Abusadores y abusados: El sufrimiento humano de todos los días
por Olga Larrazabal S. (Chile)
14 años atrás 32 min lectura
Como tan bien señaló Mosciatti en su presentación "En Chile son muchos los
abusadores y los abusados" que funcionan
ante nuestra indiferencia o nuestro acostumbramiento. Así son muchas las
instituciones cuya organización está hecha con el propósito de abusar del
prójimo con una férrea protección, aprovechándose de la candidez, la falta de
reflexión y de límites de nuestra sociedad, que sabe mucho de rezongos pero
poco de organización comunitaria para defender la integridad de las personas.
Pero el sufrimiento por abusos marca a la infancia en los
hogares y en la escuela, marca las relaciones familiares y de trabajo y es
transversal a toda la sociedad. Y no
hablo particularmente de abusos sexuales, sino humanos y psicológicos, todo eso
que representa la tendencia humana a esclavizar al prójimo o a tratarlo
cruelmente en forma gratuita. Así vemos
el matonaje y la burla en los colegios, la esclavitud sexual de los menores, la
esclavitud afectiva y sexual de las mujeres, la esclavitud de los que tienen
que llevar el pan a su casa y no tienen preparación ni oportunidades de trabajo
decente y viven sobreviviendo en un tipo de esclavitud moderna.
Además insertas en el inconsciente colectivo, en el
lenguaje, y en la moral predominante están las creencias ancestrales en la
desigualdad de los sexos en términos de dignidad, de obligatoriedad en ciertos
comportamientos, lo que lleva a que el abuso es parte de la institucionalidad
vigente y se lleva a cabo sin que las personas tengan conciencia. Así los más
pobres de la sociedad que son las mujeres y los niños, sufren de abusos
explícitos e implícitos que hacen su vida miserable.
Estos ABUSOS, así con mayúscula, productos de esta forma de
concebir el mundo en términos de amos y esclavos se conserva y se propaga en
nuestros hogares por la educación y el ejemplo que le damos a nuestros hijos
sin querer conscientemente hacerlo.
Pero si nosotros adquirimos consciencia del tema, sí podemos
cambiar nuestras actitudes, y al cambiar nuestras actitudes, también cambian
las de las personas con las que nos relacionamos. Yo sé que es difícil para el que ha hecho el
papel de esclavo ponerle límites al amo, o al marido o al hijo o a la hija,
pero es algo que hay que hacer. El amo no va a cambiar solo, porque está muy
cómodo. Es el que está incómodo el que
tiene que hacerlo.
Y es que claro, esta es una época de cambio de costumbres,
en que los hijos exigen, no piden, cosas que los padres no pueden dar, a cambio
de nada y éstos tienen que callarse en su propia casa; los alumnos atacan a los
profesores, las autoridades políticas mienten con descaro y las religiosas que
hablan de moral no la practican. No
sabemos reconocer cuando debemos ponernos firmes con la certeza de que lo
estamos haciendo bien y vamos por el camino adecuado y en vez de eso nos acobardemos
y lo dejamos todo botado para prestar atención a cosas más entretenidas
mientras rezongamos acerca de lo que ya no tiene remedio y nos dejamos abusar,
cuando deberíamos organizarnos para defendernos.
Quizás el reconocer que ciertas relaciones que tenemos son
patológicas y nos causan un sufrimiento constante nos ayude a pensar en cómo
salir de eso. La Psicología
que ha tomado el papel rector en nuestras dudas, que a veces son más
filosóficas que psicológicas, nos presenta estudios acerca de los
comportamientos humanos que van desde lo desquiciado hasta lo razonable. Así vemos que hay un grupo de personas que
definitivamente tienen patologías mentales graves con ideaciones de
persecución, con alucinaciones y otras características que les hace casi
imposible ubicarse y realizarse dentro de la cultura corriente. Este grupo es minoritario y se suele tratar
con fármacos para reducir su sufrimiento y estabilizarlos, y a veces tienen que
ser recluidos porque no soportan la convivencia en la sociedad corriente. La mayoría de las personas consideradas
"normales" son normales hasta por ahí no más y sufren a veces diferentes grados
de problemas de personalidad que le hacen la vida muy difícil a los que están
alrededor. Y lo que no sabemos es si
son heredados genéticamente o aprendidos en el hogar, ya que la cultura del
comportamiento corriente es fabricada en el hogar con ayuda de algunos rasgos
genéticos. Bueno, así somos de
imperfectos los seres humanos, pero también es cierto que podemos aprender, y
no condenar a nuestros descendientes a vivir una y otra vez nuestra partes
sombrías.
