Memorando al presidente de EE.UU. de antiguos oficiales de los servicios de inteligencia
por GlobalResearch
14 años atrás 18 min lectura
DE: Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS)
REFERENCIA: Guerra con Irán
Le escribimos para alertarle sobre la probabilidad de que Israel podría
atacar a Irán ya durante este mes. Eso probablemente conduciría a una
guerra más amplia.
Los dirigentes de Israel calcularían que una vez iniciada la batalla,
una política en la que usted dé algo menos que un generoso apoyo a
Israel será insostenible, no importa cómo haya comenzado la guerra, y
que entonces tropas y armamentos estadounidenses fluirán libremente. Una
guerra más amplia podría terminar en última instancia en la destrucción
del Estado de Israel.
Esto puede evitarse, pero sólo si usted actúa rápidamente para impedir
un ataque israelí, condenando públicamente un acto semejante antes de
que suceda.
Creemos que comentarios de altos responsables estadounidenses,
incluyendo los suyos, reflejan una confianza mal colocada en el primer
ministro israelí [Benjamin] Netanyahu.
En realidad, la expresión en sí puede ser reveladora, como cuando el
director de la CIA, Panetta, señaló displicentemente que Washington
deja que los israelíes decidan si atacan a Irán y cuándo, y cuánto
“espacio” se deja al esfuerzo diplomático.
El 27 de junio, Panetta dijo a Jake Tapper de ABC: “Pienso que están
dispuestos a darnos el espacio para intentar cambiar a Irán
diplomáticamente… en lugar de cambiarlo mediante medios militares”.
De la misma manera, el tono que usted utilizó al referirse a Netanyahu y
a su persona en su entrevista del 7 de julio con la televisión israelí
estuvo claramente en desarmonía con décadas de historia deplorable con
los dirigentes israelíes.
“Ninguno de nosotros trata de sorprender al otro”, dijo usted, “y pienso
que el primer ministro Netanyahu está comprometido con esa actitud”.
Tal vez convenga que usted pida al vicepresidente Biden que le recuerde
el tipo de sorpresas que encontró en Israel.
Los ataques por la espalda han sido hace tiempo una flecha en el carcaj
de Israel. Durante la crisis emergente en Oriente Próximo en la
primavera de 1967, algunos de nosotros presenciamos de cerca una
avalancha de sorpresas y engaños israelíes, cuando predecesores de
Netanyahu simularon miedo de un inminente ataque árabe como
justificación para iniciar una guerra a fin de apoderarse de territorios
árabes y ocuparlos.
Hace tiempo habíamos concluido que Israel había estado exagerando la
“amenaza” árabe mucho antes de 1982 cuando el ex primer ministro israelí
Menachem Begin confesó públicamente:
“En junio de 1967, teníamos una alternativa. Las concentraciones del
ejército egipcio en las cercanías del Sinaí no probaban que [el
presidente egipcio] Nasser estaba realmente a punto de atacarnos.
Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlo”.
Israel, en los hechos, se había preparado bien en lo militar, y también
había organizado provocaciones contra sus vecinos, a fin de provocar una
reacción que pudiera utilizarse para justificar la expansión de sus
fronteras.
Ante este historial, sería bueno encarar con un escepticismo adecuado
cualesquiera garantías privadas que Netanyahu haya podido dar de que
Israel no lo sorprenderá con un ataque contra Irán.
Los cálculos de Netanyahu
Netanyahu cree que tiene las cartas altas, en gran parte debido al
fuerte apoyo del que goza en nuestro Congreso y de nuestros medios
enérgicamente pro israelíes. Interpreta nuestra renuencia a llegar a
mencionar públicamente temas bilaterales controvertidos durante su
reciente visita como afirmación de que está bien ubicado en la relación.
Durante años electorales en EE.UU. (incluyendo las elecciones a mitad de
período), los dirigentes israelíes se muestran particularmente
confiados en el poder que ellos y el lobby del Likud poseen en la escena
política estadounidense.
