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Los ladrones detrás del juez: la lucha contra la piratería

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Hace mucho tiempo se afirma con plena razón que el capital monopólico no tiene banderas, ni fronteras ni patria, y la globalización viene a confirmar a un nivel macroespacial esta asertiva conclusión. La bandera, el escudo y el himno de estos vampiros económicos son las de las ganancias desmedidas, sin fronteras, sin moral, ni límites de ninguna naturaleza.
 
Por eso, la llamada "lucha contra la piratería" sólo beneficia al gran capital trasnacional de editores y comercializadores de la creación artística o productiva, se trate de literatura, música, video, cine, pintura, fotografía, software, medicamentos, o lo que fuere que defiendan para fortalecer y resguardar su poder incontrarrestable en la sociedad actual.
 
Los proclamados "derechos de autor", no defienden a los creadores que reciben y recibirán las migajas de esas ganancias abusivas que perjudican a los verdaderos productores y a los consumidores por igual, donde las "leyes del mercado" no son las de la libre competencia, del comercio justo y apegado a derecho, sino la de los intermediarios que contratan esta mano de obra, necesariamente barata, para poder seguir explotando la energía física e intelectual del ser humano en beneficio propio con el más absoluto de los egoísmos cimentado en la injusticia y la arbitrariedad más descarnada.
 
Por eso, cuando en abril de 2005 se creó la comisión de consulta sobre uso y abusos del derecho de autor que sería discutida en el Congreso Nacional, expresé:
 
Mi experiencia personal en 29 años de ejercicio profesional, es que las bibliotecas no deben tener limitaciones para reproducir y difundir ningún tipo de documento, por la naturaleza misma de sus funciones que es la de desarrollar la educación, la ciencia y la cultura como patrimonio de la humanidad entre nuestros pueblos, especialmente entre los sectores más desprotegidos de la sociedad. Cualquier obra que se crea, recoge el patrimonio intelectual de todas las creadas anteriormente y que la han inspirado, y no paga derechos de autor por ello. Las bibliotecas no tienen fines de lucro y sólo cobran excepcionalmente para mantener ingresos que permitan incrementar sus fondos bibliográficos con una clara orientación social y divulgativa. Por eso la "privatización del conocimiento" a través del IVA al libro y del "derecho de autor", que es más bien parte del lucro empresarial que atenta contra los usuarios y los propios autores, debe ser duramente combatido en defensa del principal derecho humano que existe después del derecho a la vida, el derecho a la información y el conocimiento, esencialmente social y patrimonio de toda la humanidad. Por eso los libros "piratas" no debieran ser quemados a la usanza nazi, sino destinados a las bibliotecas. No debemos permitir que el libro o cualquier tipo de documento, sea instrumento de dominación y explotación adicional a la que existe en la sociedad de mercado. Por eso debemos enorgullecernos de las principales obras de nuestro patrimonio cultural chileno: la Memoria Chilena, y la Biblioteca Virtual del Bicentenario, que entregan la posibilidad de libre acceso a las principales obras de nuestra historia y de nuestra intelectualidad. Por eso no olvidemos la frase que dijo José de San Martín uno de nuestros grandes libertadores americanos: "La biblioteca está destinada a la ilustración universal y más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia". Si vamos a tener una sociedad burguesa, que al menos sea ilustrada.
 

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