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Colombia: ¿Qué pasa con el Presidente Uribe Vélez?

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Hemos tenido días tenebrosos, como en las peores épocas de la violencia que cayó sobre Colombia y se ha mantenido desde hace 61 años. En el exterior piensan que esa violencia es un fenómeno de ahora. Pues no. Colombia lleva varias décadas soportando una violencia que comenzó en 1946 y que, pese al Pacto de Paz entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, impulsado por el ex presidente liberal Alberto Lleras Camargo, en un entendimiento con los conservadores, sigue siendo el fenómeno político y social más grave. Son más de 600.000 víctimas, incluído el caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en 1948, siendo candidato a la Presidencia de la República. La explosión por este crimen desató nuevas formas de violencia. El jefe del Partido Liberal, Carlos Lleras Restrepo, después Presidente de la República, denunció el asesinato de más de 1.500 campesinos en el Municipio de El Líbano en el Departamento del Tolima en 1952.

Ahora estamos frente al caso de la muerte de 11 Diputados de la Asamblea del Departamento del Valle, quienes, según declaración oficial de las FARC, murieron en un supuesto combate con fuerzas militares no identificadas. Hasta el momento esa organización guerrillera no ha dado información adicional sobre las características del combate. El país ha repudiado ese crimen y pide su esclarecimiento, al tiempo que demanda llegar cuanto antes a un acuerdo con las FARC y otros grupos armados para ponerle fin, ahora sí, a la violencia que agobia a Colombia.

Sin embargo, el presidente Alvaro Uribe Vélez ha caído en una posición delirante de violencia estatal como respuesta a las guerrillas. Para mí, el presidente ha perdido el control de sí mismo, a tal punto que antes del crimen de los diputados se pronunció contra las propuestas de paz de las FARC que exigían el escenario de dos municipios libres de fuerza pública para negociar. Uribe Vélez se ha lanzado de lleno con la política de derrotar y de desaparecer a los grupos guerrilleros existentes.

Por eso amplía la guerra con el apoyo militar y económico del gobierno de Bush, que participa en el conflicto colombiano y se opone a las negociaciones de paz con las FARC.

Por ello Uribe Vélez corrió a firmar un Tratado de Libre Comercio repudiado por gran parte de la opinión pública de Colombia.

De igual forma se opone a las recomendaciones de los países europeos para que recurra “a la Comisión de Encuesta que contempla el Protocolo I de Ginebra para investigar violaciones graves del DIH en situaciones de guerra”. Uribe insiste en que en Colombia no hay violencia ni conflicto. Por eso quiere presentarse como un “líder anti-imperialista”, acusando a los demócratas que ganaron las mayorías en el Congreso Norteamericano de estar al servicio de los violentos colombianos, porque ellos han puesto como condición para aprobar el TLC firmado por Uribe con Bush, garantías claras y seguras de respeto a los Derechos Humanos y a la legislación internacional.

Para Colombia son una vergüenza los cambios mentales y políticos del presidente. Es el único que sigue apoyando la guerra de Bush en Irak, quien abastece a Colombia de armas y grupos paramilitares para nuestra propia guerra.

Parece llegada la hora de que se encuentre la fórmula que permita someter a examen médico científico los cambios mentales del presidente Uribe Vélez, abanderado implacable del uso de la “violencia” para resolver un conflicto que lleva 61 años.

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