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«La obligación de preocuparme de beneficiar la vida de todos los chilenos»

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Señor Editor de la Revista Política y Desarrollo:
Le agradeceré abrir el attachment que le envío, relacionado con artículo publicado en la edición de hoy, sábado 24 de enero, con el título "Allende, esa gran Impostura", en el que se recoge una falsedad atribuída al extinto presidente Salvador Allende durante una conferencia de prensa realizada en la ciudad de Valparaíso el día 5 de febrero del año 1971, y que amerita una aclaración, atendida la linea de veracidad que caracteriza a las páginas de su dirección.
Le saluda muy atentamente,
OZREN AGNIC KRSTULOVIC
Ingeniero comercial y escritor.
SANTIAGO DE CHILE

Santiago de Chile, enero 24 de 2009.-

Señor Editor:

En la edición del día 24 ustedes publican un anónimo comentario que estaría firmando una inidentificada  “Reacción Católica”, bajo el título de “Allende, esa gran impostura”.

Acerca del ex mandatario chileno se han tejidos mitos y verdades a medias, que son una hábil maniobra para mentir y mitificar. En el artículo, cuyo punto número uno se subtitula: 1) «Yo no soy el presidente de todos los chilenos», se repiten exactamente las distorsionadas palabras de Salvador Allende, acogidas en la época por los medios adversos a su gobierno y que originan uno de los tantos mitos mal intencionados para denigrar al hombre que fue víctima de una concertada conspiración nacional e internacional que sólo buscaba el desprestigio y derrocamiento de un hombre consecuente con su ideario de justicia social y recuperación de los valores básicos del hombre, conculcados por intereses foráneos. Confío que POLITICA y DESARROLLO, en este caso, acoja la presente aclaración a palabras sacadas de contexto y maliciosa e interesadamente interpretadas al amaño de sus otrora opositores, y que el tiempo se ha ido encargando de develar, colocando en su justo lugar la verdad histórica. Veamos de qué se trata: 

El cinco de febrero de 1971, a tres meses escasos de la toma del mando de la nación, Salvador Allende invitó a una conferencia nacional de prensa en Valparaíso. El tema recurrente de las preguntas se centró en discrepancias con el recién electo Secretario General del Partido Socialista, senador Carlos Altamirano, quien había planteado la necesidad que el gobierno “avanzara más rápido”. En buen romance, avanzar sin transar… Tres palabras que fueron fatales por su contenido ideológico y contradictorio con la postura personal de Allende.

En respuesta a una de las preguntas, el Presidente dijo lo siguiente: “… mi meta en el Gobierno es cumplir el programa de la Unidad Popular y para ello no aceptaré imposiciones de ningún jefe de partido ni tampoco de ninguna colectividad política…” Después señaló: “… no me inquieta ni me preocupa la elección del senador Carlos Altamirano como secretario general del partido socialista. El, legítimamente ha sido elegido; yo soy militante y fundador del partido e indiscutiblemente que él sabe perfectamente bien cual es mi obligación de militante, igual que cuál es mi obligación de Presidente de Chile…” 

A continuación, en una trama de pensamiento hilado, dijo las famosas y distorsionadas frases que traigo a la memoria de quien lea este escrito:

“Yo no soy el Presidente del Partido Socialista. Soy Presidente de la Unidad Popular. Tampoco soy el Presidente de todos los chilenos. Yo sería un hipócrita si dijera que soy Presidente de todos los chilenos. Hay algunas gentes que quisieran que estuviera frito en aceite, y son chilenos; soy Presidente de la Unidad Popular, pero tengo sí la obligación de preocuparme del Chile que no pertenece a la Unidad Popular y preocuparme de beneficiar la vida  no de la gente de la Unidad Popular sino de todos los chilenos; yo estoy aquí para hacer cumplir el programa de la Unidad Popular….”.

La maliciosa interpretación dada a sus palabras fue burda pero efectiva. Aún hoy hay quienes rasgan vestiduras por esas distorsionadas frases. Es cierto que Allende no era el Presidente ni de Alessandri, ni de Frei, ni de los asesinos del entonces comandante en jefe del ejército don René Schneider, ni del  clan de El Mercurio, ni de Viaux… como tampoco lo era de aquellos que, mancomunados con Washington, Nixon, Kissinger y la CIA, conspiraron en su contra desde el año 1961, cuando dio una tremenda lección al país y al mundo en la “segura derrota que le esperaba en la senatorial de Valparaíso”. 

Tampoco lo era de los criminales que trataron de eliminarle físicamente ametrallando la residencia de Julio Donoso en el balneario Algarrobo, donde se suponía que descansaba el presidente electo. El fue elegido por una base popular y democrática que depositó sus esperanzas en él y su candidatura. Sin embargo, dijo claramente y lo repito para que no haya lugar a dudas: “Tengo la obligación de preocuparme del Chile que no pertenece a la Unidad Popular y beneficiar la vida de todos los chilenos”.

La señalada conferencia de prensa está extensamente relatada en el libro de mi autoría, editado por el sello Red Internacional de Libro (RIL Editores), con título: “Allende, el Hombre y el Político. Memorias de su Secretario privado”, página 219 y siguientes.

Confío en que, haciendo honor a la verdad, Política y Desarrollo tenga la deferencia de publicar esta rectificación, en el mismo lugar y términos del artículo tan distorsionado y que origina estas líneas

Saluda muy atentamente al señor editor:

Ozren Agnic Krstulovic
Ingeniero Comercial y Escritor
Ex Secretario privado de Salvador Allende

E-Mail: merkohr@vtr.net
Santiago de Chile

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