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Carta a Daniel Zamudio

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Daniel,

he sido testigo anónimo de la tragedia en la cual tu vida se vio involucrada durante estas semanas. Por algún motivo, y creo ser la voz de muchos en esto, cada día que pasaba tras la violencia de esa noche, mis pensamientos se fueron involucrando mas allá de la frialdad con que los medios exponían tu historia. “Joven homosexual atacado por neonazis”, fue una de las primeras cosas que leí. Recuerdo haber estado sentado en el living de mi casa cuando logré ver la noticia completa y se hablaba de huesos rotos y esvásticas. Más tarde, encontraron a tus agresores y publicaron sus fotos por toda la red. Y debo reconocer Daniel, que reaccioné con odio. No podía entender como existían personas capaces de  violentar tanto a otro, creyéndose jueces y dictando sobre ti un punto final. Arrancándote literalmente de la noche a la mañana de todo aquel que te ama. Me frustré, sentí cosas horribles por el país que habito y por la cultura que tenemos. Por la violencia. Por esta cultura indolente, egoísta y superficial.

Pero mis emociones no tardaron en cambiar. Se organizó una velatón frente a la Posta Central, y sin pensarlo mucho me dirigí a verte. Debo confesarte que no soy una persona que se involucre mucho, ocasionalmente espero que los demás lo hagan por mí. Pero ese día, sentí que debía hacerlo. Esa noche Daniel, vi a tu madre, acercarse a las velas que había encendido la gente en tu nombre. Casualmente quedé muy cerca de ella, rodeada de luces y periodistas que la acechaban.  ¿Y, sabes algo? Su rostro era tranquilo. Todo a su alrededor era caótico, pero sus ojos estaban en paz. De sus labios nació un ‘gracias por todo’ alegre y entusiasta, y los aplausos alrededor no tardaron en oírse. La aplaudí, Daniel, tanto como pude la aplaudí. Se puso de rodillas, encendió una vela y volvió a entrar, tan apacible como había llegado. Fue sin duda una de las cosas más bellas que he visto en este último tiempo. Un momento materno en cámara lenta, una despedida agridulce y serena. La belleza hiriente de verte partir sin haberlo pedido. Esa noche, ese simple acto reveló lo que fui a buscar ese día.

Hoy, no voy a culpar a la Iglesia ni a los sectores más conservadores. Hoy quiero reconocer mi culpa. No voy a inculpar ni a la política ni a los ilusos que se dejan influir por ideologías obsoletas, inhumanas y terribles que promueven el odio. Ni a la sociedad ni a la cultura. No voy  a culpar a esos padres que, al ver a sus hijos reírse del compañerito diferente, prefieren callar y no decir nada. Hoy, quiero reconocer todas aquellas veces que YO callé quien soy. Todas esas veces que reaccioné con vergüenza de lo que soy. Todas esas veces que mentí, que engañé, que dejé que se burlaran de mí.

Por todas esas cosas y muchas más, Daniel te pido perdón. Porque la sociedad no la construyen todos esos políticos corruptos que nos dirigen. La construimos todos. Si hoy ya no estás con nosotros, es porque todos contribuimos a que así fuera. Como decía uno de los carteles dispuestos en la reja de la Posta Central, ‘perdónanos por esta sociedad asesina’.

Hoy, me comprometo a no esperar que otros den un paso por mí. Prometo no resentirme y actuar con odio. De que me sirve maldecir a tus agresores y esperar de brazos cruzados a que las cosas cambien. Me comprometo a no enajenarme de la sociedad, sino volver a ella y educar a los que me rodean. A derrumbar mitos, a construir un cambio y a no olvidar tu nombre. Detrás de cada hombre que se burla, detrás de cada mujer que no entiende, detrás de cada cara de extrañeza y rechazo, simplemente existen prejuicios, falta de educación y  poca cercanía. Es que no sabemos quiénes somos. Es que no queremos entendernos. Es que tenemos miedo. Y yo quiero  que eso cambie.