El actual primer ministro aprendió mucho de Menachem Begin y Ariel Sharon.
La actitud de Netanyahu se hace patente en un vídeo grabado hace nueve
años y mostrado en la televisión israelí, en el que alardeó de cómo
engañó al presidente Clinton para que creyera que él (Netanyahu) estaba
ayudando a implementar los acuerdos de Oslo, en circunstancias en las
que en realidad los estaba destruyendo.
El vídeo muestra una actitud despectiva hacia –y su asombro ante– un
EE.UU. tan fácilmente influenciado por Israel. Netanyahu dice:
“EE.UU. puede ser dirigido con facilidad. Dirigido en la dirección
correcta… No se interpondrá en nuestro camino… Un ochenta por ciento de
los estadounidenses nos apoya. Es absurdo”.
El columnista israelí Gideon Levy escribió que el vídeo muestra que
Netanyahu es un “estafador… que piensa que tiene a Washington en el
bolsillo y que puede engañarlo”, y agrega que una conducta semejante “no
cambia con el pasar de los años”.
Como hemos mencionado anteriormente, Netanyahu ha tenido modelos de conducta instructivos.
Ni más ni menos que el general Brent Scowcroft dijo al Financial Times
que el ex primer ministro israelí Ariel Sharon había “hipnotizado” a
George W. Bush; que Sharon “hacía con él lo que le daba la gana”.
(Scowcroft fue rápidamente relevado de sus tareas como jefe del
prestigioso Consejo de Asesoría de Inteligencia Exterior del presidente y
se le dijo que no volviera a dejarse ver nunca en el umbral de la Casa
Blanca).
Si se necesitara otra prueba del apoyo político estadounidense para
Netanyahu, éste fue manifiesto cuando los senadores McCain, Lieberman, y
Graham visitaron Israel durante la segunda semana de julio.
Lieberman afirmó que existe amplio apoyo en el Congreso para utilizar
todos los medios para impedir que Irán se convierta en una potencia
nuclear, incluso “mediante acciones militares si es necesario”. Graham
también fue explícito: “El Congreso respalda a Israel”, dijo.
Hace poco, 47 republicanos de la Cámara de Representante firmaron H.R.
1553 declarando su “apoyo al derecho de Israel a utilizar todos los
medios necesarios para enfrentar y eliminar amenazas nucleares
planteadas por Irán… incluyendo el uso de fuerza militar”.
El poder del lobby del Likud, especialmente en un año electoral,
facilita los intentos de Netanyahu de convencer a los pocos entre sus
colegas que necesitan ser convencidos de que posiblemente no vuelva a
haber un momento más propicio para producir un “cambio de régimen” en
Teherán.
Y, como esperamos que sus asesores se lo habrán dicho, el cambio de
régimen, no armas nucleares iraníes, constituye el interés primordial de
Israel.
Si el pretendido temor de Israel de que una o dos armas nucleares en el
arsenal de Irán puedan cambiar las reglas del juego, se habría podido
esperar que los dirigentes israelíes saltaran de alegría ante la
posibilidad de que la mitad del uranio poco enriquecido de Irán se envíe
al extranjero.
Pero descartaron como un “truco” el acuerdo tripartito mediado por
Turquía y Brasil, alentado personalmente por usted, que habría enviado
la mitad del uranio poco enriquecido de Irán fuera del control de
Teherán.
El Estimado Nacional de Inteligencia (NIE)
Los israelíes han estado observando atentamente los intentos de la
comunidad de la inteligencia de EE.UU. de actualizar, en un “Memorando a
los titulares”, el NIE de noviembre de 2007 sobre el programa nuclear
de Irán. Vale la pena citar un par de las estimaciones esenciales de ese
Estimado:
“Vemos con mucha confianza que en el otoño de 2003 Teherán detuvo su
programa de armas nucleares… Evaluamos con una confianza moderada que
Teherán no ha reiniciado su programa nuclear a mediados de 2007, pero no
sabemos si actualmente se propone desarrollar armas nucleares…”
Antes este año, el testimonio público ante el Congreso del ex director
de inteligencia nacional Dennis Blair (1 y 2 de febrero) y del director
de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, general Ronald Burgess con
el vicepresidente el Estado Mayor Conjunto, general James Cartwright (14
de abril) no alteró esos cálculos cruciales.
