Haber llamado a votar AC, y luego prestar juramento como parlamentarios sobre la constitución de la dictadura para instalarse como parlamentarios es sencillamente un rendirse, aceptar que la actual legalidad del país es la justa, correcta y democrática. Lejos están de lo que sucede en otros parlamentos, donde diputados elegidos no reconocen sus bancadas, no ocupan sus sillones, o no juran ni prometen, sino que manifiestan que lo hacen por imperativo jurídico.
Hay momentos en la historia de los pueblos donde los gestos políticos se instalan y quedan para convertirse en fuertes señales para que las nuevas generaciones tomen el relevo histórico, donde los vencidos sientan que su derrota no fue ni será eterna, y que todas las formas de lucha valieron la pena, aun con los elevados costos que pudieron haber significado.
La Concertación/Nueva Mayoría muy poco aportaron para desmontar el proyecto que impuso la derecha, los militares y los norteamericanos luego de haber conocido la dura derrota en septiembre de 1970. Un país reformado que se repartieron grupos económicos con la anuencia de las Fuerzas Armadas sin importar las violentan consecuencias políticas, sociales y económicas que provocarían entre millones de chilenos.
El golpe militar no sólo fue un alzamiento financiado por los Estados Unidos, marca, se trazó la configuración de delitos de Lesa Humanidad, tanto así que Pinochet permaneció detenido por más de quince meses, dándole un carácter diferente a la justicia internacional. No fue el llamado del alma de la patria que se escuchó en todos los regimientos de Chile, todo se inició a sangre y fuego para refundar a Chile desde el más duro neoliberalismo dirigido desde la Universidad de Chicago, así trabajaron los militares y convencidos que para alcanzarlo había que manchar el asfalto.
De la dictadura militar se heredó el agresivo sistema de salud, la privatización de la educación a la que se define como un “bien de consumo”. El modelo previsional de miserables consecuencias en manos de grupos nacionales y extranjeros. La privatización de los puertos, la entrega del mar a unos cuantos familiares, concesiones mineras como el Litio casi a perpetuidad. Millones de chilenos viviendo bajo los niveles mínimos de extrema pobreza, y un largo listado de derechos conculcados con un modelo constitucional clasista y antidemocrático.
Nada verdaderamente serio se ha intentado para construir y sostener a Chile con una normativa jurídica democrática y votada por todos, se clama y apura una Nueva Constitución, tan precario y falso resulta entonces el intento de Bachellet de un proyecto para una Nueva Constitución en el último minuto, y que se agitó en toda la pre y campaña hace ya cuatro años.
El agotamiento y la nula renovación política del bloque PS/PPD/PRSD/PDC/PC era evidente. Una precaria y difusa administración del modelo en manos la nueva generación que sin poner ninguna gota de esfuerzo por alterar el modelo dictatorial, se sintió dueña de la verdad y se instalaron con una incontenible avidez de querer controlarlo todo. Mirar desde arriba a los que trabajan para luego pactar con los dueños del sistema que los financiaron para dejarlos convertidos como un activo económico más, en el proceso de acumulación de riqueza bajo la exigencia de no alterar nada.
Las normativas democráticas en Chile la dictan y financian los empresarios y banqueros para su beneficio. El largo listado de parlamentarios/subsecretarios investigado por cohecho, falsificación de instrumentos públicos, muchos ya condenados sumaron en la peor crisis de credibilidad desde los primeros tiempos de la concertación.
Pinochet está en La Moneda sencillamente porque nunca se fue. Estaba el día de la proclamación de Piñera como candidato a la presidencia
No solamente porque Piñera brindara el día del golpe militar mientras estudiaba en los EE.UU. No solamente porque Piñera fuera el jefe de campaña de Buchi, candidato de Pinochet en las primeras elecciones presidenciales. Por haber salvado de la cárcel a quien gobernará Chile hasta el 2022. Pinochet está representado por todos los que salieron a pedir sea devuelto a Chile mientras estuvo preso en Inglaterra, Piñera fue uno de los primeros en quebrar lanzas para quien le generara condiciones para sus negocios, tan alejados de un sano recorrido.
Pinochet está porque hay quienes defienden a sus hombres presos en una prisión de carácter exclusiva. La dictadura vive porque nunca fue sometida a juicio por el delito de golpe militar y nunca haber pagado la destrucción de La Moneda. Los militares nunca han abandonado la casa de los presidentes porque nada ha cambiado en sus instituciones y siguen conservando ese carácter de clase que define como enemigos de la patria a los pobres y coloca en la mira cualquier intento de lucha para mejorar las condiciones de vida digna.
Pinochet está porque todos los ministros de defensa nacional de la concertación/nueva mayoría han actuado como serviles empleados. Porque mantiene sus privilegios muy superiores a los que deben soportar millones de chilenos. Porque robaron dinero público y lo hacen de forma cotidiana bajo forma en un sofisticado y único sistema de pensiones, recontrataciones, pago de sobresueldos, donde lo más aberrante es la mantención de graduación de elevados sueldos a los militares condenados por delitos de Lesa Humanidad.
Sebastián Piñera reconoce al/su pinochetismo cuando sus ministros apoyaron sin problemas a Colonia Dignidad, allí está su Ministro de Interior Chadwick y Justicia Larraín que defendieron a Paul Scheffer y fueron los mejores defensores del enclave alemán, todo un centro de tortura, muerte todo un paraíso de pedófilos, visitado regularmente por Pinochet/Mathei y sus generales.
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