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Chile: El Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores resuelve la táctica del Paro General

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El sábado 20 de noviembre de 2010 se realizó una nueva
Asamblea General del Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores (MPT),
agrupación anticapitalista fundada en abril de 2009 en cuyo seno confluyen
diversas organizaciones político-sociales que tienen como horizonte común la
lucha resuelta "Contra la indecisión, la indiferencia, las maquetas y los
remedos. Contra la dispersión destructiva y añosa de las iniciativas políticas
y sociales de inspiración revolucionaria pequeñas y menos pequeñas. Contra la
apatía, la alienación abrumante, las traiciones, el acomodo, el cinismo y los
disfraces. Contra la desesperanza paralizante, el sectarismo, la impotencia;
contra el horror y los enemigos históricos y bien armados. Sobre todo, contra
los patrones, los pocos dueños de todo; el capital y el capitalismo; contra la
maldición de una sociedad de clases; contra la soledad, el abandono; contra la
burguesía y el imperialismo, contra el actual orden de las cosas. Por la unidad
necesaria de los que luchan de manera invisible y localmente, y los que
protagonizan movimientos más amplios y estables. Porque siempre los pueblos y
los trabajadores viven en crisis, pero la actual se viene con especial bronca y
violencia sobre los desheredados, y si no se atan los empeños existentes, la
resistencia y luego la ofensiva son escenarios imposibles. Porque Chile está
flagelado por la desigualdad más insultante, y hegemoniza -transitoriamente- un
bloque en el poder formado por los dueños contados del país y sus
representantes políticos bien distribuidos entre la Concertación y la Coalición por el Cambio.
Porque la alta concentración de la propiedad y la riqueza es apabullante e
indiscutible, y los trabajadores y el pueblo son pura clientela, consumidores,
mercancía explotable a precio de bodega, pero nunca personas y mayoría social
que define en conjunto su destino. Porque desde que comenzaron los gobiernos
civiles hace  20 años, abajo las cosas
han permanecido tal cual las dejó la dictadura. ¿Qué ya no hay tanta represión
y la gente se puede reunir libremente? Sí, hasta que el movimiento popular no
constituya una variable que inestabilice la paz social que precisa el puñado
que manda para continuar abultando sus privilegios. Aunque cada 4 años los
inscritos en los registros electorales -que se desploman tendencial y
verticalmente en tanto pasan los años- puedan marcar una papeleta por algún
representante impuesto por los que dominan y uno que otro representante de la
izquierda tradicional, las cosas no varían porque simplemente no existe el
movimiento real de los pueblos y los trabajadores capaz de presentar combate
político y social contra la clase que ordena y terminar por transformase en
necesaria alternativa política.  Con
voluntad de lucha y unidad. Para colaborar en la dinamización de la lucha de
clases en Chile; ese viejo combate entre capital y trabajo, entre explotados y
explotadores, entre los dueños de los medios de reproducción de la vida y los
que sólo poseen su fuerza de trabajo para sobrevivir, con el objetivo estratégico
de construir una sociedad donde la felicidad humana, la racionalidad colectiva
y no la ganancia patológica; la cultura y las ciencias; el bienestar de la
humanidad y la naturaleza en convivencia amigable, lejos del lucro y la
depredación; la fraternidad, la igualdad y la libertad gobiernen las relaciones
sociales."

