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Dos ancianos mellizos: Patricio Aylwin y Augusto Pinochet

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Voy a plegarme al ejército de plagiarios de las “Vidas paralelas”, de Plutarco: don Patricio Aylwin fue un jurista y político, en tanto Augusto Pinochet fue, toda su vida, un militar. Nada más contrapuesto que ambas vocaciones. Si se quiere buscar algún paralelo, podríamos decir que ambos nacieron en la V Región –Viña y Valparaíso, respectivamente; Patricio Aylwin es tres años menor que el General. Don Patricio fue falangista y fundador de la Democracia Cristiana y, como se sabe, los militantes de la flecha roja no tenían ninguna simpatía ni relación con los militares; dudo que Aylwin se haya rebajado a conversar con un militar gris, como Augusto Pinochet, según lo definía el general Carlos Prat. Aylwin fue siempre un oficialista dentro del Partido y un fuerte enemigo de Salvador Allende, por eso me sorprendería que hubiera tenido alguna cercanía con Pinochet, antes del 11 de septiembre de 1973, pues el General oficiaba de Allendista.

Aylwin, como presidente de la Democracia Cristiana, apoyó a la Junta Militar durante el primer año, pero se alejó  cuando esta clausuró la Radio Balmaceda. Los dos personajes se verán recién de nuevo, frente a frente, en el Congreso pleno – y muy a disgusto – Pinochet le entrega la piocha de O´Higgins. Las relaciones entre el Presidente y su general en jefe serán como las de los viejos payasos: en cada entrevista mutuos golpecitos, con un virtual bastón. Pinochet forma un comité asesor, dirigido por el general Ballerino, que ofende a Aylwin. Cuando el Presidente intenta pedir la renuncia al general en jefe, este le contesta que sin él los militares se revelarían, como Aldo Rico en Argentina. Pinochet no está contento con la creación de la comisión Verdad y Reconciliación y amenaza que “si alguien toca a alguno de mis hombres, repetiré el 11 de Septiembre”. Pinochet, aterrado ante la inminencia del informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, sobre los cheques de su hijo, le propina una especie de golpe a don Patricio, “los ejercicios de enlace”, en plena ausencia; los dos Enriques, Kraus y Correa, aterrados le conceden todo lo pedido al General. Como los viejos payasos, terminan amándose y apreciándose y ambos se tiran flores.

Don Patricio es una especie de doctor Sutil –cada una de sus frases es una verdadera paradoja – que sus seguidores deben interpretar, por ejemplo, promovió el liberalismo de mercado, durante su gobierno, para después declarar que este es cruel con los pobres; en la acusación constitucional contra el General declara que los “ejercicios de enlace” fueron inconstitucionales y después, por presiones de sus correligionarios, sostiene que el “boinazo” era una diablura de ese buen general Augusto José Ramón. Como ven, queridos lectores, este plagio de Plutarco es tan obvio como las originales y aburridas “Vidas Paralelas”.
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