Uruguay: El Frente Amplio y el «Mal Menor»
por Nora Fernández (Canadá)
16 años atrás 10 min lectura
Dos encuentros tuvieron lugar a fines de marzo 2009, el año cuatro del gobierno del Frente Amplio y año de elecciones. El primer encuentro fue la Cumbre de los Progresistas en Viña del Mar, atendida por los presidentes de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay (Fernández, Lula, Bachelet y Vázquez), el vicepresidente americano (Biden), el primer ministro inglés (Brown), y el presidente de España (Rodríguez Zapatero). El segundo encuentro, menos encumbrado, fue en Montevideo, donde la Asamblea Popular definió su plataforma y candidatos (Rodríguez y Villalba) con vista a las elecciones de noviembre, en un gesto histórico de refundación de la izquierda uruguaya.
Aunque nueva y pequeña, la Asamblea Popular es un desafío al Frente Amplio pues desenmascara a quienes llegaron al gobierno con un programa popular de izquierda pero implementaron uno de derecha contra el pueblo. La Cumbre Progresista fue ocasión de foto y oportunidad de seguir vendiendo políticas imperialistas disfrazadas de progresismo. Tampoco es la primera vez que el progresismo actúa contra el pueblo, Bachelet fue clara al culminar el encuentro hablando de la meta así: “es un momento muy especial para los progresistas porque en momentos de crisis la tentación populista (o popular) se acrecienta …tenemos el gran desafío de crear un ideario que no sea populista, pero que sea popular” (mejor dicho: que no atienda a los intereses del pueblo pero que “venda”).
El progresismo surge en los EEUU a principios del siglo 20. Fueron progresistas los dos Roosevelt (Theodore y Franklin D) y Woodrow Wilson. Kevin Phillips, en “Fortuna y Democracia,” plantéa que lo irónico fue que miembros de Wall Street apoyaran el progresismo en la elección de Wilson (1912) convencidos de que era la única forma de detener al socialismo –y no se equivocaran. El progresismo, que llega hasta 1920, es recordado como la “edad dorada,” que incluye reformistas como Jane Addams junto a millonarios como Andrew Carnegie, Henry Ford y los Rockefeller, John D. y su hijo. En EEUU muchos se refugian en el progresismo, porque el control de la prensa y la falta de libertad hacen dificil plantear alternativas. Durante la candidatura de Ralph Nader, por ejemplo, las acusaciones de que por su culpa los demócratas de Gore no suben sino que sube Bush, ocultan la realidad de que ambos partidos vienen jugando el juego del mal menor y son en realidad un monstruo con dos cabezas. El bipartidismo Demócrata-Republicano no tolera tercera opción. La elecciones son siempre entre manzanas y manzanas.
Pero el bipartidismo no se limita a los EEUU. En Canadá el bipartidismo también controla el panorama político. En este caso el monstruo es Conservador-Liberal y sepulta al tercer partido –el New Democratic Party (NDP), con sólo acusarlo de “socialista” -que eso es aqui una mala palabra total.
La primera cumbre progresista de este siglo fue en Berlín el año 2000 –cuando todavía existía la hoy difunta “tercera vía” del, políticamente difunto Tony Blair. La cumbre fue propiciada por Bill Clinton y promovida en Latinoamérica por el concertacionista chileno Ricardo Lagos – maestro de Bachelet. El progresismo latinoamericano ha venido manipulando la política de nuestros países también y ha contribuido a mucha confusión. El progresismo, que ha incluido desde millonarios como Carnegie, Ford y Rockefeller, demagogos como Clintons y Lagos, laboristas del tipo de Blair y Brown, y socialistas al estilo Zapatero, Bachelet y Vázquez, no define a nadie y ese es justamente su valor de uso.