Lo terrible es que la cultura actual enfatiza todos los
rasgos que pueden conducir a formar una personalidad enferma infantil y cruel,
en su afán de egoísmo, de obtener logros a cualquier costo, de competencia desmedida e incluso por la
falta de normas claras en las recompensas y castigos tanto hogareños como de la sociedad. Así una
sociedad formada por personas un
poquillo confundidas y desenfocadas, elige autoridades con esos mismos rasgos o
aguanta delitos de cuello y corbata sin chistar, porque no los califica como
delitos ya que están en el límite. Me
refiero a las promesas que no se cumplen, a la vista gorda con las responsabilidades,
a los malos manejos con dineros fiscales, al tráfico de influencias, al uso de
información privilegiada, actitudes que han sido de todos los días en el
enriquecimiento de algunos durante siglos, pero que están reñidas con la
existencia de una democracia transparente que es lo que pretendemos a futuro.
Pero , ¿cómo vamos a tener una democracia mejor si nosotros no cambiamos de mentalidad,
si no reflexionamos y no cambiamos en nuestra propia casa? Esa es la pregunta del millón.
Quizá la
Psicología con sus descripciones nos puede decir algo sobre
las personalidades que parecen corrientes, pero son abusivas y mentirosas, no
tienen límites, y se las arreglan para salir con la suya pisoteando nuestros
intereses, para poderlas mirar de frente, ponerles límites y no caer en el
juego manipulativo en el cual nos venimos revolviendo desde que el mundo es
mundo.
A continuación los dejo con el psicólogos Joseph Carver, que
tiene una muy buena descripción de los trastornos de personalidad, y quizás nos
encontremos con muchos conocidos, incluyéndonos a nosotros mismos.
Personas
con Trastornos de la Personalidad
Jul 14th, 2009 por AEEA
El siguiente artículo fue escrito por el Dr. Joseph CarverEs
posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. , psicológo clínico
de Ohio, a modo de folleto informativo gratuito para sus pacientes. Esperamos
que le sea útil.
Personas con Trastornos de la Personalidad:
Controladores, Abusadores, Manipuladores y Personas que Usan
a Otras en sus Relaciones
Por Dr.
Joseph M. Carver, Ph.D., Psicólogo
¿Quiénes son estas personas? En las relaciones románticas,
son aquellas parejas controladoras, abusadoras, manipuladoras quiénes no sólo
pueden arruinar la relación, sino también nuestra autoestima, nuestras finanzas
y nuestra reputación. Como padres, suelen ser quienes añaden la letra "D" a una
Familia Disfuncional y ser la clase de padres que abusan, descuidan, ignoran, o
dañan psicológicamente a sus hijos. Como amigos, pueden ser personas
irresponsables, egoístas, no fiables, deshonestas, y con frecuencia, pueden
crearle problemas importantes en su vida. Como vecinos, son aquellas personas
que difunden rumores, rompen la armonía del vecindario y roban nuestra
cortadora de césped. Como integrantes de una familia, son quienes se ocupan de
ser siempre el centro de atención y mantener a toda la familia alborotada, o
también, puede ser el hermano de 45 años de edad que nunca trabajó y continúa
dependiendo económicamente de la familia. También pueden ser los hermanos o hermanas
que intimidan y abusan verbalmente de los demás con su mal carácter y sus
berrinches. En el caso de los compañeros de trabajo, pueden ser seres
manipuladores, sin ética, deshonestos, o estar siempre dispuestos a dañar la
imagen de los otros compañeros de trabajo con tal de alcanzar sus metas
laborales. En la calle suelen ser delincuentes, embaucadores, estafadores y
personas que usan a otras con el propósito de dañarlas y para luego desaparecer
rápidamente de la escena y evitar ser detectados.
Después de más de tres décadas de experiencia tratando a las
víctimas, me ha quedado claro que la mayoría de las víctimas emocionales que he
observado en la práctica clínica son, de hecho, víctimas de un individuo que
padece un "Trastorno de la
Personalidad". Las personas con "Trastornos de la Personalidad" han
estado presentes por muchos años. Durante varios siglos, los profesionales que
trabajaron con todo tipo de personas reconocieron que algunos individuos
claramente pensaban y actuaban de un modo diferente – es decir, en ausencia de
sentimientos, actitudes, conductas e interacciones "normales". En 1835, el Dr.
Pritchard sugirió el término "insania moral" para reflejar el hecho de que,
dichos individuos, si bien no eran considerados enfermos mentales según los
estándares del momento, de todos modos presentaban importantes diferencias en
sus conductas, su actitud, su ética, su moral, sus expresiones emocionales y el
modo en que reaccionaban ante determinadas situaciones. A pesar de sus
diferencias significativas (comparados con otras personas dentro de su
cultura), el individuo mostraba poca angustia emocional o social.
