Jesuitas en el límite: La última entrevista del Padre Berríos
por Josefina Vergara (Chile)
14 años atrás 15 min lectura
Estimados amigos de piensaChile, dada la polémica desatada por la
entrevista concedida por el sacerdote jesuita Felipe Berríos a Raquel
Correa en El Mercurio el día 05 de junio de 2010. Curiosamente en ese
periódico se siguen publicando las críticas a Felipe Berríos, pero la
entrevista no se encuentra. Después de mucho buscar en Google, bajo
diferentes definiciones de criterios de búsqueda logré encontrarla. Les
sugiero que hagan el esfuerzo de buscarla, para que se den cuenta de la
política del diario de Tío Agustín con quienes les resultan incómodos.
En estos tiempos en que la información se ha democratizado, en que
algunas noticias selectas llenan los periódicos de todo el mundo, los
escándalos de la Iglesia Católica Romana le han dado muy buenos
dividendos a la prensa, y se suceden como una telenovela de terror.
Pero así como hay que admitir que esta institución fue tomando un
camino oficial que la ha ligado tristemente a los poderes mundanos más
corruptos, a la verticalidad rígida del mando, y al encubrimiento, con
lo cual se labró con dedicación el hoyo en que está metida, también hay
que admitir que dentro de ella existe una corriente luminosa de
fidelidad al mensaje de Jesús, de honestidad y entrega gratuita al
servicio de la Justicia y de la Misericordia. Un mensaje de liberación
que llena el vacío a que nos está llevando esta sociedad de masas
alienadas y manejadas al servicio del gran sistema económico mundial,
que ya no sabe cómo enfrentar el tedio de la vida y sus contradicciones,
como enfrentar lo efímero y la sin razón de la existencia. Un mensaje
de “Eutopía” de que un mundo “bueno” es posible, si le hacemos empeño a
fabricarlo.
El Padre Felipe Berríos, chileno, hombre libre, sacerdote jesuita,
conocido por su franqueza y honestidad es uno de estos hombres empeñados
en mantener la luminosidad en la Iglesia promoviendo el debate de ideas
y la reflexión en torno al quehacer de la Iglesia en nuestra sociedad,
considerando Iglesia a todos, laicos y sacerdotes. Por sus opiniones ha
sido amonestado públicamente por más de algún obispo, que empieza a
olvidar que la iglesia es la Ecclesia o Asamblea del Pueblo, y no solo
de los obispos o nuncios, y que es una asamblea pensante, no de menores
de edad.
La creciente concentración de poder en manos papales y jerarquías ha ido
en desmedro de la Ecclesia, ya que el mundo se democratiza y desea
libertad para ser y pensar y la iglesia se petrifica en dogmas y poderes
omnímodos administrados por una sola persona y sus afiliados. Se nos
está haciendo normal creer que los obispos se nombran a dedo sin
consultar a los sacerdotes y fieles que forman su congregación y estamos
viendo que día a día, el poder de las cúpulas eclesiásticas arrincona a
los teólogos y teólogas más pensantes impidiéndoles debatir y trabajar
en su profesión.
Yo pienso que Berríos nos ha dado un buen ejemplo acerca de cómo ser
libres y pensantes, y a la vez como ser constructores materiales para
una sociedad mejor.
Por favor, les pido que la publiquen en piensaChile, esta entrevista que
Raquel Correa hace a Felipe Berríos antes de su partida a África “hasta
que Dios quiera”, como dice ella, porque creo que es bueno que se
conozcan voces valientes como la del Padre Berríos.
Josefina Vergara
Entrevista publicada por la Revista del Sábado en el diario El Mercurio
el 5 de junio de 2010
"No me están echando ni estoy arrancando"
Hoy parte al África no por dos años, como se ha dicho, sino que "hasta
que Dios quiera". En esta entrevista defiende al actual Papa en su lucha
contra los abusos sexuales -"por eso está bastante solo"- critica a
Juan Pablo II, opina que el nuevo arzobispo de Santiago debiera ser
monseñor Ezzati, Goic o Lizama, y que, en cambio, una eventual elección
de Juan Ignacio González "sería un retroceso para la unidad del país".
Por Raquel Correa
A muchos de sus seguidores les duele el alma. Y seguro que sus
detractores, que no son pocos, echarán de menos algunas de las polémicas
que generó desde su tradicional columna en "Sábado". El cura Berríos,
el Padre Felipe o simplemente Felipe, partía hoy a Burundi, un pueblo
miserable, con sectas en fiera guerrilla permanente.
Ingresó a la Compañía de Jesús el 31 de julio de 1977, y asegura que
nunca se ha arrepentido, si bien no todo le ha sido fácil.
