evidente que no vamos a resolver en cuatro líneas lo que la humanidad se ha venido preguntando en todos los lugares y tiempos, pero la extrema radicalidad alcanzada reduce la cuestión a una pregunta: ¿Es el egoísmo, el interés y la satisfacción individual, lo que ha conferido al ser humano el enorme poder alcanzado, o por el contrario, es la colaboración abierta y sinérgica la que ha generado al ser humano y a su poder, y la que le puede dar significado? La ciencia puede aportar datos incuestionables que es necesario considerar en la racionalización de la respuesta, pero no la resuelve en su dinámica vital. Así, lo que enfrentó a Sulston con Venter no fue que obtuvieran diferentes resultados en el desciframiento del genoma sino la pretensión de Venter de registrar como propiedad intelectual el mapa del genoma humano. Venter apostaba por el interés personal; Sulston por la colaboración general. Detrás de Venter está la poderosa industria farmacéutica que ha demostrado sobradamente que le importan más sus beneficios que la salud de la humanidad. Detrás de Sulston están los que saben que el desciframiento del genoma ha sido resultado de una inmensa colaboración difícil de cuantificar, en la que hay que incluir al español Severo Ochoa y a su mentor, Negrín. En una y otra opción se sitúan también los que critican y los que defiende a Obama por repartir cupones de alimentos entre los más de 45 millones de pobres estadounidenses.

Podíamos seguir citando casos que nos muestren quienes apuestan por su interés personal y quienes lo hacen por el bien común y por la colaboración y posiblemente nos encontraríamos con quien argumenta que trabajar por el bien común es la mejor forma de garantizar el bien personal, que la diferencia está en la inmediatez de la satisfacción. Pero a poco que analicemos tendremos que aceptar que toda satisfacción descansa en una previa colaboración y la más básica es la colaboración del ser humano con la naturaleza. El que rotura, cava, siembra, riega, escarda, abona la tierra, espera obtener un fruto que le de satisfacción. El que toma ese fruto sin haber roturado, cavado, sembrado, regado, escardado ni abonado, obtiene satisfacción inmediata, pero es evidente que esta opción no puede ser generalizada. La colaboración exige un sentido transcendente, una esperanza en un futuro que siempre tiene un componente de incertidumbre, que se reduce en la medida en que se puede contar con el apoyo de los demás.

Tradicionalmente el sentido de la transcendencia ha culminado en Dios, pero los críticos y los defensores de los cupones de Obama tienen en común que todos confían en Dios, e incluso lo manifiestan de forma ostentosa, hasta el punto de que la frase “In God we trust” (En Dios confiamos) está impresa en todas las monedas y billetes estadounidenses. Luego no parece que esa fe incline la balanza hacia una de las dos opciones. Tampoco en España parece que la fe ayuda a definir una respuesta a juzgar por la diferente actitud del Cardenal Rouco Varela y la Delegación Episcopal de Pastoral del Trabajo sobre la reforma laboral establecida por el Real Decreto Ley 3/2012.

Cabe una pregunta: ¿Qué entendemos por Dios? Las disputas de los teólogos por definir a Dios, sus intenciones, proyectos y formas de actuar, y el haberlo utilizado para justificar las guerras más atroces, no puede ser causa para perder la fe en Dios, sino para desconfiar de los teólogos y admirar la sencilla confesión del Jefe Seattle: El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo… Después de todo, quizá seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco.

Son las palabras de un salvaje, como él mismo se define, al que le resultará difícil comprender que sus palabras contienen más verdad que los millones de tomos escritos por teólogos, filósofos y científicos, porque brotan de un ser humano que no ha sufrido la profunda deformación que en la conciencia humana ha dejado la esclavitud y la construcción de civilizaciones en las que la fecunda labor de investigadores, trabajadores, padres cariñosos y amigos fieles, ha quedado entorpecida y ensombrecida por la rapiña, las guerras y las grandes y costosas obras al servicio de la egolatría de los poderosos. Quizá antes que pretender definir a Dios haya que comprender al ser humano. La estructura triuna del cerebro humano, descubierta en 1908 por Christofredo Jakob y divulgada a partir de 1945 por Paul D. MacLean, no sólo está ayudando a esa comprensión y a las profundas raíces que enlazan la civilización con las patologías psicópatas, sino que está empezando a mostrar que la trama de la que habla el salvaje tiene una estructura triuna que subyace a todo lo existente.

