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El «guiño» del juez que condenó a los militares por la muerte del coronel Huber

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Entre los jueces existe un dicho: «La pena es accesoria». Y ese fue precisamente el criterio usado por el ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, Claudio Pavez, al dictar la sentencia por el homicidio del coronel Gerardo Huber Olivares, delito conexo al tráfico de armas a Croacia, ocurrido en 1991.

Y es que contra todo lo esperado por los querellantes, el magistrado sancionó, luego de haberlos procesado en 2006 al general Víctor Lizárraga, jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) con cinco años de presidio efectivo por homicidio calificado y una pena similar por asociación ilícita. Para Carlos Krumm, quien fungiera como titular de la Dirección de Logística del Ejército, una pena de 541 días por asociación ilícita, pero absuelto por el homicidio. Mientras que al ex jefe del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), el brigadier (R) Manuel Provis Carrasco, lo sentenció a 4 años por homicidio y 4 años por asociación ilícita. En tanto el «compadre» de Huber, coronel Julio Muñoz, fue castigado con 541 días como autor de asociación ilícita y 60 días como encubridor del homicidio.

Contra todo lo esperado, Pavez absolvió de todos los cargos al general y ex jefe de la DINE, Eugenio Covarrubias, quien antecedió a Lizárraga en el cargo.

Básicamente, la estrategia de Pavez va más allá. Es un guiño a sus colegas del tribunal de alzada, donde será apelada la condena, para que la aumenten.

La sentencia de más de 400 páginas, hace un detallado análisis, casi minuto a minuto, desde que Huber desapareciera en febrero de 1992, luego de haber declarado ante el ministro en visita de la época, Hernán Correa de la Cerda, convirtiéndose en el testigo clave del envío ilegal de pertrechos del Ejército al conflicto que se libraba en la zona de los Balcanes.

La condena aparece en momentos en que el magistrado de la Corte de Santiago, Manuel Valderrama, investiga el pago de coimas en la compra de los tanques Leopard, última operación de la era Pinochet en el Ejército. Y este caso aparece vinculado a las millonarias cuentas del ex dictador en el Banco Riggs, pero también al tráfico de armas a Croacia, ya que también el ex senador vitalicio recibió pagos irregulares en una cuenta que mantuvo en los paraísos fiscales, llamada Ultracan.

La historia de Huber da para un libro y una película. Ex agente de la DINA, espía en Argentina, ingeniero politécnico, jefe del Laboratorio Químico del Ejército hacia fines de los 80, jefe de adquisiciones de Famae amigo de Manuel Contreras e incluso vinculado con la muerte del periodista inglés y agente del MI-6 Jonathan Moyle, quien encontró la muerte en febrero de 1992 en un lujoso hotel de Santiago. El crimen, dijo ayer el ministro Pavez, fue para encubrir el tráfico de armas a Croacia.

Parte de los militares condenados están vinculados a la vez a otros casos. Por ejemplo, Covarrubias está acusado como autor de secuestro y homicidio en el crimen del ex agente de la DINA Eugenio Berríos; Provis, en igual situación; Krumm, en tanto, fue condenado por las armas a Croacia y Lizárraga declaró con el ministro Valderrama, ya que trabaja en la empresa Eurotechnology, del periodista Guillermo Ibieta, precisamente la que hizo de nexo para la compra de los Leopard.

Pero el nombre de Huber, incluso 15 años después de su muerte, en 2006, volvió a saltar a la palestra. Esto, luego que el ex jefe de la DINA, Manuel Contreras acusara a Pinochet de haberse enriquecido con el narcotráfico.

El «Mamo» aseguró que cuando Huber dirigía en los 80 el Laboratorio Químico del Ejército, ubicado en Talagante, tuvo que acatar la orden para que Marco Antonio Pinochet, el ciudadano chileno de origen sirio Edgardo Bathich y el químico DINA Eugenio Berríos, fabricaran alcaloides.

Más aún, la muerte de Huber también está asociada a tres misteriosos suicidios. El primero de ellos fue el del actuario del ministro Correa de la Cerda; el segundo es del oficial del Ejército Luis Álvarez Kladt, quien aparecía junto a Huber integrando las empresas ligadas a Famae y el chofer de este último, Blas Merino, en 1995.

– Lea el fallo completo <haga clic aquí>

* Fuente: El Mostrador

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