Chile: Los 33 mineros sepultados han sido rescatados vivos y salvos
por Patricio Guzmán (Chile)
14 años atrás 14 min lectura
Canción del minero
(Víctor Jara)
Voy
Vengo
Subo
Bajo
Todo para qué
Nada para mí
Minero soy
A la mina voy
A la muerte voy
Minero soy
Abro
Saco
Sudo
Sangro
Todo pa’l patrón
Nada pa’l dolor
Minero soy
A la mina voy
A la muerte voy
Minero soy
Mira
Oye
Piensa
Grita
Nada es lo peor
Todo es lo mejor
Minero soy
A la mina voy
A la muerte voy
Minero soy
Humano soy
Post Scriptum
Ha culminado exitosamente el rescate de los 33 mineros
sepultados bajo tierra en la mina San José. Ha habido celebraciones
generalizadas en todo Chile, pero no hay que olvidar que esto no era un
‘reality show’, ni un programa más de farándula a los que nos tiene
acostumbrada la televisión local. Se ha hecho un enorme show mediático que ha
servido para dar rédito político al gobierno y al presidente Piñera,
escondiendo muchas responsabilidades y causas de esta tragedia.
En primer lugar la falta de respeto por la vida y las
condiciones laborales de los trabajadores, de empresarios cuya única meta es
ganar dinero, sin invertir lo mínimo
necesario en seguridad, incluso después de haberse comprometido a ello.
Una legislación poco exigente, y falta de fiscalización, de
las instituciones que se supone tienen el deber de hacerlo, pero no cuentan con
personal ni presupuesto para cumplir su función.
La responsabilidad del Ministerio de Minería encabezado por
Laurence Golborne, que ahora por haber aparecido al frente de las labores de
rescate goza de su momento de gloria, pero que antes de la catástrofe frente a
la solicitud de entrevista de dirigentes sindicales mineros, para dar cuenta de
la inminencia de un accidente grave en la mina, se negó a recibirlos y el
argumento que recibieron los trabajadores fue que "ellos (el ministerio)
estaban para preocuparse de la creación de empleo no de la seguridad laboral".
Y la corrupción de los funcionarios que otorgaron permisos
de faenas que no eran aptas.
En Chile según cifras oficiales murieron a consecuencia de
accidentes laborales, más de 150 trabajadores, solamente en el primer trimestre
del año. Es urgente una legislación sobre seguridad laboral rigurosa, con
control efectivo de los trabajadores y sus sindicatos. Necesitamos que se
cumpla la fiscalización laboral, especialmente en faenas riesgosas, lo que como
mínimo significa que los organismos que tienen la responsabilidad cuenten con
la planta de funcionarios idóneos suficientes y presupuesto.
Una de las cosas más impresionantes, fue la solidaridad, la
entereza anímica, la capacidad de aguante físico y de organización de los
trabajadores atrapados a 700
metros bajo el suelo. Demostró la tremenda capacidad
práctica y de la clase obrera chilena. Tras 16 días, de permanecer sin contacto
con el exterior, casi sin comida ni agua, con poca luz y a cerca de 30º grados
de temperatura, lo primero que preguntaron los trabajadores fue si el resto de
sus compañeros que estaban en la mina habían cuando ocurrió el derrumbe habían
podido salir bien.
Demostrando su orgullo de clase trabajadora, uno de los 33
mineros rescatados Mario Sepúlveda declaró: "A los profesionales que hacen todo
esto, publicidad, televisión, lo único que les pido yo en términos personales
es que por favor no nos traten como artistas ni periodistas. Yo quiero que me
sigan tratando como Mario Antonio Sepúlveda, trabajador, el minero".
En medio de la enorme alegría que nos embarga al saber que
estos mineros han sido rescatados. No nos olvidamos de los cerca de 300
trabajadores que han perdido su puesto de trabajo en la mina, y que como los
empresarios no habían pagado sus cotizaciones de indemnización y de previsión
privatizadas en Chile, corren el riesgo de quedar en la indefensión. Además está el caso dramático del trabajador
Gino Cortés, que en un accidente anterior había perdido una pierna, y según
declaró todavía no recibía ninguna indemnización.
