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"Contra Bachelet y otros. Algunas historias sobre el golpe militar al interior de las FF.AA."

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Este extracto del libro "“Contra Bachelet y otros"es publicado por gentileza de la Editorial Quimantú.

Este libro es un primer esfuerzo por rendir un saludo, un modesto homenaje a aquellos hombres de armas que se negaron, a riesgo de sus vidas, a levantar las armas contra el pueblo, contra la población indefensa. El Estado de Chile les debe un homenaje, un reconocimiento, por su valerosa conducta constitucionalista. Si mañana se volviera a repetir una situación similar ¿por qué motivo los jóvenes oficiales que hoy se forman, podrían negarse a actuar siguiendo órdenes criminales? Este libro trata de mostrar antecedentes históricos que demuestran que unos 2.000 hombres del ejército, la marina, la aviación, carabineros y la policía de investigaciones tuvieron el valor civico de oponerse a la masacre. Que su actitud sea un ejemplo para esos jóvenes que hoy integran las fuerzas armadas chilenas.
Un saludo y todo nuestro respeto a cada uno de ellos.

Al pie del texto van los datos para adquirir el libro.

La Redacción de PiensaChile


Extracto del Capítulo 3:  “Cuando los militares cazaban a otros militares”

12 de septiembre. Por la madrugada los militares han empezado a allanar varias industrias de la periferia santiaguina.
Copan cada fábrica, sin encontrar mayor resistencia. Primero empieza una labor de ablandamiento, cerca de las diez de la mañana, con ametralladoras punto 30, tirando a todo lo que se mueva.

El detective Medina no dispara un tiro. Ya se ha dado cuenta de que intentar cualquier resistencia es absurdo. Sólo quiere sobrevivir. Se deshace de su arma y placa de servicio.

Finalmente, una tropa del regimiento “Tejas Verdes” ingresa a la fábrica donde se encuentra Medina y cientos de trabajadores. Todos deben tenderse en el piso y moverse en punta y codo hasta la avenida Vicuña Mackenna. Así recorren una cuadra y media, mientras los militares los golpean. Luego deben formarse en filas.

Al lugar han llegado varios buses de Carabineros. Cerca de las cinco de la tarde, los detenidos son trasladados al Estadio Chile. En la entrada deben dejar sus pertenencias: relojes, argollas, objetos que nunca serán devueltos.

En ese lugar, Medina decide identificarse como detective. Intuye que van a matar a varios. Tiene miedo. Quiere regresar al cuartel porque cree que en la institución va a estar seguro. Intenta acercarse a un oficial, pero sólo recibe culatazos en la espalda y debe volver a la fila. Ni siquiera lo dejan hablar.

El recinto deportivo está repleto de detenidos. Hay más nidos de ametralladoras punto treinta. Mucha gente tapa los baños botando los documentos de identidad.

El mayor Puccio no sabe donde ir. Finalmente se presenta en el Instituto Geográfico Militar, desde donde lo han enviado tres años antes a La Moneda. Allí lo llaman de Inteligencia y lo trasladan prisionero a la Escuela Militar. Lo obligan a renunciar y lo mandan a su casa con arresto domiciliario.

Puccio ha visto a sus compañeros convertidos en bestias. No lo puede entender(1).

El capitán Heyder habla por teléfono con su hermana Adriana, que vive en Alemania, y le explica lo sucedido.

– Era necesario para salvar a la patria. Todo lo que se hace, se hace por Chile(2).

Cerca de las dos de la tarde, el inspector Santiago Cirio y el detective Juan Otto llegan al regimiento “Tacna”. Vienen a buscar a los policías detenidos. Todos los funcionarios presos han [i]debido declarar en una pequeña oficina. Luego los liberan.

El único que sigue detenido es el inspector Seoane. El funcionario Douglas Gallegos le dice que avisará de la situación en su casa.

Al mayor Eduardo Núñez lo arrestan en la Escuela de Suboficiales de Carabineros. El coronel Melgarejo lo somete a un simulacro de fusilamiento.

Núñez sólo quiere saber era por qué lo quieren matar, porque nunca tuvo nada que ver con política. Cree que Carabineros está identificado con la Constitución, con la defensa de la vida y la integridad de los ciudadanos, y por sobre todo un juramento de honor que le ata a este compromiso. Piensa que una adhesión a un movimiento golpista sería olvidarse de lo que es ser carabinero.(3)

En tanto, cuatro agentes del Servicio de Inteligencia Naval van a buscar al suboficial Triviño. Con un yatagán, uno de ellos le corta las jinetas mientras le grita que debe olvidarse de haber sido suboficial de la Armada. Luego lo llevan al ministerio de Defensa. En el séptimo piso lo amarran a un sillón y comienzan a aplicarle electricidad. Lo acusan de ser un infiltrado y de tener reuniones con cubanos. él les dice que siempre estuvo con la Constitución y que se lo ha manifestado a todos los comandantes.

