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¿Por qué ciertos "defensores de la vida" no informan esto?

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El periódico GRANMA ofreció hace unos días la información de que 25 municipios cubanos pertenecientes a 12 provincias, con 800 mil 118 habitantes, registraron cero mortalidad infantil en 2006.

Han transcurrido varias jornadas desde entonces y ese acontecimiento, desdichadamente impensable en la mayoría de las naciones del orbe, aún en las desarrolladas, no ha sido rebotado por El Nuevo Herald, la llamada Radio Martí y otros medios norteamericanos y europeos que están habitualmente a la caza del menor episodio ocurrido en la Isla, siempre que les resulte útil para dañar la imagen del país.

Con solo mencionar la Ciénaga de Zapata, uno de los 25, sería suficiente para reconocer la proeza, pues se trata de una zona que hasta 1959 se encontraba prácticamente incomunicada, poblada por humildes fabricantes de carbón vegetal, totalmente corroídos por la más espantosa miseria y víctimas del abandono oficial. De aquel tétrico panorama ni siquiera existen estadísticas sobre el número de infantes y adultos fallecidos anualmente.

El tema, sin duda alguna, ofrece abundantes aristas con las cuales elaborar informaciones de interés humano, pues puede ser ampliado con otros datos no menos espectaculares, como por ejemplo, que en ese mismo año Cuba registró la increíble cifra de 5,3 fallecidos por cada mil nacidos vivos, todo un récord, solo superado a nivel continental por Canadá.

Otros indicadores igualmente pueden ser comentados, como el relacionado con los 77 años de esperanza de vida al nacer o la presencia solidaria de personal cubano de la salud en 68 países.

Pero si de destacar realidades espectaculares se trata, entonces sería oportuno mencionar que esos notables éxitos han tenido lugar en un pequeño territorio del llamado Tercer Mundo, víctima por casi medio siglo de un feroz bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.

Esa guerra económica no tiene absolutamente nada de formal y ha ocasionado daños a la economía nacional ascendentes a 86 mil millones de dólares. En el 2005 las afectaciones fueron del orden de los cuatro mil millones y en el 2006, aún no contabilizados, deben ser mayores.

Pero pedirles a esos medios de prensa, en nombre de la libertad de expresión tan exigida a otros, que cumplan su deber social como comunicadores, resulta demasiado, pues al hacerlo estarían precisados a explicar unos cuántos por qué, hasta ahora convenientemente ocultados o deformados, en su continuado ejercicio por desinformar y calumniar sobre Cuba, desacreditar al socialismo y servir al imperio y sus lacayos.

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