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Marcel Granier en Chile, Visita No Grata

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Visita el país por estos días el presidente de RCTV Caracas, el canal venezolano cuya licencia no fue renovada este año por las autoridades y que ha sido acusado de haber participado en el golpe de estado contra el gobierno del presidente Hugo Chávez en abril de 2002.

Entonces, el presidente de la organización patronal de Venezuela, Pedro Carmona, fue instalado brevemente en el poder. Durante su breve período de gobierno ordenó asesinar a Chávez, asesinato que fue impedido por los soldados encargados de su custodia en un regimiento.

Carmona, con la aprobación de Chávez, se refugió en Colombia. RCTV colaboró activamente con este usurpador.

Este señor, Marcel Granier, vino a Chile a agradecer a la extrema derecha (UDI, partido pinochetista) y sus aliados democrata-cristianos, su colaboración en las campañas contra Chávez, en las cuales el Senado chileno tuvo también la desfachatez de participar. Curiosa situación en que una institución eminentemente autocrática, como el semi designado Senado chileno, reprocha al gobierno venezolano conductas poco democráticas porque este se niega a permitir que ese canal continúe sus transmisiones ilegales por el sistema público (aunque sí lo puede hacer en la televisión por cable).
RCTV era un canal eminentemente al servicio de intereses políticos obscuros que había convertido su oficio en atentar contra las instituciones democráticas de Venezuela, llegando incluso a hacer apología de la violencia contra el gobierno legal y legítimamente elegido. Un absurdo que me alegro que, si acaso fue así, el gobierno de Chávez haya castigado con su exclusión.

El presidente de RCTV viene nada menos que a pedir ayuda a la UDI, obviamente, y al Senado chileno, para restaurar la democracia en Venezuela. Qué caradura. Según organizaciones internacionales por encima de toda sospecha, como el centro del ex presidente norteamericano Carter, la democracia venezolana es una de las más honestas y abiertas del mundo. Venezuela ciertamente posee un sistema político pero de lejos más democrático y, por tanto, superior, a la magra farsa de democracia que es Chile. No sorprende que el venezolano pida justamente ayuda al sector político que fue cómplice activo de la dictadura más brutal e injustificada de la historia del país. Y que, en segundo lugar, pida ayuda a Chile, un país que todavía se rige por el ridículo y torcido sistema político implantado por la Bestia.

Las palabras de Granier carecen de sentido. Dice por ejemplo que los venezolanos (se refiere a él mismo y sus patrones, porque que yo sepa el ochenta por ciento de la población votó por la coalición chavista en las últimas elecciones) quieren un proceso que permita la participación. ¿Pero a quién quiere engañar? Son los partidos de derecha los que se excluyeron voluntariamente del proceso político venezolano cuando descubrieron que, en las encuestas de intención de voto, no lograban ni siquiera el cinco por ciento. En otras palabras, la derecha venezolana está socialmente muerta y enterrada. Simplemente no existe. No representa a nadie. Nunca representó a nadie.

En un editorial reciente del diario liberal estadounidense New York Times se criticaba fuertemente a la derecha venezolana, a la que responsabiliza en parte de la situación por la que pasa debido a su delirante ineficiencia. RCTV se casó con la extrema derecha y perdió.
Se excluyó a sí misma del proceso político en un intento de quitar legitimidad al gobierno de Chávez y perdió. Ahora no le queda más que pagar la cuenta.

El editorial del New York Times (en mQh la versión en español ;  (véase también Vox Populi Vox Dei)

es de una increíble e injustificada virulencia. Llama la atención que un diario liberal haya adoptado el punto de vista de los patrones venezolanos. Llama orwellianas a las reformas constitucionales propuestas por Chávez y neolengua su concepto de democracia participativa. Dice que se quiere aferrar al poder y concibe la reforma que le permitirá al presidente venezolano volver a ser reelegido como un acto que socava la democracia.

Este argumento es muy dudoso. Según esta norma, en la lista de enemigos de la democracia entrarían también Fujimori, Lagos, Uribe, que introdujeron reformas constitucionales para ser reelegidos. (No estoy diciendo que estos presidentes no hayan incurrido en prácticas antidemocráticas, sino que introdujeron reformas para ser reelegidos).

Y obviamente, también ingresaría a esta lista su propio Franklin Roosevelt, que se hizo reelegir nada menos que cuatro veces (Pinochet usurpó el poder durante diecisiete años; Roosevelt gobernó durante veinte). Esto simplemente no es un argumento. De momento, la respetabilidad democrática de Venezuela sigue intacta, sobre todo si se la compara con democracias realmente orwellianas, como la chilena.

El diario lamenta y reprocha a Venezuela que los miembros de la Asamblea Nacional sean de la coalición chavista. ¿Pero qué quieren los neoyorquinos? La derecha se negó a participar en las elecciones. Y el pueblo venezolano no los quiere ni en pintura. El parlamento venezolano fue elegido en elecciones democráticas intachables, sin legisladores semi designados, y los que están ahí son los que el pueblo venezolano quiere que estén. ¿Les gustaría que el presidente Chávez nombrara a algunas gárgolas a pesar de la voluntad popular?