No es este el lugar para desarrollar la extensión y complejidad de esta trama, pero si es necesario señalar el hecho de que en los más oscuros recovecos de la conciencia del hombre blanco parece anidar una añoranza por una forma de vida como la del salvaje piel roja, por un pasado de sencilla y universal fraternidad al que algunos llaman la Arcadia, otros el Paraíso Perdido o Paraíso Terrenal. Las palabras del salvaje se escribieron en 1855, cuando todavía Freud no había mostrado la profunda y decisiva incidencia del inconsciente humano. Pero Freud se detuvo en la zona de la libido porque sus esfuerzos se dirigieron a curar los graves trastornos producidos por una moral sexual represiva. El contenido del inconsciente es mucho más complejo y se llena de contradicciones en la medida en que se incrementa la soledad del individuo debido a la exaltación del egoísmo. Un siglo antes que Freud, Adam Smith ya había puesto de manifiesto el poder del inconsciente. Fue en 1776 cuando escribió: Los individuos… no tratan de promover el interés público ni saben cuánto lo están promoviendo. Sólo buscan su propia seguridad, su propia ganancia, para lo cual se ven llevados por una mano invisible a promover un fin que no estaba en sus intenciones. Buscando su interés personal, suelen promover el de la sociedad más eficazmente que cuando pretenden promoverlo realmente… No es necesario un planificador; no es necesario que el Estado publique edictos para controlar los precios o dirigir la producción. El mercado resuelve todos nuestros problemas.

Es el texto sagrado de los liberales, que siguen manteniendo que el encuentro adecuado entre la oferta y la demanda es lo que asigna el justo valor a cualquier bien o servicio, siempre que una de las partes no disfrute de un monopolio o de circunstancias que le permitan fijar con ventaja el valor del intercambio. La práctica del regateo está muy arraigada en algunas culturas, pero están referidas al menudeo. En las grandes transacciones intervienen con frecuencia toda clase de violencia. Por otra parte, y como ocurre con todos los textos sagrados, las palabras de Adam Smith sufren las manipulaciones que pueden interesar a quienes controlan el flujo de la información. Y así se silencia que Adam Smith reconocía que toda la riqueza procede del trabajo y de la naturaleza, y se saca de contexto que su apelación a la libertad se produce cuando la economía está asfixiada por el corporativismo medieval. La manipulación va acompañada siempre de la hipocresía y el cinismo, y los mismos que defienden la libertad del mercado, se acogen al Estado para que dicte leyes tan severas como la que motiva este artículo o incluso se salten todos los principios democráticos modificando la Constitución Española con agostunidad y alevosía, y nombrando para administrar la crisis a quienes la causaron, como ha ocurrido en Grecia e Italia.

En cualquier caso, la trama de la existencia es la que es, y como dice el salvaje, no la tejió el hombre, por lo que su pretensión de administrarla según su conveniencia la desvía de su dinámica natural y acaba por volverse contra el ser humano. Es lo que ha ocurrido con todos los imperios, que no se han extinguido obedeciendo a un supuesto eterno retorno, sino porque han agotado sus posibilidades de expolio y se han ruralizado. La trama triuna del Universo tiende a una evolución progresiva como así ha ocurrido con la humanidad a pesar de todos los desmanes y finales derrumbes imperialistas. Pero hasta ahora esos desmanes afectaban a una parte de la Tierra, por lo que la naturaleza mantenía el poder de regenerarse y seguir avanzando. Ahora es todo el planeta el que está sometido a expolio, y con un poder y agresividad que hace temer que la naturaleza ya no tenga capacidad de regeneración, al menos con la rapidez que puede precisar la supervivencia humana. Es posible que la negativa a identificar el bien individual con el colectivo, nos conduzca a que todos los individuos, sin excepción, acabemos sufriendo la degradación planetaria. Para evitarlo es necesario y urgente regenerar a la especie humana. Es una tarea compleja y difícil que nos exige volver la mirada al origen, al momento en que se plantea la opción entre compartir o esclavizar. No son los tiempos del salvaje piel roja, sino los posteriores, los de los esfuerzos de los sacerdotes sumerios por desarrollar una contabilidad que regulara con equidad los trabajos y sus frutos.

