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Septiembre era el mes de la patria

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Reaccionando al artículo publicado la semana pasada, desde Canadá recibimos este comentario, el cual nos sentimos obligados a publicar, pues creemos que el representa el sentimientos de miles, que en algún momento hemos perdido algún compañero en las tristezas del desarraigo, de la lejanía que provoca el exilio en el alma.

A propósito del artículo de Hernán Narbona "La deuda pendiente con los de afuera", quisiera sólo añadir algo que apresuradamente escribí y, que leí en la despedida de un compatriota que falleció en la más absoluta soledad y alejado para siempre de todo vínculo con la patria a la cual algún día quiso volver. Se consiguió que volvieran sólo sus cenizas.

Estamos en septiembre. En Chile -en el pasado-, no solo era el anuncio de la primavera, era fundamentalmente la anhelada llegada de la esperanza; de la lucha; de las utopías y sueños a conquistar: era entonces la canción que despertaba mirando el futuro con alegrías y sonrisas multitudinarias.

Septiembre. Siempre septiembre. Y si la esperanza quedaba trunca, por lo menos era el mes de la patria…, y siempre vendría otro septiembre.

De allí, del sur -del suelo de los Parra, de Violeta-, venías tú Lorenzo Liberona, obligado cuando los sueños y las esperanzas fueron atacados despiadadamente por criminales que impusieron a sangre y fuego sus colmillos de demonios.

¡¡Al fuego!! ¡¡Al fuego!! A las llamas los puños y sonrisas gritaron.

Entonces; desde entonces el dolor. Desde entonces el destierro, cuando las bestias se vistieron de emperadores y payasos de estiércol.

Ironías del destino hermano, compatriota Lorenzo, que te murieran en septiembre, de nuevo. Te lo digo de verdad, porque este es otro crimen alargado en el tiempo por el declarado "demente"…, y por quienes no han querido que la alegría llegue y vuelva de nuevo.

Al sur. Al sur. A tu sur, como miles, ya no pudiste volver. Nos crearon las condiciones para no poder hacerlo. El crimen se sigue perpetrando, y el principal responsable -"valiente soldado-", sigue sin responder ni enfrentar siquiera el mínimo de verdad.

La tristeza; la soledad; la lejanía de tu patria y de tus seres queridos, te llevaron para siempre.

Aquí, un puñado de compatriotas te damos el último adiós, con la esperanza de seguir discrepando y continuar abrazando con amor y alegría la diversidad, que es y seguirá siendo lo mejor de nuestro pasado y nuestro futuro. Así lo esperamos, y en el puño de la alegría y la esperanza, nos volveremos a encontrar.

¡¡Viva Chile!!
¡¡Puro será tu cielo azulado!!
¡¡El asilo será contra la opresión!!
¡¡Nuestra patria!! ¡¡Nuestro sur!!
¡¡Tu sur eterno!!

Alfredo
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