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Brasil. “En Rio de Janeiro la milicia no es un poder paralelo. Es el Estado”

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9 de junio de 2019
En una entrevista concedida a Pública, portal de periodismo de investigación brasileño liderado por mujeres, el sociólogo José Cláudio Souza Alves explica las relaciones entre legisladores y milicianos en Rio de Janeiro, y afirma que la familia Bolsonaro es heredera política de diputados ligados a grupos de exterminio en los años 90. Y resume: “la milicia es el Estado”.Aquí los principales tramos de la entrevista que realizó Pedri Gregori:

P: ¿Cómo nacieron las milicias de Río de Janeiro?

SA: Su prototipo estalló con mucha fuerza durante la dictadura militar. En 1967 surgió la Policía Militar con gran poder y como cuerpo auxiliar de los militares de la época. Hacia finales de los años 60 estos policías militares y otros agentes de seguridad que actuaban como sicarios comienzan a formar grupos de exterminio, escuadrones de la muerte. Estos grupos se fueron expandiendo y fortaleciendo durante los años 70. Luego, en los 80, los civiles comenzaron a liderar grupos de exterminio, pero siempre vinculados con los agentes del Estado. Y ya con la llegada de la democracia, más bien desde los 90, esos sicarios de los 80 comenzaron a ser electos como alcaldes, diputados y concejales.

Así, entre 1995 y el 2000 comenzó a establecerse la forma que tienen hoy las milicias de la Baixada Fluminense, Zona Oeste y Rio de Janeiro, que están asociadas a las ocupaciones de tierras urbanas. Se trata de liderazgos que emergieron de esas ocupaciones y la mayoría son policías militares, policías civiles, bomberos o agentes de seguridad, y actúan donde antes tenía presencia el narcotráfico -y en una relación de confrontación con los narcotraficantes-. Al mismo tiempo, establecieron una estructura de poder similar, basada en la cobranza de “impuestos”, y la venta de servicios y bienes urbanos como agua, vertederos o terrenos.

P: ¿La población apoya a las milicias?

SA: La milicia surgió con un discurso que pretendió erigirla en un contrapeso al narcotráfico. Y ese discurso aún cuela. Sin embargo, con el tiempo la población fue viendo que las milicias no toleran la confrontación. La gente ha comenzado a tener miedo y ya no los apoya como antes. La historia de las milicias siempre es así.

P: ¿Cuál es la historia de Rio das Pedras?

SA: Rio das Pedras es una comunidad en expansión en la que viven nordestinos muy pobres. Allí existen terrenos en los que nadie puede construir porque son inadecuados, son muy inestables. Entonces sólo existe una franja puntual de tierra donde pueden hacerse edificaciones; son tierras irregulares, devueltas por la Unión, o tierras de particulares que no consiguieron asentarse por alguna razón. Entonces la milicia pasa a controlarlas, tomarlas y legalizarlas -muchas veces vía la Prefectura, pagando el IPTU (impuesto sobre la propiedad predial y territorial urbana) de esos inmuebles. Como el sistema catastral no está regulado, fácilmente los milicianos tienen acceso a información y controlan esas áreas. Y luego las venden.

P: ¿En Rio das Pedras surgió la primer milicia de Rio?

SA: No es tan así. A mi modo de ver, la milicia surgió en diferentes lugares al mismo tiempo. En Rio das Pedras, pero también en la Zona Oeste de Rio y también en Duque de Caxias, en la Baixada Fluminense. Como señalé antes, entre 1995 y 2000, más o menos, se dio un periodo de surgimiento de esas ocupaciones urbanas de tierras, si bien no tal cual se presentan hoy, sí con liderazgos comunitarios próximos a lo que sería un control por la violencia de esos espacios, un control político más autoritario.

Lo que sucede es que en Rio das Pedras eso se dio más rápidamente que en los demás lugares. Entonces allí comenzó esa dinámica de cobro de impuestos, que en las demás zonas aun no existía. Se trata de una comunidad miserable, empobrecida, que está constituyéndose a partir de una red migratoria de nordestinos. Esta comunidad ha quedado de rehén de un grupo de milicianos convocado y financiado por empresarios y comerciantes para “brindar protección”, impedir que entre el narcotráfico.

P: ¿Cuántas son las milicias que hay actualmente en Río de Janeiro?

