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Leseando con la LOCE

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En una de las primeras entrevistas hechas a John Kennedy como presidente de los Estados Unidos, acerca de la situación del país, el periodista le pregunta qué es aquello que más le ha asombrado en sus  primeros días de mandato. “Lo que más nos ha asombrado es que las cosas estén tan malas como nosotros lo habíamos denunciado en la campaña”, respondió.

La frase es pertinente para el gobierno dirigido por Michelle Bachelet que al cumplir los primeros cien días de “marcha blanca”  ha debido encarar  un conflicto estudiantil de magnitud  que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta política de la autoridad ante una crisis de la educación arrastrada debajo de la alfombra por las diligentes escobas de las administraciones de la Concertación que le anteceden.

La respuesta ha sido deficiente; más allá de que la sonrisa bobalicona del titular de Educación, hoy trocada en severo rictus, sea una constatación visible del fenómeno. Después de 16 años de democracia, la autoridad ha respondido con autoritarismo a las demandas estudiantiles, primero cortando el diálogo, luego dando por cerrada una negociación unilateralmente al entregar una oferta que no satisface el clamor ni la seriedad de la propuesta estudiantil.

De buena voluntad podría uno atribuir el aturullamiento y las inconexiones de la autoridad a que aún se encuentra “en rodaje”. Es más que eso, es ineptitud.  A tres meses de iniciado el año escolar  2006 la demora en la entrega del pase escolar en muchos establecimientos es inexcusable si pensamos que en años anteriores los secundarios protagonizaron tremendas movilizaciones en las calles y parques exigiendo una racionalidad en ese tema.

La falta de pericia es evidente también por los esfuerzos infructíferos de quitarles credibilidad a los estudiantes, tratando ligeramente sus demandas e intentando de descalificarles como actores cívicos. “No hay que olvidar que estamos tratando con adolescentes y no con adultos”, señaló al inicio del conflicto el  SEREMI metropolitano de Educación Alejandro Traverso. ¿Alguien se acuerda de este señor en estos instantes? Superado por la realidad del descontento, ha quedado también el titular de la cartera, Martin Zilic, a quien la presidenta le había quitado piso político marginándolo del proceso, pero al cual tuvo Bachelet que reponer en la mesa de diálogo por la presión e los dirigentes estudiantiles.

No es de extrañar entonces que la rabia de los secundarios siga expresándose con mayor dureza porque las adultas y democráticas autoridades no han estado a la altura del desafío que es derechamente derogar la Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza, la famosa LOCE y liderar ahora un acuerdo político que posibilite una solución de fondo, no de forma.
Para la percepción pública no hallamos en el mundo al revés, en que los jóvenes ponen la racionalidad del cambio y las autoridades y políticos desconcertados se resisten en sus asientos pensando más que en dar una solución vital, definitiva, satisfactoria en cómo parar la manifestaciones estudiantiles porque afectan la imagen del país, como señalara el ministro del Interior, Andrés Zaldívar. 
Si la opción política, al enfrentar una crisis, es la decisión de apagar el fuego y salir rápido del paso con dinero y chutear para adelante el problemón, pues nada, los gobernantes admiten en los hechos simplemente la incapacidad de gobernar y dar dirección, de imponer agenda política. Por eso decir que se creará una comisión, les huele a rancio a los estudiantes y sólo les sabe a dilaciones de politicastro barato.

Dignidad y respeto
Dignidad y respeto es lo que nuestros jóvenes están demostrando, consigo mismos y su futuro, con el país.  
Todo este fenómeno de megamovilización  estudiantil, con un amplio respaldo ciudadano contra la educación mercantil, ha movido a la sociedad toda a un debate juicioso y sano. “Tenemos hoy una gran oportunidad como país”, señala el discurso oficial, pero se acomete la tarea a paso cansino, de buey, de mala gana, obligado a caminar porque otros con la picana le apuran el trote.
La democracia parece quedarle grande a la Concertación. Pide participación a la ciudadanía, pero a la medida de lo posible de sus limitadas perspectivas tácticas y electoreras, donde la carencia de un proyecto mayor de país queda al descubierto.
En el cuatro gobierno se nota que su cerebro parece estar abollado por la repetición de fórmulas vacías y la herencia del autoritarismo que dejara en la mentalidad de los chilenos la dictadura pese a todos los loables esfuerzos de actores progresistas.
La lluvia ha vuelto a caer sobre la ciudad. En el barrio donde vivo, existe una alcantarilla, que otra vez se ha saturado y a la altura del 7980 derrama los restos por la avenida Santa Rosa, dejando el torrente un desagradable olor. Hace 20 años que está así y los canalistas, el Serviu, la autoridad comunal no se han puesto de acuerdo en una solución y cada invierno el mismo cuento. Es un buen símil con la LOCE que ya no da para más, ni siquiera para remiendos.
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