Fue un fraile italiano, Pacioli, el maestro de Leonardo da Vinci, el que recuperó aquel saber y lo divulgó aprovechando la recién inventada imprenta. Tres fueron los frutos que produjo Pacioli: 1) “La divina proporción” que, como le ocurrió a Kepler, un siglo después, le permitió unir la fe con la ciencia en maravillosa armonía. 2) La traducción de “Los Elementos de Euclides” al latín y al italiano y la redacción de “Summa de Arithmetica” considerada la primera enciclopedia de matemática pura y aplicada. Fruto de esta tarea fue una floración de matemáticos italianos sin paralelismo en toda Europa, entre los que destacan Tartaglia, Cardano, Ferrari y Bombelli. 3) Una buena parte de la Summa está dedicada a la contabilidad, en donde por primera vez se presentan conceptos básicos como la partida doble, el debe y haber, el balance y el inventario. El interés que despierta hace que se publique nueva edición por separado. A Pacioli se le ha llamado “Padre de la contabilidad” lo que demuestra el gran vacío que ha existido desde los tiempos de las tablillas sumerias. Sus grandes seguidores van a ser los burgueses emprendedores para mejor controlar sus negocios. Nada que ver con su inicial función de justicia distributiva. Pero la trama de la vida tiene sus exigencias que cuando llegan a cierto extremo se hace evidente que hay que contar con ellas.

El 12 de marzo de 2012 la Comisión Europea aprobó una propuesta de contabilidad de las emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero de bosques y cultivos que despertó el inmediato interés de los naranjeros valencianos. Es una propuesta que hay que situar en el marco de la contabilidad mundial y que ha derivado en un comercio de derechos de emisión. Su principal exponente es el Protocolo de Kioto de 1997, y las principales dificultades de aplicación radican en la negativa de Estados Unidos, el principal emisor, a ratificarlo. Esto es sólo una parte de las distintas contabilidades que se están desarrollando en las Naciones Unidas y que ofrece diferentes vertientes. Bastará con señalar el programa “Clasificación Industrial Internacional Uniforme” (CIIU) que sirve, entre otras cosas, de referencia para la confección en muchos países de su MIP nacional (Matriz Insumo-Producto) y a la Unión Europea para regularizar sus propias cuentas y superar las grandes diferencias que plantean problemas de comparabilidad de datos económicos entre países. También hay que destacar las matrices que se refieren a la situación cultural y a los parámetros que afectan al bienestar humano. Se podría ir más lejos y conectar todas estas matrices entre sí y que la matriz terráquea resultante conectara con la S-Matrix global universal que los especialistas en informática y mecánica cuántica están desarrollando.

Aquí y ahora nos debemos limitar a la contabilidad de la Unión Europea y en especial a la española. La Unión Europea ha establecido el Sistema Europeo de Cuentas Económicas Integradas, SEC95, que establece las reglas precisas para elaborar la contabilidad nacional, para lo cual agrupa las unidades que constituyen la economía nacional en sectores a los que asigna códigos específicos. El SEC95 se aplicó a la fijación de los criterios de convergencia de la Unión Monetaria Europea, así como a los del Pacto de estabilidad y crecimiento. Se aplica a la concesión de ayudas financieras y fondos estructurales a las regiones, de acuerdo con el desglose por regiones de la contabilidad nacional y para el cálculo de los recursos propios de la UE. España inició en los años 80 las Cuentas Regionales CRE, y al inicio de los 90, la Contabilidad Nacional Trimestral CNTR. Por otra parte, están las tablas I-O, Input-Output, que abarcan un conjunto de tablas interrelacionadas, que se pueden agrupar en varios bloques: las tablas de origen y destino, relación entre ramas de actividad y sectores institucionales. Todo esto queda fuera de la comprensión del ciudadano medio, pero no de los funcionarios que son los que lo hacen efectivo, por lo que lo importante es que todos compartan el mismo espíritu de colaboración.