Blair y otros siguieron subrayando el agnosticismo de la comunidad de la
inteligencia respecto a un punto esencial. Como Blair dijo antes este
año: “No sabemos si Irán terminará por decidir la construcción un arma
nuclear”.
Los medios han informado de comentarios informales de Panetta y de su
persona, con una evaluación más sombría –y que usted dijo a la
televisión israelí: “…todos los indicadores sseñalan que ellos [los
iraníes] efectivamente buscan un arma nuclear;” y que Panetta dijo a
ABC: “Pienso que sigue trabajando en diseños en esa área [de armas
nucleares]”.
Panetta se apresuró a agregar, sin embargo, que en Teherán: “Hay un
continuo debate ahora mismo sobre si se debería o no seguir adelante con
la bomba”.
Es probable que Israel crea que debe otorgar más peso al testimonio
oficial de Blair, Burgess y Cartwright, que concuerdan con el anterior
NIE, y los israelíes temen que el tan retrasado Memorando a los
titulares del NIE 2007 confirme esencialmente las opiniones cruciales
del Estimado.
Nuestras fuentes nos dicen que es probable que un Memorando a los
titulares honesto haga precisamente eso, y que sospechan que el retraso
de varios meses significa que las evaluaciones de inteligencia están
siendo “ajustadas” a la política –como fue el caso antes del ataque
contra Iraq.
Una guerra impedida
Las evaluaciones cruciales del NIE de noviembre de 2007 fastidiaron los
planes del gigante destructor dirigido por Dick Cheney que avanzaba
hacia la guerra contra Irán. El NIE enfureció a los dirigentes de Israel
ansiosos de atacar antes que el presidente Bush y el vicepresidente
Cheney dejaran el poder. Esta vez, Netanyahu teme que la emisión de un
Memorando honesto pueda tener un efecto similar.
En resumidas cuentas: más incentivo para Israel para evitar un Estimado semejante mediante un ataque a Irán lo antes posible.
El anuncio de la semana pasada de que funcionarios estadounidenses se
reunirán el próximo mes con sus homólogos iraníes para reanudar
conversaciones sobre maneras de organizar el enriquecimiento de uranio
poco enriquecido iraní para el reactor de investigación médica de
Teherán fue una buena noticia para todos con la excepción de los
dirigentes israelíes.
Además, se informa que Irán ha dicho que estaría dispuesto a detener el
enriquecimiento a un 20% (el nivel necesitado para el reactor de
investigación médica), y ha dejado claro que desea reanudar las
conversaciones.
De nuevo, un acuerdo que envíe una gran parte del uranio poco
enriquecido de Irán al extranjero dificultaría, por lo menos, el
progreso hacia armas nucleares si Irán decidiera desarrollarlas. Pero
también debilitaría considerablemente la justificación más aterradora de
Israel para un ataque a Irán.
En resumidas cuentas: ahora que se programa la reanudación en septiembre
de conversaciones que los dirigentes de Israel calificaron
anteriormente de “truco”, aumenta el incentivo en Tel Aviv para que los
israelíes ataquen antes de que se puede llegar a tal acuerdo.
Volvamos a decirlo: el objetivo israelí es el cambio de régimen. La
creación de un temor sintético a armas nucleares iraníes es simplemente
el mejor camino para “justificar” la realización de un cambio de
régimen. Dio buenos resultados en Iraq, ¿no es cierto?