Otras metas de cumbre progre fueron reforzar el mensaje del imperio de recapitalizar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al Fondo Monetario Internacional (FMI), ambos instrumentos de los EEUU -más de lo mismo o como dijera aquel “al que no quiere sopa…dos platos”. Se renuevan también los lazos imperiales en el cono sur, con los más fieles a la cabeza -Chile y Uruguay, y se refuerza una pieza ideologica importante que ha flotado impunemente en la prensa: hay que detener el avance “populista” que viene desde el Caribe.
“El presidente Obama y yo estamos absolutamente comprometidos a trabajar estrechamente con nuestros vecinos…y mi visita aqui es sólo el comienzo de una nueva sociedad con las Américas,” dice Biden. Si, pero ¿que sociedad será esa? Sopa, sopa y sopa.
Jorge Beinstein (en, América Latina en la trampa progresista…) argumenta que el progresismo en Latinoamérica ha contribuido a “postergar, corromper, trabar el desborde del potencial insurgente de las bases populares.” Lo ha hecho manipulando información y vendiendo y revendiendo ilusiones, con un “pragmatismo próximo a la amoralidad absoluta.” Ha usado, dice, un “cierto izquierdismo cultural moderado combinado con políticas económicas conservadoras que preservan las reformas neoliberales de los 80-90s.”
Arturo Alejandro Muñoz (en, Las Crónicas Huasas de Coltauco) habla de la Concertación explicando que hace ya 20 años que tiene completa convergencia con la derecha chilena en lo económico, presenta sólo una alternativa en lenguaje. Pero, aunque mucho hablamos de ideología, dice, una vez que lo económico está decidido el asunto es la gente: “No se lucha contra la ideología, porque no es ella la que en esencia…fracasa, traiciona o se corrompe. Se lucha contra…personas…contra las cupulas dirigenciales que…arriaron las banderas entregándose a los caprichos del adversario…no gratuitamente…” Y al hacerlo“…hubieron de traicionar a sus bases, mentir…engañar…y torcer la Historia…incluso renegando de quienes fueron los principales adalides de las conquistas populares.”
El Frente Amplio ha seguido ese camino, aunque llegó al poder por las elecciones en vez de negociando. Como en Chile, en la práctica las políticas del Frente no se diferencian de las de gobiernos anteriores de derecha. Incluso en casos han ido más allá de lo que la derecha hubiese ido, argumenta Raul Zibechi comentando que en “Uruguay la izquierda coló (paso) una ley de seguridad ciudadana que ni la dictadura se hubiera atrevido a poner.”
Algunos continúan argumentando que el Frente es mal menor, frente a un Lacalle o a un Larrañaga a veces nace la duda. Pero daña mucho hablar una cosa y hacer otra, genera cínicos, termina con la esperanza popular, nos hace cómplices. Ese divorcio esquizofrénico entre lo que se dice y lo que se hace fue identificado más fácilmente por los militantes, generando un éxodo de izquierdistas abandonando el Frente. Se trata de gente honesta que no puede dejar de ver lo obvio: teoría y práctica no pueden ser manzanas del mismo árbol si están tan divorciadas la una de la otra -¿de que árbol son?
El mecanismo por el que se impone en el Frente el giro de la izquierda al progresismo es un proceso que Beinstein describe como un camino de “integración a las instituciones” donde cada paso y cada victoria electoral compromete más con la “gobernabilidad del régimen.” Jorge Zabalza (en, Sólo para Revolucionarios 1) explica que se ha construido una fuerza crecientemente disciplinada con la ambición de gobernar, deja de cuestionar y abre el camino a la dominancia de sectores de derecha dentro del Frente. Estos terminan con el desacato, que era lo más rico que el Frente tenía, dice Zabalza. El autoritarismo de Vázquez, a quien Zabalza llama “reyecito criollo”, es calculado. Astori –el hombre de Harvard y del FMI a la cabeza de la política económica, es el garante para el imperio. Y dos ex-guerrilleros, Mujica y Fernández Huidobro, que eran garantes para el pueblo dejan de serlo y se les unen. Como todo se justifica por la necesidad de ser gobierno, dice Zabalza, el progresismo en Uruguay tiene que terminar con el “desacato irredento de los que hacían alumbrar llamitas de resistencia y ruptura revolucionaria” antes de que “se hiciera llamarada.” El proceso comienza ya en 1994; y lo que vemos hoy es la imagen de la “segunda derrota,” la derrota política/ideológica de los tupamaros.