Las personas que sufren trastornos de la personalidad son
personas que tienen extensos antecedentes de problemas de personalidad,
problemas de conducta, dificultades emocionales y de relación. Se dice que este
grupo de personas tiene un "Trastorno de la Personalidad" – es
decir, un patrón perdurable de experiencias internas (estado de ánimo, actitud,
creencias, valores, etc.) y de conducta (agresividad, inestabilidad, etc.), que
es significativamente diferente de los patrones de otras personas que forman
parte de su familia o cultura. Estos patrones disfuncionales son inflexibles e
interfieren en casi todos los aspectos de la vida de esa persona. Estos
patrones crean importantes problemas en su funcionamiento personal y emocional
y, con frecuencia, suelen ser tan severos que llevan a un profundo malestar o a
una importante limitación o deficiencia en todas las áreas de sus vidas.
(Fuente: "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders", Cuarta
Edición)
Los trastornos de la personalidad se dividen en tres grupos
de "categorías".
- Categoría A: las personas que padecen estos trastornos de
la personalidad son individuos que tienen conductas atípicas y excéntricas. Las
personalidades paranoicas, esquizoides y esquizotípicas están comprendidas
dentro de esta categoría. - Categoría B: se trata de las personalidades que son
altamente dramáticas, tanto en lo emocional como en lo conductual. Las
personalidades antisociales, limítrofes o de trastorno límite de la
personalidad (personalidad "borderline"), narcisistas e histriónicas pertenecen
a este grupo. - Categoría C: son las personalidades que se caracterizan
por ser ansiosas y miedosas. Las personalidades por evitación, dependientes y
obsesivo-compulsivas caen dentro de esta categoría.
Los destructores de relaciones – Categoría B
Al tener en cuenta aquellas personas que generan mayor daño
en las relaciones sociales y personales, podemos encontrar a los abusadores,
manipuladores, "jugadores", controladores, y perdedores, dentro de la Categoría B. Por esta
razón, este artículo se centrará en las conductas asociadas con los trastornos
de la personalidad comprendidos en la Categoría B.
En la población general, el mayor número de trastornos de la
personalidad cae dentro del grupo de la Categoría B. Las cuatro personalidades con
"Trastornos de la
Personalidad" que comprenden la Categoría B son:
- La personalidad antisocial – comprende un patrón dominante
que ignora los derechos de los demás y las reglas de la sociedad. La
personalidad antisocial abarca desde personas que son crónicamente irresponsables,
que no brindan apoyo o son embaucadoras o estafadoras, hasta aquellas que
tienen una total falta de consideración por los derechos de otras personas y
comenten delitos, sin cargo de conciencia alguno, tales como aquellos delitos
que involucran la muerte de las víctimas. En la práctica clínica, los
individuos con una personalidad antisocial presentan un egoísmo casi absoluto y
normalmente, exhiben un patrón de problemas de índole legal, mentiras y
engaños, abusos físicos e intimidación, sin importarles la seguridad de los
demás, sin interesarse por cumplir con los estándares normales de trabajo,
apoyo o crianza, y sin mostrar remordimiento alguno. - La personalidad limítrofe o trastorno límite de la
personalidad – presenta un patrón dominante de estados de ánimo,
auto-percepción y relaciones intensas e inestables. El control de los impulsos
es altamente deficiente. Las características más comunes incluyen el pánico, el
miedo al abandono, las relaciones sociales inestables, una imagen personal inestable,
las conductas impulsivas o de daño personal, tales como la promiscuidad, el
abuso de sustancias tóxicas y el consumo de alcohol, las ideas y los intentos
recurrentes de suicidio, las lesiones auto-inflingidas y la auto-mutilación,
los sentimientos crónicos de vacío emocional, la ira inadecuada e intensa y una
paranoia transitoria. - La personalidad histriónica – tiene un patrón dominante
que comprende una demostración emocional excesiva y una necesidad de atención
importante. Los individuos con este tipo de personalidad son excesivamente
dramáticos y con frecuencia, son percibidos por el público como el tipo de
persona que se conoce como la "reina de los dramas". A menudo son sexualmente
seductores y muy manipuladores en sus relaciones. - La personalidad narcisista – presenta una marcada
preocupación por la admiración, la concesión de derechos y el egocentrismo. Las
personas que tienen este tipo de personalidad exageran sus logros o talentos,
tienen un sentido de "tener derecho", carecen de empatía, interés o
preocupación por los demás, les preocupan la envidia y los celos y tienen una
actitud arrogante. Su sentido de "tener derecho" y su exagerada autoestima no
guardan relación con la realidad de sus logros o sus talentos. Estas personas
sienten que tienen derecho a recibir un tipo de atención especial, ciertos
privilegios y ciertas consideraciones en los entornos sociales. Este sentido de
"tener derecho" también produce la sensación de que tienen derecho a castigar a
aquellos quienes no les muestran el respeto, la admiración o la atención que
ellos exigen.