Otra guerra que hay que impedir
Es muy probable que una enérgica declaración pública suya, advirtiendo
personalmente a Israel de que no ataque a Irán bloquearía una acción
israelí semejante. Una segunda etapa podría incluir el envío del
almirante Mullen a Tel Aviv con instrucciones de militar a militar a
Israel que digan: Ni siquiera piensen en hacerlo.
Después del NIE de 2007, el presidente Bush se impuso sobre el
vicepresidente Cheney y envió al almirante Mullen a Israel para
transmitir ese duro mensaje. Esa primavera, Mullen volvió a casa muy
tranquilizado, seguro y agradecido de haber evitado la probabilidad de
tener que ejecutar una orden inspirada por Cheney de enviar fuerzas
estadounidenses a una guerra contra Irán.
Esta vez, Mullen volvió nervioso de una visita a Israel en febrero de
2010. Desde entonces se ha estado preocupando a voces de que Israel
pueda llegar a enredar a EE.UU. en una guerra contra Irán, aunque agrega
la garantía obligatoria de que el Pentágono tiene un plan de ataque
para Irán, por si fuera necesario.
En contraste con su experiencia en 2008, sin embargo, Mullen parece
inquieto de que los dirigentes no hayan tomado en serio sus
advertencias.
Mientras estaba en Israel, Mullen insistió públicamente en que un
ataque contra Irán sería un “problema grande, grande, grande para todos
nosotros, y me preocupan mucho las consecuencias imprevistas”.
Después de su retorno, en una conferencia de prensa en el Pentágono el
22 de febrero, Mullen dio a entender el mismo punto. Después de recitar
el mismo texto manido de que Irán “está en camino de lograr armas
nucleares” y su “deseo de dominar a sus vecinos”, incluyó lo siguiente
en sus observaciones preparadas:
“Por ahora, las palancas diplomática y económica del poder internacional
son y deberían ser las primeras a utilizar. Por cierto, espero que se
utilicen siempre y consecuentemente. Ningún ataque, por efectivo que
sea, será, de por sí, decisivo”.
A diferencia de generales más jóvenes –David Petraeus, por ejemplo– el
almirante Mullen sirvió en la Guerra de Vietnam. Esa experiencia es
probablemente lo que causa digresiones como ésta: “Quisiera recordar a
todos una verdad esencial: La guerra es sangrienta y desigual. Es sucia y
fea e increíblemente derrochadora…”
Aunque el contexto inmediato para esa observación fue Afganistán, Mullen
ha subrayado una y otra vez que una guerra contra Irán sería un
desastre mucho mayor. Los que tienen un cierto grado de familiaridad con
los valores militares, estratégicos y económicos en juego saben que
tiene razón.
Otros pasos
En 2008, después que Mullen leyó la cartilla a los israelíes, éstos
dejaron de lado sus planes preventivos contra Irán. Habiendo cumplido
esa misión, Mullen consideró seriamente maneras de impedir cualquier
incidente no intencionado (o, en realidad, deliberadamente provocado) en
el concurrido Golfo Pérsico que pueda conducir a hostilidades más
amplias.
Mullen lanzó un interesante balón de prueba en una conferencia de prensa
del 2 de julio de 2008, cuando indicó que el diálogo entre militares
podría “aumentar el entendimiento” entre EE.UU. e Irán. Pero no se supo
nada más de esta proposición, probablemente porque Cheney le ordenó que
la abandonara.
Fue una buena idea –y lo sigue siendo. El peligro de una confrontación
entre EE.UU. e Irán en el concurrido Golfo Pérsico no se ha encarado y
debería hacerse. El establecimiento de un vínculo directo de
comunicaciones entre altos responsables militares en Washington y
Teherán reduciría el peligro de un accidente, error de cálculo, o un
ataque encubierto de bandera falsa.
A nuestro juicio, esto debería tener lugar de inmediato –en particular
porque las sanciones recientemente introducidas reivindican un derecho a
inspeccionar barcos iraníes. Se informa de que el comandante naval de
los Guardias Revolucionarios Iraníes ha amenazado con “una respuesta en
el Golfo Pérsico y en el Estrecho de Ormuz” si alguien trata de
inspeccionar barcos iraníes en aguas internacionales.
