Los Guerrero son enhiestos guerreros del Huasco y siguen de pié ante el acoso de la jauría barrickiana
por Paco Peña (Paris, Francia)
13 años atrás 6 min lectura
La carta de Félix tiene un profundo significado
Cada vez que he estado en Alto del Carmen o en San Félix al borde del río Del Carmen o subiendo por el costado del río Conay hacia el río Valeriano, me encuentro con Mario, Jorge, Verónica y los hermanos Guerrero, quienes desde hace años, al inicio, en medio de una gran orfandad, se propusieron oponerse con determinación al proyecto depredador de la Barrick Gold. Ello ha tenido en el curso de los años consecuencias para sus vidas laboral y familiar: amenazas, intimidación, discriminación. Pero los Guerrero son enhiesto guerreros del Huasco y siguen de pié ante el acoso de la jauría barrickiana y de sus cipayos nativos concertacionistas o derechistas: freístas, laguistas, bacheletistas o piñeristas.
La entereza de Félix merece ser señalada doblemente por cuanto ha sido uno de los primeros que en la bella zona de Alto del Carmen y San Félix, bajo ese sol único que no brilla en ninguna otra tierra, entrevió posibilidades de desarrollo de un turismo respetuoso del medio ambiente. Los Guerrero fueron de los primeros en hacer conciencia en la región sobre la necesidad de oponerse al proyecto de la multinacional y dedicaron parte de su precioso tiempo a esculpir sus gritos de protesta en montañas, piedras y en los pueblos que jalonan la ruta a lo largo del valle. Porque como en otras épocas de la dura vida de esa región, primero resistió la tierra, las montañas, sus hombres y mujeres.
Aquí queremos hablar del planeta Hombre, de lo imperioso que resulta preservar, alentar y ayudar esta lucha necesaria que algunos justos iniciaron en una casi completa soledad hace varios años.
La carta de Félix me ha hecho recordar que no sólo se trata de la defensa de la bellísima región del Huasco, sino que esta lucha emprendida por los guerreros Guerrero expresa la dignidad que aún no ha sido del todo arrebatada a nuestro pueblo por la lepra del neoliberalismo. En la vida de los pueblos, siempre hay algunos justos que están llamados a llevar en sus hombros la pesada carga de la dignidad de todos. Félix es uno de ellos.
No se trata únicamente de una causa ecológica con la cual muchos están de acuerdo. Hay algo más, la constatación que de no existir ejemplos como el que nos brinda Félix, nos estaríamos encaminando inexorablemente hacia un mundo humanamente invivible. Todos los ámbitos de la actividad humana han sido o están en proceso de mercantilización avanzada. No sólo el medio ambiente sino su correlato neoliberal: imposición de reglas de jungla, erradicación de la actividad sindical, criminalización de la protesta social, extinción de la solidaridad, omnipresencia de la cada vez más publicitada rentabilidad, rapacidad creciente de accionistas que como en el caso de Barrick viven al otro lado del mundo y que han invertido en función de ganancias auríferas que chorrean el sudor de tantos de nuestros compatriotas.
En la plaza de Vallenar hablaba hace algunos años con unos hermanos imprescindibles: Jorge, Juan, Verónica, Mario, Luis, quienes como Félix habían decidido librar un combate permanente contra el insaciable apetito de Barrick Gold. Les dije que su lucha era emblemática, que había que sacarla de los estrechos márgenes del valle y proyectarla a nivel nacional e internacional. Y así se hizo. Fue en el extranjero donde comenzó a tener resonancia la lucha por impedir que la búsqueda del oro a toda costa triunfara y venciera la férrea determinación de guerreros como los Guerrero.
Esta causa -como otras que existen en nuestro país, la ejemplar lucha de los estudiantes y mapuches, la de aquellos que propugnan la renacionalización del cobre por ejemplo- tiene que ver con la ecología, pero leyendo la carta de Félix creo que en este caso la trasciende. Es una decisión ética mucho más profunda que una opción política determinada . No estamos diciendo que la lucha política contingente no tiene validez, pero lo que vislumbro en la carta de Félix es su trasfondo de límpida dignidad que nos interpela acerca de qué país dejaremos a nuestros hijos, qué humanidad queremos ser.
La búsqueda desenfrenada del oro maldito, esa lepra blanca de la que hablaba el poeta, es característica de este mundo en su fase mundialista. Félix demuestra cual es el justo actuar. No es sólo una lucha ecologista, es un combate esencial por la dignidad. Ello ocurre en un pequeño pueblo y valle, mecidos por montañas de ocre brillante de esta región de nuestra patria..Pero lo sabemos, los mercaderes no tienen patria, la finanza tampoco y el dogma neoliberal instila el veneno del consumo, la tentación de venderse, la obsesión por la competencia y para que todo esto funcione, se pisotea la tradicional y tan necesaria solidaridad proclamando su caducidad. La causa de la dignidad humana es tan elevada como la lucha por la preservación del medio ambiente que Barrick pretende aplastar y que un imprescindible de Alto del Carmen se empecina en portar en sus hombros.
En la loca carrera del neoliberalismo hacia la mercantilización generalizada de todo lo que es humano, Félix he venido a recordarnos que no todo es comprable y que los hombres libres nacemos y vivimos con la imperiosa obligación de defender nuestra dignidad y oponernos al avasallamiento de nuestra tierra y de nuestras conciencias. No todos, claro, tienen la entereza de Félix.
Gold ejemplifica lo que Lucien Sève llama « la mercantilización generalizada de todo lo que es humano ». Nada de lo que es humano escapa ahora a la rapacidad de la finanza. Esto presagia que avanzamos hacia un mundo donde la riqueza decisiva será el ser humano, que también será « cosificado » y con él la devaluación de todos los valores. Pero reconocer la dignidad de un ser humano equivale decir que un hombre digno no tiene precio. El lenguaje neoliberal políticamente correcto apunta a pisotear lo honorable, lo verdadero, lo justo, lo desinteresado, lo gratuito, lo que se hace porque así nos lo dicta nuestra conciencia de hombre digno, es decir, libre.
Félix tiene un gran tesoro no cuantificable en onzas de oro: su familia y pocas cosas materiales.
Hoy en esta tarde otoñal parisina sus palabras han fulgido y resplandecido para mí como planetas.
Desde este lejano país, con humildad y devoción, recibe corajudo Guerrero, mi solidaridad y mis fervientes deseos de veros a todos vosotros en la floreciente y luminosa tierra florida de vuestro valle, libre de fauces y tentáculos hambrientos de oro.
Paco Peña, París 12 de noviembre de 2011 – 20 h 50.
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Extraordinaria y certeras letras con reflexión profunda y un alma sensible que ama el medioambiente.
Felicitaciones Paco.