Piñera declaró que el mundo ha visto que en Chile hacemos
las cosas bien. Incluso dejando de lado el sufrimiento de esta catástrofe, y
midiéndolo solamente en dinero, como le gusta hacerlo a los empresarios. Se
calcula que el rescate ha costado entre 4.5 y 5 millones de dólares, ese costo
se hubiera evitado, si se hubieran implementado las normas de seguridad mínimas
exigidas por la ley actual. Es difícil decir así que se hacen las cosas bien.
33 hombres sepultados vivos
El 5 de agosto, en la mina San José, cerca de la ciudad
chilena de Copiapó, a 800
kilómetros al norte de la ciudad de Santiago, se produjo
lo que para muchos era la crónica de un desastre esperado. El derrumbe de parte
de los túneles del yacimiento dejó sepultados a 33 mineros que laboraban en
ella. Mientras escribimos estas líneas una perforadora ha conseguido construir
un túnel que ha llegado hasta los mineros, aunque aún debe ser ensanchado y
asegurado en un terreno inestable para poder sacar a los hombres sepultados
desde los 700 metros
de profundidad donde se encuentran, lo que aún podría llevar mucho tiempo.
En cualquier caso los mineros sepultados bajo tierra en
Chile, ya han superado todas las marcas en accidentes parecidos anteriores.
La minería en Chile es un sector que deja utilidades muy
grandes a sus propietarios capitalistas y al estado. Se estima que la minería
aporta el 47% de las exportaciones totales, y representa el 7% del PIB.
El accidente puso al descubierto la situación de inseguridad
en la que trabajan los mineros en Chile. No existen leyes adecuadas para
resguardar a los mineros, y cuando existen no se fiscaliza su cumplimiento.
Esto es especialmente grave en las pequeñas y medianas empresas del sector, el
estado no les ofrece protección ni vigila que se cumplan sus derechos. Así día a día, los trabajadores exponen sus vidas
en los yacimientos para ganar el pan para sus familias. El primer semestre de
2010 se reportaron 31 trabajadores mineros fallecidos.
La cantidad de inspectores para asegurar la aplicación de
leyes laborales y de seguridad en el trabajo es desproporcionadamente pequeña,
cuando no sencillamente ridícula, para la cantidad de empresas que deben
fiscalizar. Las multas además son pequeñas, y a menudo se da el caso de
empresas que prefieren pagar la multa, sin cumplir las exigencias o
recomendaciones del organismo fiscalizador. La Federación Minera
de Chile exigió que "Las multas y sanciones deberían ser más drásticas, porque
las empresas muchas veces prefieren pagar las multas, porque son irrisorias…
Las suspensiones son muy escazas y son esporádicas porque después de un tiempo
vuelven a reabrir, y con conocimiento de las autoridades."
Los trabajadores del Servicio Nacional de Geología y
Minería, han denunciado que año tras año han visto su presupuesto reducido, lo
que en la práctica implica que no pueden cumplir la función de fiscalizar en
terreno minas de difícil acceso y a veces a miles de metros de altura. El
presidente de la Asociación
de Funcionarios señaló que hay tres fiscalizadores de seguridad para 844 faenas
en la zona. De hecho en todo el país, para 4.500, pequeñas y medianas,
explotaciones mineras, hay solo 16 fiscalizadores.
Aún así, en la lógica desreguladora y de menor injerencia
del estado que anima el gobierno de Sebastián Piñera, en su programa proponía
transformar al principal organismo con funciones fiscalizadoras, la Dirección del Trabajo,
en un organismo puramente mediador, y de consejería.
El drama de los 34 mineros enterrados ha sacado a la luz
múltiples injusticias e inequidades que cometen habitualmente los empresarios
en Chile, más allá de las responsabilidades francamente criminales. Los mineros
se encontraron sin seguro de accidentes, ni de salud, debido a que la empresa
no pagaba a las instituciones correspondientes el dinero destinado a asegurar
casos de accidentes, de enfermedades, ni tampoco las cuotas correspondientes al
fondo de pensiones, dinero que, sin embargo, descontaba a los trabajadores de
sus salarios.
Los mineros, y las familias que de ellos dependen, no saben
si cobrarán sus próximos salarios. La empresa propietaria de la mina, ha
declarado que no cuenta con dinero para continuar pagándoles, y además que
ellos no tienen como hacerse cargo de los millonarios costos de las labores de
rescate, por lo que esperan que el estado se haga cargo.
Afortunadamente, la gran conmoción pública causada por el
caso de los 34 mineros, les permitió que hasta ahora todas las instituciones de
seguridad social, en Chile en su mayoría privadas, no hayan eludido la
responsabilidad, y hasta ahora el gobierno se ha hecho cargo de las labores de
rescate, con un costo millonario.