Ese espíritu es el que inspiró la creación de la Unión Europea. Basta con comparar la primera y la segunda mitad del siglo XX para apostar decididamente por la colaboración. El hecho de que países que han mantenido entre sí numerosas guerras, acepten colaborar y reconocer una disciplina común, muestran claramente que la opción es la colaboración sinérgica, y que la competitividad debe asumirse como un estímulo a la superación, nunca como una confrontación. Este espíritu queda reforzado con el establecimiento de los fondos estructurales y de cohesión, pues consisten en una serie de ayudas comunitarias a las regiones de la Unión que están económicamente más deprimidas. También ese espíritu es el que hizo que la transición española de la dictadura a la democracia se tomara en todo el mundo como ejemplo de madurez política. Los Pactos de la Moncloa, establecidos por diez representantes de todo el abanico político, son un componente fundamental de esa transición. Una de las consecuencias fue el establecimiento del modelo tributario que hizo posible el Estado del Bienestar. Se trata de una contabilidad que tiene como entrada los impuestos que pagan todos los ciudadanos en función de sus ingresos y de su riqueza, y como salida el acceso a una enseñanza, una sanidad y unos servicios sociales que garantizasen un mínimo de seguridad existencial.

Pero el siglo XXI se desliza trágicamente hacia la bipolaridad enfrentada entre ricos y pobres, y la Unión Europea se ha dejado arrastrar por esa pendiente. La disolución de la Unión Soviética y el pragmatismo chino del capitalismo-comunista, ha hecho creer a los que aspiran a dominar el mundo a través del control de las finanzas, que había llegado su hora, y para ello cuentan con el apoyo militar, estratégico y tecnológico de Estados Unidos, la amplia aceptación del dólar y del inglés, y sobre todo, la amplia extensión de la ludopatía y la permisividad en los falseamientos contables. Uno de los casos paradigmáticos es el de la poderosa empresa energética estadounidense Enron, cuya falsedad contable le permitió anunciar beneficios de mil millones de dólares, para a los pocos días, el 2 de diciembre de 2001, presentar una quiebra declarando deudas por más de 30.000 millones de dólares. La investigación descubrió la maraña de sobornos e intereses cruzados que alcanzaban a las auditorías, los bancos, el Congreso y a los Bush, padre e hijo. La quiebra de grandes bancos que puso en jaque a todo el sistema financiero mundial tuvo una dinámica similar. El escándalo fue tal, que los grandes órganos de poder, como el G20, plantearon la necesidad de la transparencia contable y la eliminación de los paraísos fiscales. Pero desde que lo anunciaron en Londres, en abril de 2009, ningún movimiento efectivo se ha producido en esa dirección, sino todo lo contrario. El mercado planea y revolotea alrededor del planeta buscando la presa propicia sobre la que cebarse, siguiendo el ejemplo de George Soros cuando en 1992 puso de rodillas al Banco de Inglaterra, obteniendo cuantiosos beneficios sin aportar nada por su parte a la riqueza real. Parece ser que Grecia fue una de las posibles presas elegidas, porque reunía condiciones para el chantaje, debido a que falseó sus cuentas para entrar en el euro y las siguió falseando hasta que en octubre de 2009 cambió el gobierno de Caramanlís por el de Papandréu y descubrió que el déficit no era del 7% como habían asegurado, sino del 13,6 % del PIB, lo que estaba muy lejos del 3 % pactado por el eurogrupo. Pero la situación no es la misma que en 1992. El desarrollo de las potencias emergentes, está reduciendo la capacidad depredadora de Europa, situándola en una profunda contradicción: necesidad de austeridad, para no consumir más de lo que se tiene, y necesidad de consumo para mantener funcionando la maquinaria productiva.

Es evidente que no ha sido el pueblo el que ha provocado ni el déficit, ni la deuda, ni la crisis, pues no tiene medios ni poderes para ello, pero si que es el que está cargando con el peso de la corrección, tanto en el aspecto político, como económico y social. En el aspecto político, la pérdida de democracia se hace patente con la crisis provocada por el anuncio de Papandreu de convocar un referéndum para aprobar las medidas a tomar y con la designación como jefe del Gobierno, sin pasar por las urnas, a Papademos, un experto financiero que, como tantos otros, no supo o quiso ver las grandes mentiras financieras que provocaron los problemas que ahora debía corregir. Algo similar pasó en Italia e incluso en España, al nombrar como Ministro de Economía y Competitividad, gestor del Real Decreto Ley 3/2012, a Luis de Guindos que fue alto ejecutivo de Lehman Brothers, una de las prestigiosas financieras que desencadenó la crisis con sus mentiras contables.