A las seis de la tarde lo trasladan al aeropuerto de Cerrillos y lo introducen en un avión. Sus próximos destinos serán la base aeronaval El Belloto y el fuerte Silva Palma.

En Antofagasta matan al carabinero Guillermo Schmidt Godoy, de 23 años. El 11, luego de que se le comunicara a la tropa el golpe militar, Schmidt se había resistido y dado muerte a dos oficiales en la Cuarta Comisaría.

El 12, mediante el decreto-ley No. 5, la Junta Militar declara que debe entenderse como “estado o tiempo de guerra” el estado de sitio que ha declarado en la víspera, por lo cual a partir de ese momento los presos políticos pasan a ser prisioneros de guerra.

13 de septiembre. El inspector Seoane ve como un oficial y un sargento, con gruesos alambres de cobre forrados en plástico verde, propinan una cruel golpiza a varios prisioneros. La ceremonia dura hasta que los uniformados se cansan.

A Seoane y a otros muchachos los envían a limpiar letrinas y baños. De regreso en la caballeriza, son amarrados con alambres en pies y manos.

A las dos de la tarde llega un camión. Unos oficiales leen nombres desde unas listas. Llenan los vehículos con prisioneros y parten a Peldehue. No volverán.

Por la tarde, seis militares interrogan a Seoane sobre los GAPP, el armamento del que disponían. Luego lo devuelven a las caballerizas.

Allí, Seoane se encuentra con el político Vicente Sota. El dirigente tiene la pierna enyesada y un poncho sobre los hombros.

– Cuánto ha sufrido, compañero, yo lo voy a proteger. – dice Sota mientras abraza a Seoane. El inspector comienza a llorar. Sota lo consuela y le consigue café y cigarrillos.

Por la noche, nuevamente vienen el inspector Cirio y el detective Otto. Esta vez logran sacar del lugar a Seoane. Primero se lo llevan a la Prefectura de Santiago, donde recibe algunos calmantes. Luego lo dejan en su casa.

El detective Osvaldo Ahumada es detenido en los primeros días posteriores al 11 de septiembre. Según el diario “El Mercurio”, cuando es arrestado tiene en su poder “una lista de 27 oficiales y funcionarios de Investigaciones que deberían ser asesinados en el ‘operativo terrorista final’ proyectado por las autoridades del Gobierno marxista para el 17 de septiembre”.(4) Lo envían a la Cárcel Pública. Sólo tiene 26 años.

14 de septiembre. El comandante de grupo Galaz es detenido en su oficina por varios oficiales al mando de un funcionario de la Dirección de Personal, Hugo Sage. Sage lee un decreto mediante el cual Galaz es dado de baja y luego le anuncia que e
stá detenido por oponerse al golpe. Lo trasladan a la base área de Colina.

El capitán Jaime Donoso es arrestado días después. Se lo llevan a la AGA. Encapuchado en un subterráneo, lo obligan a estar tres días de pie. No puede comer y sólo le dan un poco de agua.

 Luego de ello, siempre con la vista vendada, es conducido hasta una pieza-celda en el subterráneo, donde es agredido con culatazos, golpes de pies y manos. Incluso lo someten a dos simulacros de fusilamiento.(5)

Lo interrogan el comandante de grupo Lizasoain, el capitán Alvaro Gutiérrez y el general Gutiérrez. Le preguntan sobre su relación con el MIR. Como otros prisioneros, Donoso le dice a los torturadores que son ellos quien están traicionando la Constitución y la patria.

Donoso es testigo de la brutal agresión contra los oficiales constitucionalistas. Los golpean, les realizan simulacros de fusilamiento, les colocan electricidad y los queman con cigarrillos.

También emplean drogas e hipnosis. A algunos los cuelgan de unos ganchos y los azotan. Los generales presos son pateados en el suelo por los conscriptos. A algunos presos incluso les sacan las uñas. Las flagelaciones se convierten en un procedimiento estándar. A los presos los torturan y les dicen “esto es lo que tienes que confesar”.(6)

Ver continuación
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Ha comenzado el proceso “Contra Bachelet y otros”.
Ese día 14, el coronel Valdivia Román notifica al mayor Derviniadis de que en Carabineros se ha acordado llamarlo a retiro, “por su posición favorable al gobierno civil”. Luego le anuncian que quedará en libertad y es autorizado para trasladarse con su familia a la casa de su suegra en Valparaíso.