A pesar de sus condiciones desesperadas, de no contar con un
refugio adecuado, con poca comida y agua, los mineros se organizaron con mucho
profesionalismo y solidaridad desde el primer momento. Aprovecharon los
conocimientos de los muchos años de oficio de la mayoría de ellos, así como la
formación superior de varios, para mejorar en lo posible los recursos de un
refugio que no contaba con las condiciones adecuadas para un derrumbe de esa
envergadura. Mantuvieron la disciplina de grupo, aprovecharon las baterías de
los vehículos y maquinaria que quedó abajo en la mina para contar con energía
para iluminarse. Racionaron la poca comida que había hasta el límite, comiendo
una cucharada de pescado en lata cada 48 horas, por ejemplo.
Bebieron el agua que tenían con igual cuidado, incluso
acopiaron el agua que encontraron en los vehículos. Hasta diseñaron en trozos
de papel un juego de dominó para entretenerse en las horas de tedio.
Organizaron servicios religiosos diarios y en general una rutina de actividades
para mantenerse ocupados. Siempre en la confianza que sus compañeros estarían
buscándolos. Ello les permitió resistir la larga espera hasta que llegaron a
ellos desde el exterior con una de las sondas, con las que se intentaba
localizarlos y comprobar si estaban con vida y donde.
Sus familiares en la superficie presionaron todo lo que
pudieron para impedir que se abandonaran las tareas de búsqueda y rescate,
incluso cuando el gobierno comenzó a preparar a la opinión pública para aceptar
el desenlace fatal. El ministro de minería declaró en un momento que las
posibilidades de rescatar a los mineros eran muy pequeñas, de solo el 2%,
después que una cuadrilla de mineros rescatistas casi pierde la vida al
interior de la mina, debido a un nuevo derrumbe. Los mineros rescatistas
salvaron sus vidas pero salieron frustrados y llorando comunicaron a las
familias de los atrapados su fracaso. Aún así, en una muestra tremenda de
solidaridad de clase y humana, al ver que no avanzaban las labores y que el
gobierno comenzaba a vacilar sobre la conveniencia de seguir adelante con el
esfuerzo de rescate. Varios mineros se ofrecieron voluntarios para continuar
trabajando dentro de la mina para sacar a sus compañeros atrapados, asumiendo
ellos toda la responsabilidad por el peligro que correrían.
Una mina que no debería haber estado funcionando.
San José había sido
cerrado previamente por orden de la autoridad del Servicio Nacional Geológico
Minero (SERNAGEOMIN), es una mina en explotación por casi doscientos años,
llena de galerías antiguas y con roca inestable. El 2003, el secretario del
sindicato de la Compañía
minera San Esteban, propietaria del yacimiento, había presentado a la justicia
un recurso de protección para detener la explotación. Recurso judicial que
nunca prosperó.
El año 2004 el desprendimiento de una roca provocó la
defunción del obrero Javier Castillo. Fue después de esta muerte que se decretó
la clausura temporal de la mina. En una mina vecina, propiedad de la misma
compañía, murió el trabajador Pedro Gonzales en 2003, y Fernando Contreras en
2005.
No obstante, los propietarios garantizaron la seguridad y
obtuvieron la reapertura, pero otro minero murió en 2007 y se decretó el cierre
definitivo.
Sin embargo, a fines de mayo de 2008, la explotación obtuvo
los permisos de SERNAGEOMIN y volvió a abrir. Supuestamente se habían llevado a
cabo en su interior proyectos de ventilación, eléctricos y un estudio
geomecanico, con sistemas de fortificación y monitoreo geotérmico. Además se
suponía que la mina contaba con una ruta de evacuación de emergencia a través
de un ducto de ventilación con escaleras.
A principios de 2010 falleció Manuel Villagran en otro
accidente en la mina. Un mes antes del derrumbe que dejó a los 33 mineros
sepultados, Gino Cortés sufrió la amputación de una pierna por la explosión de
una muralla en la mina. La mina era reconocidamente de alto peligro.
