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Ecuador: El último tango de Alfredo Palacio

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ALAI AMLATINA, 03/08/2006, Quito.-  El tramo final de la gestión de Alfredo Palacio viene caracterizándose por el imprevisto resurgimiento del nacionalismo y por su acelerada y venal reconversión.

Nacionalismo bajo presión
Las medidas soberanas que Carondelet adoptara en el ámbito petrolero como respuesta a las movilizaciones populares comandadas por la CONAIE, que semiparalizaron el país en noviembre del 2005 y en marzo de este año con pancartas contra el TLC y la Occidental (OXY), cobraron forma en las modificaciones a la Ley de Hidrocarburos, la declaratoria de caducidad del contrato con la corporación estadounidense, los acuerdos de integración energética firmados con Venezuela y el diseño preliminar de un programa económico centrado en la utilización de los excedentes comerciales para el fortalecimiento de PETROECUADOR, el fomento de las actividades productivas y el denominado pago de la deuda social.

En su conjunto, las referidas acciones “barruntaron” una estrategia nacionalista y, por lo mismo, contrapuesta a la que ha venido sugiriendo-imponiendo el capital metropolitano desde hace un cuarto de siglo.  Por demás está señalar que esa estrategia/modelo habría desembocado naturalmente en la incorporación del Ecuador al ALBA, el tratado de integración solidarista promovido por Caracas, La Habana y La Paz.

En la recuperación de la línea nacionalista/latinoamericanista por parte de Quito mucho habría tenido que ver el ex ministro de Economía, Diego Borja, al retomar algunos de los postulados de Rafael Correa, titular de esa cartera en la fase inicial del régimen que alumbrara el Abril “Forajido”.

La derecha contraataca: la ofensiva en el frente petrolero
Conforme era previsible, el giro de Carondelet provocó la iracundia de la Casa Blanca, al punto que George W.  Bush dispuso la suspensión de las negociaciones del TLC ecuatoriano- estadounidense.  Un sentimiento similar invadió a los adoradores criollos del Gran Hermano.  La ofensiva no se hizo esperar.

A las presiones de la embajadora Linda Jewell y a la demanda de la OXY en contra del Estado en un tribunal internacional subsidiario del Banco Mundial, pronto se sumaron un pedido de amparo constitucional contra las reformas a la Ley de Hidrocarburos interpuesto por las cámaras empresariales, las maniobras del febresborjismo en el Congreso, los obscenos alegatos de los “hombres de paja” de las petroleras, el rastacuerismo de los grandes medios, los folklóricos peregrinajes a Washington de los “dolientes” del TLC…

La reelección de álvaro Uribe en Colombia y el triunfo del aprista Alan García en Perú, ambos militantes de la globocolonización, tonificaron la conspiración contra el nacionalismo de Carondelet, proyecto ciertamente frágil tanto por el repliegue y las divisiones electoralistas de las organizaciones sociales y políticas contestatarias después de sus primeros logros, como por la labor de zapa de esa cohorte oficial de “enloquecidos por el dinero” (los Apolo, Chica, Vivas, Proaño) que denunciara el ex premier Mauricio Gándara.

El hecho es que, a poco de dictadas las medidas encaminadas a reivindicar al sector petrolero y al conjunto de la economía, el cardiólogo-presidente, bajo cobertura de la euforia colectiva que suscitara el exitoso desempeño de la “Tri” en el torneo Alemania 2006, inició el desmontaje de su moderada política antineoliberal.

Para comenzar, conformó un consejo paralelo de Administración de los yacimientos petroleros devueltos por la OXY (bloque 15) con conocidos angelitos de su entorno, consejo que se inauguró asignando, a precio castigado, 2 millones de barriles de crudo a favor de voraces intermediarios, contrariando una expresa disposición del Ejecutivo.

Poco después, Palacio expidió el reglamento a las reformas a la Ley de Hidrocarburos.  Tales reformas garantizaban al Fisco una participación de al menos el 50 por ciento de los excendentes derivados de los altos precios del crudo en el mercado externo.

Con el reglamento de marras, esa participación podría esfumarse.