Ordenado en 1989, insiste en que desde que se hizo cura ha vivido
"profundamente feliz, con una sensación de plenitud".
-¿Ninguna crisis?
-Siempre esperé la crisis. Compañeros míos la vivieron muy fuerte. Hasta
hoy la he esperado y no llega. Claro que he producido muchas crisis
-ríe-. La verdad es que es una gracia de Dios. Nunca he tenido una pizca
de duda de que esto es mi vocación.
-¿Se cansó de ser tan mediático?
-No. Nunca me he tragado el cuento. A los 28 años fui a Tanzania y eso
me marcó. Ahí uno se juega la vida.
-Ustedes se preguntan "¿Qué haría Cristo en mi lugar?". ¿Piensa que
dejaría a Chile botado y se iría al África?
-Sí -afirma sin dudar-. Aquí hay mucha gente bien preparada. Es un país
con un ingreso per cápita de US$ 14 mil y en Burundi no llega a los US$
700. Allá el problema es el hambre y el sida. Ya cumplí un ciclo. Ahora
me toca ir a jugármela allá. Siempre pensé en irme. Soy cura para dar a
conocer una buena noticia, propagar el Evangelio.
-Ha dicho "Encuentro fascinante evangelizar en Chile". ¿Entonces…?
-Uno tiene etapas. Estoy en la edad justa para entrar al África. De aquí
a aprender el idioma…
-¿No se iba por dos años?
-No -replica despacito, como entregando un secreto-. Me voy hasta que
Dios quiera. Al comienzo decía que me iba de por vida, pero sonaba
"prepo". Ahora digo hasta que Dios quiera. De aquí a aprender francés y
sentirme suelto, tendré 60 años. De repente se nos olvida que estamos
prestados, no para siempre. Las grandes cuestiones de mi vida me las he
jugado por intuición. Con 20 años de cura, pensé, éste es el momento,
¿para qué esperar más?
-Dijo que volvería a África cuando en Chile se terminaran los
campamentos. ¿Se terminaron?
-Estructuralmente, sí. Antes veíamos los enormes campamentos como parte
del paisaje. Hoy, microcampamentos, salvo el de Alto Hospicio. De 135
mil familias, quedan 20 mil en microcampamentos.
"Faltan sacerdotes sencillos"
Cuando llega el fotógrafo, anuncia riendo: "Voy a ponerme la chaqueta de
los funerales, matrimonios y entrevistas". Y se pone una gastada casaca
azul con cierre eclair, con la cruz en la solapa.
Ordenado sacerdote, fue director de la Universidad del Trabajador. Y
creó Un Techo para Chile, que se extendió por varias naciones.
Contrario a la ayuda estatal a los pobres, opina:
-Todo lo que sea regalo hace más pobre al pobre. Jamás hay que regalar.
Uno puede acompañar al pobre en su sufrimiento, pero no regalarle plata.
Una de las torpezas de los países ricos con África es regalarle; por
eso hoy es más pobre que antes. Somos conscientes de que no debe haber
campamentos. Algo distinto es lo que pasa ahora, a raíz del terremoto y
las mediaguas.
Felipe Berríos se va con un jesuita maltés y asegura que "la mejor
manera de misionar es levantando mediaguas. Ahí se pone en práctica la
parábola del buen samaritano. Lo otro es un poco de proselitismo". Allá
trabajará con refugiados que huyen por problemas de hambre o guerrilla.
-La idea -explica- es tratar de hacer una especie de escuela agrícola
para generar alimentos: hay una hambruna muy fuerte.
-¿No le da miedo?
-Desde que sacamos el decreto Servicio de la Fe y la Promoción de la
Justicia, nos han asesinado 73 jesuitas en Latinoamérica; en África a
cinco. Es mucho más peligroso hablar de la justicia acá. Voy al África a
compartir mi vida con gente que no tiene nada. No tengo ningún
incentivo económico para irme a Burundi -agrega-. Ni me han echado ni
estoy arrancando, como se rumorea. En la Compañía me enseñaron que todos
somos irreemplazables, pero ninguno indispensable. Otro se hará cargo
del Techo.
-¿Y su mamá?
-Mi mamá… sí, pues. Creo que la mejor manera de querer a mi mamá es
siendo un hijo feliz.
-Habiendo escasez de sacerdotes en Chile…
-No creo que falten sacerdotes en Chile. Creo que sobran. Lo que falta
son sacerdotes sencillos, cercanos a la gente, que no reten sino que
acojan, que no se crean superiores al resto y que muestren el Evangelio
no como una moral, sino como una buena noticia. Esos son los sacerdotes
que faltan. De los otros, tenemos muchos. Y tenemos muchos obispos de
esos también.