Otra válvula de seguridad resultaría de una negociación exitosa de algo
como el protocolo de “incidentes en alta mar”, concluido con los rusos
en 1972 durante un período de tensión relativamente alta.
Con sólo unos don nadie interinos a cargo de la comunidad de la
inteligencia, usted tal vez podría considerar la posibilidad de darle
una buena lección e insistir en que termine un honesto Memorando a los
titulares del NIE de 2007 a mediados de agosto –mencionando cualquier
desacuerdo, cuando sea necesario.
Lamentablemente, nuestros antiguos colegas nos dicen que la politización
de los análisis de inteligencia no terminó con la partida de Bush y
Cheney… y que el problema es agudo incluso en la Oficina de Inteligencia
e Investigación del Departamento de Estado, que en el pasado ha hecho
algunos de los mejores análisis profesionales, objetivos y francos.
Eruditos, think tanks: no entienden de qué se trata
Como habrá observado, la mayor parte de la sección Outlook del
Washington Post del domingo se dedicó a un artículo intitulado: “Un Irán
nuclear, ¿atacaría EE.UU. para impedirlo? –Imaginando la reacción de
Obama a una crisis de misiles iraníes”.
La página cinco estaba dominada por el resto del artículo con el título: “¿Quién parpadeará primero cuando Irán esté al borde?”
Una foto a todo lo ancho de la página de un misil que pasa frente a
dignatarios iraníes en el pódium (reminiscente de los familiares
desfiles en la Plaza Roja) apunta a la página del medio de la sección de
Outlook, como si fuera a hacerla añicos.
Típicamente, los autores encaran la “amenaza” iraní como si amenazara a
EE.UU., a pesar de que la secretaria Clinton ha declarado públicamente
que no es así. Escriben que una opción para EE.UU. es “el camino
solitario, impopular, de emprender una acción militar que carece de
consenso aliado”. ¡O Tempora, O Mores!
En menos de una década, las guerras de agresión sólo se han convertido en caminos solitarios, impopulares.
Lo que tal vez sea lo más notable, sin embargo, es que en ninguna parte
se encuentra la palabra Israel en ese artículo muy largo. Artículos de
opinión semejantes, incluyendo algunos de think tanks relativamente
progresistas, también encaran estos temas como si se tratara simplemente
de problemas bilaterales entre EE.UU. e Irán, con poca o ninguna
atención a Israel.
¿Cañones de agosto?
Hay demasiado en juego. El comienzo de hostilidades podría tener
inmensas repercusiones. De nuevo esperamos que el almirante Mullen y
otros le habrán dado informaciones exhaustivas al respecto.
Netanyahu emprendería una jugada fatídica al atacar Irán, con grandes
riesgos para todos los involucrados. El peor de los casos, que no deja
de ser concebible, es que Netanyahu represente –sin quererlo– el papel
del “doctor muerte” para el Estado de Israel.
Incluso si EE.UU. fuera arrastrado a una guerra provocada por Israel, no
hay la menor garantía de que esa guerra tenga buenos resultados.
Si EE.UU. sufriera considerables bajas, y si los estadounidenses tomaran
conciencia de que esas víctimas fueron causadas por exageradas
afirmaciones israelíes sobre una amenaza nuclear de Irán, Israel
perdería gran parte de su alta estima en EE.UU.
Podría haber un aumento del antisemitismo cuando los estadounidenses
lleguen a la conclusión de que funcionarios con dobles lealtades en el
Congreso y en el poder ejecutivo lanzaron a nuestros soldados a una
guerra provocada, bajo falsos pretextos, por likudniks en función de sus
propios propósitos egoístas.
No tenemos la impresión de que los principales protagonistas en Tel Aviv
o Washington estén suficientemente sensibilizados en estos factores
críticos.