Al encontrar víctimas de abuso físico y emocional,
encontramos que las personas que padecen un trastorno de la personalidad ya
estaban presentes en sus vidas, como una madre, un padre, un hermano, un
cónyuge, una pareja o un familiar. La mayoría de los pacientes con dificultades
relacionadas con su niñez encuentran que alguno de sus padres padecía un
trastorno de la personalidad. En muchos casos, estas personas se han encontrado
a sí mismas involucradas en una relación romántica, o en un matrimonio, con una
persona que padece un trastorno de la personalidad. Otras personas descubrieron
que estaban trabajando con compañeros de trabajo que padecían un trastorno de
la personalidad, o también, un supervisor o un subalterno. Un grupo menor
encontró que eran víctimas de las conductas severas de una persona con un
trastorno de la personalidad, por lo que fueron víctimas de asaltos, robos,
traumas o manipulaciones.
Los trastornos de la personalidad están presentes entre el
10 y el 15 por ciento de la población adulta, siendo la Categoría B la que
comprende, aproximadamente, el 9 por ciento de los casos, basado en datos de
investigación. Con un porcentaje tan alto, es importante aprender a identificar
a estas personas cuando se presentan en nuestras vidas. No lograr
identificarlas puede representar un riesgo importante. Aunque la mayoría de
nuestros contactos con una persona que padece un trastorno de la personalidad
sean breves, cuanto más participen en nuestras vidas, más alto será el riesgo
de sufrir un daño emocional, social y otros tipos de daños. Por esta razón, es
útil identificar algunas de las características de las personas que presentan
un trastorno de la personalidad.
Los profesionales de salud mental han identificado diez
tipos de trastornos de la personalidad, cada uno de ellos con su propio patrón
de conductas, emocionalidad y síntomas. No obstante, personalmente he observado
que todos los individuos que sufren trastornos de la personalidad que comprenden
la Categoría B,
tienen características esenciales que forman la base de cada trastorno de
personalidad específico. Algunas de esas características esenciales son las
siguientes:
- Egocentrismo: Con frecuencia oímos la frase "Se trata de
mí". Cuando tomamos decisiones, las personas saludables tienen en cuenta las
necesidades y los problemas de los demás, al igual que los propios. Una persona
con un trastorno de la personalidad sólo piensa en sus propias necesidades y
preocupaciones. Pueden utilizar el dinero para cubrir las necesidades de su
familia con el mero fin de satisfacer sus propios propósitos. Un hermano con un
trastorno de la personalidad puede intimidar a sus padres ancianos para obtener
dinero o manipular una situación legal para eliminar a sus hermanos del
testamento. En la mayoría de los casos, si una persona con un trastorno de la
personalidad se comunica con nosotros, establece ese contacto para satisfacer
SUS propósitos, no los nuestros. - Renuencia a aceptar la responsabilidad personal por su
conducta: Las personas con un trastorno de la personalidad casi nunca aceptan
su responsabilidad personal de sus conductas. Estas personas culpan a los
demás, recurren a excusas, alegan malos entendidos y luego se describen como
las víctimas de una situación en sí. Aquellos individuos que abusan físicamente
de otros, de hecho, culpan a las víctimas del abuso o el ataque. A menudo, las
víctimas oyen cosas como: "¡Ha sido tu culpa! ¿Por qué me has hecho enfadar?"
Este aspecto de los trastornos de la personalidad resulta muy dañino,
especialmente cuando quien padece el trastorno de la personalidad es uno de los
padres. Ellos culpan a sus hijos por sus conductas abusivas, de descuido
(negligencia o abandono) o disfuncionales. Se les dice a los niños que ellos
son responsables por los berrinches, el consumo de alcohol o sustancias
tóxicas, la falta de empleo, la pobreza, la infelicidad, (etc.) de los padres.
Durante un divorcio, el padre que sufre un trastorno de la personalidad, con
frecuencia culpa a sus hijos. - Auto-justificación: Las personas con un trastorno de la
personalidad no piensan, ni razonan, ni sienten o se comportan con normalidad.
Sin embargo, habitualmente justifican TODAS sus conductas. A menudo, su
justificación proviene de la idea de que han sido víctimas de la sociedad o de
otras personas y, por consiguiente, eso justifica sus conductas manipuladoras,
controladoras, delictivas o abusivas. Una justificación común de los
delincuentes es culpar a la víctima del delito que ellos han cometido, como
cuando oímos: "Fue su culpa (culpa de la víctima) que recibió un disparo.
