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¿Más juguetes para las Fuerzas Armadas?

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En 1994, Chile compró en Bélgica 25 aviones de guerra Mirage usados en 119 millones de dólares. Hoy medios de comunicación han dicho que una coima por 13 millones de dólares acompañó a la compra. Sería grave la corrupción en altas autoridades de las FFAA y/o civiles en democracia. De las corrupciones anteriores, mejor no hablar… Pero tal vez más grave es la tolerancia política que parece haber sido concedida a esta corrupción. Una tolerancia que parece haberse prolongado en el silencio y la inacción, a pesar de las denuncias del senador Nelson Ávila y de las autoridades de la propia Bélgica.

Lo que sí tuvieron que tolerar los dos primeros gobiernos democráticos fue la presencia de Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército, pero conjuntamente advertimos en esos gobiernos un trato privilegiado para con las Fuerzas Armadas que habría que explorar. Había que reconquistarlas para la democracia. Este propósito explica en buena parte, a mi juicio, una política específica asumida por la Concertación en sus 20 años de gobierno: una política armamentista. La compra de los Mirage fue el primer paso.

Chile tenía la posibilidad de tomar, respecto de su política exterior para con América Latina, un camino de integración fraternal. Éste incluía relaciones comerciales, desarme colectivo, transparencia, acuerdos amicales en cualquier diferendo. Hizo ciertos gestos en esta línea, sobre todo hacia Argentina, pero más decididamente asumió una política armamentista: los Mirage, las fragatas, los submarinos, los tanques Leopard, los helicópteros armados, más aviones en Francia y el ruido de misiles Exocet, además de los implementos y entrenamientos necesarios… Todo esto implica tal vez no miles, sino decenas de miles de millones de dólares.

Se ha querido justificar este armamentismo alegando el motivo de la disuasión. Pero nuestra "disuasión" provoca que el otro quiera también disuadir armándose. El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) revela que de 2003 a 2008 los países latinoamericanos han aumentado en 90% su adquisición de armas. Con pena diría que Chile ha sido particularmente responsable de estas cifras vergonzosas.

Lamento el camino escogido. Nos ha llevado al terreno sucio de la negociación de armas. ¡Gran negocio!, conjuntamente con la droga, que nos ha arrastrado a corruptelas como la venta de pertrechos a Croacia y a Ecuador. El mundo moderno pide diálogo, entendimiento y paz.

Lo sensato sería, antes de comprar más armas, preguntarse cuál podrá ser la función de las Fuerzas Armadas en el mundo actual. ¿No serán exclusivamente fuerzas policiales las necesarias para tierra, mar y aire? Para ellas habría que comprar instrumentos no de guerra, sino de seguridad (carros policiales en vez de tanques, barcos de control marino en vez de fragatas de guerra y submarinos, aviones-tanque para apagar incendios, helicópteros de salvataje, etcétera). Dejemos la policía del mundo a las grandes potencias, que han de ordenar este globo que hemos de cuidar entre todos.

* Fuente: La Nación

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