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"En Cuba existen dos corrientes, dos tendencias sociales"

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Entrevista con Enrique Ubieta Gómez, director de la Filmoteca de Cuba y ensayista :: "Una Revolución es el proceso mediante el cual las masas empiezan a conformar colectividades de individuos. En la medida en que ese proceso se complete o deshaga, triunfa o fracasa una Revolución. Pero pensar que es posible una sociedad universal de clase media capitalista es una anti-utopía reaccionaria"

En su discurso del 17 de noviembre de 2005, Fidel Castro señala que fue un error creer que alguien sabía como se construía el socialismo. ¿Le parece que el camino elegido por la Revolución cubana carece de referencias dentro de la historia del socialismo y se transforma, en ese caso, en un proceso inédito diferenciado de las experiencias anteriores?

Nada en la vida carece de referencias, ni es absolutamente inédito. Recuerdo que un profesor de filosofía que tuve repetía que el pintor más audaz, más creativo, no podía trazar ni siquiera una línea en el espacio que previamente no conociera. El profesor iba más lejos: el objeto que la Humanidad todavía no conoce, que aún no ha nombrado, no existe para el individuo, y éste ni siquiera puede verlo, aunque físicamente lo tenga frente a sus narices. Los dioses y los ET que la imaginación humana ha construido tienen aspecto humano, están hechos de referencias humanas. La verdadera creatividad nada tiene que ver con la supuesta ausencia de referencias, de antecedentes, de conocimientos.

Por otra parte, aspirar a la novedad pura, incontaminada de pasado, es un contrasentido: algo es ‘nuevo’ porque existe un referente ‘viejo’. Si pretende hacer una revolución, debe aprender de las demás, de las suyas –las que hubo antes en su país–, y de las otras, las que son referentes mundiales. Desde luego, que uno no toma todas las referencias del pasado como punto de partida. Siempre se produce una elección, conciente o no, que responde por igual a factores de índole histórica y biográfica. ¿Por qué Fidel declaró en el juicio del Moncada que Martí era el autor intelectual de aquel acto de rebeldía? ¿Por qué nuestros revolucionarios eligieron las montañas del Oriente del país para establecer los frentes guerrilleros? ¿Por qué la guerra de guerrillas? ¿Por qué concibieron una invasión de Oriente a Occidente? ¿Por qué se procuró la unidad nacional de todas las fuerzas revolucionarias? Todas esas preguntas tienen respuesta en la historia de Cuba.

Otro referente insoslayable para una revolución social del siglo XX era la Revolución de Octubre: cuando triunfa la Revolución cubana nadie pensaba en ‘modelos’, pero existía un ‘campo socialista’, un mundo bipolar, y una ‘guerra fría’ que se calentaba a ratos. Y en el traspatio de Estados Unidos, todos los intentos reformistas del siglo fueron clasificados de inmediato como ‘comunistas’: Cárdenas, y árbenz, antes del 59, Bosh, Velasco Alvarado, Allende, Bishop, después. Por otra parte, el comunismo no era como quieren hacer ver ‘una doctrina importada’: en Cuba (y en América Latina) existía una tradición que se comunicaba con el independentismo más radical del XIX, y pensadores de la envergadura de Julio Antonio Mella (de Mariátegui, de Ponce, y después de Fidel y del Che).

La guerra por la sobreviviencia frente a las agresiones imperialistas (bloqueo económico, aislamiento internacional, sabotajes, etc.) –una de las tareas y los compromisos internacionales básicos de toda revolución es conservar el poder y sólo quienes nunca lo han conquistado, carecen de un pensamiento de construcción estatal–, nos condujo por caminos que no siempre fueron elegidos por ser ideales o por creer que lo eran. ¿Alguien quiere saber si, a pesar de todo, repetimos errores ajenos y copiamos importantes aspectos del ‘modelo’ soviético, aún pendientes de extirpar? Sí, por supuesto, y no debemos avergonzarnos de ello: igual o más importante es saber que la nuestra fue una de las revoluciones que más ha innovado, que más influencia ha ejercido en el mundo contemporáneo (siendo un país tan pequeño desde el punto de vista geográfico); una revolución que en sus momentos de momentánea pérdida del sentido de la orientación, conservó la pequeña llama que evitó el congelamiento.

En ello jugó un papel decisivo el genio de Fidel. En ninguno de los estados socialistas de Europa perduró como en Cuba la relación directa, el entendimiento, la conexión emocional y racional del pueblo con sus dirigentes, y la comprensión quijotesca, ajena a intereses geopolíticos, del internacionalismo, del que recibíamos y del que dábamos. Quizás en muchos de esos estados no existía tampoco una relación sólida entre aquel presente socialista y el pasado nacional.

En el llamado bloque socialista, éramos un estado insubordinado, rebelde, original, que sabía ser leal a los amigos, a los aliados, y conservar los principios. Era natural que se pensara que los estados socialistas ‘mayores’, aquellos que habían hecho su revolución antes que nosotros, habían abierto caminos por los que podíamos transitar. Hoy sabemos que muchos ‘caminos’ eran callejones cerrados, que los sabios padres no sabían realmente cómo construir el socialismo, y que –ya acomodados, cuando no corruptos–, ni siquiera querían saberlo. Si no hubiesen existido otros referentes nacionales, es decir, si la revolución cubana no hubiese tenido raíces profundas en su historia nacional y regional, si no hubiésemos contado con un liderazgo excepcionalmente creativo, conectado al pueblo, no habríamos sobrevivido a esa certeza.
Si le interesa leer la entrevista completa con Enrique Ubieta Gomez vaya a este link:
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