Tendría que haberme entregado el dinero más rápido". Los adultos saludables
encuentran que es imposible razonar con una persona que padece un trastorno de
la personalidad, ya que sus justificaciones son imposibles de comprender. - Derechos: Las personas con un trastorno de la personalidad
tienen un fuerte sentido de "tener ciertos derechos", sienten que merecen
respeto, dinero, fama, poder, autoridad, atención, etc. Algunos individuos
sienten que tienen derecho a ser el centro de atención, y que cuando eso no
ocurre, tienen derecho a crear un escándalo o un alboroto para lograr esa
atención. Este derecho también genera la justificación de castigar a los demás
por parte de la persona con un trastorno de la personalidad. Si usted viola
alguna de sus reglas o no cumple con alguna de sus demandas, ellos se sienten
con derecho a castigarle de alguna manera. - Emociones superficiales: Las personas saludables siempre
se sorprenden y quedan perplejas ante el hecho de que una persona con un
trastorno de la personalidad es capaz de desvincularse de una pareja
rápidamente, continuar con su vida y mostrar muy pocas emociones, como el
remordimiento o la angustia. Una persona con un trastorno de la personalidad
puede hallar otra pareja inmediatamente después de una ruptura, generalmente, a
los pocos días de la ruptura. Estas mismas personas también pueden
desvincularse rápidamente de su familia y sus hijos. Pueden enfadarse con sus padres
y no comunicarse con ellos durante años. Una persona con un trastorno de la
personalidad puede abandonar a sus hijos, culpando al mismo tiempo a su cónyuge
o pareja de su falta de apoyo e interés. Su capacidad de comportarse de esta
manera se relaciona con las "emociones superficiales". La mejor manera de
pensar en las emociones superficiales es la de compararlas con tener un
automóvil aceptable, por valor de $300.00 (192 euros). Usted ha realizado una
inversión pequeña en el automóvil y mientras éste funcione bien, usted no
tendrá quejas. Usted se toma el trabajo de mantener el vehículo, siempre que
los gastos de mantenimiento sean bajos. Si se vuelve caro mantenerlo, debido a
problemas mecánicos, es más económico abandonarlo y comprar otro automóvil de
$300.00, que funcione bien. Así, si recorre una larga distancia, decidirá
dejarlo atrás porque llevarlo consigo le resultará más costoso. Una persona con
un trastorno de la personalidad tiene emociones superficiales y, con
frecuencia, ve a las personas que le rodean como automóviles de $300.00. Su
inversión emocional en los demás es mínima. Si el padre es muy problemático,
rápidamente le deja de lado. Si los padres critican su conducta, entonces
finalizan su relación con ellos… hasta que necesite algo. - Moral circunstancial: Una persona con un trastorno de la
personalidad se enorgullece en ser capaz de "hacer lo que tiene que hacer" para
satisfacer sus demandas y sus necesidades. Posee escasos límites personales o
sociales y, en los casos más severos, no se siente obligada por la ley y no
duda en participar en actividades delictivas, si fuera necesario. El lema de
una persona con un trastorno de la personalidad es: "el fin justifica los
medios". La moral circunstancial crea conductas bastante extremas y muchas
personas que padecen un trastorno de la personalidad, no dudan en lastimarse a
sí mismas o a los demás, con tal de satisfacer sus necesidades. Aquellas
acciones que frecuentemente se perciben como manipuladoras son las herramientas
del oficio de una persona que padece un trastorno de la personalidad, e
incluyen la mentira, la deshonestidad, las estafas, la intimidación, las
confabulaciones y las actuaciones. Muchas personas con trastornos de la
personalidad son verdaderos "camaleones sociales" y luego de evaluar a una
víctima o pareja potencial, modifican su presentación para que resulte más
eficaz. Las personas con trastornos de la personalidad severos no dudan ni un
instante en lastimarse a sí mismas y se inflingirán cortes, tomarán sobredosis,
amenazarán con suicidarse o se dañarán a sí mismas con el objeto de retener a
su pareja a través de la culpa y la obligación. - Narcisismo y vidas fútiles: Los trastornos de la
personalidad tienen una fuerte influencia sobre el estilo de vida del
individuo. Con frecuencia, las personas con los trastornos de la personalidad
de la Categoría B
llevan una doble vida – una "vida real" y una vida imaginaria que presentan a
los demás y que está plagada de excusas, verdades a medias, engaños,
decepciones y estafas, mentiras, fantasías e historias preparadas con un
propósito específico. Los abusadores físicos que fueron separados legalmente, y
por la fuerza, de sus hijos y cónyuges elaboran historias dónde los familiares
políticos conspiraron con la policía para separarlos de sus hijos, a quienes