Desde hace unos días estabas en un barco navegando entre la vida y lo que hay mas allá de ella. Tu energía por quedarte mantuvo a la opinión pública pendiente de ti. Pero hace unas horas, tu barco finalmente ha zarpado. Espero que entiendas que tu nombre, HOY,  nos ha cambiado como nación y que tu violento desenlace, para muchos como yo, ha contribuido positivamente en nuestras vidas.

Buen viaje Daniel Zamudio.

*Fuente: Felipe Mercado

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6 Comentarios

  1. libertad joan

    ¡ Hermosa carta ! Basta de discriminaciones, de burlarse de los demás, pegarles apatotados a uno sólo, eso no es de hombres sino de ratas putrefactas. No hay solidaridad de ninguna clase. Esos padres o esa familia está atontada en estos momentos por el dolor, no saben si están aquí en la tierra o en otra dimensión, tienen tanta ganas que esto solo sea un mal sueño. Cuando logran dormir un rato,despiertan sobresaltados pensando que no sea cierto. Pero yo no soy esos padres y creo que esos patanes, rufianes de la estupidez humana deben pagar, yo los pondría a trabajar que produjeran mucho y no les pagaría nada, para que aprendieran a conducirse como seres humanos.

  2. tania espinoza

    hermosos pensamientos . como puede existir tantas malas vibras en los jovenes que dañan a alguien como daniel tan grande es la ignorancia en este pais , como aserles entender . que todo ser vivo deve ser respetado :/ es una pena que esto ocurra pero hay que luchar contra el sistema para que no exista la palabra DISCRIMINACION .

  3. carola campos

    que bella carta felipe te lo agrazco mucho ya que yo como mama de de 2 niños me ase pensar y meditar sobre esto terrible que paso. y a guiar a mis hijos a que sepan respetar a su projimo…. por sobre todas las cosas

  4. gabriela aguilera

    Bellas reflexiones Felipe; la pregunta que cada uno debieramos hacernos es por qué discriminamos; que inseguridades, miedos y desconocimiento de nosotros mismos nos hace rachazar y a veces matar al otro diferente .
    Ojalá que Daniel y sus circunstancias haga que nuestra sociedad comience a cambiar de verdad, y que no nos ocurra lo que siempre; que pasado el impacto todo vuelve a ser como antes.

  5. Mario Céspedes

    Esta carta emotiva tiene dos mensajes importantes :

    Mensaje 1 : Lo que 4 chilenos le hicieron a Daniel en realidad lo hicimos todos. Cuando nos burlamos, cayamos y mentimos en relación a la orientación sexual de otros o de nosotros mismos hemos mantenido la discriminación homofóbica. De este mensaje brotan dos consecuencias :

    a) Los homofobos criminales son miembros de nuestra especie. Es posible ser un ser humano y cometer un crimen como éste.
    b) Para que la discriminación homofóbica deje de torturar y matar tenemos que modificar nuestras actitudes y comportamientos. No basta con exigir leyes y confiar en la policía y en la justicia para que sean respetadas. El Derecho Humano de vivr según su orientación sexual debe formar parte habitual de nuestra vida.

    Mensaje 2 : Este crimen nos lleva a arrepentirnos y a deprimirnos. Y en la lucha que tenemos por delante un soldado deprimido no es el más eficaz. ¿Quien introdujo la discriminación ?.

  6. Mario Céspedes

    ¿Quién introdujo la discriminación ? El dominio del más fuerte existe entre los animales. La agricultura mostró que la mujer embarazada no podía arar la tierra porque le provocaba aborto o parto prematuro. Los niños demasiado pequeños morían y el clan se sentía en peligro. Los hombres le atribuyeron a la mujer un rol secundario. Los homosexuales que no engendraban futuros guerreros ni cultivadores, en un tiempo en que el arma decisiva en el frente y en el campo era el número, fueron condenados por los poseedores y por los militares y luego por los religiosos. El patriarcalismo, dominio y discriminación del hombre engendrador sobre la mujer, los homosexuales, las minorías y los más débiles, fue así introducido y mantenido en el pueblo. La discriminación homofóbica está hoy presente en las leyes, la enseñanza y en nosotros por razones originalmente económicas, políticas, bélicas y religiosas, hoy anacrónicas, con el resultado que estamos viviendo.

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