Unos días después de detenerlo, dejan libre a su amigo, el mayor García.

García desiste de asilarse. Piensa que se trata de un golpe sin moral y que la racionalidad debe imponerse.

El 15 de septiembre, el mayor Osvaldo Zavala acompaña al ex general Prats hasta la frontera con Argentina. Prats inicia un viaje sin regreso. Zavala ha sido el fiel ayudante del general y durante el “tanquetazo”, hace unos meses, le ha salvado la vida.

El detective Medina ya lleva dos días detenido en el Estadio Chile. Entre otros, en el lugar hay profesores, estudiantes y empleados administrativos de la Universidad Técnica del Estado (UTE), que está a unas cuadras. También el cantante Víctor Jara, funcionario de la UTE, está en el estadio.

Allí son miles. Se hacinan. Pasan hambre y frío. Duermen en las escaleras de concreto. Dos hombres, desesperados, se lanzan desde las graderías al vacío.

Así pasa jueves y viernes. El sábado 15 de septiembre, los militares comienzan a evacuar el recinto para trasladar a los prisioneros a otros destinos.

Ese día, Medina se acerca a un oficial, le dice que es funcionario de Investigaciones y que quiere hablar con su superior. Los militares lo trasladan a la oficina del comandante del Estadio, donde se presenta, da número de placa y dice que debe comunicarse con la Dirección General.

El oficial le dice que llame al cuartel y le permite usar el teléfono. Cuando Medina logra el contacto con la oficina del director de Investigaciones, el uniformado le arrebata el auricular.

Comienza a hablar con el general Baeza, quien ha asumido el mando en la policía civil.

– Aquí tengo un muchacho tuyo que quiere volver. – dice el comandante.

Ambos oficiales conversan. Luego el comandante cuelga.

– Te vienen a buscar. Si resulta que no eres funcionario, te fusilamos de inmediato.

En la oficina también está presente un oficial de menor jerarquía, llamado “El Príncipe”, quien se ha destacado por sus actitudes sicopáticas en el Estadio Chile.(7) Medina ve cómo responde el teléfono. Algunos familiares de los detenidos llaman para saber de sus parientes y él se hace pasar por un auxiliar, contestando irónicamente.

Le permiten a Medina quedarse allí. Duerme un poco. Es de madrugada cuando lo despiertan. Tres funcionarios de Investigaciones vienen a buscarlo. Medina nota que tienen mucho susto. Son las tres de la mañana del domingo 16 de septiembre.

Luego de confirmar su identidad, se lo llevan a la sede principal y después a las dependencias de la Brigada de Homicidios, donde queda incomunicado. Lo esposan a una silla.

Tal como en el resto del país, en Calama la situación queda prácticamente de inmediato bajo control del Ejército.

Varias personas son detenidas y a finales de septiembre se constituye un Consejo de Guerra para juzgarlos por distintas acusaciones. Ese tribunal es presidido por el mayor Reveco. En un proceso que Reveco sabe altamente irregular, emite condena para 16 presos, de entre 61 días y 20 años de prisión. Las penas son ratificadas por el coronel Rivera.

Algunos oficiales reclaman por las “bajas” condenas que aplica Reveco. Reveco le señala al coronel Rivera que él es la única garantía de que no se cometan crímenes irreparables. Reveco cree que matar a un hombre en estos consejos de guerra sería un asesinato, porque a un preso se le puede sacar de la cárcel, pero a un muerto no se lo puede sacar de la tumba.

15 de septiembre. Al ex oficial de la Armada Octavio Ehijo lo han interrogado durante tres días. También ha sido sometido a un simulacro de fusilamiento.

Lo acusan de participar en una organización clandestina, cuyo objetivo habría sido provocar la guerra civil en Chile. Más adelante, para obligarlo a firmar una confesión, lo aislan durante un mes en una celda solitaria.

Ante el mando de la Armada su calidad de ex miembro de la institución agrava su situación personal, pero muchos ex subalternos le mostrarán, de manera discreta, comprensión y afecto.

16 de septiembre. El ministro secretario general de gobierno, coronel de Ejército Pedro Ewing Hodar, cita a una conferencia de prensa, para entregar “un notición”.(8)

Anuncia que funcionarios de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) han encontrado en una bóveda del ex subsecretario del Interior Daniel Vergara, un set de hojas mimeografiadas que detallaban el Plan Zeta, cuyo objetivo “era dar un sangriento autogolpe el 19 de septiembre para instaurar la ‘dictadura del proletariado’”. Un set igual habría sido entregado a los máximos dirigentes de la Unidad Popular.