El cura polémico
Sostiene que "el verdadero poder está en la libertad de decir lo que uno
piensa, sin calcular lo que va a perder". En honor a ello, ha
enfrentado fuertes polémicas. La más conocida: las universidades de la
"cota mil". Y cuando se iba a legislar el divorcio, la Iglesia hizo una
fuerte campaña y él se manifestó contrario a esa campaña.
-¿Nadie le tiró las orejas?
-Sí. El Derecho Canónico nos da derechos y deberes y hemos entrado a un
infantilismo que pareciera que los curas no debiéramos tener opinión,
sino opinar exactamente lo que opina el obispo. No es así. La Iglesia no
es una dictadura. En los dogmas tenemos que estar todos de acuerdo,
pero hay otras cosas opinables.
-¿El divorcio, por ejemplo?
-Yo no he cambiado un ápice de lo que cree la Iglesia. El matrimonio
sacramental es uno y para siempre. Disentí en estigmatizar a los hijos
de divorciados.
-Y reclamó contra el "protocolo" que impide a separados vueltos a casar
asistir a ceremonias con el Papa.
-Eso es ridículo. El matrimonio es un privilegio y quien fracasa es
alguien que sufre: tenemos que apoyarlo. Si se ve el matrimonio como una
obligación y hay que castigar al que falla, ahí tenemos distintos
puntos de vista.
-Cuando la Iglesia reaccionó contra la campaña gubernamental a favor de
los anticonceptivos, usted discrepó.
-Dije que hay que educar a los jóvenes en una sexualidad consecuente con
nuestros valores. Pero si un joven era incapaz de contenerse e iba a
tener relación sexual con su polola o pololo o iba a tener una relación
sexual de riesgo, tenía la obligación moral de usar condón. La tradición
más ortodoxa de la Iglesia es la del mal menor -sigue-. Me llamaron de
la Conferencia Episcopal. Discutí con los obispos y no me supieron
argumentar. Si el mal menor se aplica en lo económico, ningún problema.
El sueldo mínimo es inmoral: una familia no puede vivir con $140 mil al
mes. Pero si se sube al doble, habría más cesantía y más pobreza. En ese
caso, se aplica el mal menor. ¿Por qué ahí no hay problema, pero sí lo
hay en los temas sexuales?
-¿Qué opina del celibato?
-El ideal sería que se pudiera ordenar a gente casada y que los
diocesanos pudieran ser casados, como en los primeros siglos. Creo que
hay que replantearse lo del celibato: es una vocación, no debiera ser
impuesto para todos los curas.
-A raíz de las mediaguas polemizó con el Gobierno…
-Llevamos trece años diciendo que no queremos chilenos viviendo en
mediaguas. Son indignas. Desde hace cuatro años en el Techo construimos
sólo casas definitivas de 50 a 80 metros cuadrados, con agua caliente,
tres dormitorios. Pero estábamos en un terremoto y en un país soberbio
que quiere soluciones traídas de Canadá o EE.UU. y no tenemos dinero
para responder masiva y rápidamente a eso. Se demoraron 50 días en
concluir que lo más efectivo, en la emergencia, era la mediagua.
Un arzobispo que aglutine
-¿Quien cree que va a ser el nuevo arzobispo de Santiago?
-Yo no soy bueno para estas especulaciones y nunca me han gustado mucho.
Pero, esbozando una respuesta, creo que el nuevo arzobispo de Santiago
estará entre Monseñor Ezzati, Goic o Lizama pues ellos tres tienen
experiencia, edad adecuada, son acogidos ampliamente por diversos
sectores católicos y no católicos y tienen el peso moral y el liderazgo
para enfrentar la reconstrucción de la credibilidad que la Iglesia
necesita. Son hombres de Dios.
-¿Y quién quiere usted que sea arzobispo de Santiago?
-Yo quisiera lo mejor para la Iglesia. Y eso sería un arzobispo que
tenga el reconocimiento de todos los sectores para aglutinar a los
católicos, y también la experiencia y el peso para enfrentar el delicado
momento que vive la Iglesia y proyectarla con fuerza hacia el siglo
XXI. En ese sentido, pienso que los tres antes nombrados cumplen con
esos requisitos.
-¿Y si nombraran a monseñor Juan Ignacio González?
