La masacre de los obreros del salitre y los desafíos actuales
por Rolando H. Vergara (Edmonton, Canadá)
17 años atrás 3 min lectura
En un frío día de otoño, con la nieve cayendo sutil y persistente, más de 500 personas llegaron hasta el teatro de la Universidad de Alberta, en la ciudad de Edmonton, para evocar “aquello que la historia no quiere recordar”. Vinieron a conmemorar la infame masacre de 3600 obreros salitreros acaecida un 21 de diciembre de 1907, en el norte de Chile.
La inusitada cantidad de canadienses y latinos, que concurrieron el 25 de noviembre a presenciar la puesta en escena de la Cantata Santa María de Iquique, dramatizada por el grupo de baile Pucara y presentada por la Sociedad Latinoamérica de Mujeres Amigas, confirman la existencia de una voluntad social de recordar, como lo señala el historiador chileno Gabriel Salazar. Voluntad social que recorre como “un fantasma del pasado”, no sólo el país, sino también las comunidades chilenas residentes en todo el mundo.
Recordar juntos es un germen de poder [popular], plantea Salazar, que potencialmente puede tener dos desenlaces posibles. Puede desvanecerse históricamente y, en ese caso, la conmemoración social no tendría otro objetivo que revivir hechos del pasado, de manera contemplativa, como una simple efeméride de calendario, cargada de ritos y simbolismos. O por el contrario, a partir de la evocación de un hecho histórico significativo, aquel germen de poder popular puede proyectarse hacia el futuro en acciones creadoras de una nueva realidad.
Los múltiples eventos programados para conmemorar los 100 años de la masacre de la Escuela Santa María, 140 actividades sólo en la provincia de Tarapacá y más todas las que se realizarán en el resto del país, podrían devenir en meros actos de recordación simbólica, que ocurran sin pena ni gloria; o podrían transformarse en acciones concretas destinadas a cambiar la realidad social y política del país.
Advierte también Salazar, que la recordación y la memoria histórica de los pobres y marginados constituyen un arma política de largo alcance, la cual puede llegar a ser un peligro grave para el sistema y para el estado. Disentimos, en este punto, de la predicción un tanto optimista del historiador.
Estamos enteramente de acuerdo, que es importante que los pobres y marginados no pierdan la memoria y que recuerden aquellos hechos transcendentes de su propia historia, pero de ahí a que representen un peligro para el sistema o el estado, hay todavía un trecho muy largo por andar.
En nuestra opinión, cuando la recordación social y la memoria histórica avancen cualititativamente y se transformen en conciencia de clase y ésta, a su vez, en organización y unidad del movimiento popular, tal vez, en ese instante los oligarcas y patrones, tengan frente a sus ojos una fuerza poderosa y temible.
¿Qué va a suceder después que se apaguen las últimas luces en los escenarios de las miles de conmemoraciones de la matanza de la Escuela Santa María de Iquique?
Aún esta por verse sí las actuales generaciones de trabajadores, chilenos, peruanos, y bolivianos, a partir de la evocación de uno de los episodios más trágicos de la historia del movimiento obrero, tendrán la habilidad para aprender y aplicar creativamente a las nuevas realidades, las lecciones esenciales de dignidad, coraje, organización y unidad legadas por los obreros del salitre.
De mismo modo esta por verse, si el movimiento popular y las fuerzas políticas de izquierda tendrán la audacia suficiente para tomar en sus manos el inmenso desafió de construir, con esfuerzo y perseverancia, un proyecto político de poder alternativo que permita cambiar la actual realidad del país.
* El autor es investigador del Latin American Research Institute (LARI), Edmonton, Canada
Nota:
Salazar, Gabriel. A 100 años de los sucesos de la Escuela Santa María de Iquique (voluntad política de matar, voluntad social de recordar), 1997.
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