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Argentina: Carta de un cura torturador que se siente «un prisionero de guerra»

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El próximo juicio oral por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura será el del capellán policial Christian Federico von Wernich, confesor de Ramón Camps. El sacerdote está acusado de participar en siete homicidios y 41 casos de secuestro y torturas, entre ellos el de Jacobo Timerman, director del diario La Opinión. Será un proceso significativo, no sólo por la gravedad de los delitos que se investigan, sino porque posiblemente se convierta en el primer juicio oral a un represor luego de la desaparición de Julio López.

En este marco, Von Wernich acaba de hacer pública una declaración en la que se define como un “prisionero de guerra” y se compara con los cristianos arrojados por el César a los leones. “Un nuevo Coliseo abre sus puertas y prepara la arena, no ya en Roma, sino en nuestro país”, dice el capellán en una carta en la que se define como una víctima del “revanchismo”. La declaración es un pedido de apoyo, se supone que dirigido a jerarquía católica y a los cristianos, que convoca a “orar para vivir esta persecución con la misma fuerza y valentía que los hombres, mujeres y niños que, entregados a los leones, bañaron con su sangre de mártires a nuestra Iglesia”.

El escrito fue publicado por la revista de ultraderecha Cabildo en su última edición y también fue difundido por páginas de Internet de militares retirados, que tienen como lectores al planeta procesista. Cabildo presentó al capellán como “el reverendo padre Christian von Wernich”; previsiblemente, habló de “ultraje” y de “odio a Jesucristo” como móviles del juicio. La declaración del sacerdote ocupa una página.

Comienza el texto: “Durante el Imperio Romano, dos mil años atrás, el César ordenó que el uso del Coliseo fuese para grandes espectáculos, promoviendo la distracción y diversión del pueblo”.

“Uno de esos ‘espectáculos’ fue el feroz aniquilamiento de los primeros cristianos que eran llevados al Coliseo, en cumplimiento de una persecución –llena de odios y venganzas– que los entregaba a los leones para una cacería humana, mientras una parte del pueblo con su emperador presente gozaban del ‘espectáculo’”. Párrafos más adelante, Von Wernich habla de sí como si fuera uno de aquellos antiguos cristianos “sometidos a todo tipo de torturas”, lo que no es una alucinación lisérgica sino que está escrito por Von Wernich así como se lee.

La declaración salta luego al presente: “Pasaron veinte siglos y un nuevo Coliseo abre sus puertas y prepara la arena, pero no ya en Roma sino en nuestro país, gobernado por un módico César que ocupa, por ahora temporalmente, el gobierno”, señala. “El módico César (…) inspirándose en aquellos crueles paganos de la Roma antigua, ya ha bajado el dedo a los ‘tribunales populares’ urgiéndolos a que actúen y condenen a las víctimas elegidas (…) A ese ‘tribunal popular’ pronto entraré como entraban los cristianos al Coliseo romano, para ser también devorado (…) Ya han encontrado su presa ideal para despedazar. Esa presa deseada soy yo, Christian Federico von Wernich, sacerdote de la Iglesia Católica y ex capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires durante los años 1975-1985”.

El capellán Von Wernich fue asesor de los grupos de tareas de Camps. Tenía rango de oficial de la policía y estuvo adscripto a la Dirección de Investigaciones que comandó el ex comisario Miguel Etchecolatz, la mano derecha de Camps. En aquellos años de la dictadura, Von Wernich recorría los centros clandestinos de detención manejados por Camps y Etchecolatz. Visitaba a los prisioneros e intentaba quebrarlos emocionalmente.

Luis Velazco, que estuvo detenido en la comisaría 5ª de La Plata, es uno de los principales testigos del caso. Tenía 20 años cuando lo secuestraron; el sacerdote lo visitó luego de que Velazco pasara por su primer sesión de torturas. “Tuve un relación extraña con él –contó a Página/12 el año pasado–. La primera vez que lo vi trató de demostrarme que sabía mucho de mí y de mis hermanos. Yo me sentía muy nervioso; me dijo ‘tranquilo, soy primo de Monona’, la mujer de mi tío. Tenía una foto mía, que le había dado mi familia creyendo que iba a localizarme. Nunca les dijo nada.” Velazco relató que Von Wernich estaba al tanto del destino de una niña nacida en cautiverio, la hija de Héctor Baratti y Elena de la Cuadra, a quien su abuela todavía busca.

El sacerdote también deberá responder en el juicio oral por siete detenidos a quienes Camps había ofrecido sacar del país y fueron asesinados. Las familias de los desaparecidos habían entregado dinero para pagar sus rescates que, al menos en un caso, se encargó de recolectar el capellán. En 1984 el policía Julio Emed relató este hecho a la Conadep y contó cómo, en presencia de Von Wernich, el médico policial Jorge Bergés les aplicó a tres de estos prisioneros “dos inyecciones a cada uno, directamente en el corazón, con un líquido rojizo que era veneno”. El policía dijo que se había sentido “impresionado por lo ocurrido”. “El padre Von Wernich habló conmigo –recordó el policía–, me dijo que lo que habíamos hecho era un acto patriótico y que Dios sabía que era para bien del país.”

Entre los casos elevados a juicio está el de Jacobo Timerman. Sus hijos Héctor y Javier, representados por el abogado Alejo Ramos Padilla, pidieron que se juzgue al cura por el secuestro y las torturas sufridas por su padre cuando estuvo detenido en Puesto Vasco y Coti Martínez. Von Wernich está acusado en la causa elevada al tribunal oral por su participación en siete asesinatos y 41 casos de secuestros y torturas.

Sin condena pero expuesto al repudio social, Von Wernich se había ido del país en 1996. Fue descubierto dando misa en Quisco, un paradisíaco pueblo chileno. En septiembre del 2003 fue detenido por orden del juez Arnaldo Corazza y desde entonces permanece arrestado en la División Antiterrorista de la Policía Federal, en Palermo. En los tribunales de La Plata, donde se realiza el proceso oral, cuentan que el cura no es el único de los represores que autotitula “prisionero de guerra”. Todos los integrantes de la banda de Etchecolatz están poniendo su firma seguida de esa leyenda en los escritos judiciales. El juicio oral no tiene fecha, aunque se espera que comience entre mayo y julio. Si es así, Von Wernich llegará a las audiencias con 69 años; en el 2008 cumplirá 70, el piso para solicitar el arresto domiciliario.
www.pagina12.com.ar
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