-Sería complicado para la unidad de la Iglesia. Él, cuando era abogado
ligado al Opus Dei, trabajó con Sergio Rillón en la oficina llamada "de
asuntos especiales de Gobierno" o de "enlace" entre la dictadura y la
Iglesia que, en realidad, se podría decir que era de "soplonaje". Fueron
tiempos muy duros para la Iglesia chilena, que muchas veces fue
perseguida. Y él entonces trabajó para La Moneda y tengo entendido que
también lo hizo en la secretaría General de la Presidencia y en el
directorio de la empresa del diario La Nación. A finales de los ochenta
dejó esto para ir a Roma, donde fue ordenado sacerdote y sacó un
doctorado cuya tesis estaba relacionada con las capellanías castrenses
en Chile. Nombrar a alguien que estuvo tan ligado a la dictadura como
arzobispo de Santiago para el Bicentenario sería un retroceso para la
unidad del país y una ofensa para muchos chilenos. Muchos en pro de la
unidad de la Iglesia no dijimos nada con su nombramiento de Obispo, pero
eso tiene un límite y ese límite sería que fuera nombrado arzobispo de
Santiago. Con todo respeto yo haría pública mi protesta.
-Es una acusación grave a un obispo ¿No cree que lo está juzgando
injustamente?
-No es una acusación, es recordar su pasado, del cual -que yo sepa- él
nunca se ha arrepentido públicamente y está en su derecho de no hacerlo,
pero también yo estoy en mi derecho de pensar que eso es un impedimento
grave para un posible arzobispo de consenso, que busque la unidad entre
los católicos y la sociedad en general.
"desacralizar a los curas"
-¿Cuál cree usted que es la raíz de la actual crisis en la Iglesia
Católica?
-La Iglesia está en una tremenda crisis de credibilidad. Un grupo dentro
de la Iglesia se fue separando del Concilio Vaticano Segundo, que
propuso un sacerdocio común con los laicos, menos clerical: una Iglesia
más abierta, más dialogante. Con esa frase tan linda: "Nada de lo humano
nos es ajeno". Eso se fue yendo en el sentido opuesto y en un
endiosamiento de los curas. También hubo un excesivo centralismo en el
tema de la moral sexual y no de la moral social. Y ese secretismo…
-¿Viene desde arriba?
-Desde el Papa para abajo. El Papa Juan Pablo II le hizo mucho daño a la
Iglesia. Y mucho bien en otros sentidos. Venía de una dictadura
comunista y su gran lucha fue contra el comunismo. Creo que le hizo
mella venir a Latinoamérica y darse cuenta que teníamos dictaduras tan
feroces, pero católicas y de derecha.
Respecto a la baja de vocaciones sacerdotales, comenta:
-Una sociedad más materialista y egoísta, centrada en los beneficios, ha
destruido el matrimonio y el sacerdocio. Hemos transformado la Comunión
en un premio para los perfectos, cuando es alimento para los más
débiles.
-¿Cómo se entienden casos como el del padre Maciel?
-Hay gente con una capacidad muy grande de "engrupir": el perfil de
Maciel y de Paul Schaefer. Permitir que haya grupos tan cerrados es el
caldo de cultivo para que personas así envuelvan a jóvenes más débiles.
-¿Personas enfermas?
-Si fueran enfermos, no tendrían responsabilidad. Y hay una cierta
complicidad: los hemos dejado que creen estas verdaderas sectas. Usando
la confesión como sistema de coerción.
-¿Se refiere a Karadima?
Es el caso de Karadima contra quien hay testimonios irrefutables, como
el de Kast. A esto ayuda el secretismo y una Iglesia clasista.
-¿No diría, como el cardenal Errázuriz, que por suerte son poquitos?
Jamás. No fue una frase feliz y creo que se ha arrepentido de decirla.
Puede haber curas raros, lo que la gente no acepta es que sean amparados
por la autoridad eclesiástica. Este secretismo es inaceptable. No puede
ser que monseñor Ezzati se reúna con el Papa y diga que no conversaron
este tema.
-¿Tiene esperanza en el Papa actual?
Sí. Siempre se supo que la carpeta del caso Maciel estaba en el
escritorio de Ratzinger, cuando era prefecto de la Doctrina de la Fe.
Cuando Juan Pablo II estaba más disminuido, lo primero que hizo
Ratzinger fue sacar a Maciel. Como Papa ha sido intransigente en este
tema. Creo que por eso está bastante solo.
-¿Qué precio pagará la Iglesia?
Se verá muy afectada, pero es una oportunidad de desacralizar a los
curas. Una Iglesia más sencilla, más inspirada en el Evangelio, menos
inquisidora. Hay curas maravillosos, que no salen en la tele, que
acompañan a la gente, sencillos y humanos.
* Fuente de la cual tomé la entrevista, por encontrarse ordenada: Que vuelvan las ideas
[Este es el estado en que encontré el texto en la base de datos de El Mercurio]
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