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Muerte de Allende ¿un caso cerrado?

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La próxima exhibición en la televisión española del documental, de Juan Antonio Socaluga, titulado: “Allende. Caso Cerrado”, en el que se muestra por primera vez el video de la exhumación de los restos mortales de Allende (tomado por el camarógrafo chileno Pablo Salas, la medianoche del 17 de agosto de 1990, en el interior del mausoleo de la familia Grove, en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar), abre una vez más el persistente y prolongado debate en torno  a las verdaderas circunstancias y causas inmediatas de la muerte del líder popular chileno.     
 
No hemos visto el documental en su totalidad, sólo algunas imágenes seleccionadas que se han mostrado en Internet; pero a partir de su título, y de la descripción sumaria de su contenido hecha en varios Blogs y periódicos electrónicos, es posible formarse una idea bastante aproximada de sus principales aspectos, así como de lo que constituye su planteamiento central. Según se ha relatado, el documental “reconstruye los últimos minutos  de la vida Allende con el testimonio de aquellos que compartieron con él el asedio de La Moneda; su médico personal, Oscar Soto, el único testigo (1) del momento en que el Presidente se suicida, el doctor Patricio Guijón, y los doctores Patricio Arroyo y Arturo Jirón, [último] quien identificó el cadáver”.
 
Evidentemente, lo que el documental se propone demostrar es que la muerte de Allende, la tarde del 11 de septiembre de 1973, se habría producido tal y como lo han venido afirmando, desde 1990, los custodios de la “versión oficial”. Es decir, que el Presidente se habría suicidado pegándose un tiro bajo la barbilla con el fusil AK 47, que le obsequiara Fidel Castro; que en cuanto a estos dos grandes detalles (el tipo de muerte, y el arma utilizada ) no existiría la menor duda posible;  porque al inspeccionar los restos  exhumados en el cementerio Santa Inés de Viña del Mar, la noche del 17 de agosto de 1990, el doctor Jirón habría demostrado dos cosas: 1. que el cuerpo enterrado secretamente por los golpistas el día 12 de septiembre de 1973 en el mausoleo de la familia Grove, (ante Tencha Bussi, Laura Allende, tres sobrinos y el Comandante Sánchez) era efectivamente el de Salvador Allende, y 2. que en ese mismo acto de reconocimiento se habría confirmado, simultáneamente, que su muerte habría ocurrido a causa de un disparo suicida. (2)     
 
 De allí, entonces, la importancia que cobran, en el documental  de Socaluga, las imágenes registradas aquella noche en la cámara de video de Pablo Salas, porque se las investido de antemano con la capacidad  para suministrar una demostración aparentemente irrefutable de que la muerte del Presidente ocurrió tal como lo viene sosteniendo, ya por casi dos décadas, la versión oficial.  
 
No se necesita tener una gran imaginación, para darse cuenta que este documental pretende ser una refutación algo tardía de los descubrimientos y conclusiones del estudio metapericial  del informe de la autopsia de Allende hecho  por el doctor Luis Ravanal Z., que fueran dados a conocer por primera vez el 9 de septiembre del año pasado, en la revista política chilena El Periodista.  Por eso que no es ninguna casualidad  que en el documental los médicos encargados de suministrar las supuestas pruebas sean los mismos que descalificaron “a priori” el informe del doctor Ravanal y trataron de impugnar la legitimidad  y cientificidad  de sus peritajes, por medio de toda clase de argumentos “ad hominem”.          
 
Pero tenemos que ser categóricos en este punto, ni el sumario reconocimiento de los restos de Allende hechos por el doctor Jirón, ni la supuesta confirmación de su suicidio (aparte de carecer de todo valor científico), tienen la menor fuerza refutatoria de los descubrimientos y conclusiones del doctor Ravanal, que se originaron en un examen e interpretación altamente rigurosas de las observaciones y descripciones estampadas en su informe por los médicos militares que hicieron la autopsia de los restos de Allende, en el Hospital Militar, entre la noche del 11 de septiembre y la madrugada del día 12  de septiembre de 1973.
 
Porque más allá del hecho de que este documento adolezca de fallas, errores, imprecisiones y omisiones, y haya sido firmado por José Luis Vásquez, un ginecólogo cuya objetividad ha caído en completo descrédito a causa de su desafortunada participación en la investigación forense de los casos de Carmelo Soria y el niño Rodrigo Anfruns, el Informe de la autopsia de Allende contiene importantísimos y hasta ahora inexplicables detalles y descripciones (la más importante de las cuales es, por cierto, la  que revela la existencia de una perforación de salida de proyectil en la parte posterior del cráneo), que están pidiendo a gritos que, por fin, se haga aquello que desde la instalación de la democracia tutelada no se ha querido realizar, esto es, un verdadero examen científico de los restos, en el que se haga uso de la más moderna tecnología forense.          
 
Como lo pone el propio doctor Ravanal en las recomendaciones finales de su Informe Metapericial: que se realice “un segundo análisis forense de los restos [del Presidente] a fin de establecer con precisión la causa y naturaleza de la muerte y los elementos que han originado las lesiones; estudios de residuos de pólvora y reconstitución del cráneo, a fin de evaluar las fracturas, orificio y trayectos balísticos, conjuntamente con los estudios genéticos de identificación de los restos. Asimismo sería del mayor interés pericial contar con la totalidad del material documental y fotográfico contenido en el expediente que contiene el sumario instruido por la Primera Fiscalía Militar, en cuyo contexto se ordenó la realización de la autopsia del Presidente Salvador Allende y la investigación llevada a cabo por la Policía de Investigaciones de Chile”. (3)
 
De modo que mientras no se haga dicho estudio sigue siendo prematuro concluir, como se lo hace desde el título del documental de Juan Antonio Socaluga, y como cree poder demostrarlo por medio de las imágenes de la exhumación de sus restos, que la muerte de Allende sería hoy un caso definitivamente cerrado.      
 
Notas:
1. Esto no es efectivo, porque junto con el doctor Guijón, el doctor José Quiroga F., que aquella tarde también se encontraba en el pasillo, muy cerca de la puerta del Salón Independencia,  presenció el momento en que el cuerpo de Allende se alza por efecto de un disparo. Véase: Juan Gonzalo Rocha, ALLENDE, MASON, Santiago, Editorial Sudamericana, 2000, (Primera edición), pág. 275.
 
2. Para un análisis crítico detallado del “reconocimiento” hecho por el doctor Jirón aquella noche, véase: Hermes H. Benítez,  LAS MUERTES DE SALVADOR ALLENDE, Santiago, RIL Editores, 2006, págs. 169 a la 172, y el Epílogo, págs. 207 a la 215.
 
3. Dr. Luis Ravanal Zepeda, Informe Pericial Analítico del Informe de Autopsia No. 2449/73 del Instituto Médico Legal de Chile, correspondiente a Salvador Allende Gossens, págs. 32-33. 

NdRVer artículo del autor:  

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