SA: Sé que son muchas. Por ejemplo, hay varias que actúan en Sao Bento y en el Pilar, que es el segundo mayor distrito de Duque de Caxias. Las hay en Nova Iguaçú y en Queimada. Prácticamente en cada municipio de la Baixada Fluminense hay milicias. Seropédica, por ejemplo, es hoy una ciudad dominada por milicianos. Ellos controlan los impuestos por seguridad que cobran del comercio, de la extracción de arena y de otros servicios; por ejemplo, un moto taxi tiene que pagar 80 reales por semana para funcionar, y un vendedor de palomitas de maíz paga 50 reales por semana. Una locura. A pesar del discurso de la seguridad, ellos también controlan la distribución del agua, del gas, del tabaco, de la bebida. Y también cobran por realizar ejecuciones sumarias.

Asimismo, las milicias están envueltas en el tráfico de drogas, con algunas facciones específicas. El Tercer Comando Puro funciona en algunas ciudades de la Baixada a partir de acuerdos con milicianos, que ganan dinero, por ejemplo, alquilándoles áreas protegidas. Se trata de la misma relación que tiene la policía con el narcotráfico: funciona en la medida en que se paga un soborno.

Por lo tanto, hay un mercado que mueve millones, desde hace ya tiempo.

P: En la investigación llevada a cabo por la operación llamada “Los Intocables” se cita el Escritorio de la Muerte, un grupo de exterminio que es contratado para matar. ¿Eso es común?

SA: Sí. Nunca oí hablar de una milicia que no tuviera la práctica de la ejecución sumaria. Normalmente la milicia tiene un equipo o un grupo responsable de las ejecuciones sumarias. El comerciante que no quiere pagar, el morador que no paga el inmueble que compró, cualquier desacuerdo o interferencia con los intereses de la milicia va a ser punido por ese brazo armado.

La novedad de la milicia es la variedad de servicios que brindan más allá de la ejecución sumaria y de la seguridad: agua, bombonas de gas, conexiones ilegales de tv por cable, transporte clandestino de personas, tierra, terrenos, inmuebles. La milicia no se queda ahora fija en grandes comerciantes o empresarios. Ha pulverizado esa antigua realidad y se ha ido sofisticando.

P: ¿En qué otros negocios ilegales actúan los milicianos?

SA: En Duque de Caxias roban petróleo de los oleoductos de Petrobrás e instalan minidestilerías en casas particulares. Todo ilegal y con un inmenso riesgo. Allí venden combustible adulterado. También hacen entierros clandestinos de basura en medio de esa región con dragas y tractores. Son mil reales por camión de basura. Y no importa el origen: pueden ser desechos contaminantes, industriales u hospitalarios.

P: La milicia tiene también control sobre los bienes públicos, como basurales, y ellos se apropian de esos espacios para llevar a cabo actividades ilegales…

SA: La base de una milicia es el control militarizado de áreas geográficas. Entonces el espacio urbano en sí se transforma en una fuente de ganancia. Si controlas militarmente -con armas y por medio de la violencia- ese espacio urbano, ganarás dinero con ese espacio urbano. ¿De qué manera? Por ejemplo, vendiendo inmuebles. Hay un programa del Gobierno federal llamado Mi Casa, Mi Vida, que busca garantizar el derecho a la vivienda. Pero la milicia llega y controla militarmente esa área, e incluso determina quién va a ocupar la casa; o cobra impuestos a sus habitantes.

También venden inmuebles y tierras, que pueden ser de la Unión o de particulares. Así, ese control militarizado de esos espacios es la base de la milicia. ¿Cómo disponen de esa información necesaria? La conocen desde dentro de la estructura del Estado.

Y hay que tener un respaldo político para hacer eso. Voy a poner un ejemplo: en Duque de Caxias, un número razonable de escuelas públicas no es abastecido por el sistema de agua de la CEDAE (Compañía Estatal de Aguas y Alcantarillado). Allí el agua no llega. ¿Cómo funcionan esas escuelas? Compran el agua a camiones distribuidores. ¿Quién es el que la vende? ¿Quién ganó la licitación para la distribución de agua a un precio estratosférico? Personas ligadas a los milicianos. Así, la Prefectura se beneficia con la venta de información y los ingresos de los milicianos crecen.