Usted está en condiciones de impedir esta aciaga, pero probable,
reacción en cadena. Pensamos que es posible que una acción militar
israelí no resulte en una gran guerra regional, pero consideramos que
esta última es más bien probable.
NOTA AL PIE – La experiencia de los veteranos de la inteligencia
Nosotros, los profesionales veteranos de la inteligencia por la cordura
(VIPS), nos hemos visto antes en esta posición. Preparamos nuestro
primer Memorando para el Presidente en la tarde del 5 de febrero de
2003, después del discurso de Colin Powell en las Naciones Unidas.
Habíamos observado cómo se corrompía nuestra profesión para que
presentara inteligencia falsa, que después fue criticada (correctamente)
como “no corroborada, refutada e inexistente” – adjetivos utilizados
por el ex presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Jay
Rockefeller, después de cinco años de investigación por su comité.
Cuando habló Powell decidimos colectivamente que nuestra acción
responsable debía ser advertir al presidente antes de que actuara sobre
la base de información equivocada para atacar a Iraq. A diferencia de
Powell, no afirmamos que nuestro análisis era “irrefutable e innegable”.
Concluimos con la siguiente advertencia:
“Después de ver hoy al secretario Powell, estamos convencidos que le
convendría ampliar la discusión… más allá del círculo de esos consejeros
que están obviamente inclinados a favor de una guerra para la cual no
vemos ningún motivo imperativo y que creemos que sus consecuencias no
intencionadas probablemente serían catastróficas”.
http://www.afterdowningstreet.org/downloads/vipstwelve.pdf
No nos causa satisfacción que hayamos tenido razón respecto a Iraq.
Otros que se basaron en más experiencia inmediata sobre Iraq emitieron
advertencias similares. Pero nos mantuvieron muy lejos de las trincheras
creadas por Bush y Cheney.
Desgraciadamente su propio vicepresidente, que entonces era presidente
del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, fue uno de los más asiduos
en el bloqueo de oportunidades para que se escucharan voces
discrepantes. Esto forma parte de lo que produjo el peor desastre de
política exterior en la historia de nuestra nación.
Ahora creemos que también podemos tener razón respecto a (y directamente
al borde de) otra inminente catástrofe de un alcance aún mayor –Irán–
en la cual otro presidente, usted, no recibe buenos consejos de su
círculo cerrado de asesores.
Probablemente le estén diciendo que, ya que usted ha aconsejado en
privado al primer ministro Netanyahu que no ataque Irán, él no lo hará.
Esto podría ser simplemente el síndrome familiar de decir al presidente
lo que ellos piensan que quiere oír.
Póngalos a prueba: dígales que otros creen que están totalmente
equivocados sobre Netanyahu. Lo único positivo al respecto es que usted
–sólo usted– puede impedir un ataque israelí contra Irán.
Grupo directivo, Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS)
Ray Close, Directorado de Operaciones, División Oriente Próximo, CIA (26 años)
Phil Giraldi, Directorado de Operaciones, CIA (20 años)
Larry Johnson, Directorado de Inteligencia, CIA; Departamento de Estado, consultor del Departamento de Defensa (24 años)
W. Patrick Lang, coronel de Fuerzas Especiales de EE.UU. (en retiro);
Oficial de Inteligencia de la Defensa para Oriente Próximo/Asia del Sur;
director de Recolección de HUMINT, Agencia de Inteligencia de la
Defensa (30 años)
Ray McGovern, oficial de Inteligencia del Ejército de EE.UU., Directorado de Inteligencia de la CIA (30 años)
Coleen Rowley, agente especial y abogado de la División Minneapolis del FBI (24 años)
Ann Wright, coronel, Reserva del Ejército de EE.UU. (en retiro), 29
años; Oficial de Servicio Exterior, Departamento de Estado, (16 años)
consortiumnews.com
© Copyright Veteran Intelligence Professionals for Sanity, consortiumnews.com, 2010
Fuente: GlobalResearch
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