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El machismo, la fragilidad humana y las facturas pendientes

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23 de agosto 2019
Los primeros años del siglo 21 han estado salpicados de denuncias sobre abusos de todo tipo que han salido a la luz, provenientes del fondo de nuestra conciencia colectiva, y han subido a la superficie, para quedar flotando en el mar de Internet a vista y paciencia de todos.

Somos seres frágiles, imperfectos, llenos de pulsiones que se materializan en acciones injustas, ofensivas y groseras.

La Iglesia Católica fue una gran recicladora de mierda, si me permiten la expresión, a través del mecanismo de la confesión.  Pero los que trabajan con esos elementos, son seres que al estar en tanto contacto con la suciedad, le pierden el respeto, la absorben y se revuelcan en la basura de la cual se alimentan.

Por el momento, los dardos están dirigidos contra la casta sacerdotal pervertida. que burocráticamente ha tenido procedimientos para reciclar la basura, tirándola bajo la alfombra como cualquier ama de casa lo puede hacer cuando no le alcanza el tiempo.

Además esta casta sacerdotal está compuesta por hombres célibes llenos de testosterona, machos humanos con todas sus pulsiones, refugiados en sus polleras y su soledad, hablando con este Dios mudo e invisible, cuya imagen forman en sus cabezas y al cual atribuyen cualidades o enojos, pero que al fin del día están solos, y son víctimas de sus demonios y pesadillas.

Como mujer me doy cuenta de que la Iglesia ha sido el brazo derecho del machismo y de la reducción del 50% de la humanidad a la calidad de segundona en el reparto de bienes, y  objeto de uso, abuso y aprovechamiento de los amos del mundo.

Porque la esclavitud no solo se trataba de trabajo no remunerado para producir dinero, sino del aprovechamiento de los cuerpos de los esclavos para uso personal de los amos. De hombres, mujeres y niños, no nos hagamos los tontos.

Y en los lugares donde no hay esclavitud, los machos dominantes ejercen en la penumbra de los hogares, en las empresas y por supuesto en las organizaciones de beneficencia y partidos políticos que tanto nos gustan. Y no hablemos de las organizaciones armadas en tiempos de represión.

Por el momento la casta sacerdotal está siendo el blanco preferido, debido a que mostraban un aspecto de hogar protector para los frágiles seres humanos en busca de ayuda y cobijo en este paseo por el mundo, que es como un mar encrespado al que nos echan sin remos y sin saber nadar y  que procedían a atacar cuando la víctima bajaba la guardia y se entregaba a sus cuidados.

Queda claro que en este caso, se trata de una organización perversa, pues no consideró que una casta cerrada con acceso al poder, con las llaves del cielo en sus manos, no solo podía abusar de mujeres y niños, sino hacer escuela de estos abusos contaminando a sus propios miembros exigiéndoles fidelidad y silencio. Y esto fue respaldado por la sociedad civil que permitió que estuvieran exentos de leyes civiles reguladoras.

Digamos honestamente que todos hemos sido encubridores de vicios e irregularidades, por no meternos en líos.

“Los trapos sucios se lavan en casa”, solían decir los adultos cuando llegábamos a ventilar alguna queja de parte de algún menor amigo nuestro, o alguna mujer apaleada.

Además las nociones de comportamiento del siglo 20 no son las mismas que ahora.  Lo que un hombre creía que podía hacer en ese entonces, no es lo mismo que lo que la cultura actual considera posible.  Y muchas de las cosas que los hombres hacían habitualmente, para ellos eran tan habituales y sin importancia, que no se daban cuenta que al otro lo humillaban o herían profundamente como está saliendo ahora a la luz.

Ni las mujeres se atrevían a abofetear públicamente al que les daba un pellizco en una cena de gala, ni a un tío de manos largas, ni las empleadas domésticas se atrevían a defenderse hasta que era muy tarde.

El aprender a decir NO en las mujeres que desde su infancia fueron enseñadas a someterse a la voluntad paterna o religiosa, es un avance.

Hasta la ley exige para dirimir entre abuso y violación, el que la víctima se defienda a puñetazos y le puedan romper la cara en la pelea o la dejen parapléjica.

Ahora le toca a un Obispo de 103 años, al que conocí en mi juventud, que fue  amigo y que tiene la mala suerte de ser tío de nuestro presidente, por lo cual va a cosechar más publicidad de la que quizás realmente merece.

Hombre inteligente y correcto, seguramente en sus 103 años se mandó un par de numeritos que no tenía presupuestado y  los cuales, me imagino, capaz que se haya hasta olvidado.

Un toqueteo por aquí, un refregón por allá, que dejó huellas que no se borraron con confesiones  ni padrenuestros y las cuales no borró buscando el perdón y sepultó en su conciencia.

Me apena profundamente porque no es un mal hombre.  Es solamente humano, y si   pecó fue no solo por su acción sino también  por no buscar el perdón de su indiscreción mostrando su arrepentimiento al  afectado o los afectados y en no denunciar las indiscreciones bastante subidas de tono, de su colega en La Serena.

Porque la Iglesia lavaba los trapos sucios en su propia casa, como norma interna.

Quizás cuantos dirigentes políticos, héroes nacionales, científicos y maestros, van a salir a la palestra por este tipo de abusos que para los hombres del siglo 20 eran comportamientos normales de un macho que se preciara de serlo.

Hace un tiempo atrás me encontré una tarde de domingo que salí a caminar, con un ex novio que no veía hace 50 años.  Conversamos un rato, y a poco andar me pidió perdón por los comportamientos abusivos que había tenido conmigo y que yo había enterrado en mi memoria.

También me pidió disculpas un ex esposo.  Y aunque les dije que ya la vida había pasado y lo que estaba hecho no se podía deshacer, valoro el que hayan hecho la reflexión y tenido el coraje de reconocer su comportamiento, aunque preferiría que las cosas no hubieran sido como fueron.

No creo que esta explosión de información y de juicios vaya a acabar con la tendencia humana al abuso del poder.  Estamos a años luz de un comportamiento medianamente decente, y los pecados van cambiando de envase y presentación, porque Satanás es un innovador en materias de presentación y propaganda.

Así es posible que pueblos enteros ejerciendo su derecho a voto, elijan a pervertidos notables que pregonan ser abusadores por todos los medios de comunicación, y no reparen que es lo que están eligiendo. Tipos que hacen alarde de su machismo o que tienen acusaciones por maltrato, o cuyos dineros los tienen en paraísos fiscales y sus negocios tienen oscuras relaciones con la droga y la prostitución.

Antes de tirar las primeras piedras, podríamos hacer una repasada acerca de las ca…das que nos hemos mandado en nuestra existencia, y podríamos comunicar a nuestra víctima  que hemos hecho conciencia de ellas y que deseamos su perdón, si es que nos lo quieren dar.

No sea que a los 103 años, cuando ya no queremos más guerra, aparezcan las facturas pendientes.

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