La Baixada y Rio de Janeiro son grandes laboratorios de ilicitudes y de ilegalidades que se asocian para fortalecer una estructura de poder político, económico y cultural, geográficamente establecido y enraizado en la violencia, en el control armado.

P: ¿La milicia surgió en Rio de Janeiro por la ausencia del Estado?

SA: Hay una continuidad del Estado. El sicario es votado, el miliciano es votado; tiene relaciones directas con el Estado. El miliciano es el Estado. Por eso no me parece adecuado pensar que surgieron ante al ausencia del Estado. Son los poderes públicos los que determinan quién va a operar el control militarizado y la seguridad de un área. Porque son los propios agentes del Estado. No es un poder paralelo. Se trata de un Estado que avanza en operaciones ilegales y se vuelve aun más poderoso que en el ámbito legal. Porque allá él dispone sobre la vida de la gente de manera totalitaria, y las personas no pueden oponerse.

P: Pero, por otro lado, quien elige a los políticos milicianos es la población…

SA: Sí, pero no me parece adecuado afirmar que los residentes de estos lugares son complacientes y cómplices del crimen. ¿Esas personas eligieron a Flávio Bolsonaro, que ahora se ha descubierto que posiblemente tenga vínculos con esos grupos? Lo eligieron, pero ¿en qué condiciones viven ellos como para llegar hasta esto? Esas poblaciones están sometidas a condiciones de miseria, de pobreza y de violencia que se imponen sobre ellas.

Cinco décadas de grupos de exterminio terminaron en un 70% de votos por Bolsonaro en la Bajada. Y tres gestiones del PT en el Gobierno federal, 14 años en el poder, no socavaron esa estructura. Otorgaron el programa Bolsa Familia y varios grupos se vincularon al PT y se beneficiaron, pero el PT no alteró para nada realidad de la mafia. De hecho, el PT hizo alianzas electorales con esos grupos.

P: ya que mencionó la historia de Flávio Bolsonaro, ¿qué vincula al gabinete de un político a un miliciano, como fue el caso de este con la madre y la esposa de Adriano Magalhaes da Nóbrega?

SA: En primer lugar, el discurso de la familia Bolsonaro, comenzando por el padre desde hace ya algún tiempo, y luego este proyectando políticamente a sus hijos. Ellos son los herederos del discurso del delegado Sivuca (Jose Guilherme Godinho Sivuca Ferreira) quien acuñó la expresión “un buen delincuente es un delincuente muerto”, o de un Emir Larangeira, ambos electos diputados en 1990 y miembros del brazo político de los grupos de exterminio.

Ese discurso se perpetuó y se consolidó. Está claro que los milicianos van a respaldar ese discurso y van a fortalecerse a partir de él porque expone el plan de seguridad pública defendido por Bolsonaro. El dice que los policías militares son los héroes de la nación y que, por lo tanto, deben ser apoyados, respaldados y reconocidos. De hecho serán blindados por la ley, a través de la exclusión de ilicitud que está en el programa de Bolsonaro. Así, hay sectores que desde la dictadura militar operan en la ilegalidad, en la ejecución sumaria, que son muy receptivos a ese discurso. No es casual que Flávio Bolsonaro haya hecho referencias a ellos en la Asamblea Legislativa, y que haya rendido honores a dos de estos milicianos presos.

P: Más allá de ese discurso simbólico, ¿usted ve también un vínculo financiero entre los milicianos y los políticos?

SA: Hay operaciones que se dan por dentro de la estructura política oficial. Por ejemplo, en Duque de Caxias hay un registro general de inmuebles y de tierras que son de la Unión. Hay milicianos que están pendientes, en el catastro de la Prefectura, de los que están irregulares, por ejemplo, porque no se han pagado sus impuestos. Así, el miliciano comienza a pagar el IPTU, cancela la deuda y consigue que la propiedad sea registrada a su nombre. Y la Prefectura lo hace. Lógicamente, el propietario original nunca tendrá el coraje de exigir la devolución de esa propiedad, porque está controlada militarmente.

Sin esos elementos, sin esos individuos, sin esa conexión directa con la estructura estatal no habría milicias actuando como lo hacen hoy. Es determinante. Por eso digo que no es poder paralelo al Estado. Es el poder del Estado.