aman profundamente. Su encarcelación suele interpretarse como: "Yo me hice
cargo de la culpa de mi amigo para que él pudiera continuar trabajando y
apoyando a su familia". Uno de los principales hallazgos dentro de los
trastornos de la personalidad ha sido una vida fútil – esto da cuenta de un
talento y un potencial increíbles, pero una vida muy pobre por lo que refiere
al éxito social u ocupacional. Es una vida llena de excusas y engaños. Los
"perdedores o fracasados", narcisistas y antisociales, a menudo prometen
cruceros románticos que nunca se concretan, o tienen alguna razón por la cuál
su pareja necesita colocar a su nombre el automóvil que compró. Sus vidas
suelen estar acompañadas de irresponsabilidad económica, desempleo crónico,
problemas legales y situaciones de vida inestables dentro de su comunidad. Sus
conductas, por lo general, agotan emocionalmente a quienes les rodean – algo
que las personas con un trastorno de la personalidad explican con la frase: "Mi
familia y yo no nos llevamos bien". Podemos estar seguros que, sin importar el
tipo de situación que esté presente en la "vida real" de una persona con un
trastorno de la personalidad, siempre habrá una excusa que la justifique. - Disturbio social: Nunca existe una relación tranquila,
pacifica o estable cuando nos vinculamos con aquellas personas que sufren algún
trastorno de la personalidad de la Categoría B. Su necesidad imperiosa de ser el
centro de atención y controlar a todos los que le rodean aseguran un estado de
drama, agitación, discordia y angustia, casi permanentes. Un individuo con un
trastorno de la personalidad crea dramas y alborotos en casi todas las
circunstancias sociales. Los días festivos, las reuniones familiares, las
salidas dentro de la comunidad, los viajes y hasta las compras son convertidos,
frecuentemente, en una pesadilla social. Las personas con un trastorno de la
personalidad también generan disturbios en su sistema familiar. Son el centro
de enemistades, rencores, malos sentimientos, celos y diversos problemas. Si
usted tiene un familiar al que le disgusta ver llegar a una reunión o una cena
familiar – probablemente esa persona tenga un trastorno de la personalidad. - La manipulación como una forma de vida: Para satisfacer
nuestras necesidades emocionales, sociales y personales cotidianas, las
personas saludables contamos con una diversidad de estrategias que empleamos
como: tomar acción personal, solicitar algo a alguien con cortesía, hacer
tratos, ser honestos, etc. Las personas sanas también usan la manipulación como
una de sus muchas habilidades sociales – como comprarle a alguien un presente
para que se sienta mejor, hacer comentarios o dar indicios de que se desea
algo, etc. En el caso de las personas con un trastorno de la personalidad, a
pesar de las diversas estrategias sociales disponibles, la manipulación es su
método preferido para obtener lo que desean o necesitan. Las manipulaciones de
una persona que padece un trastorno de la personalidad – combinadas con sus
emociones superficiales, su sentido del derecho y su egocentrismo – pueden ser
extremas. Para lograr sus metas y objetivos, las personas con una personalidad
antisocial suelen amenazar, acosar, intimidar y atacar a quiénes les rodean.
Las personas histriónicas pueden crear situaciones dramáticas, amenazar con
dañarse a sí mismas o causar un escándalo social. Las personalidades
narcisistas pueden enviar a la policía o una ambulancia a su hogar si usted no
responde a sus llamadas telefónicas, utilizando el pretexto de que estaban
preocupadas por usted. Su verdadero objetivo es el de asegurarle que sus
llamadas telefónicas DEBEN ser respondidas o pagará las consecuencias. Las
personalidades limítrofes o "borderline" pueden dañarse a sí mismas en su
presencia. En una relación con una persona que sufre un trastorno de la
personalidad nos enfrentamos constantemente con una colección de patrones o
esquemas, situaciones, manipulaciones e interacciones que tienen un propósito
subliminal… su propósito personal. - La brecha entre lo que se dice y lo que se hace: Conocemos
a las personas a través de dos demostraciones de su personalidad – lo que dicen
y lo que hacen. Una persona honesta tiene charlas, conversaciones o hace
promesas que coinciden con sus conductas casi el 100% de las veces. Si le pide
dinero prestado y le asegura que le devolverá el dinero el viernes, y luego se
lo devuelve el día viernes, usted está frente a una persona honesta. Conforme
observamos estas coincidencias con frecuencia, podemos entonces confiar más en
esa persona en el futuro. Cuanto más grande sea la brecha entre lo que una
persona dice o promete y lo que esa persona hace, mayores son las posibilidades
de considerar a esa persona como deshonesta, no confiable, irresponsable, etc.