La táctica convenida democráticamente por los asistentes a la Asamblea de la asociación
anticapitalista -que tuvo de militancia social y política, representantes del
pueblo mapuche, el estudiantado rebelde, el mundo sindical organizado y del
medioambientalismo radical- se resumió en colaborar organizadamente en el
resultado político del paro y protesta general. Al respecto se aprobó, entre
otros aspectos subordinados al esfuerzo central,  la propuesta 
siguiente: "Una de las formas de gatillar el prólogo de un nuevo ciclo
de lucha social, es el paro general. Esto es, la articulación premeditada de la
unidad de los más amplios sectores de los trabajadores y el pueblo por demandas
tanto históricas, como la renacionalización del cobre -fuente principal del crecimiento
real de la economía nacional y, por tanto, base insoslayable para una eventual
industrialización y auténtica soberanía bajo paradigmas asociados al cuidado de
la naturaleza y al desarrollo sustentable y a largo plazo-; como de las
reivindicaciones y derechos sociales elementales, hoy inexistentes. Esto quiere
decir, salud, educación, vivienda y seguridad social públicas de excelencia y
acceso universal; trabajo, salario adecuado, empleo estable (para frenar, tanto
el endeudamiento plástico, como las enfermedades y accidentes laborales);
posibilidad de créditos productivos de bajo precio y alta regulación del
sistema financiero. Asimismo, y de manera distintiva, se agregan en el mismo
estadio, las reclamaciones territoriales, políticas y culturales del pueblo
mapuche.

Naturalmente, cada sector de los trabajadores y los pueblos
tiene como punto de arranque demandas propias que, voluntaria y
premeditadamente deben sintetizarse en una plataforma de lucha de sentido
inmediato y urgente. El paro general es, por un costado, un inicio tendiente a
romper el inmovilismo general y la debilidad de las luchas parciales, y por
otro, un punto de llegada táctico con indudable unidad de sentido. Se trata de
la política necesaria para un período (por ejemplo, el tiempo que comprende el
actual gobierno). Es decir, el paro general es producto de un proceso de
construcción de condiciones y concertación de fuerzas. Y, si bien Piñera no es
Pinochet, el aprendizaje político que dejó la lucha contra la dictadura
militar, indica que para el llamado airoso a un paro general -que en Chile
primero será mucho más el marco indispensable para una protesta general que una
huelga general en términos clásicos- debe realizarse la reunión -al menos
suficiente cualitativamente- de la autoridad histórica y legítima de las
grandes mayorías: los trabajadores.

Claramente, la militancia popular debe abocarse no sólo a la
propaganda o a testimoniar las injusticias del capitalismo. Su tarea
prioritaria debe ser la concentración en particular de la unidad, primero de
los más organizados. La convocatoria a un paro general que provoque las
condiciones ampliadas de la protesta social multisectorial y multicultural,
tiene que llevarse a cabo por los asalariados de los territorios estratégicos
de la economía chilena. Esto es, los trabajadores del cobre, la banca, los
forestales, la pesca, el comercio, el transporte y el cuentapropismo
organizado.

El horizonte táctico de un paro general -de acuerdo a las
formas descritas- no demanda una alineación política de alta densidad ni pactos
ideológicos. De acuerdo a la propia realidad, las agrupaciones de trabajadores
de las áreas estratégicas de la economía deben convenir una plataforma básica,
inclusiva, amplísima, plástica y práctica, legible e incuestionable. El objetivo
es que en las formas y los contenidos, los llamados a convocar al paro general
den cuenta de las demandas más sensibles de las grandes mayorías. Eso
resultaría más que suficiente para desatar, de menos a más, el malestar social
todavía agazapado de los populares.

Aquí se propone una forma determinada por el descontento de
los muchos, que privilegia la lucha por abajo y en los espacios públicos hoy
empapelados por la publicidad y la vigilancia. Aquí se propone los pasos
primeros para devastar el fatalismo y la paz de cementerios que exige la
superexplotación laboral, el despojo de los recursos naturales, el desempleo,
el castigo a la disidencia, la represión 
contra el pueblo mapuche en lucha. Aquí se propone una forma para
comenzar la demolición a largo plazo de una sociedad inhumana y
estructuralmente desigual. Se trata de ofrecer, a través de luchas dispersas,
pero existentes, una respuesta a cómo, lo más concertadamente posible,
inaugurar un nuevo ciclo del movimiento social en Chile con sentido."

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