Y hay políticos que están siendo electos con el dinero de las milicias. Este financia el poder de un político como Flávio Bolsonaro, y el poder político de un Flávio Bolsonaro va a favorecer el lucro de los milicianos. Va en las dos direcciones. Es determinante entonces que esa estructura sea así, y sólo se perpetúa porque es así.

P: ¿Son comunes los casos como el de la madre y la esposa de Adriano Magalhaes de Nóbrega, que fueron contratadas como asesoras en el gabinete de Flávio Bolsonaro?

SA: Sí. Eso es muy común. Se crea un vínculo de poder y de dinero con esas personas. Ese señor, a partir de su esposa y de su madre, creó un vínculo inmediato con Flávio Bolsonaro y eso le dio fuerza en su comunidad. Y así se crea una estructura de poder que es familiar. Ellos [los Bolsonaro] defienden la estructura familiar. Y si usted investiga un poco más, el asunto también es religioso, porque las milicias tienen vínculos con cierta estructura religiosa evangélica. Es como una estructura perfecta, tradicional, conservadora, con un lenguaje religioso que tiene una gran credibilidad en amplios sectores de la sociedad. Por eso también es que las milicias, los sicarios de la Baixada, y los políticos afines actúan a cara lavada. El tipo llega al barrio y dice: -“yo soy el cara, yo soy el matador, tengo vínculos con fulano y mengano. Yo ocupo este cargo”. Eso para dejar bien claro que si usted fuera a intentar alguna cosa, a eso es a lo que se va a enfrentar. Es la base total del miedo, y es muy real.

P: Respecto de ese capital político, ¿ellos tienen el poder de manipular el voto de la población durante el periodo electoral? ¿Existe una red organizada para eso?

SA: En verdad las milicias venden los votos de una comunidad entera, como un paquete. Tienen el control preciso del votante, del lugar de votación de cada persona que tenga el derecho de sufragio. Saben cuántos votos va a haber y hasta son capaces de identificar a quienes no los hayan votado, con las consecuencias previsibles del caso.

P: Pero ¿no han habido acciones para desmontar esa estructura, como se vio en Rio das Pedras?

SA: La operación Los intocables tiene un perfil más general. Yo he sido bastante crítico respecto de ese tipo de operaciones. Como la milicia es una red, y muy grande, por cada preso hay 100 más para ocupar su lugar. Porque si mantienes la estructura funcionando económica y políticamente, va a perpetuarse. Nadie toca a esa gente; en general sólo intervienen sobre el narcotráfico. Y este no es el más poderoso. La milicia es más poderosa que el tráfico, entre otras cosas por que la milicia se vota, y el narcotráfico no. La base de la milicia está en expansión y no se toca; es el Estado. En cambio, el traficante vive para matar y morir.

Incluso hay más: si observas a los milicianos presos, verás que tienden a ser blancos, no negros. Podrá aparecer algún pardo o moreno. Tampoco son flacos, están bien alimentados. Y yo creo que la clase a la que pertenecen los milicianos es muy diferente a la de los narcotraficantes. No son ni tan negros, ni tan pobres, ni tan periféricos.

P: El caso Marielle volvió a los focos esta semana porque los milicianos que fueron presos en la operación Los intocables integraban el Escritorio del Crimen, grupo sospechado de estar tras su muerte. A fines del año pasado, el secretario de Seguridad Pública de Rio, Richard Nunes, afirmó que el asesinato habría estado relacionado con la apropiación de tierras. ¿Cree que su muerte se dio porque ella entorpecía los negocios de los milicianos?

SA: Hay dos razones. Por un lado, la de incomodar y perjudicar los intereses de la milicia. Ella tenía el poder para hacerlo, como impulsar una comisión de investigación parlamentaria, esto es, exigir una investigación para obligar al Estado y a los medios a centrarse en el problema. Y el otro elemento es que ella era mujer. Y era una mujer cuyas acciones eran intensas, verdaderas y no se amedrentaba. Nunca se subordinó. Y la verdad es que ellos no soportan a las mujeres con esos rasgos. Marielle Franco, Patrícia Acioli, que fue asesinada también, y Tania Maria Sales Moreira -aunque murió de cáncer estaba amenazada de muerte- tenían ese perfil. Eran mujeres con mucho coraje, mucha determinación. Y la misoginia de las milicias hace que no soporten ese tipo de mujer, y por eso las eliminan.

TraducciónCamila Vollenweider
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