El ministro detalla.
En momentos en que en la capital y en provincias se estuvieran terminando los almuerzos ofrecidos por las autoridades locales a los oficiales de las Fuerzas Armadas, se pondría en marcha el Plan. En La Moneda, el presidente Allende habría invitado a almorzar a los tres comandantes en jefe de la Defensa Nacional y a los miembros del Estado Mayor. Simultáneamente, ya en la elipse del Parque O’Higgins, debían encontrarse formadas en las unidades de la guarnición de Santiago.(9)

En ese momento, miembros del GAP, disfrazados de garzones, entrarían a La Moneda y con armas automáticas darían muerte a almirantes, generales y demás oficiales. Para la provincia habría planes similares.

El jueves 20 de septiembre, en un acto presidido por el presidente Allende, se proclamaría la “República Popular Democrática de Chile”. La bandera nacional sería reemplazada por otra roja, conservando la estrella.

Ewing se excusa de dar más detalles. Argumenta que la mayoría de la document
ación se halla en clave y está siendo descifrada.

17 de septiembre. En medio de un amplio operativo policial, el mayor Néstor Paiva Valdés, al mando de 50 carabineros, allana la casa de la suegra del mayor Derviniadis en Valparaíso. El oficial, nuevamente detenido, es trasladado a la Escuela de Carabineros en Santiago, por orden del prefecto subrogante, teniente coronel Rodolfo Stange Oelckers.

Un grupo encabezado por el mayor Conrado Pacheco Cárdenas también detiene nuevamente al mayor García. Ha sido involucrado en el proceso que lleva la Fiscalía de Aviación contra el general Bachelet y otros oficiales de la Fuerza Aérea.

Ese día, el detective Medina ha sido llevado a la Brigada de Homicidios y quedado incomunicado. El 17 de septiembre comienzan los interrogatorios en el quinto piso, en el Departamento de Informaciones. Le hacen preguntas sobre el Departamento Criminológico y la Unidad Popular. Lo amenazan: si no dice la verdad, lo van a entregar a los militares.

En la Segunda Fiscalía Militar le inician un proceso “por infracción a la Ley de Control de Armas y malversación de vehículos”. Lo interrogan en el ministerio de Defensa. Una de las primeras cosas que le dicen es: “esto es como la guerra civil española. Nosotros ganamos y ustedes perdieron”.

El 20 de septiembre ingresa a la Cárcel Pública. Lo incomunican de nuevo, por diez días. Su mujer le manda cigarrillos en marraquetas ahuecadas.

Al inspector Seoane lo citan a la Dirección General el 18 de septiembre. Allí el prefecto Osvaldo Almazán lo notifica de su llamado a retiro por orden del mando militar que ha asumido el mando en la institución. Unos días después, los militares allanan la casa de su madre en Viña del Mar. Seoane debe irse al exilio.

Diez días después del golpe militar, se anuncia que 51 funcionarios de la Dirección General de Investigaciones han sido dados de baja, acusados de “ser sorprendidos en actividades terroristas”.(10)

Notas
1. Basado en un artículo publicado por el autor en la revista El Periodista, Nº32, año 2, marzo de 2003, Santiago de Chile.

2. Diario electrónico Primera Línea, 5 de mayo de 2002

3. Diario La Nación, 3 de agosto de 2003

4. Diario El Mercurio, 21 de septiembre de 1973.

5. Diario electrónico Primera Línea, 10 de agosto de 2001.

6. Revista Punto Final, número 529, septiembre de 2002

7. La identidad de este oficial es incierta. Una versión señala que se trata del oficial de Ejército, Miguel Krasnoff Marchenko, quien luego fue agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Véase reportaje publicado sobre la muerte de Víctor Jara en la edición chilena de la revista Rolling Stone, año 6, número 66, septiembre de 2003.

8. El presente relato está basado en “La familia militar”, de Hernán Millas, Editorial Planeta, 1999, Santiago de Chile. Págs. 23-30.

9. “La familia militar”, op. cit.

10. Diario El Mercurio, 21 de septiembre de 1973.

Editorial Quimantú
Purísima 114, Barrio Bellavista. Recoleta – Santiago
Fono Fax 738 20 81
editorial@quimantu.cl
www.quimantu.cl

Ficha Técnica
Título: “Contra Bachelet y otros. Algunas historias sobre el golpe militar al interior de las Fuerzas Armadas y de Orden”
Autor: Marco Fajardo
Primera Edición. Editorial Quimantú. Santiago de Chile, octubre de 2006
Colección Re-Sabios
Tamaño: 14,5 x 21,5 cms. 200 páginas
Prólogo de Freddy Timmermann, Doctor en Historia
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