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"Ricardito, cómo vas a salir de esto"

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Escribo esta columna en el mes de la Madre que, para los chilensis, es algo así como el mes de María. Si tuviera que seleccionar a los dos presidentes más mameros de nuestra historia republicana, no dudaría en elegir al romántico José Manuel Balmaceda y al profesoral Ricardo Lagos. En 1886, Balmaceda era adorado por todos los chilenos, (“los Balmaceda, toritos bravos”, cantaban las viejas en las fondas); Chile era millonario a causa del alto precio del salitre, como hoy lo es del cobre. Don José Manuel le temía a su padre, gruñón y avaro, y adoraba a su madre, doña Encarnación Fernández; cuando le comunicó su triunfo en las elecciones presidenciales de 1886, doña Encarnación le dijo: “recuerda hijo que a Cristo lo recibieron con palmas y terminaron crucificándolo; todos los hombres son mal agradecidos”. Un siglo después, la escena se repitió casi igual: Ricardo Profesor Lagos le contó a su madre, doña Ema Escobar, de 100 años de edad, la noticia de su triunfo presidencial. Recordando a doña Encarnación, doña Ema le dijo: “Hijo mío, en qué estás metido, cómo vas a salir de esto”.

El mismo en que el profesor Lagos entregó el mando a Michelle Bachelet recordó, ante la Prensa, las frases de su madre, sosteniendo que había salido airoso frente a tan pesimistas presagios. La verdad es que todo el mundo aplaudía, lo pedían nuevamente como rey, en 2009, era el San Expedito de los empresarios; Pierre Richard Somerville no sólo le regalaba sus vistosos pañuelos y sus corbatas que semejan sábanas de seda, de la India, sino que también llenó de velas su altar. El profesor no conoce bien la naturaleza humana, que siempre ha sido traidora y veleidosa: a menos de un mes de abandonado el poder, a nuestro pobre académico le han caído las más injuriosas y falaces crítica, así, una señora lo mezcla en  el monstruoso caso del “Patio 29”, incluso, quieren llamarlo a una comisión investigadora de la Cámara de Diputados; también el gobierno de insigne maestro aparece como culpable del caos del Transantiago; ahora, cualquier problema que aparezca no es responsabilidad de la abeja reina Michelle, sino de los negligentes ministros del primer docente de la república.

El profesor, inteligentemente, ha optado por el silencio, única forma de sobrevivir en este Chile en que “el hombre para el hombre siempre es un lobo”, como dijera  Thomas Hobbes. El deporte predilecto de los chilensis es destruir lo que antes han amado.
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