Debido a las emociones superficiales y la moral circunstancial, que se observan
con frecuencia en las personas con un trastorno de la personalidad, la brecha
entre lo que ellas dicen y hacen puede ser muy grande. Las personas con un
trastorno de la personalidad suelen asegurar a sus cónyuges que los aman,
mientras mantienen una relación extramatrimonial al mismo tiempo; pueden pedir
dinero prestado sin intención de devolverlo; prometer cualquier cosa sin intención
de cumplir sus promesas; y asegurarle que son sus amigos, mientras se dedican a
divulgar rumores maliciosos acerca de su persona. Como regla: juzgue a una
persona por su conducta, más que por lo que dice o promete. - Padres disfuncionales: Normalmente, algunas personas con
un trastorno de la personalidad suelen ser padres. No obstante, suelen ser
padres disfuncionales. Los padres que sufren un trastorno de la personalidad a
menudo ven a sus hijos como una carga que les impide alcanzar sus metas personales,
suelen sentir celos por la atención que reciben sus hijos, suelen competir con
sus hijos mayores y, con frecuencia, intentan satisfacer sus metas personales a
través de sus hijos. Los padres con un trastorno de la personalidad controlan a
sus hijos a través de la manipulación, preocupándose muy poco acerca de cómo su
método de crianza influirá, posteriormente, en la vida y en la personalidad de
sus hijos. Los padres que sufren un trastorno de la personalidad suelen ser
hipercríticos, dejando al niño con el sentimiento de que es incompetente o que
no tiene valor como persona, que no merece nada. En casos extremos, los padres
antisociales comenten delitos como descuidar, abusar o explotar a sus hijos y,
por lo general, les enseñan a convertirse en delincuentes. Los padres
delincuentes a menudo usan a sus hijos para robar o transportar drogas con el
fin de evadir cargos penales como adultos, permitiendo que los niños enfrenten
los cargos legales. Los cónyuges con un trastorno de la personalidad suelen
tener celos de la atención que su pareja les brinda a los niños en el hogar y,
con frecuencia, los niños son el blanco de abusos verbales debido a sus celos.
El narcisismo y las emociones superficiales de un padre con un trastorno de la
personalidad dejan a los niños sintiéndose no amados, no queridos, no
merecedores de nada y no apreciados.
¿Comportamiento inconsciente o calculado?
Cuado analizamos las emociones, las actitudes y las
conductas de una persona con un trastorno de la personalidad, eventualmente comenzamos
a cuestionarnos: ¿Estas características son calculadas e intencionales o son
conductas inconscientes que no están bajo su control? Cuando trabajamos con
personas con trastornos de la personalidad, vemos ambas cosas. Por ejemplo:
- Actitudes: La mayoría de las actitudes observadas en las
personas con trastornos de la personalidad provienen de muchos años atrás y han
estado presentes desde sus años de la adolescencia. Culpar a otros es una
característica típica de una persona con un trastorno de la personalidad y
después de haber creído esto por muchos años, las personas con un trastorno de
la personalidad realmente no creen que ellas sean responsables de sus conductas
– incluso en el caso de las conductas delictivas. Estos individuos han
re-pensado, re-elaborado y excusado su comportamiento al punto de no lograr
comprender que éste constituye un denominador común a todos sus problemas. Los
delincuentes sentenciados por delitos que van desde el robo de automóviles
hasta los homicidios, tienen todos, una actitud similar: "la encarcelación es
injusta". Ellos ni siquiera tienen en cuenta a las víctimas como un factor de
sus delitos, en absoluto. Por esta razón, aquellas personas que sufren un
trastorno de la personalidad tienen una comprensión muy pobre de que sus
actitudes arruinan sus propias relaciones. Las víctimas le asegurarán que
tratar de explicarle a una persona con un trastorno de la personalidad una
situación normal o saludable, es algo casi imposible. - Relaciones deficientes: Las personas con un trastorno de
la personalidad desarrollan maneras deficientes de relacionarse con los demás,
a lo largo de muchos años. Estas maneras deficientes de relacionarse,
eventualmente se convierten en su única manera de relacionarse con los otros.
Lo que tuvo origen en su niñez hace que, en su vida adulta, sólo conozcan una
manera de relacionarse con los demás a través de la intimidación, las amenazas,
la ira, la manipulación y la deshonestidad. Este estilo social defectuoso
continúa, incluso cuando quienes le rodean tienen buenas habilidades sociales,
son personas que se preocupan por los demás, aceptan a los demás y son
afectuosas. - Conductas circunstanciales: La justificación de sus
conductas a través de estas actitudes que tienen varios años, puede ser muy calculada
en las personas con un trastorno de la personalidad; estas personas pueden
tener determinadas intenciones y ser manipuladoras en sus relaciones con los
demás. Sus habilidades de toma de decisiones, sus estrategias para enfrentar
problemas y sus manipulaciones suelen estar bien planificadas con el fin de
poder cumplir con sus propósitos. Financieramente, pueden obligarlo a usted, de
manera legal e intencional, a pagar por sus deudas. Pueden robarle dinero,
justificando esa conducta con excusas como: "Corté el césped durante tres años,
me lo merecía". Esta combinación de actitudes de muchos años y conductas
calculadas son lo que hacen de una persona con un trastorno de la personalidad
un ser peligroso en cualquier relación interpersonal.
¿Qué significa esto para las víctimas?
En una relación con una persona que padece un trastorno de
la personalidad, hay varias verdades básicas presentes: Las mismas incluyen lo
siguiente:
1. La víctima que mantiene una relación con una persona que
tiene un trastorno de la personalidad no creó ese trastorno de la personalidad.