En Chile Muñoz divide a los políticos de la Concertación en: corruptos, cobardes y tontos útiles. Los corruptos saben lo que están haciendo, se benefician y lo aceptan. Los cobardes, lo ven y pueden no estar de acuerdo pero callan, o defendiendo el proyecto o temerosos de que los saquen de los listados electorales. El lider autoritario disciplina y asegura que los inseguros se mantengan “en línea”. Los tontos útiles creen que están aún en la izquierda, comentan que “la Concertación es de izquierda” o que los gobiernos de Lagos y Bachelet han sido muy progresistas o que “Chile tiene el porcentaje más bajo de pobres en América Latina.” Hace poco Mujica en Uruguay hablaba de cuanto de importante es mantener la integridad del Frente Amplio pero ¿que pasaría si el Frente no existiera?
Los ex-izquierdistas que hoy se llaman progres, parecen creerse que ellos están más allá del bien y del mal, usan y abusan privilegios con arrogancia y se molestan si se les pide cuentas o se les cuestionan sus políticas reaccionarias, son despóticos. No tienen que probarse y rendir cuentas como todo el mundo, están fuera del espacio en que vivimos todos. Enrostran su pasado, de prisioneros políticos o exilados como mantra santa que lo justifica todo. Y sobre todo son el peor enemigo de la izquierda, porque la conocen y la odian como amante despechado.
Y han tenido éxito en sus manipulaciones, nos ha tomado demasiado separar el grano de la paja, hemos soportado que nos roben el discurso para tergiversarlo vistiendo con ropas de izquierda proyectos neoliberales para pasarle al pueblo gato por liebre. Pero es hora de terminar con la gobernabilidad y exilarse del Frente, nadie de izquierda all -que la derecha gobierne con sus manos, no con las nuestras.
El último en unirse al éxodo en Uruguay fue Helios Sarthou, que admitió en carta pública que el Frente lo ha traicionado todo, pero fundamentalmente ha traicionado el respeto a los caídos y desaparecidos al mantener intocable la Ley de Impunidad. Que ha sometido el país a la política económica del imperio y sus bancos y aceptado que se roben 5 mil millones de dólares al privatizar la seguridad social. Que ha renunciado a la transformación de la sociedad aceptando el asistencialismo. Que ha subordinado la lucha de clases a la política laboral de conciliación. Que ha extranjerizado la tierra y comprometido la calidad de ésta, del agua y del ambiente con las pasteras.
“Se ha producido una mutación del FA hacia el progresismo…cambiando aspectos vitales del pensamiento político,” dice Sarthou, que ha sido parte de la línea fundacional del FA y se inició como secretario de la Agrupación Nuevas Bases en el año 1959 y formó la Unión Popular que junto con el FIDEL fueron las columnas generadoras del FA.
“La gente frentista de convicción y fidelidad transformadora y revolucionaria tarde o temprano se va a tener que ir ‘con el pueblo…El Frente Amplio fue una profecía de una sociedad nueva, libre, igualitaria, de un mundo de la justicia social y la igualdad” pero con la institucionalización por objetivos de poder y compromisos fracasa la profecía…el precio de llegar al poder ha sido muy caro”. Afectó los principios de la izquierda e hizo que dejara de ser izquierda.
Si Beinstein está en lo correcto y el progresismo existe para postergar, corromper y trabar al pueblo, la obligación moral y ética de los izquierdistas es denunciar el argumento por el que estas deformaciones sobreviven: el de elegir el mal menor. No, el Frente no es el mal menor si sirve para implementar el proyecto neoliberal, es el mal. Y debe ser combatido como el resto.
Nora Fernández
Alternativa Latinoamericana
Canadá
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