La nueva situación ha dejado a los grandes partidos políticos con sus idearios totalmente obsoletos, pues todos pretenden un crecimiento económico continuado, algo que la actual globalidad hace imposible, puesto que los recursos del planeta son limitados. Eso no significa que no se pueda seguir progresando, pero tiene que ser en el ámbito cultural que se muestra ilimitado, de tal forma que el patrimonio personal no se reduce por compartirlo, sino que incluso se incrementa, al contrario de lo que ocurre con el patrimonio económico. La dificultad para establecer un ideario en el que la economía se oriente fundamentalmente a una adecuada redistribución de cargas y frutos, no reside en la valoración de lo que cada uno aporta y recibe, en lo que cabe admitir un amplio margen de error y un ancho de banda generoso. La cuestión está en la brutal, inmensa diferencia entre los que no logran reunir siquiera las calorías que precisa su cuerpo para subsistir, y los que consumen y destruyen, directa e indirectamente, millones y millones de esas calorías. Los dos son seres humanos enfermos; la enfermedad de los primeros se puede designar como ASCE (Abandono Social Criminal Estructurado), la de los segundos, como DAS (Derroche Absurdo Sicópata). El problema está en que todos los que se encuentran en la amplia zona intermedia, sienten más aversión que compasión hacia los que sufren ASCE, y envidia y admiración hacia los que padecen DAS, lo que hace que se tome a éstos como referencia ideal, incluso por parte de aquellos que son conscientes de que las penurias que sufren son producidos por el DAS, pues están afectados de una especie de Síndrome de Estocolmo, que hace que el oprimido se adhiera al opresor.

Bien es cierto que son muchos los seres humanos de toda condición social que sufren por la extrema y creciente desigualdad y se esfuerzan por reducirla. Su trabajo es especialmente notable en el alivio de los que sufren ASCE, pero imposible de afectar a los que sufren DAS mientras los que se esfuerzan por el cambio sean una minoría testimonial. Lograr una mayoría suficiente exige clarificar al máximo las alternativas existentes dentro de la indeterminación que el futuro conlleva, y entre las actuaciones a realizar hay que destacar el procurar el encuentro entre las dos grandes corrientes que han apostado claramente por la colaboración sinérgica: la religión y el comunismo. Esta colaboración exige, por una parte, una profundización en el hecho religioso, entendido como religare del individuo con el tiempo y el espacio en su proyección finita e infinita, superando los ritos y doctrinas que han rodeado lo esencial, y por otra, lograr que el comunismo corrija el desencuentro de Marx y Proudhon, para que éste aporte a Marx el humanismo que le faltaba según le recriminó el mismo Engels, y Marx aporte la mayor altura y precisión de su análisis. De este análisis conviene destacar su predicción de que la concentración capitalista llegaría a un punto que marcaría el cambio por el poder de los trabajadores. Este momento parece estar llegando, para lo que es necesario estar preparados. Esto, naturalmente, requiere específicos estudios, aunque conviene adelantar algunos aspectos esenciales: 1) El cambio tendría que ser cuidadosamente pacífico, aunque eso no pueda evitar la violencia de quienes defienden sus injustos privilegios, ni la de quienes, desesperados, la utilicen para intentar salir de su miseria. 2) La concentración capitalista es predominantemente virtual, pues el capital circulante en el mundo triplica la riqueza real. Así, por ejemplo, Gibraltar, con 27.000 habitantes, tiene registradas unas 60.000 sociedades mercantiles que, evidentemente, no responden ni a la riqueza, ni a la capacidad emprendedora, de los gibraltareños. 3) Los que administran tanto el capital virtual como el real, no son sus titulares, sino asalariados llamados a desempeñar un papel fundamental en el cambio si se logra desarrollar y compartir una antropología que sitúe claramente el lugar del ser humano en la existencia en general, y en la evolución de la Tierra en particular. 4) Si esta antropología llega a mostrar que el placer profundo y estable en el ser humano está ligado a la creatividad, el amor, la sabiduría, la paz y la austeridad, el cambio sería también profundo y estable.

Tema: Crisis económica, Economía, Teología

*Fuente: Atrio

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