Muchas personas que sufren un trastorno de la personalidad culpan a la víctima
de sus ataques, sus mentiras, su mala conducta, sus engaños e intimidaciones,
etc. En realidad, la persona que padece un trastorno de la personalidad exhibe
esas conductas, independientemente de que la víctima esté presente o ausente.
Las víctimas no provocan ser atacadas, simplemente se han involucrado con una
persona abusadora.
2. Si la víctima cambia su conducta, la conducta de la
persona que sufre un trastorno de la personalidad no varía. Muchas víctimas se
vuelven supersticiosas y sienten que pueden controlar la conducta de una
persona con un trastorno de la personalidad, cambiando su propia conducta. Ésta
puede ser una solución pasajera, lo que sólo significa que ahora la víctima
sólo estará satisfaciendo las demandas de la persona que padece un trastorno de
la personalidad. Cuado la persona que tiene un trastorno de la personalidad se
siente justificada, vuelve a su comportamiento habitual sin importarle los
cambios de conducta de la víctima. Amar a los tiburones no nos protegerá, si
nos encontramos sangrando dentro de un estanque lleno de tiburones.
3. Un trastorno de la personalidad es un patrón permanente
que viene desde hace muchos años atrás. El tiempo no cambia este tipo de
personalidades. Si su madre o su padre padecían un trastorno de la personalidad
durante su infancia, al regresar al hogar después de veinte años, usted
encontrará que sus viejas conductas siguen igual, como en su mejor momento.
4. Casarse, tener un bebé, irse a vivir con este tipo de
personas, etc., de hecho, empeora su conducta disfuncional. La presencia de
estrés exagera y amplifica las características normales de nuestra
personalidad. Las personas mentalmente saludables, pero tímidas, se vuelven más
tímidas cuando están bajo estrés. El estrés o la tensión que generan las
responsabilidades adicionales, en realidad, incrementan las malas conductas de
una persona con un trastorno de la personalidad.
5. Cuando estamos involucrados, de alguna manera, con una
persona que tiene un trastorno de la personalidad – ya sea nuestra pareja,
nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos, o nuestros amigos, etc., no
sólo debemos reconocer sus conductas, sino también desarrollar una estrategia
para protegernos. Muchas de nuestras estrategias necesitan centrarse en
proteger nuestra estabilidad emocional, nuestras finanzas y nuestras otras
relaciones. Como padres, si nuestro hijo o hija adultos padecen un trastorno de
la personalidad, debemos protegernos de las conductas que puedan poner en
peligro nuestra vida y estilo de vida. Como hijos de un padre con un trastorno
de la personalidad, a menudo debemos proteger a nuestra familia inmediata y a
nuestros hijos de las malas conductas de nuestros padres. Es importante
recordar que, para las personas con un trastorno de la personalidad, SU propia
supervivencia y bienestar es su prioridad – no así, la salud o el bienestar de
quienes le rodean.
Resumen
A medida que vamos viviendo nuestras vidas, nos encontramos
con una diversidad de personas. También establecemos diversas relaciones con
los demás, tales como las que establecemos con los miembros de nuestra familia,
nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos y con
personas que nos resultan familiares. Las relaciones saludables parecen
establecerse del mismo modo – comprenden características de respeto,
preocupación e interés por los demás, afecto, colaboración, honestidad, metas
compartidas, etc. Una relación establecida con una persona que padece un
trastorno de la personalidad es algo totalmente diferente. Ese 9 o 10 por
ciento de los adultos que padecen un trastorno de la personalidad de la
"Categoría B" pueden crear importantes dificultades en nuestras vidas. A
menudo, durante breves contactos pueden causarnos problemas – como el tío que
es un embaucador o la cuñada que nadie tolera en las cenas de las fiestas. Por
consiguiente, cuando les permitimos participar en nuestras vidas, las personas
que padecen un trastorno de la personalidad rápidamente toman el control de la
situación y nuestras vidas pasan a centrarse en sus necesidades, demandas y
objetivos. Para alcanzar sus objetivos egocéntricos, las personas que tienen un
trastorno de la personalidad se convierten en controladores, abusadores,
manipuladores y usan a otras personas en sus relaciones. La identificación
temprana de aquellas personas que crean relaciones no saludables puede
ahorrarnos muchos años de dolores de cabeza, como también evitarnos un daño a
nuestra personalidad, nuestra autoestima, nuestras finanzas y nuestros estilos
de vida.
En otro artículo llamado "Identifying Losers in
Relationships" (disponible también en español) podrá hallar las técnicas
específicas usadas por las personas con un trastorno de la personalidad de la Categoría B. También
he abordado este tema y los problemas asociados con la permanencia en una
relación abusiva o disfuncional en el artículo titulado "Love and Stockholm
Syndrome: The Mystery of Loving an Abuser". Ambos artículos están disponibles
en mi sitio en Internet en: www.drjoecarver.com o en:
www.counsellingresource.com
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