Estatua para Aylwin, para mentiras y ciertas políticas
por Enrique Villanueva M. (Chile)
2 años atrás 8 min lectura
06 de diciembre de 2022
Por décadas hemos convivido con una mentira que en la medida que se fue generalizando en su instalación, fue invisibilizando todo aquello que las elites políticas, económicas, militares e intelectuales interesadas decidieron negar, fabricando una historia en torno a la cual se organizó la vida de la sociedad chilena. Una mentira que fue bien articulada y miles de veces repetida por los medios de comunicación, trascendiendo organizadamente hasta la educación de las generaciones post golpe de estado de 1973, estableciendo a priori que “las FF.AA escucharon el clamor del pueblo para intervenir y salvar a la sociedad chilena del comunismo”.
Carta de Leighton a Frei sobre el golpe de estado |
Así entonces la mentira histórica del pasado reciente con el correr de los años se transformó en una trinchera a defender para estas elites interesadas, imponiendo la base ideológica que provoco la debacle política en 1973 y ocultando a los demás actores con sus conspiraciones y actos traicioneros que originaron el golpe de estado. Por otra parte y luego del exterminio de parte importante de las fuerzas políticas de la izquierda, con el camino libre de oposición, cimentaron un modelo de pais y de economía sobre la represión orientada y dirigida desde el Estado.
De esta manera negaron y se niega el origen de la dictadura dándole continuidad al modelo de economía neoliberal, con un sistema político afín a los intereses de sus progenitores, una realidad que los gobiernos post dictadura administraron, sin tocar ni un pelo a los que construyeron o refundaron Chile a balazos y sin cuestionar el daño que el poder corporativo económico neoliberal le hizo al pais en su conjunto.
Ni hablar del falso relato que se construyó para preservar la impunidad y proteger los pactos de silencio firmados que impiden hacer justicia, perseguir a los instigadores y a los actores de la represión así como, a muchos de los autores de crímenes de lesa humanidad, atribuyéndole iguales responsabilidades en los hechos del pasado a los partidos de la izquierda chilena que a los agentes del terrorismo de estado que son, estos últimos, quienes torturaron, persiguieron y asesinaron a miles de compatriotas.
En este contexto no debería extrañarnos que se decida instalar frente a la Moneda una estatua al expresidente Patricio Aylwin, en el mismo lugar que fue bombardeado por la Fuerza Aérea y atacado con tanques por el ejército de Chile el día once de septiembre de 1973, asesinando cobardemente al presidente de la república Salvador Allende. Una estatua instalada como una figura inerte para hacer olvidar que este político democratacristiano, fue uno de los principales conspiradores y agitadores que lleva sobre sus hombros la responsabilidad del golpe del estado y del daño ocasionado al pais y a miles de chilenos y chilenas.
Por lo tanto y más allá del afán inútil de limpiar su imagen, hay que dejar en claro que Aylwin, es uno de los que construyeron la elaborada mentira que Chile, con Allende, estaba al borde del comunismo y de una guerra civil, afirmando que éramos “invadidos por rusos y cubanos”. Fue el promotor de una guerra que nunca existió, ocultando bajo estos argumentos mentirosos la conspiración cobarde en contra de un gobierno democrático y elegido por el pueblo, justificando con ello la represión y los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en contra de ciudadanos y ciudadanas desarmados (as) e indefensos (as).
La estatua para Aylwin por lo tanto, no es más que, y como ya sucedió en el pasado, otro monumento como los muchos instalados a lo largo del pais, levantados con fines políticos, utilizando el arte para estos fines, entre otros, el que nos recuerda a los protagonistas del exterminio del pueblo mapuche o del responsable del asesinato de miles de personas en la escuela Santa Maria de Iquique en 1917. Son estatuas cuyo objetivo es perpetuar una visión arbitraria y mentirosa de hechos ocurridos a través de la historia y que están estrechamente vinculados al ejercicio del poder, porque la decisión de invisibilizar o no a personajes de la historia es del poder político y es de quien determina y dice que es necesario recordar y que debe ser olvidado, ocultado.
De esta manera se continúa imponiendo una cultura mentirosa en una sociedad que hoy, desde la visión interesada de las elites, aparece como respetuosa de las leyes y de los derechos humanos, pero que en realidad lo que hace es ocultar su pasado, encubriendo que hace unas décadas atrás, personajes como el que se pretende inmortalizar, como “el padre de la transición a la democracia”, promovió los horrores y crímenes de lesa humanidad que se cometieron en el nombre de la democracia y la libertad.