¿Como en Chile?

Le parece al diario mal que los jueces de la Corte Suprema sean partidarios del presidente Chávez. Poco le faltó para decir que no son jueces o que no son profesionales, sino matones importados de las villas miseria o de las cárceles venezolanas. ¿En qué país no son los jueces de la Corte Suprema nombrados por el ejecutivo? La tiranía norteamericana tiene una Corte Suprema con jueces que fueron nombrados por el presidente Bush, quizás uno de los políticos menos inteligentes de la historia occidental. En Chile la Corte Suprema también es nombrada por el presidente.

En Chile justamente todavía no hay justicia ni se avanza judicialmente en casos de derechos humanos y el dictador murió en la cama pese a tener más de doscientos procesos criminales en su contra porque el señor Lagos (Nuestro Hombre en Santiago) nombró a jueces encargados de impedir que hubiese justicia en Chile.

Que el presidente, directamente o eligiendo candidatos propuestos, nombre a los jueces de la Corte Suprema, es una práctica normal de todas las democracias occidentales y nada tiene de autocrático -a menos que convengamos en que todas las democracias, en este sentido, son autocráticas. Se lo considera un elemento de estabilidad indispensable para el funcionamiento mismo de la democracia.

También le parece al editorialista del New York Times mal que los gobernadores sean chavistas. ¿Qué quiere? Así fueron elegidos por el pueblo. ¿Qué debe hacer Chávez? ¿Nombrar a los gobernadores? Y si fuesen nombrados, seguramente pretendería que fuesen, además, antichavistas. ¿Qué nos habrán visto estos mentecatos de Nueva York?
También reprochan que las compañías nacionalizadas sean dirigidas por profesionales leales a Chávez. ¿Qué pretende? ¿Quiere que Chávez instale en posiciones de tanta importancia para el país a enemigos de sus reformas? Realmente, no sé qué bicho puede haber picado al editorialista, normalmente bastante razonable.

Le molesta al editorialista que Chávez podrá, si las reformas son aprobadas, expropiar propiedades sin esperar la aprobación de tribunales. Pero el presidente ha sido claro en que se expropiarán las propiedades que constituyan un obstáculo para el desarrollo del país y que dichas expropiaciones serán pagadas de acuerdo al valor de mercado -como ocurrió, se recordará, en la época de Allende. Pero tampoco esta atribución del gobierno tiene nada de antidemocrática, menos todavía si es aprobada por los votantes venezolanos. Entiendo que pueda no gustarle, pero la práctica de expropiar propiedades que se convierten en obstáculo es habitual en todo el mundo, incluyendo a Chile, donde, por ejemplo, se expropió últimamente con bastante violencia las propiedades que yacían en la línea del trazado del metro. Chávez quiere acelerar la reforma agraria y es coherente con su plan de reformas que sus funcionarios puedan expropiar de manera rápida y expedita a los latifundistas que son un obstáculo para el futuro de Venezuela. Y estas reformas, tan terriblemente necesarias, tienen poco que ver con la izquierda y el izquierdismo o el marxismo, ya que fueron iniciadas por la Revolución Francesa en Europa y en América Latina por el presidente John F. Kennedy, con la activa participación de la democracia cristiana.

Así que el presidente de la RCTV no nos puede engañar ni puede seguir engañando. Sus llamados a la democracia encubren una feroz reacción que no parara en nada para intentar derrocar al presidente Chávez. De hecho, la asonada de abril y los asesinatos por encargo del ‘presidente’ Carmona dejaron más que claro que lejos de ser demócratas, la democracia o no les conviene o no les interesa, porque nada impedía, ni les impide todavía, que los venezolanos votasen por ellos en las urnas y decidieron sin embargo interrumpir con una intervención militar el régimen constitucional. Como en el caso chileno en 1973, recurren a las armas porque en las urnas no pueden contra la voluntad del pueblo venezolano. Y no han mostrado ni el menor respeto por sus compatriotas, cuando han recurrido a prácticas tan crueles como disparar contra manifestantes chavitas e incluso contra sus propios partidarios en un intento de manipular a la opinión pública.

Pero el tour de Granier es también muy gráfico. Qué duda cabe que la derecha venezolana es realmente boba. Flaco favor le hace a su partido asociándose este señor con gentes como los matones de la UDI, enemigos acérrimos de la democracia y partidarios del terror y del crimen y que existen todavía socialmente gracias al sistema heredado del dictador, más que por voluntad popular. Visitando a esas gárgolas Granier no ha hecho más que meter otro clavo en la tapa del ataúd de RCTV y de la derecha venezolana. Pese a esto, sigue siendo persona no grata.
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