Ahora sabemos además que para aumentar las ganancias los
propietarios tomaron decisiones francamente criminales. Así en una mina con
roca inestable, redujeron el número de vigas de apuntalamiento, aumentando los
metros entre ellas. Incluso llegaron a ordenar su desmantelamiento cuando
obstaculizaban el trabajo de maquinaria en las vetas de mineral. Cuando se
produjo el derrumbe, lo primero que intentaron los mineros fue ascender por la
escalera del ducto de ventilación, que supuestamente era la salida de
emergencia con la que contaba la mina. Pero descubrieron que la escala solo
existía en una parte del trayecto y debieron abortar el intento de salida. Más
tarde todo el ducto colapsó y ya no hubo posibilidad de usarlo. Sin embargo, si
la empresa minera hubiera contado con la salida de emergencia, los mineros
hubieran salido todos a salvo en las primeras horas.
Pero, ¿Por qué trabajaban en esa mina tan peligrosa, mineros
con tanta experiencia?
Lo que explica que los mineros se encontraran laborando en
condiciones tan peligrosas, tremiendo ellos que pasara algo grave, y con las
señales que enviaba la mina con sus bramidos y accidentes anteriores, es la
situación de tremendo desempleo, que obliga a los trabajadores a aceptar
trabajos de alto riesgo.
Cuando salgan de su largo encierro los trabajadores
sepultados se encontraran sin trabajo, en una zona en que hay alto desempleo.
Como resultado, del desastre en la mina San José, 300 mineros han quedado sin
trabajo. Además, ante la emergencia SERNAGEOMIN, ha debido cerrar algunas
faenas en iguales condiciones de peligro.
Ministerio de Minería: "No estamos para preocuparnos de la
seguridad laboral si no del empleo"
El sindicato de la mina, trató que se obligara a los
empresarios a tomar medidas de seguridad apropiadas, recurrieron incluso a los
tribunales, sin éxito. La Confederación Minera a la que estaban afiliados,
intentó incluso una entrevista con el ministro de minería. Este no los recibió,
y el funcionario con el que pudieron hablar les dijo que el ministerio no
estaba para preocuparse de seguridad laboral, sino para garantizar el empleo
(léase las ganancias de los capitalistas)
El Show mediático de Piñera
Hace cerca de 70 días un grupo de luchadores mapuche presos
en distintas cárceles del país comenzó una huelga de hambre, exigiendo que no
se les aplicara la ley anti terrorista de la época de Pinochet, ni el doble
juicio por tribunales militares y civiles. Casi por 50 días los medios de
comunicación de masas, y el gobierno, ignoraron la huelga de hambre. Solamente
a través de redes de comunicación alternativas, mayoritariamente por internet,
la noticia se abrió camino. El caso dramático de los mineros, les sirvió
inicialmente para desviar la atención de la gente en todo el país de este y
otros problemas, por eso afortunadamente para los mineros, al contrario de lo
que suele ocurrir con situaciones que perjudican la imagen de los empresarios,
el caso de los 34 mineros sepultados al interior de la mina San José, recibió
desde el comienzo amplia cobertura.
Cuando en la mañana del 22 de agosto, después de muchos
intentos infructuosos, los trabajadores de la sonda comenzaron a oír golpeteos
a 700 metros
de profundidad desde el fondo de la mina, y luego al extraer el martillo
percutor encontraron adherido un papel con la leyenda en rojo: "Estamos bien en
el refugio los 33",
por primera vez tras 17 días de incertidumbre, supieron a ciencia cierta que
sus colegas estaban con vida. Sin embargo, recibieron la instrucción de no
contar nada a los familiares ni a la prensa, para reservar el momento mediático
al presidente Piñera. Arriesgando sus puestos de trabajo, los operadores le
contaron a los familiares que estaban desesperados esperando noticias, y la
noticia se filtró a la prensa, varias horas antes del anuncio de Piñera,
restándole algo de fuerza a su show mediático.
Los resultados del capitalismo salvaje
El yacimiento San José, a pesar de los múltiples avisos previos
que dio la mina, incumplía reglamentos de seguridad, carecía de salida
alternativa a la principal, y poseía un solo refugio con capacidad para solo 20
personas, más apto como refugio de incendio que de derrumbes.
El desastre en la mina San José es una muestra de lo que
puede pasar cuando con un capitalismo salvaje y desregulado en la práctica, las
empresas pueden privilegiar las ganancias sobre cualquier otra consideración,
incluso el riesgo de la vida de los trabajadores. Ha dejado al descubierto la responsabilidad
del estado que prioriza a las empresas, y al crecimiento económico, sobre las
vidas de los mineros.
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