Finalmente, sin generalizar ni meter a todos y todas en el mismo saco, todo esto no es más que hipocresía en su sentido de simulación y cinismo, lo que en su expresión de desvergüenza coinciden cada vez con el descaro con el cual actúan políticos y políticas en nuestro pais. Agregando que con mayor frecuencia sucede con aquellos y aquellas que tienen un perfil conservador, quienes en la vida privada son hipócritas y en la vida pública son cínicos (as). Políticos (as) que hacen que la política ya no sea “la acción humana más elevada” ( Platón), ni la que busca el fin último del bien común, por el contrario, la política se ha trasformado o la trasformaron, en un instrumento que es utilizado para alimentar egos e intereses propios, la ambición de poder u otros muchos derivados.
Carta de los 13 Parlamentarios DC que se opusieron al Golpe |
Pero y contrario a la ideología conservadora y neoliberal, el mundo actual no está establecido ni menos acabado, por el contrario vivimos en un permanente cambio en el que se hace cada día más evidente, que sólo en una mirada sincera del pasado se puede encontrar una base sólida para construir el futuro. Por eso es tan importante la memoria histórica, alimentarla permanentemente, para resolver esta permanente contradicción entre una historia conveniente del pasado y un futuro con historia sustentada en los hechos tal cual sucedieron.
Por eso hace falta volver a una actitud y a un discurso sincero sin dobleces, en la política, porque es una necesidad básica terminar con el cinismo que hoy corroe la política, lo que ademas crea la base perfecta para la corrupción, porque deteriora todo y a todas las instituciones, una situación que nos aleja de la democracia y la hace esquiva para el ciudadano y la ciudadana común.
Es necesario recordar que el momento en el cual la gente salió masivamente a las calles a protestar durante el año 2019, fue por razones que continúan latentes, sin resolver. El pueblo protestó porque se hartó de la mentira, del abuso, porque se sintieron engañados, defraudados y por otras sobradas razones, cuestionando el ejercicio de una política diseñada por las elites y para las elites.
A pesar de todo esto y en beneficio de la política, es necesario decir que la política no es en sí misma sucia ni hipócrita, son los políticos (as) que la gestionan quienes han desvirtuado sus principios y objetivos, al utilizar la mentira y ocuparse de sus propios intereses y no de los de los ciudadanos que los eligieron y que deben representar.
Así entonces mientras se continue sosteniendo la mentira histórica de una guerra que nunca existió, mientras se niegue el pasado, seguiremos viviendo la obra de “Tartufo o el impostor”[1], amparando a los impostores, a los falsos devotos, a los hipócritas que se presentan bajo la apariencia de personas con fuertes valores y que esconden otros intereses.
Pero, lo quieran o no, al final la verdad terminará por imponerse. Aunque el establishment instale una estatua de uno de los principales verdugos de la democracia eso no cambiará la historia, que nos recuerda que Salvador Allende Gossens fue asesinado, que murió durante el cobarde ataque aéreo y por tierra al Palacio de la Moneda el 11 de Septiembre de 1973. No olvidaremos que la derecha política en acuerdo con políticos democratacristianos, con apoyo y financiamiento de las multinacionales y del gobierno norteamericano de la época, ejecutaron el golpe de estado para instalar una dictadura, una de las más sangrientas que asoló a Chile por 17 años.
La Democracia Cristiana en los documentos desclasificados norteamericanos |
En su último discurso el Presidente Allende, durante el ataque a La Moneda y antes de morir, envió estas palabras a todo Chile, las que estarán siempre presentes en la conciencia de quienes le derrocaron y girando permanentemente alrededor de la estatua de Aylwin:
“Una palabra para aquellos que llamándose demócratas han estado instigando esta sublevación, para aquellos que diciéndose representantes del pueblo, han estado turbia y torpemente actuando para hacer posible este paso que coloca a Chile en el despeñadero”…..
Notas:
[1] (Le Tartuffe ou l’Imposteur), una de las más conocidas comedias de Jean Baptiste Poquelin. El contexto histórico en el que se encuadra la obra es el siglo XVII, el “Grand Siècle” francés, marcado por la monarquía absoluta de Luis XIV, el “rey sol”. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, «Tartufo es un hombre hipócrita y falso». Y el hipócrita no aspira a ser virtuoso, sino a parecerlo; no admira intrínsecamente la virtud, quiere ser contado entre los virtuosos por las prebendas y honores que tal condición puede reportarle. Faltándole la osadía de practicar el mal, a que está inclinado, conténtase con sugerir que oculta sus virtudes por modestia; pero jamás consigue usar con desenvoltura el antifaz. (La moral de Tartufo)
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