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Preocupaciones paraliterarias: no me busquen en Facebook

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Uno es un muerto social cuando no está en Facebook, pero, uno es, también, un muerto social manteniendo una cuenta en Facebook. En el primer caso, la presión es insostenible, por que los amigos y amigas te envían mensajes a tu correo electrónico invitándote a abrir una cuenta, hasta que llegas a asumir que la vida transcurre en Facebook y no tienes opción sino de sumarte.

En el segundo caso, creo que uno es un muerto social manteniendo una cuenta en facebook cuando no formas parte de los eventos que se programan en tus redes, cuando no tienes muchas amistades, cuando tus contenidos publicados no son aprobados ni comentados, cuando envías solicitudes de amistad y no te responden, etc.

Pero existe un tema de fondo que me preocupa respecto de este fenómeno y es el que dice relación a la construcción de una identidad virtual, una “otra” identidad que, en muchos casos, no tiene soporte en la realidad tangible. Conocid@s hay muchos con cientos y miles de amigos y que, en términos personales, son basura, lisa y llanamente, basura.

Los hay otros que construyen su identidad en base a un cierto capital intelectual y artístico y no cesan de colgar enlaces y de comunicar sus hallazgos literarios o musicales, generalmente, la interacción que se produce con ellos es de competencia y de bajo o nulo intercambio de opinión e ideas.

Paradojalmente todas las buenas iniciativas como Greenpeace, Salvemos a la ballena blanca, Acnur y No más hambre en Haití, tienen miles de simpatizantes, pero sospecho que no todos se sienten realmente comprometidos con aquellas loables causas. Otra vez importa más la imagen …. Parecer más que ser y hacer.

Bajo el predominio de una forma ideológica neoliberal -aunque a algunos no les gusta el término- donde se exacerba el consumo, la ostentación del consumo por sobre la austeridad, la primacía del dinero y los bienes de consumo por sobre el valor y dignidad de la persona humana trascendente, el cultivo de la imagen personal y la búsqueda del éxito a cualquier precio, está fértil y abonado el terreno para mercadear y traficar con todas las emociones, miedos e inseguridades de la gente. Al respecto Facebook ofrece la incorporación al grandilocuente mundo de las redes sociales, facilitado por la superautopista de la información y el universo del hipertexto.

Hasta ahora el mundo ha sobrevivido sin Facebook y, de hecho, gran parte de la población mundial- China e India- no están incorporados o se mantienen muy periféricos, pero no olvidemos que esta red de redes llegó para quedarse y crecer.

Creo que lo que mejor explota Facebook es la necesidad de sentirse integrado, la necesidad de pertenencia, y si a ello sumamos la posibilidad de construir tu identidad o suplantar las ajenas, jugar en un mar de perfiles e imágenes que incluso puedes retocar y cambiar todos los días, tenemos un cebo difícil de esquivar.

Pocos o ninguno se interrogan si este instrumento que usamos a diario está haciendo el mundo más justo y solidario o esconde otros propósitos más oscuros y sibilinos como son la apropiación de información y de mercados.

Sabemos que el mayor castigo que nos puede infligir el sistema es privarnos de la interacción social, privarnos de nuestra libertad y derechos, por ello y para ello está implementado todo un sistema jurídico y las instituciones de vigilancia y coerción. Sin embargo, nosotros, los que estamos en la vereda correcta del respeto al derecho, como buenos y correctos ciudadanos, no tenemos de qué preocuparnos… sólo de no estar en Facebook.

– e-mail de contacto con el autor : moisesaaron03@hotmail.com

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