¿Por qué? En su comparecencia ante el Congreso, el renunciado ministro Borja pidió iniciar la correspondiente investigación de ese desaguisado “porque estaríamos frente al delito de peculado, ya que tal reglamento implica la utilización de recursos públicos para beneficio privado”.  (El Comercio, 19 de julio del 2006).  Según el ex funcionario, el reglamento ajustado a gusto y sabor de las petroleras faculta a éstas a descontar de la participación del Estado al menos el 10 por ciento de las inversiones, siendo que hasta antes de los arreglos de medianoche, en vez de “al menos el 10 por ciento” habría constado “hasta el 10 por ciento”.  Con el cambio forjado por los Latin Kings de cuello blanco, el sucesor de Gutiérrez abrió la puerta para que el Estado pueda ser perjudicado en cientos de millones de dólares.  El propio Borja responsabilizó de la manipulación al ex superministro José Modesto Apolo, al actual titular de Economía, Armando Rodas (también acusado de defender a la española REPSOL-YPF), y al ex subsecretario de Energía, Roberto Serrano.

Esquinazo al bolivarianismo
Las exacciones expuestas, amén de hipotecar el plan de reactivación económica y autocentramiento productivo, preludiaron una segunda felonía en contra de la Venezuela chavista.  La primera, fue el corolario de la purga del ala “forajida” del gabinete decidida por el mandatario en agosto del año pasado.  La segunda, cristalizó con el boicot a la instrumentación de los acuerdos de integración energética suscritos con Venezuela, cediendo a las presiones de poderosos brokers del crudo de PETROECUADOR y/o importadores de derivados, conforme denunciara en su momento Wilson Pástor, ex presidente del ente estatal.

Los entretelones de este bochornoso episodio, protagonizado por Palacio y su ministro de Energía, el filosocialcristiano Iván Rodríguez, han sido descritos minuciosamente por el periodista Gipsy Castello, en su artículo “PDVSA en Ecuador: cuando la corrupción asesina al sueño de Bolívar” (www.quitu.net/varios8.html), donde recoge sucesos dignos de constar en La historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges.

Reproducimos algunos de los pasajes del citado documento:
“30 de mayo de 2006.  Diez de la mañana.  La Base Aérea Mariscal Sucre, en Quito, ya se alistaba para recibir a Hugo Chávez.  Una visita inesperada para unos, forzada para los pesimistas, y mesiánica para ese pueblo ecuatoriano que lo prefiere, en un 80 por ciento, a cualquier otro presidente latinoamericano.  El motivo, la firma de convenios petroleros para beneficiar al Ecuador luego de la salida impetuosa de la OXY y la liberación del bloque 15.  El procesamiento del crudo por parte de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la asesoría técnica y la posible rehabilitación de la refinería ubicada en Esmeraldas fue el principal objetivo del Comandante ‘llanero’ (como le dicen en estas tierras de Bolívar, Sucre y Manuela Sáenz), en esa búsqueda de fortalecer la región por la vía energética. 

El pueblo se abocó a las calles de Quito.  De todas las edades, de todos los tamaños, de todos los colores y un sinfín de consignas que aupaban la visita del Presidente venezolano.  Su homólog
o ecuatoriano, Alfredo Palacio, tenía todo listo en las instalaciones de Carondelet para la firma de un Memorando de Entendimiento y un Acuerdo de Cooperación.  Cien mil barriles de crudo ecuatoriano diario serían procesados en tierras venezolanas, eliminando las sucias manos de los intermediarios, para entregar de vuelta la cantidad equivalente en productos derivados.  El beneficio: el Ecuador no tendría que importar derivados siendo un país petrolero.  Además se daría inicio a un proceso amplio y sostenido de cooperación energética para beneficiar las áreas del petróleo, gas, electricidad y petroquímica de estas naciones hermanadas por una gesta independentista…  (Al final) se dieron mutuas palabras de aliento, las firmas que declaraban un nuevo paso hacia la llave latinoamericana, el almuerzo protocolar y el resto de la agenda paralela del Comandante ‘llanero’.  Un día lleno de expectativas, de arduo trabajo y una significación histórica con la intención de renovar los votos que nuestros héroes y libertadores juraran 200 años atrás.  El imperio temblando, Chávez acercándose.  Y el Ecuador con la esperanza de no depender, de ahora en adelante, de esas transnacionales asesinas y corroídas”.

