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El Alto San Antonio reclama su lugar en la historia

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El calcinante sol y el paisaje desolado de la pampa nortina no fue impedimento para el centenar de hombres y mujeres que se reunieron entre las ruinas del Alto San Antonio el pasado 21 de diciembre de 2006, para dar inicio a la conmemoración del centenario de la masacre de los obreros del salitre en la escuela Santa María de Iquique.
Fue sin duda un acontecimiento inédito. Como también inédito fue ver ondear bajo el ardiente sol del mediodía los emblemas patrios de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, como símbolo de integración, naciones unidas por una tragedia que enlutó también a nuestros vecinos más allá de la cordillera. Fue también la manera mas justa y apropiada  de comenzar a saldar una deuda histórica con uno de los lugares más ligados a la histórica huelga de 1907 y posterior masacre en la escuela del cercano puerto de Iquique. 

El Alto San Antonio es un ex –pueblo salitrero ubicado al interior de Pozo Almonte, en dirección a la costa, y centro del cantón del mismo nombre, conformado por diversos campamentos salitreros, entre ellos San Lorenzo, donde se inicia el movimiento huelguístico, como también San Enrique, Vigo, La Noria y La Coruña, por mencionar las más relevantes.

Fue allí, en el Alto San Antonio, donde los obreros en huelga de los campamentos salitreros cercanos se juntaron y decidieron “bajar” en dirección a Iquique en aquel lejano y trágico diciembre de 1907. Allí se juntaron, animados por la esperanza y la convicción de sus justas demandas, para iniciar su travesía hacia la tragedia y el dolor.

Sin embargo, y pese a su connotación histórica, su nombre permanece casi en el olvido, salvo para los estudiosos y conocedores de la pampa y la historia del salitre.  De allí que en el contexto de la conmemoración del centenario, la tarea de “recuperar para la historia” el Alto San Antonio es un justo reconocimiento para uno de los lugares de mayor significación inserto en las luchas sociales de los obreros del salitre.

Iniciar allí la conmemoración tenía precisamente el propósito de contribuir, además, a poner en el tapete la urgente e ineludible tarea de rescatar otros campamentos y pueblos salitreros que también vivieron situaciones de represión, como La Coruña, por ejemplo, ubicada en el sector. Lo mismo respecto de San Lorenzo y San Enrique, entre otras.

Avanzar en una  tarea  de esta envergadura podría permitir articular a futuro un circuito turístico histórico cultural para conocimiento de las nuevas generaciones, que se sumaria a las ya ampliamente conocidas ex –salitreras Humberstone y Santa Laura, que hoy gozan del status de  patrimonio de la humanidad.

Pero, lo verdaderamente importante, asociado a la recuperación del entorno físico de dichos campamentos, es preservar la memoria histórica, con sus luces y sombras, de lo que fue la explotación del denominado “oro blanco” en el desierto del norte de Chile.

También, y duele decirlo, se trata de una memoria histórica que no termina de escribirse, aún hoy día, con sangre obrera, cuando las organizaciones sindicales se movilizan por mejores condiciones laborales. La muerte reciente de un trabajador forestal en un incidente con fuerzas policiales, nos recuerda duramente que cuando conmemoramos lo ocurrido en la escuela Santa María, no lo hacemos respecto de  situaciones reivindicativas del pasado y ya superadas en nuestros días.

Por el contrario, aún cuando son otros tiempos y otros contextos, la huelga de los “18 peniques” de 1907, siguen siendo símbolo de porfiada realidad laboral para miles de compatriotas en un Chile pletórico de emprendimiento, modernidad y globalización.

En la página Web www.conmemoracióncentenario.cl,  los lectores pueden apreciar en la sección multimedia, un registro audiovisual filmado por Iquique Televisión (ITV) del evento realizado en el Alto San Antonio.

Los sindicatos, especialmente de la gran minería del cobre, bien podrían asumir, con recursos propios, la tarea de construir un monolito o placa recordatoria para la posteridad en el Alto San Antonio, como un merecido homenaje en el centenario que conmemoramos, a los pampinos, hombres y mujeres, mineros también de otra época, que con su ejemplo, decisión y sacrificio, hicieron una maciza contribución al reconocimiento de los derechos y dignidad de los trabajadores.

Un gesto así, sería una significativa contribución para iniciar también nosotros nuestra propia travesía, con nuestros sueños y esperanzas, con la misma decisión y convicción de hace 100 años, una travesía no hacia la tragedia y el dolor, sino hacia la vida y la alegría, hacia la unidad, la integración y la solidaridad.

e-mail del autor: jcamara1@hotmail.com
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