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Solidaridad (1) en el mes de la solidaridad

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Qué bueno que agosto haya sido designado como el mes de la solidaridad, en honor a nuestro amado san Alberto Hurtado. No obstante, hablar de solidaridad, en Hurtado, no es hablar; tampoco es puro celebrar: es construir la patria desde la solidaridad; es hacer, es actuar, es luchar, para que no sea un afiche la solidaridad. Es trabajar para crear conciencia y avergonzarnos por la insolidaridad dominante; es combatir los valores de ésa insolidaridad dominante, insolidaridad inherente a los dueños de la Teta,  insolidaridad que nos posiciona en el mundo como un país cuya fuerza laboral -en un 70 %-  padece trabajos indecentes (Informe de la OIT del mes de octubre de 2005). 

Pero a propósito de solidaridad y de Alberto Hurtado, podríamos dirigir la mirada por un momento al pensamiento-praxis de este ícono del cristianismo chileno, llamado Alberto Hurtado.  Claro que esto nos sitúa en una pregunta, incómoda, incluso para más de alguien quizás insoportable, planteada hace ya tiempo, precisamente,  por el primer santo chileno: ¿Es Chile un país católico? 

Pues ser católico, en Hurtado, es ser cristiano. Y ser cristiano es ser solidario. Pero para despejar el asunto de una vez,  dejemos que la propia voz de Alberto Hurtado nos refresque la memoria:

“Para muchos, durante muchos años, el cristianismo ha sido un asunto puramente individual, algo a sí como una especie de seguros para la otra vida…” “Pero el cristianismo auténtico no es eso: es la religión de los hermanos que se sienten responsables de la salvación[2] de sus hermanos”.[3] “Los que han creído que el cristianismo es un asilo para salvaguardar su fortuna, su rango, sus virtudes mezquinas y mediocres han tenido que desengañarse”.[4] “Cristo no es un modelo que haya bajado del cielo para servir de argumento a Leonardo da Vinci ni a Rafael, para que sus cuadros hermoseen los salones. Ni subió a la cruz para que su imagen de marfil o de bronce adorne un dormitorio”.[5] “La elevación del proletariado es elemento substancial del orden nuevo…”, “Esa elevación habrá de realizarse por una modificación profunda de la estructura social actual: de la educación, de la remuneración del trabajo, de la vivienda popular, de la seguridad social”.[6]

“Se engaña si pretende ser cristiano quien acude con frecuencia al templo, pero no cuida de aliviar las miserias de los pobres”.[7] “Se engaña quien piensa con frecuencia en el cielo, pero se olvida de las miserias de la tierra en que vive”.[8] “El silencio sobre las injusticias sociales perjudica en mayor grado a la Iglesia de lo que pudieran servirla grandes discursos sobre el peligro de las logias”.[9] “…La burguesía católica en su resistencia a la justicia social ha actuado no en cuanto católica sino en cuanto burguesía”.[10] “Algunos se consideran culpables al estrechar la mano de un masón o de un comunista, pero no al tratar con quienes violan abiertamente la justicia en sus negocios y la caridad en sus palabras o en sus omisiones egoístas”.[11]

“Aunque no hubiera nacido Karl Marx o Lenin, aunque Rusia estuviera bajo el régimen de los zares, mientras haya un pobre que padezca injusticia, el católico se siente unido a él, deudor de él. De esta deuda no se sentirá libre hasta haberla pagado”.[12] “El católico es social no por anticomunista sino porque es católico”.[13] “Trabajar en condiciones humanas es bello y produce alegría. Pero esta alegría es echada a perder por los que altaneramente desprecian el esfuerzo del obrero, no obstante que se aprovechan de sus resultados”.[14] “Otros hay que ofenden al obrero, haciéndole sentir que él vive porque la sociedad bondadosamente le procura empleo”. “Más cierto sería decir que la sociedad vive por el trabajo de sus ciudadanos: sin trabajo no habrá riqueza ni sociedad”. “Esta idea podría ser mejor comprendida en una asociación vocacional en la que el trabajador, dejando de ser un simple asalariado, participara de la propiedad y aun de la dirección de la obra en que trabaja para bien y servicio de la sociedad”.[15] 

Solidaridad, entonces, es confrontar y desenmascarar la otra solidaridad, la del señor burgués, ésa que ha sido predicada, enseñada y practicada  por los propietarios de la Teta Eterna (consúltese, respecto de succcionadores, de Tetas y demases al señor Felipe Lamarca), guardianes eternos de los valores y los dogmas globales de un neoliberalismo insolidario y en decadencia. Y ser solidarios, en el mes de la solidaridad y siempre, es también hacer memoria. En último término,  hacer memoria es no quedarse sólo con la parte azucarada del mensaje de nuestro hermano Alberto Hurtado. Hacer memoria -finalmente- es defender la patria de unos antivalores que mantienen a las mayorías viviendo como exiliados en su propia patria, esas mayorías expresadas en el 70 % de trabajadores/as que en nuestro país padecen trabajos basura (en Europa traducen trabajos indecentes por trabajos basura).

Movimiento Autónomo de Filosofía UC del Norte, 

IV Región, Chile.
mafucmafuc@hotmail.com

Notas:
[1] Tony Mifsud, grupo de reflexión y ética, Universidad Alberto Hurtado, Informe Ethos, 2005.
[2] Entiéndase salvación como la entiende Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Hélder Cámara, John Sobrino, J. B. Metz, Richard Shaull, José Comblin, etc., etc., es decir, como liberación integral de la humanidad y de los pueblos, lo que incluye lo político, lo económico, lo social. Y la liberación de los fanatismos religiosos deshumanizantes (tan en boga).
[3] PADRE HURTADO, MENSAJE A LOS JóVENES, Adaptación de manuscritos originales: Padre Miguel Ortega Riquelme, Editado por Encuentro Continental de Jóvenes, Arzobispado de Santiago. Producción General: El Mercurio S. S. P., octubre 1998, p. 33.
[4] Idem, p. 31, 32.
[5] Idem, p. 32.
[6] Idem, p. 83.
[7] Idem, p. 95.
[8] Idem, p. 95, 96.
[9] Idem, p. 98.
[10] Idem, p. 102.
[11] Idem, p. 101.
[12] Idem, p. 104.
[13] Idem, p. 105.
[14] Idem, p. 117.

[15] Idem, p. 117.
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