¿Cuál el desenlace?
“14 de julio de 2006.  Cinco de la tarde.  A mes y medio de ese sueño latinoamericano a las puertas de una realidad tan posible como la voluntad de nuestros pueblos soberanos, la utopía se alejaba a pasos agigantados.  El Ministerio de Energía y Minas del Ecuador, en manos aún de Iván Rodríguez, había tomado una decisión: Cuatro días de prórroga para que PDVSA garantizara por escrito una ganancia, al menos, de 136 millones de dólares anuales a largo plazo o, de lo contrario, la apertura de un proceso de licitación para que esos barriles de crudo fueran procesados por empresas provenientes de Colombia, Chile, Brasil, Corea, China o (por invitación ‘especial’) Venezuela”.
La traición al espíritu bolivariano había sido nuevamente consumada.

Castello cierra su crónica con amargas sentencias que compartimos plenamente: “Cuando el amigo, el hermano, se vuelve abusivo, deja de estar entrelazado en un mismo sueño.  Cuando el hermano, el amigo, no quiere dejarse ayudar, no hay milagro que valga”.
¡Cuán lejos nos hallamos no solo de la doctrina Parra Velasco de la Solidaridad Obligada de los Estados Hispanoamericanos que otrora elevara la respetabilidad del Ecuador, sino de la más obvia diplomacia que impone a un gobierno la defensa de los intereses de la colectividad que representa! Cuesta abajo…

El abandono del nacionalismo defensivo está dejando al país con un “subdesarrollo” y una subalternidad estructuralmente más profundos y como furgón de cola de la CAN neoliberal tan cara a la Casa Blanca.  Y al mandatario interino como rehén de una oligarquía patricial férreamente controlada por sus líderes socialcristianos “Corleone” Febres Cordero y Jaime Nebot Saadi.

El retorno de Palacio a la teoría y práctica de la globalización corporativa ha venido orquestado por anuncios de pagos anticipados de la deuda externa-interna; la eliminación completa de aranceles de importación para cientos de productos, inclusive suntuarios; las imploraciones a Washington para que vuelva a las “negociaciones” telecistas y respalde la ampliación de la vigencia del ATPDEA, extensión que estaría necesariamente ligada a una mayor participación del Ecuador en la fraudulenta “lucha internacional contra el narcotráfico”.

La obsecuencia a las mafias político-empresariales criollas se ha traducido en escandalosas medidas recientes.

Uno.  La privatización disimulada e ilegal de la Corporación Eléctrica de Guayaquil (CATEG) a favor de las “fuerzas vivas” porteñas, para que éstas “licuen” sus multimillonarias obligaciones con el Fisco, amén de beneficiarse de nuevos aportes del repudiado “Estado centralista”.

Dos.  El traspaso de competencias al ayuntamiento guayaco para la administración de la vía Perimetral, otro paso en dirección a sustentar a la “Santa Cruz del Pacífico”.

Tres.  La asignación de excedentes petroleros para fines clientelares y oportunistas como las alzas salariales para los militares.  O para afianzar la privatización y corporativización de la seguridad pública bajo el fascistoide postulado que comprende a “la cuestión social como una cuestión de policía”.

Cuatro.  El respaldo para la aprobación por parte del ilegitimado Congreso del proyecto de Ley Orgánica del Sistema Autonómico (la famosa “Ley Nebot-Moncayo”), cuya instrumentación significaría la “balcanización” del Ecuador, ya que suplantaría al histórico Estado unitario por unas cuantas jurisdicciones político- administrativas y territoriales darwinianas e inviables.  El estatuto autonómico al que accedería Guayaquil “con ley o sin ley”, según declaratoria del alcalde Nebot, acaba de recibir el increíble aplauso del jefe de Estado.

Neoliberalismo esquizofrénico, impulso al secesionismo…  y corrupción.  La corrupción comporta un hecho no solo generalizado sino consustancial a la globalización corporativa.  Acaso acogiéndose a esa racionalidad sistémica, Gutiérrez II parece decidido a cerrar su gestión como protagonista de “affaires” como la “privatización” de las Aduanas al estilo de Abdalá Bucaram, la denuncia de extorsión que se zanjó con la caída del ministro Felipe Vega, los arreglos bajo cuerda con la brasileña Andrade Gutiérrez…

Más allá del triste destino político de Alfredo Palacio, al estado llano ecuatoriano se le plantea nuevamente el desafío de construir un orden genuinamente nacional, democrático y de proyección bolivariana sobre las ruinas de la institucionalidad oligárquico/dependiente.

La roca de Sísifo, diría Albert Camus.

El autor es Premio Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association
Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Agencia Latinoamericana de Informacion – ALAI http://alainet.org
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