Me esperaba que dispararan ¡y también que lo negaran!
por Paulina Alejandra Rubilar Méndez (Concepción, Chile)
14 años atrás 6 min lectura
A mi familia y amigos. A los trabajadores y obreros. A los estudiantes de Chile
Ante los hechos ocurridos el día jueves 12 del presente mes dentro de la Universidad de Concepción, declaro lo siguiente:
Luego de participar en la marcha estudiantil convocada a nivel nacional y de ejercer mi derecho a manifestarme pacíficamente por lo que considero justo, y ser blanco en reiteradas ocasiones de la injustificada prepotencia policial, me dirigí rumbo a la universidad a buscar mi bicicleta, ya que la dejé amarrada, para mayor seguridad, frente al edificio Virginio Gomez.
A los pocos minutos de encontrarme dentro del campus, las Fuerzas Especiales de Carabineros hacen ingreso DE FORMA ILEGAL, agrediendo de manera desproporcionada, no discriminando entre personas naturales o estudiantes, recurriendo al carro lanza agua, el zorrillo y, en un primer momento, a unas pequeñas descargas de gases lacrimógenos. Pasados los minutos, y al vernos acorralados por las fuerzas especiales, se inicia una persecución dentro del campus, donde fuimos perseguidos, tal presa, por carabineros, los cuales, sin mediar provocación de nuestra parte, hacían gala de «ser del débil el protector», intentando atropellar a compañeros con sus carros, mojando a destajo a cualquiera que se interpusiera en su camino y aumentando de manera brutal los disparos de gases lacrimógenos. Dada esta última situación de peligro, es que logro retirar mi bicicleta, y junto a amigos y compañeros, busco un lugar seguro para refugiarme de los ataques de carabineros, siéndome imposible encontrarlo, ya que la universidad estaba invadida por estos y por sus bombas.
Es en medio de estos acontecimientos de DESCONTROL POLICIAL, cuando decido salir por una vía alternativa (un costado de la plaza del estudiante). Justo en ese momento, un piquete de fuerzas especiales se dirige directamente hacia mí, se detiene a una distancia de no más de veinte metros, se agrupa, y un efectivo me apunta directamente con la escopeta, disparándome en pleno rostro. Caigo de mi bicicleta, toco mi rostro y palpo la sangre que comienza a salir de mi ojo derecho, escucho como carabineros se mofan de mí, y acto seguido, viendo mi condición de herida, pasan de largo ignorándome, todo esto a vista de cientos de personas que estaban en el lugar.
Contrario a lo que dicen las absurdas tesis de los «expertos peritos» mediáticos, la bomba no quemó mi rostro, ya que esta, al impactarme, rebotó inmediatamente en mi bufanda, la cual llevaba en mi cuello como se puede apreciar en las fotografías. La bomba me impacta, golpea mi pómulo y parte de mi ojo, y rebota inmediatamente, cayendo al suelo en fracciones de segundos.
En ese preciso instante, Carabineros comienza a disparar al cuerpo, al azar. Un compañero, tratando de evitar una bomba que venía directo hacia él, cae desde el foro de la universidad, y se fractura su tobillo.
Mis amigos logran tranquilizarme, me prestan los primeros auxilios y me llevan entre una lluvia de bombas lacrimógenas que caen sobre nosotros, de urgencia al hospital.
Quiero comunicarles a todos ustedes, que después de esto, cinco efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros se hicieron presentes en la sala de urgencia del hospital, custodiándome y, cuando se les preguntó sobre lo ocurrido, manifestaron su total desconocimiento de los hechos, siendo ellos mismos los que habían participado escasas horas atrás del operativo que casi me deja sin visión.
Por suerte, el cobarde disparo no me dejó sin mi ojo, pero fracturó mi pómulo de manera profunda, y me otorgó un hematoma con contusiones oculares graves, que aún no tiene un diagnóstico certero.
Hoy, viernes trece de mayo, me entero, con menos sorpresa que otra cosa, que Carabineros afirma oficialmente que mis lesiones son a causa de una pedrada y, si esto fuese poco, que yo les otorgué una declaración donde, según ellos, «estaba todo claro», cosa muy poco probable, ya que en mi actual condición me es imposible hablar de manera fluida, y cuando llegué a urgencias, NUNCA FIRMÉ NI OTORGUÉ DECLARACIÓN ALGUNA, ya que el dolor me lo impedía. Por todas estas situaciones he optado por no dar una declaración hasta ahora, consultándolo, con la mente fría, con mi familia, pareja y familiares, permitiendo el correcto funcionamiento de los abogados que me apoyan, los cuales, en este momento, juntan evidencia.
A través de esta declaración pública emplazo al comandante Luis Humeres, subprefecto de Concepción, que señala que el mayor de la 1ª Comisaría se entrevistó conmigo, a que se desmienta sus dichos, ya que, de manera alguna, un interrogatorio a la fuerza, dentro de un box de urgencias, con mi rostro ensangrentado y lleno de dolor, se puede considerar un entrevista, menos si ni siquiera sabía con quién estaba hablando en aquellos momentos, y si esos «supuestos dichos» de mi estado de salud, constituían una declaración.
DESMIENTO, DE MANERA ROTUNDA, TODO LO DICHO HASTA ESTE MINUTO POR CARABINEROS, fueron ellos, y no otra cosa, los que dispararon sobre mí, los que me apuntaron, se burlaron y me abandonaron sin prestarme auxilio, una constante habitual en su accionar de delincuentes con uniformes.
Repudio y condeno la represión institucional y toda su sucia lista de mártires e injusticias. Larga es la lista en esta larga e interminable historia, pero también largos e infinitos son nuestros sueños de algo nuevo y mejor, de una sociedad más justa e inclusiva, de una educación de calidad, igualitaria y realmente enriquecedora. ¿Quién nos protege de nuestros supuestos protectores?
Lejos de desanimarme, esto me anima mucho más para hacer justicia y para luchar por los justos derechos de los estudiantes. Sepan que NO DESCANSAREMOS hasta que los culpables paguen, de una u otra forma. No nos daremos por vencidos, nuestras evidencias son claras, sólidas y concluyentes, no nos sentimos atemorizados de ninguna manera.
Repudio y seguiré repudiando el actuar impune y delictivo de Carabineros, y del Estado chileno, que avala estas practicas ilegales e inconstitucionales, en pos de la mal llamada paz ciudadana.
No me queda más que agradecerles a todos por su apoyo y preocupación, los tengo en mi corazón.
A los estudiantes y obreros de Chile, les envío toda mi fuerza y convicciones, y los animo a seguir dando la pelea contra esta bestia mediática que planea su nuevo golpe en Aysén y en todo Chile. Los llamo a creer, a ser fuertes, a persistir. Ganaremos, como sea, pero ganaremos.
Paulina Alejandra Rubilar Méndez
Mujer, Estudiante y Militante de la vida feliz
Hospital Regional De Concepción
14 de Mayo 2011
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